Trilogía de una masturbación (3)

El tercer correo y penúltimo –de esta saga- sucedío, sólo en mi imaginación.

TRILOGÍA DE UNA MASTURBACIÓN.

Este 3º mensaje se lo dedico muy especialmente a mis lectores más soñadores.

Soñé contigo.

En mi sueño, estábamos los dos desnudos.

Te veía tan nitidamente que pensé que de verdad estabas junto a mí en la cama; podía sentir tus grandes manos acariciando mis pechos...todo mi cuerpo, tu boca y tu lengua besando y lamiendo mi cuello, mis labios...cada centímetro de mi piel, noté tu cálido aliento sobre mi cara, vi tus preciosos ojos marrones que me devoraban por completo, oí tu varonil voz que me decía:

Pili, te deseo tanto!.

Y sentí tu pene muy grande y totalmente erecto queriendo penetrar en mi cueva de placer.

Me puse sobre el lado derecho y coloqué mi mano diestra sobre el corazón; escuché como latía muy fuerte por tí y me oí decir: "Sí, hazme tuya".

Sentí como tu mano se coló entre mis piernas y como tus dedos índice y pulgar frotaban dulcemente mi pequeño, duro, pero muy sensible clítoris.

En mi mente, tú continúabas dándole placer a mi chochito y en mi "cruda" realidad mi cuerpo se agitó y vibró fuertemente al sentir un placentero orgasmo.

Arqueé mi espalda e incliné hacía delante mi rodilla derecha; tú me cogiste fuerte, pero delicadamente por la cintura y clavaste tu miembro viril hasta el fondo de mis entrañas.

Al sentirlo tan dentro de mí, de mi garganta brotó un alarido seguido de incontables jadeos y suspiros de placer.

En la soledad de mi cuarto, me abrazacé a la almohada y te llamé por tu nombre una y otra vez; y la besé pensando que era tu boca la que recibía todos mis besos.

Después retiraste tu pene de mi interior, me besaste en el hombro y acercando tus labios a mi oído me susurraste:

Te quiero!.

Cuándo escuché está frase, me volteé rápidamente para decirte que yo también te amo y que siempre te amaré... pero tú desapareciste de mi sueño, aunque tu recuerdo siempre estará en mi mente y en mi corazón.

Volví a girarme y hundí mi cara entre el cojín y lloré amargamente por haber perdido al hombre del cúal me enamoré.

Continuará...