Trillizos depravados IV, Rockardo
El tercer hermano se suma al grupo de amantes de Elena para completar el círculo incestuoso
Rockardo
Aquí todo el mundo moja, menos yo. Nuestra tía Elena llegó hace dos semanas y se volvió la amante secreta de nuestro padre, luego incluyó en el juego al idiota de Gigabriel y al cabrón de Nerdtor. ¿Y a mí que me parta un puto rayo o me mato a pajas yo solo?
Me consta que se lo montan de lo lindo. Por la mañana ella sale de casa y alcanza a cualquiera de mis hermanos, o a ambos, en alguno de los chalets. Folla con ellos sin miramientos. He espiado y sé que le importa poco cuál de ellos le ocupe qué agujero, con tal de saciar su calentura. Por la tarde, después de comer, vuelve a follar con ellos y ya por la noche se ducha para encontrarse con Pawíd y seguir con la jodienda. Para mí solo hay trabajo, estudios y pajas. Siempre me toca ser como los cojones de los puercos, quedo en último lugar, embarrado de mierda. No me parece.
Cuando era pequeño la tía Elena me dijo que nos quería a los tres por igual y que yo no debía dudarlo nunca. Creí en sus palabras, pero estoy comprobando que comparte sus favores sexuales con mi hermanos y a mí no me ha invitado al club. Lo dicho, aquí todo el mundo moja, menos yo. ¿Acaso me consideran el más pendejo de la familia?
En el área infantil hay tres chiringuitos que funcionarán como expendios de sodas y golosinas. Pawíd los está pintando y esta actividad le llevará todo el día. El trío de degenerados incestuosos lo sabe, por lo que se han escurrido (¡Abandonando sus ocupaciones!) a las caballerizas, al otro lado del complejo. Fingiendo ignorar sus intenciones me he colado en uno de mis chalets para instalar los espejos y el mobiliario fijo. Nada me impide dejar mi trabajo cuando calculo que habrán iniciado sus juegos de degenerados.
Aborrezco a mis hermanos porque siempre he perdido ante ellos en todos los terrenos. Me explico, no es que me superen, es que siempre se adelantan y obtienen lo mejor. Se creen superiores a mí, cuando nuestros IQ son iguales. En lo sexual, no me he estrenado con ninguna amante por culpa de los miedos de nuestro padre, pero estoy seguro de que cuento con tanta capacidad amatoria como mis hermanos.
Detesto a nuestro padre por sus prohibiciones y su actitud de tirano controlador. Siempre nos obligó a vestir abrigados, a llenarnos de comida hasta hartarnos, a vacunarnos (¡Con lo que detesto las agujas!), siempre controló nuestras actividades y nuestra escasa vida social.
Tengo muchas ganas de vengarme, de aniquilar su orgullo de Macho Alfa y demostrarle que no manda sobre mi vida. ¿Qué mejor modo de desquitarme que follar con su amante?
También quiero joder a mis hermanos, los odio por egoístas, aprovechados y engreídos. Sobre la tía Elena, ella me dio su palabra de que nos quería a los tres en un mismo nivel y resulta que no ha tenido la delicadeza de querer follar conmigo. Debo castigarla y disfrutar en el proceso. No solo se trata de meterle mi verga, ya está demostrado que cualquiera puede hacerlo. El punto es hacerle algo extremo, que jamás olvide. La pondría a follar con un perro, pero después me gustaría pasarla por la piedra y no sé si me dará asco. Mis hermanos ya la han follado por el coño, la han sodomizado, y le han hecho dobles penetraciones. Es sencillo imaginar una animalada superior a cuanto haya experimentado. La sola visión de esta lúdica fantasía me electriza; mi verga se levanta en busca de una guerra que estoy a punto de ganar.
Salgo del chalet sin que mi padre me vea, yo sí lo espío. Está vestido con harapos, pinta las paredes de uno de los expendios mientras silba una cancioncilla. Es la viva estampa del perdedor “hágalo usted mismo”, que se siente capaz de levantar un negocio con sus propias manos. Si hubiera justicia, seguro que caería fulminado por un infarto en este momento; los seguros de vida están al corriente, por lo que nosotros quedaríamos bien amparados. Nos conviene más muerto que vivo, es una interesante idea para reflexionar…
Atravieso el complejo sin hacer ruido. Alcanzo las caballerizas. Se escuchan los gemidos y gritos de placer de nuestra tía. ¿Cómo es que el imbécil de Pawíd no se ha enterado? Fácil, porque confía en sus hijos y no sabe que los tres lo odiamos desde que éramos pequeños y nos hacía tomar la mierdera Emulsión De Scott.
Pego un ojo sobre una hendidura que hay en la madera de la pared. La escena que se desarrolla adentro es muy excitante.
Hay dos bancas, una frente a la otra. En una está sentado Gigabriel y en la otra Nerdtor. Tía Elena cabalga sobre la verga de Gigabriel, de frente a Nerdtor. Sus tetazas botan y se bambolean al ritmo de sus furiosos sentones. Cuando se corre cambia de sobrino y repite la operación; por lo visto es de orgasmos veloces e intensos. Mi verga pelea contra la tela del boxer, por lo que la libero para meneármela unas cuantas veces.
Espero al siguiente cambio de amante; nuestra tía desmonta de Gigabriel y se sienta sobre Nerdtor. La verga de mi hermano la penetra sin dificultades. Debo ser paciente, el momento de joderles la diversión se aproxima. Me desvisto de prisa y tomo el pomo de la puerta.
Cuando escucho que la tía Elena se está corriendo, abro de golpe.
—¡Compruébalo tú mismo, Pawíd! —exclamo— ¡Han estado follando desde que ella llegó, yo tenía razón!
Nuestra tía tiene los ojos cerrados y se corre en una cadena de orgasmos incontenibles.
—¡David, no es lo que parece! —exclama, sin darse cuenta de que es una broma.
Habiendo roto el hielo me acerco a ella, tomo su cabeza entre mis manos y la obligo a mirarme a los ojos.
—¡Puta traidora! —recrimino—. ¿Cómo te atreves a follar con estos pendejetes de mierda y no invitarme?
Ella no deja de cabalgar a Nerdtor, sus caderas se agitan con violencia.
—Las cosas… las cosas se dieron así, hijo, perdóname.
Me calienta mucho que me llame hijo, más aún si consideramos que es gemela idéntica de mi madre. Es como ver a la prostituta que nos parió follando con mis hermanos y saber que pronto le meteré mi virilidad hasta los cojones.
—No te perdono —señalo—. Me debes al menos el doble de folladas que has dado a estos idiotas… ¡Recuerda que dijiste que nos querías a los tres por igual!
No espero a que responda. Apunto mi verga erecta a su boca, ella la recibe sin reparos mientras sigue agitando sus caderas. Su felación es profunda e intensa, pero no representa mi objetivo principal. Saco mi verga de su boca y empujo a Nerdtor para que quede acostado sobre la banca. Gigabriel nos mira con cara de imbécil mientras la tía Elena parece querer quejarse por el cambio de postura. Me da un poco de pena, no adivina lo que le espera.
Su coño empapado se muestra ante mí, con la verga de Nerdtor incrustada hasta los cojones. Me acerco a ellos y estrujo las tetazas de mi tía mientras la miro a los ojos. Mi verga choca con su pubis.
—¡Te vas a enterar! —amenazo.
Con una mano acomodo mi glande entre el tronco de la polla de Nerdtor y la entrada vaginal de nuestra tía.
—¡Así no, Rockardo, por favor! —solicita, pero no hace nada por librarse de lo que se le avecina.
—¡Así sí! —le grito a la cara—. ¡Así me la cobro de una vez y te doy una lección que nunca olvidarás!
Con estas palabras empujo la pelvis. Mi glande resbala un poco entre su cavidad y el miembro de mi hermano. Ella hace una mueca de dolor, pero decido no detenerme; es ahora o nunca.
Penetro despacio, las paredes de su coño ocupado ceden con trabajos a la nueva invasión. Nerdtor gime también, pues está sintiendo la invasión a través de su herramienta.
—Sácale un poco de tu tranca para que yo entre más —ordeno a mi hermano.
Nerdtor obedece y clavo mi virilidad entera. Después él impulsa su cadera y nuestros cojones chocan entre los muslos de nuestra tía. Los tres gritamos al unísono.
—Juguemos a la “P” alternada —propongo a Nerdtor—. Voy a decir una frase, la primera “P” es mía, la segunda es tuya, la tercera mía y la cuarta tuya… ¿Entiendes?
—¡Sí!
—¡Pendejo Pawíd, puñetero perdedor! —grito.
Al decir la “P” de “pendejo” penetro a fondo y me retiro, al decir “Pawíd” lo hace mi hermano. Repito mi movimiento al decir “puñetero” y Nerdtor lo hace al decir “perdedor”.
De esta manera, con la frase de “pendejo Pawíd, puñetero perdedor” machacamos el coño de nuestra tía. A cada una de nuestras embestidas ella rita y gime de placer. Se corre una y otra vez, coincidiendo con la letra “P” de nuestro estribillo.
—¡Podrías parar pidiéndolo, pero por puta prosigues! —exclama Gigabriel cuando se acerca y mete su verga en la boca de nuestra tía.
—¡Pendejo Pawíd, puñetero perdedor! —grito y acelero mi ritmo.
—¡Pendejo Pawíd, puñetero perdedor! —responden mis hermanos.
Al menos en algo nos hemos puesto de acuerdo. Estamos minando la voluntad de nuestra tía mediante vergazos que la hacen correrse sin tregua. Estamos burlándonos de su amante preferido, el cornudo, al que tanto protege de la cruda verdad. Estamos pisoteando el prestigio de líder de nuestro padre, derribamos su autoridad en nuestros corazones.
—¡Me corro! —anuncia Nerdtor y eyacula en el fondo del coño de nuestra tía.
Ella, enloquecida entre sus orgasmos, ni siquiera responde. El semen de mi hermano empapa mi verga y el interior del coño de nuestra tía. Incremento la velocidad de la jodienda entre chapoteos de nuestros genitales.
—¡Yo también me corro! —grito frente a ella—. ¡Te preño de trillizos!
Eyaculo violentamente para combinar mi semen con la leche que ya reboza el depósito amatorio de nuestra tía. Ella se retuerce entre convulsiones placenteras, su sexo destila flujo vaginal y leche de dos amantes que empapa los cojones de Nerdtor.
—¡Y yo te quito la sed! —anuncia Gigabriel.
Mi hermano sujeta la cabeza de nuestra tía y le clava su virilidad hasta la garganta. Se corre a borbotones, obligándola a tragarse todo su semen.
Deshacemos la posición, pero no le permitimos descansar. La sentamos en la banca, el semen de Nerdtor y el mío se combinan con sus jugos vaginales y escurren bajo sus nalgas. Le damos a mamar nuestras vergas para mantener el morbo y seguir follándola.
Debo conservar la iniciativa y el control de lo que hacemos o me avasallarán como siempre. Retiro a nuestra tía de sus felaciones para acomodarla sobre el suelo en cuatro patas. Me posiciono tras ella y penetro su coño sin muchos preámbulos. Mi ritmo es poderoso, brutal y estimulante, ella agita la cabeza sintiendo todo el placer que mi verga le regala.
—¿Ya te dieron por el culo hoy? —pregunto mientras mi abdomen “aplaude” contra su trasero.
—¡Sí! —jadea ella—. ¡Uno de tus hermanos! ¡Ah! ¡Oh! ¡No te detengas!
—¡Serás guarra, ni siquiera sabes quién de estos dos te sodomizó!
No puede responder, pues vuelve a correrse de forma brutal, su coño parece una fuente que empapa mis muslos con los fluidos que le salen a presión. Es delicioso sentir cómo se contraen sus paredes vaginales. Me encanta lo que estoy sintiendo y me prometo que uno de estos días dispondré de ella para mí solo.
Cuando termina de correrse le saco mi verga y apunto con mi glande a su ojete.
—Te voy a encular —digo al meterle la punta.
—No me prepares mucho… ya me estoy acostumbrando —responde ella con cachondería.
Con su permiso le meto despacio toda mi tranca. Mis cojones sobre su coño son el límite permitido. Ella grita y arquea la espalda. Bombeo con fuerza, sus tetas se bambolean a nuestro ritmo, mis hermanos la acarician por la espalda, las nalgas, el coño y le dan golpecitos por todo el cuerpo con sus erecciones.
—¡Me apunto para el sándwich! —ofrece Gigabriel.
Detengo mis embestidas para permitir que se acomode debajo de nuestra tía.
Siento el recorrido de la verga de mi hermano a través del perineo de tía Elena. Nuestros cojones chocan en una carambola a cuatro bandas y emprendemos la doble monta.
—¡Me rompen! —grita tía Elena cuando vuelve a correrse—. ¡Me destrozan, me matan!
Nerdtor le mete la verga en la boca y se menea para follársela. Los gemidos de nuestra candente tía se ven sofocados, pero no reprimidos. Para cualquier observador esto sería una orgía filial de “todos contra una”, en realidad es una competencia entre tres hermanos por demostrar quién es mejor follador.
—Trágate toda mi leche! —grita Nerdtor y aferra a nuestra tía por el cabello mientras su verga inyecta de semen su tracto digestivo.
—¡Me corro en tu coño! —exclama Gigabriel y acelera sus embestidas para volver a irrigar el útero de nuestra tía.
—¡Conozco una puta caliente y filial! —canto con la tonada de la melodía de Bob Esponja.
—¡Tía Elena! —corean mis hermanos.
—¡Sus hoyos follamos sin descansar!
—¡Tía Elena!
—¡Incestuosa, tía Elena, depravada tía Elena! —termino de cantar y me corro en lo más profundo de sus entrañas.
Ya estará contenta. Todos la hemos pasado por la piedra, o ella nos ha pasado a nosotros, según se mire.
Continuará
Comentario del autor
“Trillizos depravados” fue uno de los primeros relatos que publiqué en TR. Presenté la historia completa, abarcando un estimado de noventa minutos. Supongo que el hecho de entregar un documento tan extenso deslució los méritos de la obra, ya que hubo varias quejas por sus dimensiones.
He dividido la historia en cinco capítulos, cada uno de ellos narrado desde el punto de vista de un personaje diferente.
Para mí es un logro crear personajes que muestran emociones tales como rencor, ira o crueldad. Mi condición de Asperger me impide conocer de primera mano estos sentimientos y, en este caso, “navego a ciegas”. Me planteé el reto y este es el resultado.
La idea original de este relato surgió como un chispazo de morbo. Alguien me obsequió un afiche muy cutre donde Hugo, Paco y Luis (O Juanito, Jorgito y Jaimito), los patitos trillizos de Disney en edad adolescente, se montan una orgía con la Tía Daisy, dándola por todos sitios a la vez mientras el Pato Donald observa la escena atado en una silla, amordazado y con cara de cabreo.