Trío con un matrimonio frances

Primeras sesiones de sexo salvaje con un matrimonio francés que conocí en un camping de Galicia.

Cuando era joven solíamos ir a veranear a Galicia toda la familia. Mis padres y hermanos, y en ocasiones también mis tíos y dos de mis primos. Acudíamos en agosto a una pequeña isla, muy tranquila y casi desierta de turistas. Ahora la cosa ha cambiado, porque un puente la une a la península, y aquello ha crecido mucho.

Pasábamos la mañana en la playa. Después de comer, todo el mundo se echaba la siesta y yo aprovechaba para dar largos paseos por la isla.

Atravesaba muchas veces un camping que había en un pinar al lado de una pequeña playa.

Un día un hombre se me acercó para pedirme ayuda. Tenía un problema con la puerta de su caravana. Se había salido el tornillo de una bisagra, y su mujer no tenía suficiente fuerza para sostenerla mientras el hombre arreglaba el anclaje. Entre la mujer y yo sostuvimos la puerta y en unos minutos el desperfecto estaba solucionado.

Después de esto, nos presentamos. Era un matrimonio francés, ella se llamaba Celine, y él Alex.

Tendrían unos 45 años, calculo. El era pelirrojo, delgado y no muy alto. Ella era más bajita, también delgada, rubia de pelo corto y con unas tetas bastante grandes. Me invitaron a pasar a su caravana, y estuvimos bebiendo unas cervezas y charlando un rato. La verdad es que eran muy simpáticos y agradables. Ese día me marché al cabo de un rato, pero pasé a verles casi todos los días.

Una tarde paseaba por la playa y me encontré con Alex, sentado en un banco de madera, donde terminaba la arena y empezaba los pinos del monte. Me senté con él, pero a los pocos minutos comenzó a llover intensamente. Salimos de allí corriendo y me invitó a refugiarme en su caravana. Entramos a toda prisa, empapados de arriba a abajo. Nos encontramos a Celine vestida con un pantalón de chándal corto y chanclas, pero desnuda de cintura para arriba. Mis sospechas sobre sus tetas eran ciertas. Las tenía grandes, algo caídas con unos pezones color marrón claro y muy bonitas. Yo me quede cortado, pero ni ella ni Alex se inmutaron lo mas mínimo. Nos saludó, sonrió al ver mi cara y se puso una camiseta.

Nos sentamos los tres en torno a una pequeña mesa, y comenzamos a beber cerveza, mientras contemplábamos relajados la caída de la lluvia en el exterior. Ellos se recostaron un poco y Alex dejo caer su brazo sobre un pecho de Celine. Comenzó a hacer círculos con el dedo sobre uno de sus pezones, que al instante se marcó sobre la tela de la camiseta. Movió el otro brazo y realizó la misma operación con el otro pezón, mientras Celine colocó la mano sobre bañador de él.

Estuvieron varios minutos sobándose y mientras tanto no dejaban de mirarme. La cerveza me había relajado y me estaba poniendo cachondo perdido viendo a los dos franceses. Ella se quitó la camiseta y él se bajo el bañador, mostrando una polla semierecta que ya tendría 15 cms, mucho mayor que la mía. Ante sus claras insinuaciones, me acerqué a Celine y comencé a chuparle un pezón. Alex se ocupó del otro. Ella gemía como una perra. Estiro sus manos y nos cogió la polla a ambos. Chupábamos las tetas y las apretábamos con fuerza y ella nos pajeaba lentamente.

Celine se levantó, plegó la mesa a un lado y nos hizo estirarnos en el suelo enmoquetado de la caravana. Nos hizo entrelazar las piernas con Alex, hasta que mis huevos contactaron con los suyos. Celine cogió entonces una polla con cada mano, juntó nuestros glandes y se las metió en la boca. Tuve que elevarme un poco para equilibrar las pollas porque el francés me sacaba por lo menos cinco centímetros. Menuda sensación, mi pene pegado a otro, y ambos compartiendo una lengua y unos labios húmedos y ardientes. Estuvo chupando varios minutos, nos dejó los miembros duros y empapados en saliva.

Estiró su mano hasta alcanzar una pequeña maleta roja, la abrió y escogió de entre múltiples juguetes un dildo rosado de tamaño medio, con una ventosa en su base. Lo introdujo en la boca de Alex, para que lo humedeciera. Se levanto y colocó el consolador en el banco de madera, sujeto por la ventosa. Se sentó de golpe, introduciéndoselo en el culo. Me hizo un gesto y la penetré por la coño hasta el fondo, sintiendo en mis movimientos el pene de plástico insertado en su culo.

Alex se subió al banco y separándose los mofletes del culo puso su ano encima de la cara de su mujer, que empezó a chupárselo con sonoros lametones. La polla de Alex colgaba a pocos centímetros de mi cara, bamboleando mientras le comían el culo y yo penetraba hasta el fondo. Hizo algún gesto de levantarse el rabo con la mano y dirigirlo a mi boca, pero al ver que yo apartaba la cara, no insistió.

Celine subía y bajaba a toda prisa, mientras yo estrujaba sus tetas. Alex alternaba su culo y su polla en la boca de su mujer, y después de varias embestidas, se corrió abundantemente encima de ella. El semen resbalaba por la cara y las tetas de la francesa. La mujer cogió una cuchara y rebaño su propio cuerpo. Lleno la cuchara de lefa caliente y se la llevó a la boca, relamiéndose de gusto mientras tragaba.

Retiré el pene de la vagina chorreante, cuando Alex bajó del banco y se puso de rodillas con las manos apoyadas en el suelo. Celine se levantó despacio, dejando el consolador anal adherido al banco y comenzó a lamer el ano de su marido ya húmedo por la sesión anterior. Pasaba la lengua por los pliegues exteriores y luego la metía presionando hacia dentro. Introdujo dos dedos poco a poco, tratando de acomodarlos delicadamente, aunque parecía que por aquel túnel ya habían pasado trenes. Luego me agarró de la polla y trato de acercarme al culo de su marido. Rechacé la propuesta como buenamente pude y ella sacó de la maleta roja un cinturón con una polla negra colgando. Se lo colocó a la cintura, lo untó con lubricante y lo metió hasta el fondo en el culo de Alex. Dejó que se acostumbrara al tamaño y comenzó a empujar a toda máquina.

Yo mientras tanto frotaba mi pene contra los pezones de Celine, y cada poco la metía entre sus maravillosos labios. En pocos minutos, Alex se corrió de nuevo, esta vez sin que nadie le tocara la polla, únicamente con la ayuda de su sodomización. Yo alucinaba un poco porque a los 18 años no conocía tanto acerca del sexo como aquel matrimonio. Celine ralamió la moqueta, tratando de recoger las gotas que su marido había derramado.

A continuación me sentaron en el banco y la francesa comenzó a chuparme el pene. Cogíó del banco el dildo de ventosa y lo introdujo en su coño, y la polla negra con correas en su culo. Cogía un consolador con cada mano y con la boca engullía mi rabo. Como los movimientos eran frenéticos, mi pene se salía de su boca. Para evitarlo, Alex sujetaba mi pene con su mano mientras su mujer me la comía.

Al rato Celine se corrió violentamente, entre espasmos, pero no sacó mi glande de entre sus labios.

Para acelerar, Alex comenzó a subir y bajar su mano, pajeandome con rápidez. No puede soportar tanto placer y eyaculé hasta vaciar mis huevos en la lengua de Celine. Ella se levantó y juntó su lengua con su marido, que recibió gustoso el beso lleno de semen.

Caímos rendidos los tres en el suelo, mientras afuera seguía lloviendo. Celine preparó café, volvimos a montar la mesa en el centro de la caravana y lo tomamos tranquilamente, dejando transcurrir la tarde. Ni siquiera nos vestimos.

Cuando anocheció me despedí de ellos, y les dije que había disfrutado mucho, y que por mi parte, podíamos repetir cuando ellos quisieran.

Volvimos a hacerlo cuatro o cinco veces más ese verano, y en cada ocasión practicamos distintos juegos, muchos de los cuales yo no sabía ni que existieran. Me enseñaron mucho esos franceses, y creo que condicionaron la manera que tengo en la actualidad de disfrutar el sexo.

Espero que os haya gustado esta experiencia. En breve os relataré el resto de sesiones con Celine y Alex.

erlenmeyer@wanadoo.es