Trío con dos chicas. Relato interactivo (cap 6)
Prosigo llevando la relación con mis dos chicas a los dos extremos opuestos, por un lado el sexo más ardiente y por otro el amor más romántico
MARTES 13:00
Ayer he dedicado todo el día a ponerme al día con el trabajo. Ha sido duro para las chicas pasar todo el día sin verme y así me lo han hecho saber con sus mensajes de grupo. Hoy por la mañana he rematado algunos artículos que tienen que salir ya mismo y luego he venido a casa de Raquel.
Como esperaba, estaba hambrienta de mí. Me ha recibido directamente en pelotas y casi no me ha dejado ni pasar de la puerta. Hemos vuelto a tener otra sesión de sexo deportivo hasta la extenuación.
-Magnífico como siempre - le digo - Un par de días de abstinencia y mira ya como estás.
-Tampoco de abstinencia total. Ayer me hice un trabajito digital.
-Lo suponía, ese chochito no puede pasar hambre ni un solo día.
-Espero que con el tiempo me iré relajando, si no este ritmo no hay quien lo aguante.
Nos preparamos un sandwich y hacemos un almuerzo frugal. Ella tiene que irse a trabajar y yo he quedado con Federico en una cafetería cerca del gimnasio. Me ha llamado muy excitado, sabía que querría contarme su hazaña del sábado. Es algo muy gordo para no compartirlo al menos con un amigo.
Nos volvemos a tumbar en la cama. Raquel se desliza sobre mí cubriendo mi cuerpo de besos y termina tumbandose a mi lado.
-Lástima que no tengamos más tiempo. No tengo palabras para expresar de qué manera me has transformado. Contigo me siento la mujer más feliz y realizada del mundo. Solo tú sabes cómo llevarme siempre a donde quieres, modular cada una de mis sensaciones. Todo mi sexo gira en torno tuyo. Me paso las horas anhelando que regreses y me hagas completamente tuya. No quiero nada más, solo sentirme llena de tí.
-Lo sé y voy a hacerte más mía todavía. Que tu avidez por recibirme aumente aún más. Por eso a partir de ahora vas a evitar masturbarte. Los únicos dedos que busquen tu placer serán los míos y como mucho los de Aura si consigues convencerla. Quiero que tu deseo sexual se convierta en un verdadero incendio y yo voy a ser el bombero que lo apague.
-Cabrón, cada vez me llevas a una situación más al límite. No se si podré resistirlo.
-Lo harás. Comprendo que alguna vez será inevitable pero cuando no puedas más y necesites aliviarte sola, quiero que antes me pidas permiso.
El brillo en sus ojos y la humedad entre sus piernas manifiesta su excitación al sentirse despojada de su libertad hasta en lo más íntimo. Ya no será ella sino yo quien decidirá cuándo y cómo debe tener orgasmos.
Me pongo sobre ella y la penetro. Su calor corporal y el río que surge de su coño hacen el resto y estalla en un nuevo clímax con una intensidad desbordante.
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MARTES 15:00
Llego a la cafetería donde ya Federico me espera acomodado en una mesa. Pido un té con menta y me dispongo a prestar oídos. Esta es la mejor parte del polvo, al otro día cuando se lo cuentas a los amigos.
-Ha sido increíble, los polvos más arrolladores de mi vida, como ya supondrías.
-Polvos en plural. O sea que has repetido.
-Ya te digo. Apenas te fuiste empezó una sucesión de acontecimientos que me llevaron a un frenesí desconocido. Esa mujer es un torbellino. En primer lugar me mostró el “trofeo” para el vencedor. Se terminó de desnudar ante mí con una sensualidad estremecedora. Sin siquiera tocarla tuve mi primera eyaculación mientras ella sonreía con indulgencia, ya se lo esperaba porque yo estaba como un mulo.
-¿Y qué pasó después?
-Se acercó a mí. ¡Dios, decir que estaba buenísima es poco! ¡Qué espectáculo ese cuerpo divino contoneandose ante mí! Me puso las manos sobre el pecho y noté una sensación nueva, no sé cómo explicarte.
-¿Cómo una descarga de adrenalina?
-¡Sí, eso es! Bueno, pues mi polla que se había quedado algo alicaída sufrió un latigazo y de inmediato regresó a una erección brutal. Entonces ella empezó a acariciarme mientras mis manos se deslizaron a su firme y turgente culo atrayéndola hacia mí en un movimiento muy acompasado. Era como si estuviésemos bailando. Acompasaba cada movimiento de mis manos con otro de su pelvis mientras sus manos iban pasando de mi pecho a mi espalda, bajando poco a poco hasta mi culo mientras ella entera también iba descendiendo sosteniendose en posición de sentadilla. Finalmente su cabeza quedó frente a mi mástil.
-¿Y aún aguantaste sin volver a correrte?
-Sí, no se de donde saqué las fuerzas. Acercó a mi glande aquellos labios rojos y carnosos y se lo fué introduciendo con una suavidad infinita. Sus movimientos eran progresivos y mientras profundizaba con su lengua me iba rodeando el pene como serpiente que se enrosca alrededor de su presa..
-No me puedo creer que todavía resistieras.
-Eso es lo más extraño. Además llevaba mucho tiempo sin que me la chuparan. Mi novia se niega en redondo, le parece una guarrada, ya ves.
-No es tan raro, no todas las tías la chupan.
-Ya lo sé. Y la que me ha tocado hay muchas cosas que no hace. Me ha puesto límites que a veces me parecen asfixiantes.
-Por eso es raro que aguantaras sin inundar esa boquita de diosa.
-Ya, pero es que además un cuerpo tan perfecto me parecía un templo, un santuario que no me atrevía a manchar con mi lefa. Y creo que ella pensaba algo parecido porque cuando ya se avecinaba el momento sin decir yo nada, sacó mi polla de su boca y me dejó fluír sobre su pecho.
-¡Que magnífico! Y ahí no acabó todo ¿verdad?
-Para nada. Acababa de empezar. Me tendió boca arriba en la plataforma del turco, se puso a mi lado y me dio un rápido masaje genital que volvió a dar consistencia a mi miembro. Entonces se subió sentada encima de mí. Aquel contacto de sus nalgas sobre mis piernas me hizo estremecer. Se introdujo mi miembro e inició un constante movimiento adelante y atrás, cada vez más rápido.
Se detuvo un momento para coger aire y dar un sorbo a su café. El solo recuerdo de los acontecimientos le hacía acelerar sus pulsaciones.
-Lo más inaudito es que durante todo el tiempo mantuvo la cabeza fría. No dejaba traslucir la más mínima emoción. Con el resto de las mujeres es distinto, se excitan, se entregan y se dejan hacer. Pero Judith mantuvo un control férreo de la situación en todo momento. No la estaba follando yo a ella. ¡Me estaba follando ella a mí!
-Fisicamente viene a ser lo mismo. A mí me encanta cuando ellas toman las riendas.
-Y a mí, pero esto era algo más. Sentí como si estuviera absorbiendo toda mi esencia, dejandome convertido en un cascarón vacío, no se si me explico. Me estaba follando hasta el alma.
El recuerdo se hacía vívido, mi amigo tenía la mirada perdida.
-Después de una eternidad que no pude medir - continuó - llegó por fin. El orgasmo lo invadió todo como una catarata. Creo que incluso perdí el sentido. Cuando me recuperé ella ya se estaba poniendo la ropa interior.
Cuando terminó su relato se hizo un silencio tal que se hubiera podido escuchar la caída de un pelo. Había sido soberbio como atestiguaban las caras de asombro de quienes lo habíamos escuchado, yo, el camarero que nos servía las consumiciones y un tío de la mesa de al lado que había puesto la oreja.
-Y llegamos al final supongo- digo recobrando el pulso.
-Que va. Ni yo tampoco quería que acabara. Me había llevado a una situación de completo enajenamiento. Por un minuto más con ella habría sacrificado todo, mi novia, mi salud, lo que hiciera falta. Yo ya era un pelele a su merced. Como el macho de la mantis religiosa que se entrega al acto sexual sabiendo que ese va a ser su final.
Yo como cualquiera pensaría que exageraba si no fuera porque conocía bien a Judith.
-Se dirigió al vestuario pero antes me dijo: “Te espero a las diez de la noche en el metro de Tribunal”. Finalmente nuestra estrategia se desmoronaba, lo del gimnasio solo había sido un anticipo pero me dejaba claro que yo era suyo durante toda la noche. No era una invitación, era como una citación judicial.
-¿Y tu novia?
-Como te he dicho, Judith lo eclipsaba todo y me obnubilaba el entendimiento. Llamé a mi novia para anular la cita aún sabiendo que no tenía ninguna excusa ni explicación lógica que pudiera darle. Ella se cabreó como es normal, me dijo, qué pasa, es que no quieres verme. Y entonces dí el paso del suicida, le dije que no podía seguir con nuestra relación y habíamos terminado. Sin más explicaciones. Se quedó petrificada. Colgué el teléfono, ella me estuvo enviando mensajes que ni leí.
-Que fuerte. ¿Y cómo fue luego la noche?
-Como puedes imaginar. Acabamos a las cuatro en su casa, donde tuvimos otra sesión de sexo todavía más endiablado. Un huracán que acabó de llevarse los últimos restos del naufragio. Cuando salí de su casa sabía que mi vida había terminado esa noche. Al menos mi vida tal como la conocía.
Le puse una mano en el hombro.
-Ya se que ha sido tremendo, pero eres fuerte y te vas a sobreponer. Lo único que tienes que hacer es volver a bajar el listón.
-Pero aún no te he contado lo más sorprendente. Al día siguiente mi novia me llamó. Dejé sonar un rato el teléfono sin atreverme a contestar pero finalmente lo hice. Pensé que me iba a insultar, lanzarme golpes y patadas, llamarme de todo y con mucha razón.
-¿Y no no hizo?
-Al contrario. ¡Me pidió perdón! Me dijo: “Lo siento. Esto ha sido culpa mía. He sido muy dura contigo, no he comprendido tus necesidades y me he portado como una imbécil. Por favor, dame otra oportunidad. A partir de ahora tú llevarás las riendas”
-O sea que al final la jugada te salió redonda.
-Ya te digo. Pensé perderla y en vez de eso conseguí lo que no esperaba. Vino a mi casa y el resto del día lo pasé con ella y tuvimos sexo sin ningún límite. Lo que quería que hiciera solo tenía que decírselo.
-Parece claro que no sabe nada de lo de Judith, de lo contrario a estas horas tu polla estaría hecha rebanadas.
-Eso es evidente. Y llámame cobarde si quieres pero mira, ojos que no ven, corazón que no siente. De todos modos eso no se va a repetir con Judith. Hoy la he visto en el gym y me ha ignorado por completo. Ya te lo dije, fue un sueño, esas cosas no pasan.
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MARTES 22:00
Hoy Aura viene desde el trabajo a dormir conmigo. lleva sin verme dos días y ya lo necesita. Y no te voy a engañar, yo también la necesito a ella. La presento a mis compañeros y nos vamos a mi habitación. Nos desnudamos mutuamente y nos acurrucamos en la cama. Liberamos los besos y caricias que nos tenemos reservados el uno para el otro.
-Te quiero Aura. No veía el momento de tenerte junto a mí otra vez.
-Yo también te quiero mi amor. Ya se que tenemos horarios complicados pero vamos a encontrar el tiempo de estar juntos.
No hablamos mucho más, porque no hacen falta muchas palabras. me pongo a explorar cada centímetro de su piel, buscando la variedad de sus sensaciones, quiero conocerla a fondo, ser un experto en ella, saber cuáles son sus zonas más erógenas. Quiero darle todo el gozo que durante tanto tiempo ha permanecido en ella dormido. Estoy anteponiendo su placer al mío propio y eso es algo que mi egoísmo jamás había concedido a ninguna otra mujer. Ni siquiera a Raquel. Esto me hace pensar otra vez si realmente las dos son iguales para mí o eso es solo un espejismo con el que intento autoengañarme.
Aura se ha entregado a mí en cuerpo y alma y yo quiero hacer lo mismo, ser todo suyo, darlo todo por ella. Y otra vez mi mente me recuerda con machacona insistencia que la expresión “todo suyo” choca de lleno con el hecho de tener dos mujeres.
De momento prefiero no pensar más en ello. Lo que tenga que ser será, el destino es caprichoso y sobre todo desconocido.
Me fundo lentamente con Aura en ese ferviente deseo de convertirnos en un solo cuerpo. Hacemos un amor sosegado, que desearíamos eterno. Finalmente fluye entre los dos un delicado orgasmo y abrazados como dos enamorados dormimos hasta la mañana.
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De verdad, no sé que debería hacer con mi vida. Mis dos chicas son tan distintas pero tan complementarias que ni me planteo renunciar a ninguna de ellas.
Me estoy enamorando cada día más de Aura, esto ya es innegable, pero con solo pensar en Raquel se enciende mi deseo de salir corriendo a su casa y hundirme entre sus piernas. Y ellas tampoco parecen plantearse que nada cambie, aceptan con naturalidad que yo esté con las dos. ¿Podrá durar mucho?