Trío con mis ex

Siempre había soñado con ser poseída por dos hombres, pero nunca pensé que ese sueño se cumpliera. Hasta el día en que me pillaron mis ex-novios saliendo con ambos simultáneamente.

Siempre había soñado con ser poseída por dos hombres, pero nunca pensé que ese sueño se cumpliera. Hasta el día en que me pillaron mis ex-novios saliendo con ambos simultáneamente.

Conocí a Manuel cuando estaba en la secundaria y, de inmediato, supimos que íbamos a ser algo más que amigos. Con él perdí mi virginidad y exploré toda mi sexualidad y mi cuerpo; cojíamos como locos y de verdad creo que tenemos algo especial. Después de terminar nuestra relación seguimos frecuentándonos y teniendo sexo, pero conocí a Joel. Joel era muy diferente a Manuel, más amable, educado, romántico… En fin, era el prototipo de mi hombre ideal. Tuvimos una relación muy plena, pero terminamos después de casi tres años (igual que con Manuel).

Seguí viéndolos a los dos y teniendo relaciones con los dos, a pesar de ver a otras personas y tener romances cortos.

Un día recibí un mensaje de texto de Manuel, diciéndome que aún me amaba y deseaba verme para platicar y tratar de reanudar nuestra relación. Días después Joel me llamó y me dijo casi lo mismo. Yo no me tomé en serio a ninguno de los dos y les di a entender a ambos por separado que me interesaban y que tenía intenciones de arreglar las cosas con ellos.

Sin darme yo cuenta, cada vez mis excusas fueron menos creíbles hasta el día en que Manuel se enteró de todo por parte de una supuesta amiga mía. Me fue a buscar a mi casa, pero yo estaba en el portón muy acaramelada con Joel, cosa que no le sorprendió para nada. Se acercó hasta nosotros sin que yo me diera cuenta y dijo:

-No me habías dicho que tenías novio...de haber sabido, ni te molesto pidiéndote que nos veamos.

Creo que me puse de todos los colores, porque Joel se me quedó viendo sin dar crédito a lo que escuchaba y dio un paso hacia atrás. Hablaron entre ellos, se presentaron y cada uno se explicó lo que estaba pasando hasta que se pusieron al tanto de la situación. Ninguno de los dos me dirigió la palabra cuando terminaron de hablar y la situación era tan incómoda para mí que me di la media vuelta con la intención de meterme a mi casa.

Cuando abrí la puerta, Manuel me empujó hacia adentro y me jaló del brazo hasta mi cuarto. Joel se quedó atrás para cerrar la puerta, pero rápido nos alcanzó y también cerró con seguro la puerta de mi cuarto.

Manuel se abalanzó sobre mí acariciándome y quitándome la ropa, mientras Joel se quitaba la suya hasta quedar en calzoncillos. Manuel hizo lo mismo, dándole oportunidad a Joel de acariciarme, besarme y quitarme lo que quedaba de mi ropa. Mis pezones estaba durísimos y mi vagina estaba muy mojada.

-A las putas no se les besa – le dijo Manuel a Joel, quien se movió a un lado dejándole libre el paso para que me empujara sobre la cama y me abriera las piernas. – Mira, está bien mojada, la muy puta.

Joel se terminó de desvestir y empezó a masturbarse en lo que Manuel me dedeaba. Sus dedos acariciaban mi clítoris, mis labios y se introducían un poco en mi vagina para hacer el recorrido de regreso hasta mi clítoris. Cada vez me escurría más fluído. Empecé a jadear un poco y le pedí a Joel que se acercara, pero no lo hizo. De ahí en adelante ninguno de los dos me dirigió la palabra.

Manuel se acostó en la cama, ya sin ropa, y con el pene durísimo y palpitante. Me hizo una seña para que me trepara en él. Masajeó su pedazo unas veces y, sin esperar más, me lo ensarté de un solo movimiento. Como yo estaba demasiado mojada, entró sin problemas. Lo sentí extremadamente delicioso y caliente dentro de mí. Me empecé a mover en círculos y cuando ya no aguantaba más me moví de arriba hacia abajo. Mis pechos rebotaban y se escuchaba el sonido de nuestras pieles golpeando una con otra. Estaba a punto de alcanzar mi primer orgasmo cuando escuché a Manuel gemir y casi en seguida sentí su pene palpitar dentro de mí. Al sentir su semen llenándome me vine con un grito ronco.

Me quité de encima de Manuel acostándome boca arriba, entonces se acercó Joel y tras jalársela unas cuantas veces se vino sobre mis pechos. Acarició mis pezones con la punta de su pene un rato y luego se acomodó entre mis piernas, me las levantó para apoyarlas en sus hombros y empezó a dedearme. Me metía tres dedos y yo me retorcía de placer, aún estaba deseosa de más. Vi su cara mientras me masturbaba y conocí una expresión que jamás había visto antes, se parecía mucho a la de Manuel cuando me cojía. Por alguna razón eso me calentó más.

Manuel ya estaba duro de nuevo y me metió su pene a la boca. Yo empecé a mamarlo de la punta, pero poco a poco fui metiéndomelo hasta la garganta. Me lo metía todo y lo sacaba para chupar la punta y lamerlo desde la base hasta la parte donde empezaba el glande. Jugaba mi lengua con él y volvía a metérmelo todo.

Joel terminó de dedearme y metió la punta de su pene a mi vagina. Yo me abracé a su cuerpo con mis piernas para atraerlo más hacia mí y poder hacer que me penetrara más profundo, pero sólo me embistió un par de veces y me hizo ponerme de perrito sobre la cama. Manuel no me permitió desatender su verga ni un segundo, aunque estuviera cambiando de posición.

Con el culo en el aire, Joel separó mis nalgas y empezó a meterme la punta de su dedo índice al culo. Yo me sentía incómoda, era una sensación rara. Y después lo fue más porque forzó dos dedos dentro de mí al mismo tiempo que me lamía el agujero. Supongo que se desesperó porque embistió mi vagina, que aún escurría un poco de semen y flujo, para luego escupir en mi culo y empezar a penetrarme.

Yo estaba a punto de gritar, pero Manuel no me lo permitió. Acarició mi cabeza y luego mis pechos, los masajeaba para hacerme sentir mejor. Pellizcaba mis pezones, los jalaba un poco y jugaba con ellos. Eso me hacía mojarme y me distraía un poco de la sensación tan extraña y dolorosa de tener a Joel abriéndose paso en mi culo. No sé cuánto tiempo le tomó estar completamente dentro de mí, pero tomó bastante tiempo para mi gusto, hubiera preferido que me la metiera de un solo golpe. Especialmente porque no sabía que me iba a encantar tanto que me dieran por detrás.

Cuando me acostumbré a tenerlo dentro, empezó a moverse sin piedad. Lo sacaba todo y lo volvía a meter de golpe, lo sacaba todo y lo metía de nuevo. De vez en cuando se detenía para ver mi ano dilatado y escupir en él. Incluso tener la verga de Manuel hasta la garganta no era suficiente para acallar mis gemidos. Me la saqué de la boca para apoyarme con una mano sobre la cama y masturbarme con la otra, en unos momentos más estaba gimiendo por mi segundo orgasmo. No me esperé a recuperar el aliento, seguí con la mamada que había dejado inconclusa. Esta vez no jugué tanto, chupaba la punta de su pene y luego lo chupaba todo entero. No duré mucho así porque Manuel me llenó toda la boca de semen al poco rato.

Me estaba viniendo por tercera vez cuando Joel sacó todo su pene y me lo ensartó de una sola embestida una última vez. Así como con Manuel, sentí su verga palpitar y luego llenarme de semen caliente, creo que entonces tuve un orgasmo enorme porque mis piernas temblaron fuertemente, mi vagina escurrió mucho y me quedé sin aliento.

Dejé que Joel saliera de mi cuerpo y me eché de lado, sentía el semen escurrí por mis nalgas y el jugo de mi vagina mojarme los muslos. Sentía que había sido demasiado, pero ellos aún no estaban satisfechos. Me dejaron descansar un rato y, en esa misma posición que estaba, volvieron a cojerme, pero esta vez los dos al mismo tiempo. Pensé que me iba a volver loca de tanto placer, gritaba como posesa y sentía que en cualquier momento me desmayaría. Joel me daba por la vagina, mientras Manuel me penetraba el ano. De vez en cuando me acariciaban los costados y los senos, pero el único placer que tenía nublada mi mente era tener esos dos penes dentro de mí al mismo tiempo.

A veces parecían turnarse para estar dentro de mí y otras estaban los dos al mismo tiempo, de cualquier forma me encantaba. Perdí la cuenta de las veces que llegué al clímax. De nuevo me llené de semen, pero estaba vez sentía que era mucho más del que me habían vaciado antes. Salieron de mí y comenzaron a besarme todo el cuerpo. Yo ya estaba exhausta, no podía ni moverme.

Manuel se vistió y se fue sin decir nada, Joel se quedó sentado al borde de la cama mirándome exhausta. Tardé un tiempo considerable en componerme, nos pusimos de pie y fuimos a la ducha. Nos acariciamos y besamos, pero no pasó de ahí. Cuando salimos de ducharnos, Joel se vistió y estuvo acostado conmigo casi toda la tarde. No mencionamos nada de lo ocurrido, aunque estuve tentada a hacerlo varias veces. Me había encantado lo sucedido, pero estaba segura que nunca más se repetiría y preferí no tentar mi suerte arruinando las cosas al preguntar por el trío que hicimos.