Trio al natural

Un fotografo, un campesino y un guardabosque, descubren el placer mas intenso en lo mas profundo de la selva amazonica.

Trío al Natural

Como fotógrafo, fui contratado para hacer unas tomas paisajísticas en una zona de difícil acceso de la montaña. Quería ir con alguien, no sólo para pasarla bien, sino también para compartir el peso de equipos, agua, comida, carpa, entre otros. Al final no conseguí ayudantes y, trabajo al fin, tuve que partir solo.

Me tomó casi todo el día llegar a la selva nublada, subiendo por una quebrada y caminos olvidados. Desde la última vivienda campesina había pasado casi tres horas y allí me habían dicho que no habría más casas y que nadie sube por estos lados, así que paré un poco para descansar y me bañé desnudo en aquel pozo cristalino con su pequeña cascada, que masajeaba mi cansada espalda y mis pies y que, pese al frescor del agua, me excitaba al chorrear sobre mi pene.

Consciente de que nadie llegaría, continué la marcha desnudo hasta la hora de acampar, disfrutando la libertad plena de caminar desnudo en los caminos de la selva y el río, hasta que escogí otro hermoso pozo y acampé un poco apartado de la quebradita, para evitar animales que vienen a buscar agua y comida.

Hecho el campamento volví a la quebrada a bañarme, pero la sensación de estar caminando desnudo me excitó tanto que tenía una erección dolorosa que había que calmar, acariciándome, frotando mi piel con flores que flotaban en el pozo, salí del agua fresca, que no calmaba mi erección y sobre la grama natural empecé a masturbarme, lentamente, disfrutando como si estuviera acompañado, masturbándome de solo pensar que podría estar allí con mis amigos de esta comunidad, haciéndoles el amor...

Volví al campamento y, fuera de la carpa, coloqué mi hamaca camuflada y me quedé dormido profundamente, con los últimos rayos de sol de la tarde sobre mi cuerpo. Pero en la quietud de la noche, sólo con los sonidos del bosque, escuché cerca una detonación que me despertó y, seguido, el grito: no joda, se escapó!. Entre el matorral pude ver que un cazador solitario había instalado un campamento junto al pozo y tenía una gran lámpara que iluminaba todo su alrededor, mientras me ocultaba en las sombras. Fornido, sin camisa y sudoroso, brillaba su cuerpo todo velludo. Se daba un baño y, con sus manos, se acariciaba con sumo placer, mientras se masturbaba también, penetrándose vibrantemente con una especie de vela de cera.

Contemplaba extasiado su escena, cuando traté de acercarme más, pero al pisar unas ramas escuchó y se detuvo, yo me paralicé. Al fin lo olvidó y siguió gozando con su masturbada doble, por delante una verga inmensa que casi podría chuparse el mismo, por detrás esa vela que casi se derretía con la fricción en su culo.

Me masturbaba frenéticamente viéndolo, cuando sus ojos desorbitados de placer volvieron de pronto hacia mí, descubriendo el brillo de mi sudor bajo la clara luna llena, tratando de descifrar mis rítmicos movimientos pélvicos frente a mi mano.

Gritó - ¡Mierda!, ¿desde cuándo estás allí y quién eres? -, mientras se metía a la quebradita a medio cuerpo. Salí aún con mi erección y le dije, tomo fotografías y me excité viéndote haciendo lo que hacías, tanto que me masturbaba también pensando que esa vela era yo mismo penetrándote.

Con cara de molestia me dijo: - ¿andas solo? -, - Si -, dije. - Entonces ven al agua y nos conoceremos mejor, total ya descubriste lo que nadie sabía hasta hoy -. Accedí, aún con mi erección, pero casi salvajemente se me abalanzó y no dejó que entrara al agua, caí sobre su paño tendido, algo asustado, pero él se tragó completamente mis 17 cms., que mordía suavemente y degustaba tanto, que enseguida le dije que eyacularía, pero él seguía y seguía hasta hacerme acabar en su boca y, sin pensarlo, se lo tragaba y me mordía más, como tratando de exprimir hasta la última gota.

De pronto toqué su miembro enorme, con las dos manos lo masturbaba, mientras me besaba apasionadamente, yo le mordía sus orejas, le mamaba sus pezones ardorosos y erectos, inmensos. Temía que me pidiera ser penetrado, nunca lo he hecho, pero con esa verga tampoco podría estrenar mi virginal culito. Pero él se volteó a chuparme de nuevo y, una vez erecto, me pidió que lo penetrara. Le dije que no tenía a la mano el preservativo, pero no entendió eso, simplemente se sentó sobre mí y él mismo se penetró, lo que me dolió mas a mí, pues a aquel culo cerradito no parecía que la vela le hubiera hecho más abierto.

Me dijo: - Es mi primera vez, pero todo lo que sé lo aprendí con una revista que le robé a unos musiús que venían antes por aquí y cuando los dejaba solos hacían esto, los veía pero nunca me atreví a probarlo hasta ahora -.

Aquellas duras nalgas eran firmes, pero su ano estaba tan acostumbrado a esa velita que a mi pene le costaba entrar, de un solo empujón se sentó sobre mí y cabalgó hasta hacerme acabar nuevamente, mientras lo masturbaba y eyaculaba sobre mi pecho, en un grito de placer que envolvió la selva.

De pronto, una luz de linterna nos alumbraba y una voz decía: - Sabía que venías a cazar, desgraciado, pero no me imaginé que el cazado serías tu -. Era un guardaparques que habiendo escuchado aquel disparo llegó hasta el lugar.

No había nada qué explicar, lo había visto todo, pero a mi no me importaba, pues ni lo conocía ni me conocería, además no es ilegal desnudarse y hacer el amor en secreto en un parque nacional. Pero cuando se acercó pude notar su firme erección, se notaba que no usaba interiores y su ancho uniforme se alzaba como una carpa ladeada por el viento. Me dijo: -A ti te vi cuando te paraste a descansar, orinaste junto al árbol a pesar de estar solo, pero como no me viste yo si noté que tampoco usas interiores, como yo. Te bañaste desnudo y tenías esa erección, que me masturbé de verte -.

Al campesino le dijo: - Siempre quise tener algo contigo, pero nunca me atreví a nada, siempre te veo bañarte desde mi puesto de vigía, viendo hacia tu casa con los binoculares, pero allí hay mucha gente y nunca te desnudas completamente -.

Se quitó su uniforme mientras decía: - Espero que sepan compartir este secreto conmigo, ya que tengo rato viéndolos, así que conozcan el mío -; un inmenso pene brotaba de aquel uniforme, siendo un hombre velludo, se notaba que estaba rasurado, su pene se veía más grande por no tener vellos, su pecho era una escultura que era preferible afeitar para no profanarla ocultándola con tanto pelo. El atlético guardaparques se agachó a destrenzar sus botas mientras se chupaba aquella inmensidad de pene, su propio pene le entraba en la boca como si nada y se notaba que era experto en autochuparse. Cuando quedó desnudo lo tocamos a la vez, yo envidioso y el cazador deseoso. Mientras tocábamos a dos manos sobraba lugar para otra más. Lo besaba por la espalda, por su nuca, por sus orejas paraditas, comiéndome aquel sudor a selva, bajando por su espalda hasta besar sus nalgas, duras, paraditas, firmes; mientras él hacía lo mismo con el cazador. Se volteó, con un preservativo en la mano y, rápidamente, me lo puso con su boca, como nunca nadie lo ha podido hacer, hasta el fondo y con sus dientes. El campesino dijo - Entonces a eso te referías; por aquí se le dice forro o cuerito -.

Me dijo: - Cójeme y muévelo salvajemente -. Pero al cazador le dijo: - Te quiero castigar por estar cazando en un parque nacional, primero te lo tragas como te tragabas el de él, pero después te arderá desde el culo hasta los intestinos, porque te lo voy a meter hasta el fondo -.

El campesino dijo: - Es lo que más quiero, pero no me lastimes, pues él me quitó la virginidad y el tuyo es más grande y más grueso -.

El guardaparques entendió y, con saliva, chupándole el culo y metiendo su lengua fue poco a poco preparándolo, le decía: no hay condón que me sirva sin romperse, pero yo soy muy sano, no te preocupes. El guardaparques se mecía al ritmo de mis penetraciones y le metía el dedo por su culo, con mucha saliva, y la lengua, que lo hacía gemir de placer.

Llegó el momento de penetrarlo y el chico gemía de placer y dolor, con todos esos 26 cms. que de su boca masajeaban su garganta, pasaron a su culo, lenta y suavemente. El guardaparques se movía para acoplar mis movimientos con los de su penetración al campesino, mientras yo mordisqueaba su nuca, sus orejas y apretaba sus pezones encañonando sus vellos rapados. Y con mi otra mano alcanzaba a masturbar con dificultad al campesino, preso en los enormes brazos del guardaparques. Era mi sueño, el trencito. Dijo: - Pensar que estaba molesto porque no me dieron permiso el día de mi cumpleaños, pero este es el mejor regalo que haya tenido, pues es mi fantasía desde que tenía 10 años: penetrar y ser penetrado en una selva al aire libre -.

Luego de un tiempo interminable, acabamos casi a la vez, nos besábamos apasionadamente confundiendo nuestras lenguas, salivas, mordiscos suaves y caímos sobre la grama exhaustos. Fue cuando nos presentamos con nuestros nombres, pero ya no era necesario, nos habíamos conocido como en una fusión íntima.

Acampamos juntos en mi carpa, desnudos los tres, haciendo variaciones de lo que ya sabíamos que nos gustaba y explorando nuevos territorios propios y ajenos, en aquel largo fin de semana, junto al río, junto al fuego, sobre un árbol caído, sobre las piedras, en la carpa, y el "hamaca-sutra" sobre el chinchorro: indescriptible!!!

Seguimos siendo verdaderos amigos, de vez en cuando el guardaparques me llama para pedirme que vuelva a tomar fotografías, mientras que el campesino dejó de ser cazador y ahora es guía de fotógrafos naturistas y ha sido contratado por el guardaparques como su asistente. Otras veces vienen a mi casa y pasamos el fin de semana viendo videos porno gay, visitando la comunidad virtual y haciendo el trío más perfecto que haya podido inventarse.

Algún día publicaré esas fotos naturistas, las que más satisfacción me dieron en mi carrera, aunque nadie las haya visto. También espero invitarlos a una playa solitaria que conozco, para recordar lo vivido...