Trío con mis dos alternativas

Me apeteció follar con mis dos amantes y conseguí que se conocieran hasta el fondo...

Bueno… , soy Brit otra vez, pues a ver si ahora pongo más detalles de los que gustan en plan porno porque me han puesto comentarios diciendo que mis historias son bastante light.

Como resumen, mi marido –Fernando- es médico y me está poniendo los cuernos por lo que, para vengarme, me estoy follando de vez en cuando a un par de tíos. Uno de ellos, Pablo, es vecino nuestro puerta con puerta, vivía con su madre, muy mayor ya, a la que yo por colaboración entre vecinos pasaba a cuidar de vez en cuando. Así empezó todo con Pablo y aunque su madre no está ya con él, mi marido no sabe que ella falta y sigo pasando con naturalidad "a cuidarla o a charlar con ella". Fernando ni siquiera ha cruzado dos palabras con Pablo porque cree que es marica del todo –solo es marica a medias como yo se muy bien porque le he calado- y no le traga.

El otro con el que me acuesto es un compañero de trabajo, Miguel, que andaba tiempo detrás de mí y con el que he follado a gusto varias veces.

Aunque mi marido se lo huele e incluso cuando intenta sonsacarme algo se excita muchísimo, no pienso contarle absolutamente nada y quiero tenerle en la inopia.

Me daba tanto morbo lo de follar al lado de casa que lo último que se me ocurrió fué liar al mismo tiempo a Miguel y a Pablo, por lo que aprovechando uno de los Congresos Médicos de Fernando (aunque se cree que yo soy tonta y de Congresos nada sino que se va de picos pardos) les dije, por separado y en esos momentos orgásmicos en que un hombre no te niega nunca nada, que quería hacer un trío.

Cuando llegó Miguel a casa de Pablo yo ya había calentado a éste y, medio vestidos, estábamos bastante excitados. Yo fui quien abrió la puerta a Miguel y la verdad es que en esos momentos me sentí bastante putilla porque era raro eso de presentarlos el uno al otro con Pablo en Calvin Klein.

Miguel me avisó, en un aparte, que sólo quería conmigo y que a él no le gustaba que le tocara otro tío y eso hizo volar mi imaginación precisamente en ese sentido.

Como todo estaba claro e ibamos a tiro hecho, los dejé desnudándose en el dormitorio y yo pasé al baño a prepararme. Cuando volví estaban los dos sentados en el borde de la cama, muy separados y como ignorándose pero concentré enseguida su atención al aparecer.

Pablo tuvo una erección solo con pasarle la mano por los huevos pero Miguel estaba bastante cortado y tuve que emplearme a fondo haciéndole una mamada mientras noté un dedo de Pablo a lo largo de mi rajita produciéndome escalofríos. Cuando Miguel tuvo duro el badajo empecé a mordisquear sus tetillas hasta hacerle gemir mientras recorría con mi mano izquierda desde su culito hasta la punta del glande. Pablo continuaba con su sesión manual magistral en mi coño y comencé a sentir también su lengua haciendo maravillas clitoridianas.

Me situé sobre Miguel cara a cara y con Pablo chupandome el culo como sólo él sabe hacerlo, fui descendiendo mi coñito hasta situar mi sexo sobre la puntita del de Miguel. Aquello era increíble y yo ya sólo quería disfrutar a tope porque toda yo, toda mi imaginación, toda mi sensibilidad, toda mi excitación estaba entre mi culo y mi coño; era como si no existiera nada más de mi cuerpo y eso que mis pezones empezaban a pedir guerra. Miguel, como entendiéndome cuando yo arqueé mi espalda separando mi pecho del suyo, empezó a chupetearme las tetitas y a mordisquearme los pezones cambiando el ritmo, a veces, con lenguetazos circulares.

Ensarté la estaca de Miguel hasta el gollete en mi encharcado conejo y sentí como una liberación a la tensión acumulada. Pablo continuaba chupando mi culito y metiendo la lengua hasta donde podía mientras me acariciaba con un dedo y me lo iba metiendo con mucha suavidad como a mi me gusta.

-¡Me ha cogido los huevos!- dijo Miguel junto a mi oído.

-Y…. ¿te gusta?- le pregunté notando como, callado y casi sin respirar, se quedaba muy tenso olvidándose de mis pezones y de mi boca y de mi placer.

-Y ahora sube por mi polla…- cosa que yo había notado al sentir el tope de la mano de Pablo contra mi coño al rodear el mástil de Miguel. Era como si le estuviera haciendo una paja mientras él me follaba con la puntita. Recuperó el ritmo de la follada y noté como se entregaba a las caricias de Pablo.

Pero mis ideas iban más allá porque yo quería disfrutar de todo lo que había imaginado.

Desensartándome me puse a cuatro patas sobre la cama ofreciendo mi grupa a Miguel que volvió a metérmela con ansia incontrolada; la verdad es que el tío estaba empalmado como un burrro y golpeaba mi clítoris con los testículos acrecentando más, si cabe, mis sensaciones.

Pablo reptó por debajo de mí a la contra, entre mis brazos y mis piernas dejando el pizarrín al alcance mi boca que se apropió de él; lo estaba deseando porque la polla de Pablo es suave, en su punto de larga y ancha, se depila totalmente y nunca me encuentro un pelo dentro de la boca. Empecé a mamarle con fruición mientras pellizcaba sus bolas como sé que a él le vuelve loco y deslizaba mis dedos hasta su ano.

Mientras tanto Pablo lengueteaba mi sexo muy cerquita, muy cerquita, muy cerquita de la flauta y de los cojones de Miguel que, en un momento dado, noté como me la sacaba bruscamente y seguía follando en la boca de Pablo mientras frotaba los labios de mi vagina con el borde superior de su polla.

Miguel continuó alternando su pollón entre mi coño y la boca de Pablo mientras yo seguía comiéndome la pija de éste y, escupiéndome los dedos, le metía uno en el culito. Saqué el cipote de mi boca y ladeando mi cabeza dejé la cola de Pablo al alcance de la vista de Miguel que no pudo resistir la tentación de comérsela. Estaba desatado y eso que dice que no le gustan los tíos.

¡¡Fue un bocadillo maravilloso!!

Sólo recordar cómo Miguel se la chupaba a Pablo y, al mismo tiempo, alternaba sus propios pollazos entre mi chocho y la boca de Pablo me pone ahora a ciento ochenta, me mojo y no resisto a abrirme de piernas y acariciar mi potorrito.

Pablo soltó un pequeño surtidor que no sé adonde fue a parar aunque Miguel no se quejó lo más mínimo y, poco después, él mismo se quedó quieto….. quieto….quieto….. con el sable metido hasta la empuñadura. Arqueando mi cuerpo, empujando hacia atrás con fuerza mis caderas y agachando la cabeza pude ver entre mi cuerpo y el de Pablo una especie de foto fija, como una imagen congelada en medio de la vorágine, del escroto de Miguel entre los labios de Pablo e, instantes después, como unos suaves latidos en la verga que me llenaba y que aumentaban en ritmo y tamaño vaciándose, corriéndose como nunca hasta ahora dentro de mi vientre……… ¡ qué pasada ¡

Estuvimos bastantes minutos desmadejados; nos desentrelazamos perezosamente y fui a lavarme.

A mi vuelta Pablo acariciaba la flácida poronga de Miguel que, con los ojos cerrados, se dejaba hacer hasta ponérsele medio morcillona. Pablo empezó, de nuevo, a chapársela con la boca y yo no pude por menos de sentar mi chichi sobre la boca de Miguel; su lengua hizo maravillas y aunque yo estaba, en principio, muy satisfecha recordé que me quedaba una fantasía por realizar. Resbalé mi cuevita por su barbilla, por su esternón, por su estómago, por su pubis hasta que mi culito encontró su falo nuevamente enhiesto. De la mesita de noche alcancé un bote de lubricante que extendí generosamente por mis genitales y por su pene al que hice reptar en mi culito hasta el fondo mientrasofrecía mi sonrosado nido a Pablo, de cara a él, que no rechazó el ofrecimiento.

Los minutos siguientes fueron demasiado. Nunca antes me habían follado así dos tíos. Me trabajaron coordinadamente como si lo hubieran hecho toda la vida. Adentro y afuera…. afuera y adentro los dos una y otra vez. Pablo me pellizcaba los pezones y Miguel acariciaba enérgicamente mi clítoris y, en lo que podía, la polla de Pablo.

Jamás había disfrutado tanto con el sexo por el sexo. Y estaba satisfecha conmigo misma porque era la primera vez en mi vida que había alcanzado tal nivel de excitación sin ningún tipo de cortejo o romanticismo. Me sentía desnuda, entregada, libre y sin vergüenza ninguna. Me habría gustado ser un hombre y una mujer. Follar y ser follada. De verdad… estaba al borde de desmayo El orgasmo fue acojonante. Grité sin poder reprimirme. Creo que llegué a asustarles.

Miguel se corrió nuevamente aunque esta vez mucho menos intenso y potente…. También estaba entregado….me saqué las herramientas –flácida ya la suya- y le dí la vuelta poniéndole boca abajo y separando sus piernas; él sabía lo que le esperaba… era mi regalo a Pablo que, con la vara todavía muy viva, puso la puntita en el pringosillo ojete de Miguel y entró en él despacio, con cariño diría yo, pero con determinación. La cara de Miguel, mirándome a los ojos, era un poema atroz de goce, de agradecimiento, de entrega aún con el rubor que cubría sus mejillas.

Me encantó mirar como se follaban. Miguel la sacó y entonces metí el pulgar de mi mano izquierda en su culito lo más que pude y con los otro cuatro dedos atenacé sus huevos mientras pajeaba su tronco con la mano derecha hasta que se tensó como un arco y se derramó sobre la espalda de Miguel.

Nos quedamos dormidos… en mitad de la noche desperté levemente….. como en un sueño, en ese duermevela en que todo lo entiendes y todo lo sientes oí gemir a ambos.

Miguel se estaba follando a Pablo suavemente, silenciosamente, como para no despertarme pero me hizo sentirme como si sobrara.

Aquello no me gustó demasiado. Yo ya no era necesaria.

Me levanté despacio y, desnuda como estaba, pasé a mi casa en la puerta de al lado en el mismo piso.

Me arrebujé en mi edredón, satisfecha pero desconcertada.

Sola…….

Aquel día me sentí un poco traicionada.

Pero ahora, leyendo lo escrito y empapadita, creo que valió la pena aunque me da bastante vergüenza que lo leáis y creo que no debería publicarlo.

Bueno… me hago una pajita y luego decido……. Besos