Trio en el campo del moro
Primavera, sol, jardines del Palacio Real de Madrid.Rollo macizo,cesped y un vigilante de vicio que aparece a regañar...
En Madrid, la mejor forma de pasar una calurosa tarde primaveral de abril es visitando y tomando el sol en algunos de sus jardines. Si esa visita es en pareja y puedes darte un revolcón en el césped, mejor que mejor.
Pero en los poco concurridos jardines del Campo del Moro junto al Palacio Real no permiten tumbarse en las zonas verdes, algo que al rollo cañón con el que iba y a mi no nos importó. Ni siquiera cuando un vigilante motorizado nos llamó la atención desde lo lejos. Una hora después lo volvió a hacer pero esta vez más enfadado y parando la moto junto a nosotros que estábamos a cien entre la hierba. Paramos claro, lo justo para ver al lado al pedazo de vigilante. No llegaba a los 30, moreno, con unas Ray Ban negras y el uniforme pues como nos molan, más bien ajustado, pantalón gris y polo blanco de manga corta marcando bíceps, además de botas militares; una pasada de morboso en serio. Pero tras la regañina se marchó y nos quedamos comentando lo bueno que estaba y dudando si entendería.
Con el calentón seguimos enrollados y como ya no pasaba nadie nos atrevimos meternos mano a saco. Y volvió el vigilante, hecho un borde porque ya no había nadie en los jardines y estaban desalojando para cerrar. Nos pilló en plena mamada, que disimulamos pero que vio claramente. Nos levantamos y nos abrochamos el pantalón porque se quedó a esperarnos, me quedé de piedra cuando el tío con el que estaba se atrevió a decirle que si entendía, así sin mediar palabra. Después de una conversación tensa que os evito, mi rollo le insinuó q nos metiéramos un poco más dentro los tres. El vigilante llamó a su compañero y pensé que nos habíamos metido en un lío, pero nada de eso, le comentó que se marchara, que él cerraría el único acceso que había y después de eso me quedé muerto El vigilante cañón se lanzó a la boca de mi chulazo y se comieron los morros conmigo mirando y empalmado a lo bestia. Ya pensaba que me iban a dejar a un lado, cuando el vigilante nos sugirió una zona entre los árboles, aunque ya anochecía y no quedaba nadie. Lo que pasó después lo voy a recordar años.
El vigilante se quitó el polo, y yo le desabroché el pantalón. Mi chico a la vez empezó a bajar mi pantalón pero al ver el boxer del vigilante con lo que parecía un buen pollón debajo, se lanzó al ataque. Nos lanzamos como posesos, el de pié y nosotros de rodillas. Y efectivamente ¡menudo pollón! Muy seguro de sí mismo, nos agarraba las cabezas mientras se la comíamos y nos ponía a parir con frases morbosas. Y entonces quiso ver nuestros rabos y aquí es cuando se puso cardiaco, el que parecía tan malote, al ver otros dos pollones cambió las posiciones. Se puso a comérnoslas a la vez mientras nosotros nos comíamos la boca y acabó pidiendo que se la claváramos a saco. Le dilatamos el culo con saliva y el cabrón sacó dos condones de su propio uniforme que nos colocó con maestría.
Las embestidas que le metimos en el césped fueron antológicas, cuando uno estaba a punto de correrse paraba y seguía el otro. Nos apoyábamos en las ramas de un árbol y de pronto paró porque quería hacer él de activo mientras otro le seguía follando. ¿Y a quién le tocó? No pude evitar metérmela hasta los huevos, mi culo estaba superabierto y pese a lo grande que era su rabo, entró bien. Un trío en toda regla que tras varias nuevas embestidas acabó corriéndonos en la cara del vigilante con una cantidad de leche exagerada, mientras él se lo echaba en el pecho. Salimos los tres juntos y en la misma puerta nos dimos los teléfonos ¡La naturaleza mola!