Trío con jovencita y madura
Experiencia que ocurrió en un piso de citas, donde en principio sólo acudí para follarme a una jovencita.
Aprovechando esta cuarentena estoy sacando tiempo para excitarme recordando una de mis mejores experiencias morbosas que me han ocurrido.
Tengo 25 años y soy aficionado al sexo esporádico, tanto con mujeres que sólo buscan sexo como con prostitutas.
También soy bisexual pero siempre me ha gustado más el sexo con mujeres. Se podría decir que según lo excitado que me encuentre mi apetencia por el tipo de práctica sexual aumenta. Es decir, de entrada prefiero follar con mujeres, pero algunas veces, y debido a que estoy acostumbrado al sexo esporádico, se podría decir que me levanto con la idea en la cabeza de que hoy toca chicos. Y busco sitios para el cruising.... o en definitiva la forma que se me ocurra para encontrar chicos que busquen lo que yo.
Pero con los chicos no me gusta el sexo como tal, sólo lo considero una práctica que me mola llegado a un umbral determinado de excitación, y tan solo me limito a las pajas mútuas y mamadas como mucho. Mi excitación con los chicos considero que se debe al hecho de que me vean la polla, ellos se exciten y me excite yo al ver su reacción.... soy como una especie de exhibicionista pero buscando un contexto consentido en el que llevarlo a cabo.
Todo esto lo cuento para destacar que lo que más me gusta del sexo es su componente morboso, algo que me llev a probar diferentes experiencias , diferentes chic@s y diferentes situaciones.
En una determinada época y dada mi apetencia por las nuevas situaciones decidí que la mejor forma para conseguir hacer lo que a mí me gustaba y cuando yo quisiera era solicitar citas con prostitutas.
Siempre las busco independientes bien solas o bien en piso de citas, pero me gusta que sean chicas que necesitan dinero extra. Que pese a que no es agradable para ellas la prostitución, lo hagan como algo pasajero (estudiantes, chicas que en cuento encuentren otro trabajo lo dejan, etc...) y nos lo tomemos como un intercambio de necesidades (económica y sexual), llegando incluso a charlar abiertamente como el cliente que va al bar de la esquina y lo hace con el camarero. Es decir, no me gustan los burdeles, pisos de 24 horas o sitios así. Ya me entendéis.
Buscando citas encontré un piso con chicas la mayoría estudiantes, chicas que se habían ido de casa de sus padres, buscando trabajo, etc... todas muy jovencitas. Allí ya me había follado a una jovencita de 22 años 3 ó 4 veces superagradable. Tan bien nos llevábamos que teníamos unas charlas post-polvo en las que nos llamaban la atención porque se acababa ya el tiempo y había otro cliente... yo la ayudaba dándola consejos sobre cómo hacer su trabajo de fin de carrera (ya que yo había terminado la mía).... En resumen, un sitio ejemplar alejado de los típicos burdeles de lucecitas.
Al poco tiempo de conocer este sitio se incorporó una jovencita de 19 años recién cumplidos que llevaba poco tiempo en esto. A mí esto me ponía muchísimo, la edad de las chicas es algo que me pone de por sí, como al que le gustan las morenas o las prefiere rubias: es algo que para mí es tan importante o más que el físico. Si tengo que elegir entre un pibón de 30 y una jovencita del montón de 18, prefiero la de 18.
El piso de citas estaba vigilado por una señora de unos 40 años que iba a comisión con las chicas (me lo contó la de 22, en una de nuestras charlas).
Al entrar a la habitación, pagabas a la señora, y a continuación se metía la chica contigo. El caso es que un día se me ocurrió probar algo que a mí me ponía muchísimo, y aunque no sabía si lo podría llevar a cabo lo intenté. Acudí al piso, pagué a la señora, pero ésta me tendría que devolver el cambio. Para ello se fue a por el dinero. Antes de que volviera me dió tiempo a desnudarme completamente. Primero tendría que venir la mujer con la vuelta para luego entrar la chica. La mujer abrió la puerta y entró con el cambio. Se puso un poco nerviosa al verme completamente desnudo, se le iba la vista a mi polla pero obviaba la situación.
Antes de que se fuese la pregunté qué la parecería si se quedase en la habitación mientras me follo a la jovencita. Sólo a mirar (ya he dicho al principio que eso es algo que me da mucho morbo). La señora en ese momento ya miró a mi polla y medio riéndose me advirtió que a cambio tendría que pagarla a ella como otro servicio. Acepté sin pensármelo. Se rió de nuevo. Llamó a la chica voceando que estaba en otra habitación y acudió. La jovencita se asustó por la situación: no era normal que un cliente estuviera así en la habitación con la dueña. Enseguida le explicamos lo que quería hacer y un poco desconcertada prosiguió con su tarea sin mayor problema.
Nos tumbamos en la cama y empezó a chupármela. La señora al lado mirando, se mordía el labio mientras observaba la escena como tratando de excitarme más. Había entendido cuál era su papel y lo que me gustaba.
Cambiamos de postura y yo me puse de rodillas en la cama para que la chica me la mamase estando a lo perrito... en ese momento disimuladamente me coloqué próximo a la señora que estaba de pie en la lado de la cama observando. Yo le daba con mi polla a la chica en la cara haciendo pequeños descansos sacándosela de la boca durante la mamada. La mujer dirigía la mirada a mi polla.
Continuando con mi juego morboso la dije a la jovencita que se retirara un poco y apuntando con mi rabo a la señora con una erección descomunal le pregunté que si le gustaba lo que veía, asintió. Le pedí entonces que me la tocase para ver lo dura que estaba y me la agarró con una mano. Ya estaba empezando a conseguir lo que quería. Siguiendo con su papel, exclamaba lo grande que era y lo dura que estaba y empezaba a jugar con ella subiendo y bajando.
La jovencita miraba. Intentando aumentar el nivel de morbo, que era lo que estaba tratando de hacer, se me ocurrió comentar que por qué no le enseñaba a la jovencita cómo se come en condiciones una polla. Ella ya sabía lo que queria y comenzó a mamármela. La jovencita no sabiendo muy bien qué hacer le propuse que nos tumbáramos en la cama y mientras una me comía la polla la otra me comiera las pelotas. Ahí tenía a las dos repartiéndose mi paquete. Tras un rato se intercambiaron polla y huevos.
Llegó el momento de probar el coño de esa jovencita. La señora me colocó el condón, tumbé a la jovencita con sus piernas abiertas y se la empecé a meter. Su coño al principio estaba cerrado, se notaba que estaba tensa pero a medida que se relajaba iba entrando mejor. Como era tan estrechito estaba notando un calor en mi polla superagradable. La señora estaba de rodillas en la cama fiel a su papel de observadora. Les propuse hacer algo lésbico pero se negaron. No insistí más. La señora le tocaba los pechitos a la jovencita. Tenía tetas pequeñitas, parecía que aún no se habían desarrollado del todo. Cambiamos al misionero. Aquí la señora se animó y empezó a azotar en el culito a la chica. También se coloco por detrás y me sobaba los huevos.
Yo ya no podía más y me iba a correr. La saqué y me quité el condón. Las pregunté que quién iba a querer mi leche. La joven se negó en rotundo y la señora no quería tampoco, me dijeron que en las tetas como mucho. Yo insistí, les planteé un aumento de la tarifa. Tras un regateo con la señora ésta accedió. La jóven dijo que estaba empezando y que ni de coña lo iba a hacer.
Me estaba poniendo a mil el rollo de jovencita inexperta y madura, así que para acabar exprimiendo al máximo la situación, le pedí a la señora que se pusiera de rodillas en la cama con su lengua fuera y justo debajo de mis huevos para recibir la leche y a la jovencita que me acabara la paja y apuntase bien para derramar la leche sobre su lengua.
La jovencita agarraba mi polla pero como tenía las manos tan finitas y se la veía tan atada y haciendo movimientos tan tímidos no conseguía una buena fricción, movía la mano pero apenas deslizaba nada. La señora se estaba cansando de estar en la postura para recibir mi leche así que agarré la mano de la jovencita abarcándola bien y dirigiendo yo la paja para “enseñarla”.
Por fin lancé mis chorros sobre la lengua de la señora, me insistió en que no quería que la cayese nada en la cara. La jovencita se pringó algo su mano y puso cara de asco, enseguida se retiro para limpiarse. A mí, lejos de cortarme el rollo, me excitaba ese comportamiento de niña inocente. Acabé de hacer los últimos movimientos sobre la lengua de la señora. Era una corrida perfecta, todo cayó en la lengua y la leche se iba deslizando por el centro hacia la garganta.
La mujer cerró la boca, se retiró y cogió un papel. La pedí que me enseñara otra vez la lengua y no había nada. Había simulado que se lo había tragado todo. No se si lo habría hecho de verdad, supongo que era obvio que no, aunque por experiencia hay chicas que les da tanto asco andar con ello, limpiándolo y tocándolo que se lo tragan antes y se olvidan. No sé, en cualquier caso aunque fuera una fantasía me daba morbo. De eso se trataba.
Acabamos el polvo, me fui al aseo. Sintiéndome un poco dominante con la situación tuve una sensación como de que me tenía que disculpar, pues no era normal que la mujer hiciera eso, las prostitutas eran las chicas y ella la arrendadora de la casa. Pero comentó que no era el primer cliente que lo pedía, que lo había hecho más veces, ya me lo supuse. Al fin y al cabo le pagué por ello.
Me despedí hasta la próxima vez.