Trio con mi marido y un africano

Me gusta tener dos pollas dentro.

Me llamo Isabel, tengo 34 años y estoy felizmente casada con Javier tres años mayor que yo.

Ayer fué nuestro primer día de vacaciones.

A mediados de Junio la playa está casi vacía, solo hay dos parejas disfrutando de este paraíso que dentro de unos días se llenará de turistas ruidosos.

Estoy tumbada en la hamaca  en topless y como siempre cuando me dá el sol me empiezo a poner cachonda.

Javier, mi marido, sigue mirando el móvil.

Nos casamos hace seis años tenemos un sexo satisfactorio aunque nunca entenderé a los hombres, a el le gusta follar cada 3 o 4 días, yo en cambio cuando tengo un buen sexo me gustaría repetir ese mismo dia o al siguiente.

Esos días Javier suele poner un video porno y lo que más le gusta es que yo imite a la protagonista , así yo me desnudo, me froto el coño o se la chupo según lo van haciendo en la película.

Hace un tiempo me quedé fascinada viendo un video en el que una adolescente chupaba una espléndida y gran polla negra. Mi marido tirándome de la cabeza intentaba meter su pene en mi boca, pero yo no podía quitar mi vista de aquella magnifica escena.

Durante varios días la imagen de ese gran falo me acompañó de manera obsesiva y hoy con el rumor de las cercanas olas y el sol en mi espalda esa fantasía volvió a mi mente.

La voz de mi marido me volvió a la realidad al preguntar si me gustaba una pulsera, desconcertada por la pregunta me volví al tiempo que me incorporaba y casi tropezó mi cabeza con una bandeja llena de pulseras y anillos en la mano de un africano. Sorprendida iba a contestar cuando noté un bulto en la entrepierna de ese vendedor y apenas supe balbucear unas incoherentes palabras.

Un minuto después vi alejarse a ese fornido negro para intentar vender algo a la pareja cercana. Mientras les observaba, Javier con sonrisa pícara me comenta “¿Has visto como le abultaba la polla?”. Yo desconcertada le devolví la sonrisa y un “si” casi inaudible.

Para ocultar mis pensamientos, volví a tumbarme boca abajo.

Antes que Javier yo había tenido dos novios y algunas relaciones esporádicas fruto de unas copas de más o de alguna fiesta de adolescentes, pero nunca me había acostado con un negro.

De pronto noté la mano de mi marido aplicándome crema en mi culito para poco a poco pasar a acariciarme la vulva mientras yo entreabría las piernas sentí como me intoducia un dedo en la vagina al tiempo que me susurraba al oído “¿Te gustaría acariciar una polla negra?”, yo hice un pequeño gemido al tiempo que moví mi cabeza afirmativamente

Aquella noche hicimos el amor como cuando novios, sus sacudidas al introducirme su tranca  fueron potentes  al tiempo que yo me estremecía de placer.

Hoy después del desayuno Javier me ha apremiado para ir a la playa rápidamente así que cuando hemos bajado, todavía, ni las hamacas ni las sombrillas estaban puestas por lo que hemos extendido las toallas en la arena  en un extremo de la playa junto a una palmera.

Estando los dos sentados en nuestras toallas hemos visto venir al vendedor de pulseras que sin necesidad de decir nada se ha acercado a nosotros y  en cuclillas se ha puesto a mi lado para vender sus artículos, durante la conversación nos ha dicho su nombre (Richard) y su edad (23 años), entre las bromas de mi marido y mis risas yo no dejaba de mirar el bulto que se adivinaba debajo de su pantalón corto y el siempre sonriéndome con sus gruesos labios no apartaba la mirada de mis redondas tetas terminadas en rosados pezones. Alargué el brazo para coger una pulsera de la bandeja que ya estaba en el suelo y aproveché para  rozar mis tetas con  su hombro

Me puse en la muñeca la pulsera blanca y marrón y levantando el brazo se lo mostré a Javier el cual sin pensarlo dos veces agarró mi mano y la depositó sobre el abultado pantalón de Richard.

Aún muy sorprendida por la acción de mi marido cerré la mano de una manera instintiva  , era la polla de mis fantasías pues aunque no estaba en erección era enorme, carnosa,  era esa verga con la que había bromeado con mis amigas.

Yo estaba desconcertada, volví la mirada a Javier y empecé a retirar mi mano cuando mi marido agarrando mi brazo por la muñeca volvió a poner mi mano sobre ese gran bulto haciendo un frotamiento lento y profundo desde la ingle hasta la rodilla de Richard.

Todo estaba pasando fácil, rápidamente y en ese momento dejé de preocuparme, mi hombre me estaba animando, decidí disfrutar el momento y no pensar.

Acariciando la oscura rodilla metí mi mano por  la manga del pantalón corto hasta llegar al suave y terso glande que reaccionó con unos pequeños movimientos al contacto con mis dedos.

Me gustaba rodear con mi mano una polla cada vez más dura según la frotaba y acariciaba.

El ruido de unos hombres poniendo las hamacas y las sombrillas de la playa nos devolvieron a la realidad, entonces Javier sonriendo pícaramente y sin apartar su mirada de mi mano dentro del pantalón de Richard dijo “Vamos a la habitación y allí elegimos la pulsera para Isabel”.

Me incorporé abrochandomeme la blusa y con un temblor de piernas seguí a mi marido por delante de Richard.

Los tres entramos en nuestra habitación, Richard parecía acostumbrado, yo excitada me dejaba llevar, Javier cogió la bandeja de las pulseras, la dejó en la mesa y dirigiéndose a Richard le dijo “No quiero que la beses en la boca” y al mismo tiempo poniendo sus manos en mis hombros me hizo arrodillarme frente a Richard y con su mano izquierda acercó mi cara al bulto del africano.

Con mis manos bajé los pantalones de Richard y ante mi apareció una enorme polla negra  durante unos segundos la observé cerca de mi cara y agarrándola con mi mano derecha la llevé a mi boca y poco a poco la fui introduciendo en mi boca, era grande, apenas podía mover la lengua como sé que le gusta a mi marido, empecé a chuparla con los labios, con la lengua introduciendo y sacando el gran capullo negro de Richard en mi boca.

La polla era tan grande que mis dos manos no eran suficientes para cubrirla.

Me sentí arrastrada a la cama y unas poderosas manos me quitaron con suavidad la blusa y las braguitas del bikini, las mismas manos abrieron y levantaron mis piernas para dejar a la vista mi rasurado coñito y entonces unos gruesos labios se apoyaron en mi clítoris y suavemente empezaron a lamerlo y a succionarlo acompasadamente primero despacio, después con fuerza y ahí llegó mi primer orgasmo-

Oí la voz de mi marido diciéndome “No grites tanto cariño” y justo en ese momento la enorme polla de Richard inició la penetración, fué como cuando me desvirgaron, algo doloroso, muy placentero y esta vez notaba dentro de mí un pene grande, grueso, diferente a cualquier experiencia anterior.

La enorme tranca negra entraba y salía con maravillosa cadencia mientras mi marido insistía en dercirme que no gritara tanto y acariciando mis tetas puso su pene dentro de mi boca.

Tener dos pollas dentro de mi cuerpo era lo mejor que nunca había sentido.

Richard empezó a bombear mas rápido y mientras se corria noté como una fuente de semen caliente me inundaba por dentro haciéndome llegar al extasis, justo en ese instante mi marido empezó a eyacular dentro de mi boca, yo seguía moviendo mi pelvis con la polla de Richard dentro y chupaba y tragaba toda la leche del pene de mi marido en mi boca.

Los dos habían terminado y estaban sudando y respirando agitadamente.

Transcurridos unos minutos ambos se salieron de mí.

Lástima, me hubiera gustado dormir con ambas pollas dentro.

Javier, se levantó de la cama le pagó la pulsera, le dio una propina de 50 euros despidió a Richard en la puerta y se tumbó junto a mí.

Ambos desnudos, los dos con las piernas abiertas, su mano en mi coño, mi mano en su polla.

Le pregunté a Javier porqué no quería que Richard me besara en la boca y me contestó con un ronquido de sueño profundo.

¡¡¡Que raros son los hombres!!!

Quiero volver a sentir dos pollas dentro.