Trilogía de la Seducción - Despierto

Primera entrega de la Trilogía de la Seducción. Está es la historia del proceso que convierte al personaje de esta trilogía, Dante.

Despierto

Prólogo

Ahí me encontraba, en el medio de la noche, a mitad de año, en el centro de la ciudad que me había adoptado más años de los que se notaban, en el medio de la escena, en el medio de algo que aún hoy no comprendo del todo. Yo, que no era ni tan viejo para añorar momentos pasados, ni tan joven para fantasear con un futuro totalmente diferente y que definitivamente no era tan aventurero como para embarcarme en semejante viaje que iniciaría ese mismo día.

A veces las historias comienzan antes que uno mismo crea que estas han comenzado. En ocasiones acontecimientos se encadenan como efecto mariposa y parece que anteceden a la misma historia, nos equivocamos, estos acontecimientos son parte de la misma...

Antes de comenzar quiero aclarar que esta historia, que es mi historia, se narra desde el mismo momento que se despertó en mí el deseo ferviente por la dominación, por lo tanto, los personajes además de ser reales, viven en la historia la transición hasta los sucesos que ustedes desean leer. La ansiedad no será buena compañía para esta lectura, y creo que al aclararlo ahorro a los lectores más ansiosos algunos minutos de su preciado tiempo.

Día del Amigo

Como comentaba, esta es la historia de cómo se despertó mi deseo, y sepan que elijo muy bien mis palabras pues creo que el deseo se despierta y no nace en ese momento. No faltarán futuras ocasiones donde confiese los indicios me llevan a esta reflexión, pero no hoy.

Es 20 de Agosto, se celebra el día del amigo en Argentina, he quedado con un amigo, que a su vez es un ex compañero de trabajo, para salir a tomar algo y ponernos al día . Es un día especial, mi novia, con quien vivo ya hace 8 años, que representan poco menos que un cuarto de mi vida, ha quedado con amigas y soy solo una vez más.

Soy un excelente novio, lo juro, pero cada vez que tengo la oportunidad de ser solo, germina en mí, la semilla maldita: esa pulsión indomable por conquistar mujeres. Mentiría si dijera que no me enorgullece lo fácil que se me da. No soy una persona extremadamente atractiva, creo que soy agradable, pero cuando hablo logró conectar con mi receptora rápidamente, luego encadenando las palabras de forma adecuada, como si fuera la combinación de una caja fuerte, se que la conquista está asegurada, es solo cuestión de tiempo. La mayoría de mis conquistas terminan siendo victorias pírricas, ya que nunca llegan a concretarse ni siquiera con un beso. Me alcanza saber (o creer saber) que podría acostarme con ellas si lo quisiera, ese es mi anhelo.Ahora que lo pienso, eso mantiene una íntima relación con la naturaleza dominante que descubriré este día.

Ser solo es un evento que se me dan de vez en cuando, de forma casi azarosa, por ellos siempre trato de aprovecharlos al máximo. Necesito nutrirme de la conquista hasta mi próxima oportunidad de ser solo, lo peor en mi es la abstinencia, no me la permito. Prácticamente ni me moleste cuando mi amigo me canceló a último momento, podría apostar que hasta me alegré, suelo ser peor amigo que novio. En mi retorcida mente, la indisposición, vaya alguien a recordar, de equis familiar de mi amigo, era mi oportunidad de tener que saltarme toda la parte aburrida de la noche en la cual nos ponemos al corriente e ir derecho a la caza de mi víctima. Es cierto, perdía mi cómplice, pero el tiempo ahorrado valía el sacrificio.

En este punto de la noche la pulsión animal gana posiciones en el terreno de las ideas, y casi soy conducido por ellas.

Todo era perfecto, si no contabas con que era el día del amigo. Todo el mundo salía, sino en grandes grupos, en grupos medianos. Hasta resultaba muy sospechoso estar solo. Mi campo de acción eran los pubs, las luces bajas, la música no muy fuerte, la gente quieta, pero estos estaban copados de grupos de mesas herméticas donde era imposible abordar a nadie. Después de vagabundear por algunos pubs solo para comprobar lo antes dicho y frente a sólo dos opciones: claudicar y volver a casa o visitar alguna disco, entró en un lugar donde la cantidad de gente es llamativamente poca, está dispersa, no hay grupos. Pese a no haber mesas con sillas, hay dos barras, una en un piso superior, y otra justo a la entrada del lugar.

Ella

Ella estaba sola, casi en el extremo opuesto de la barra al que uno se encontraba ni bien ingresaba al recinto. Su soledad no podía ser más que un mensaje divino, en momentos como estos es donde mi ateísmo empieza a flaquear. Al verla, pese a la oscuridad, ya se adivinaba una hermosa mujer de menos de treinta años. Su voz seguramente sería hermosa. Llevaba una blusa roja, un collar de perlas y aros de argolla. Su pelo rubio (o era castaño claro?) apenas rozaba sus hombros, lo tenía suelto y el humo que despedían las máquinas del boliche lo hacían mover levemente, obligándola a acomodarlo casi constantemente detrás de su oreja, con una hermosa mano de dedos largos y flaquisimos, desnuda de anillos o pulseras. Lo supe de inmediato: no era Dios quien me la mandaba, el regalo venía de un lugar mucho más cálido...

Me acerque con dos bebidas hasta estar a un metro, ella sentada en una banqueta miraba hacia el sector de baños, sosteniendo su celular. Apoye las bebidas entre medio de ambos, apoyándome contra la barra, de forma que ella notara mi presencia y la mire fijamente esperando que sus ojos contacten con los míos. Ella me miro a los ojos , ojeó rápidamente mis manos que seguían sosteniendo las bebidas apoyadas sobre la barra, y siguió mirando asombrada, muy sorprendida. Así quedamos una fracción de segundos eterna, hasta que rompí el encanto con una sonrisa, apartando mis manos de la barra.

"Cometí un terrible error", dije sonriendo. Ella seguía sorprendida, y eso esperaba yo.

"Quise invitarte una trago mientras esperabas que vuelvan tus amigas del toilette y no tuve mejor idea que pedirle al barman dos copas de lo que estabas tomando. Resulta que no puedo tomar nada con Jägermeister, por lo que en vez de un trago debo preguntar si me aceptas que te invite con dos."

Sus ojos se iluminaron y sonrieron primero, luego fueron sus labios, y hasta vi reflejos de luz en sus dientes que se dejaron ver apenas.

"Me llamo Dante"

Sequé mi mano con una servilleta de papel y la extendí a modo de saludo. Nos saludamos sin dejar de mirarnos, y aun seguía muda.

Con la punta de mis dedos deslice uno de vasos hacia ella y ella lo tomó.

"Hola, gracias. Julieta"

Hola Julieta, Chau Julieta

"Hola Julieta"

Devolver el saludo en este punto era solamente para ponerla algo incomoda. Para controlar la situación, a veces sirve eso. Además, me divierte. Hay que tener tacto, porque puede confundirse con no saber cómo seguir adelante en la conquista, y eso lo arruina todo.

Acompañe mi saludo, con comunicación no verbal. Mirándola, de la forma que uno mira cuando espera algo de la otra persona.

Bajo la mirada y tomó un sorbo, supe que 1) le gustaba, 2) la intimidaba.

Empecé una conversación para tratar de sacar información de ella, sobretodo tenía que planear cómo mantenerla conmigo cuando lleguen sus amigas, que no estaban en el toilette sino que estaban llegando. Le conté mi situación, evitando decir cuales eran mis intenciones, pero contándole lo de mi novia y el plantón de mi amigo.

El boliche había empezado a llenarse, el espacio de la barra se reducía, y extrañamente ganamos intimidad al tener que acercarnos entre nosotros. Ella dejó de mirar su celular, y entonces hice una apuesta grande. No me importaba mucho el resultado, la verdad es que me sentía bastante satisfecho, y podía darla por conquista ya.

"Bueno, voy a retirarme antes de que tus amigas lleguen. No me gustaría que se interrumpa nuestra charla abruptamente. Aun tienes otro trago para acompañarte" dije riéndome y acercándose el trago restante hasta su vaso casi vacío.

"No te preocupes por mis amigas, no se cuando van a llegar"

"Aún así, insisto. Pero puedo invitarte un tercer trago, solo que no aquí. "

Mantuve mi mirada seria, sin sonreír, ella me sostuvo la mirada intentando procesar lo que estaba proponiendo. No se lo esperaba, la sorprendí una vez más.Sus labios se entreabrieron. Es muy difícil de explicar, pero en este momento supe que podía hacer con ella lo que quisiera.

Era demasiado joven y demasiado hermosa para ser abordada por hombres hábiles en el arte de la seducción, que por lo general desarrollan sus técnicas para suplir su belleza y saben que ligar con la mas linda del bar es una tarea que demanda esfuerzo, tiempo y sobre riesgo que un muchacho de veintipico no está dispuesto a asumir. Seguramente sus ligues habrían sido muchachos cuya arma de seducción sería solo su físico.

"Claro, que para ello deberías ser tú la que deje plantadas a tus amigas..." añadí lenta y suavemente...ni siquiera sé si me llego a escuchar, lo dije más para mi regocijo que parar que me escuche.

Cuando se domina a una mujer desde las palabras, el dominio puede llegar tan lejos como uno quiera, porque las palabras son infinitas y la belleza es limitada.

Mia

Después de semejante apuesta, me vi desbordado de poder. Extasiado, drogado. La hermosa jovencita sentada en el asiento de acompañante, estaba dejando a sus amigas plantadas el día del amigo, para irse con un desconocido, que sabía que estaba comprometido. ¿Cómo no sentirse poderoso, dominante? Algunas ideas rondaban mi cabeza, por ejemplo, supuse que en realidad nunca espero a nadie y en ese nunca esperar yo la encontré... Pero preferí pensar que no me había mentido, preferí sentirme Dios, al menos el Dios de su mundo. Además de mi deseo sexual que en estos momentos había escalado bastante sentía una tremenda curiosidad por saber hasta dónde podía llegar con ella. De repente no solo quería poseerla sexualmente, su posesión física empezó a empalagarme, quería tenerla de verdad, que sea mía. Quería ver cuan mía podía ser. Ni siquiera la había besado, por Dios!

Ella estaba inmóvil, muy nerviosa, creo que quizás algo asustada. Es fácil para mí leer estas sensaciones, que combinadas con altas dosis de adrenalina y excitación serían explotadas por mí para tenerla.

"Has tenido citas con hombres de mi edad?"

"Nunca"

"Bueno, es diferente. Quiero decir, es diferente a salir con chicos de tu edad."

"Tampoco sos tan grande, ni yo tan chica. Tengo 24 años"

"Es cierto, yo tengo 35, y no son tantos, pero son más de 10 años de diferencia. Yo conozco todo de las chicas como vos.“

Ante su silencio, me aventure a seguir en esa línea...

“Conozco lo que quieren, lo que les gusta, y sobre todo lo que necesitan. Vos no conoces nada de los hombres como yo. O sí?"

Ni siquiera yo sabía dónde iba la conversación, la estaba aturdiendo. La conquista había terminado en éxito y cosechada las mieles de la victoria, estaba improvisando. Me sentía libre, libre como nunca. Sentía estar viviendo la mejor noche de mi vida.

El Plan

Después de manejar unos minutos en silencio, la miré, había estacionado a unas cuadras de lo que quería sería nuestro destino, un departamento cuyos gastos compartía con mi amigo (quien se suponía vería esa noche) y que teníamos alquilado para usar en casos como el que se me presentaba en ese momento. Por un momento se me cruzó la idea de que quizás mi amigo estaba ahora usándolo, lo cual sería realmente muy incomodo, pero descarte esa idea, no era capaz de mentirme para evitar vernos, y mucho menos por una conquista.

Apague el motor, y me detuve completamente, la calle estaba mal iluminada y nos habíamos alejado de la zona de pubs. Supongo que ya habría captado el mensaje, pero aun así creí necesario preguntar educadamente si quería ir dónde pensaba llevarla.

"Julieta, a unas cuadras de aquí tengo un departamento... Por supuesto que puedo llevarte nuevamente al boliche o donde quieras. No pensaba traerte aquí pero me han dado ganas de hacerlo en el momento y simplemente lo hice."

"Está bien, entiendo". Estaba nerviosa, me excitaba muchísimo eso y estaba a punto de descubrir que a ella también.

Tenía sus manos arriba de sus piernas juntas, apoyadas sobre su cartera, jugando con sus dedos, tratando de mitigar el nerviosismo.

"Tengo ganas de darte una lección", mientras le acomodaba su pelo detrás de la oreja de la misma forma que había visto hacerlo a ella misma más temprano...

Era la primera vez en toda la noche que la tocaba, a excepcion de nuestro saludo inciial, y esto la enmudeció por completo.

"Pero para que eso pase necesito saber que también quieres eso", continúe...

Su mirada estaba solo en sus manos, no podía moverse, ni hablar. Rompí el contacto físico con ella, llevando mis manos al volante, deje de mirarla. Todo esto ocurrió en unos segundos. Hasta que escuche un débil sí. A partir de ese momento sabía exactamente qué iba a hacer con Julieta, no había ya improvisación, sino un plan que necesitaba ser ejecutado. Nunca sentí tanta excitación en mi vida como en esas cuantas cuadras hasta llegar al departamento, lo juro.

Expiación

Baje del coche, y abrí su puerta. Nunca había sentido tanta necesidad de ser un caballero en mi vida. Ofrecí mi mano para acompañar su salida del coche, ella aceptó. Así fue nuestro segundo contacto físico, la próxima vez que mi mano toque su piel será un golpe, un golpe seco que provocará la contracción de sus piernas, que se aflojen sus rodillas, un chasquido y una queja muda, que igualmente no oiré, estaré poseido por el deseo de sentir más poder sobre ella, sobre su cuerpo.

No nos soltamos la mano ni siquiera cuándo abrí la puerta del hall y cuando subimos el ascensor. Las palabras sobraban.

Al entrar y cerrar la puerta tras de mi, la deje parada en el pequeño recinto que está a metros de la cama. Sostenía su cartera, fue lo primero que tomé y coloque en el perchero, ella seguía inmóvil. Lo propio hice con su abrigo, dejando nuevamente ver su blusa roja, ese semáforo que había sido de faro en la barra, se me ocurrió que habría algo de poético en darle a sus nalgas el mismo color que su blusa.

"El resto de la ropa puedes ponerla arriba de la silla en frente a la cama, en unos minutos estoy con vos"

Dicho eso fui al baño, no tenía nada que hacer ahí, más que controlar los mensajes de texto de mi novia, y hacer tiempo para que ella sola se desnude para mí. Salí del baño cuando deje de escuchar ruidos. Estaba metida en la cama, tapada totalmente. Me presenté ante ella con camisa, pantalón de vestir, sin suéter. Me miró sorprendida, seguramente pensaba verme desnudo.

Parado al borde de la cama le pedí que se acostara boca abajo y apague las luces. Me acerque mientras cumplía mi pedido sin hablar y deje mi celular en la mesita de luz.

Me senté en el borde de la cama.

"Prefieres la luz prendida?"

"No, está bien"

Me fui arremangado las mangas de la camisa, mientras continuamos hablando.

"Sos hermosa Julieta, no puedo esperar a ver tu cola de color rojo, rojo como tu blusa..."

Sonreía como una quinceañera y a mí no podía excitarme más su inocencia.

Agarre las sabanas y la destape poco a poco, aun tenia el corpiño y la tanga, no me importo. Sin tocarla tome la almohada que no estaba usando y la acerque a su abdomen, para levantar su cola, ella entendió al instante.

Me paré, su respiración era tan fuerte como mi deseo. Debía estar muy mojada ya, tomé nota mental de oler su olor en la almohada que estaba usando la elevarla, una vez terminada nuestra sesión.

Parado ejecute el primer golpe, ella se retiró un momento, se contrajo, se volvió más pequeña... Era un golpe relativamente suave, pero aun así dos o tres segundos después se empezó a marcar mi mano, no esperaba que eso pase con un solo golpe, era realmente asombroso y contrariamente a las fantasías, que suelen ser peores cuando uno las realiza que cuando uno las imagina, fue perfecto.

Los golpes se fueron espaciando y aumentando en intensidad. Nuestra forma de comunicarnos se convirtió en algo tan básico como: yo la golpeaba y ella respondía con gemidos, pequeños gritos y finalmente llanto. Su cola estaba muy enrojecida, bastaba acerca mi mano para sentir el calor a una distancia de varios centímetro, en uno de los cachetes se formaron pequeños puntitos de sangre que hacían que su cola pareciera una frutilla. Podría haber seguido todo lo que quisiera.

La tape, su llanto continuaba, pero sentía el olor su excitación, era una criatura dolorida, y muy caliente, deseaba y no deseaba tener sexo con ella, me sentí raro.

Me retire un momento, quería estar solo y que ella este sola, fueron dos o tres minutos, dejo de llorar, me acerque a la cama y la acaricie, acaricie su pelo, su espalda, no me anime a tocar sus nalgas, quería curarla y ella ser curada, eso también me excitaba muchísimo. Le pregunte si estaba dolorida, movió su cabeza afirmando. Le dije que tenía que descansar. Fui al perchero, tome las llaves, le quite la llave de la entrada al edificio y las deje arriba de la mesa de luz.

"Podes quedarte acá todo lo que quieras, mañana desde las 8 el portero está abajo y te puede abrir, cuando salgas tira las llaves por debajo de la puerta."

Me levante y solo gire a mirarla por última vez, seguía en la misma posición, aun la almohada bajo su vientre.

"Me gustas mucho Julieta". No espere su respuesta para irme a toda prisa.

Epílogo

Esa noche, cuando volvió a casa de su salida, le día mi novia el mejor sexo de su vida. No fue por culpa, no me sentía para nada culpable. ¿Después de todo quién puede sentirse culpable por sus instintos animales mas básicos? Tuvimos un sexo excelente porque estaba muy excitado. Lo mismo paso a la mañana, o mejor dicho, al medio día cuando nos levantamos.

...

En la semana, quede con mi amigo para vernos, su problema se había resuelto y estaba disponible. Durante el encuentro solo pensaba en una cosa: pedirle la llave de nuestro departamento prestada, para ir a buscar las mías y sobre todo para sentir el olor en la almohada, estaba obsesionado con eso, tanto es así, que ni siquiera busqué una excusa al pedido, y no fue necesaria, teníamos ciertos códigos con mi amigo y no hacía falta explicar nada.

...

Una vez que conseguí volver a nuestro departamento, efectivamente las llaves habían sido arrojadas por debajo de la puerta, no me moleste en levantarlas, fui directamente a la cama. Julieta había ordenado todo muy bien, no esperaba menos, pero al desarmar la cama me lleve la desagradable sorpresa de que una de las almohadas no tenía la funda. Entonces entendí, estaba tan mojada que le dio vergüenza dejarla así, y luego de reflexionar esto me sentí aún mucho peor por no tener la maltratada funda.

Intente buscar su perfume en la otra almohada y efectivamente allí estaba, mezclado con el sabor de las lágrimas que me había obsequiado sobre la misma.

Ordene, junte todo y cuando me iba del departamento se me ocurrió buscar en el buzón de cartas. Era un sobre lo que había, decía "Dante" y dentro, un numero de celular y una letra "J".

DM