Trigonometría (II)

Se acercó a mí, al ver que no daba señales de entender, me miró en seco y con sus manos, tomando las mías, las puso alrededor de su cuello. Sus manos, en cambio, fueron a parar alrededor de mi cuello. La habitación estaba volviéndose oscura, el sol se iba poniendo, la música era lenta y...

Esta es la segunda parte de mi primer relato aunque un tanto más largo... espero les guste, comenten y califiquen para así poder ir mejorando día a día.

NOTA: Paciencia, las cosas se dan a su tiempo :)


El camino de regreso a casa era relativamente corto a comparación de otros compañeros. Unas seis cuadras, doblar en el parque y la tercera casa frente a un par de columpios.

-¡Ya llegué! –grité comprobando que no hubiese nadie en casa.

-Bueno, no hay nadie, supongo que sabes cocinar ¿cierto? –Alex entró a la casa abriéndose paso hasta la sala. Se sentó en uno de los muebles, colocó sus pies sobre la mesa del centro y prendió la t.v.

-Alex… -le dije con cierto reproche-.

-Vale, vale –respondió quitando los pies-, pero es enserio, tengo hambre –se volvió a verme con cara de perro mojado mientras se sobaba la pansa-.

-Mi madre no ha cocinado hoy, así que iré a ver qué hay de para preparar. –miré a Nicolás y dije- Estás en tu casa.

Me retiré de la sala y entré a la cocina. Me acerqué a la refrigeradora y comencé a sacar de todo para improvisar algo. Huevos, tomate, hamburguesa congelada de la congeladora, lechuga, etc. Cerré la puerta y cuando volteó doy un brinco de exaltación.

-Perdona, es que creo que te echaré una mano si no te importa –me dijo Nicolás con una sonrisa en el rosto, algo dudosa diría yo-.

-Para nada ¿sabes hacer hamburguesas, cierto?

-Oh, mis padres nos llevan de campamento muy seguido así que he aprendido ciertos trucos.

-Vale, entonces comencemos… -dije mientras sacaba potes, cubiertos, la sartén, todo lo necesario.

Las hamburguesas estaban fritas, Nicolás estaba cortando la lechuga y los tomates mientras que yo me disponía a romper los huevos cuando Alex irrumpió gritando en la cocina haciéndome saltar. Al parecer Nicolás ni se inmutó.

-Diablos, Alex ¿Qué te pasa? –lo reproché

-Perdona, estaba aburrido…  –comenzó a decir cuando sonó el timbre-

-¿Ahora quién es? –Pregunté más para mí que para el resto-

Cuando iba a dar el primer pasó noto algo líquido y resbaloso en el piso e inevitablemente caigo hacia atrás. Todo pasaba muy despacio, Alex que avanzaba rápido para intentar jalarme y mi cabeza que se acercaba como una novia a su esposo en el altar. Entonces, siento el contacto en mis hombros, con los ojos cerrados por temor al impacto, pero no siento dolor. Los abro y veo la cara de Nicolás. Me había sujetado a centímetros del suelo.

-Vaya, eso estuvo cerca –dijo sonriendo. No me había percatado, pero tenía una linda sonrisa- .

-Sí… eso estuvo cerca –dijo Alex mirando la escena-.

-Gracias, ahora ¿me ayudas a levantarme por favor? –Nico me empujó hacia arriba mientras Alex salía a abrir la puerta- Ahora, debo limpiar eso, ve terminando de cortar. –uno de los huevos se me había caído de la mano cuando Alex entró a la cocina gritando.

Saqué del cuarto de limpieza un trapeador y comencé a limpiar. Nicolás se acercó, alargó su brazo y sujeto el trapeador justo donde mis manos estaban.

-Deja, no lo estás haciendo bien –diablos, nunca deja de sonreír este chico-. Tú corta las cosas que faltan, olvida los huevos y procura no perder ningún dedo.

Pasaron varios minutos y Alex no regresaba. Las cosas estaban listas, Nicolás las puso la pila de hamburguesas en un plato. Estábamos por salir con las cosas para ponerlas en la mesa grande de la sala cuando aparece Victoria con un brazo alrededor del cuello de Alex.

-Hola chicos, sé que es imprevisto pero no aguantaba la espera. –dijo sonriendo de par en par.

Por suerte habíamos preparado hamburguesas de más, así que no hubo problema en cuanto a ello. Nos sentamos a comer y el tiempo se pasó rápido mientras hablábamos del primer día –los nuevos maestros, los nuevos alumnos (para esto Nicolás se puso algo incómodo, se sonrojó cabizbajo)- y algunas noticias de la fiesta del día Sábado.

Ya eran las tres cuando decidimos poner una película de terror “El Descenso”. Me senté entre Alex y Nico mientras que Victoria al lado del último. La peli no estaba mal, daba miedo y Victoria no dejaba de dar saltos sujetando el brazo de Nicolás. Supongo que le dejará moretones o arañazos. Apena acabó la película, Nicolás recibió la llamada de su madre y salió un rato para poder conversar mejor.

-Que tal peliculón –dijo Alex- no me esperaba  algo así.

-Ni yo, y eso que no suelo asustarme tanto –le respondió Victoria-.

-Que va, si fuiste la que más se asustó hoy. –terminó diciendo Alex cuando regresó Nicolás.

-Bueno, gracias por su hospitalidad, pero debo irme, mi madre quiere que la ayude con un “nosequé”-se acercó y se despidió de cada uno. Un beso a Victoria, le estrechó la mano a Alex al igual que a mí, pero juraría que retuvo mi mano unos segundos más.

Ni bien se retiró Victoria no contó que Alexandra iba a disponer unos minutos de su fiesta a poner música lenta para que salgan parejas.

-Yo no sé bailar Victoria, para empezar –decía- es un milagro que vaya a la fiesta.

-Lo sabem… lo sé –se corrigió- es por eso que te lo cuento.

-Ya… -no entendía muy bien-

-Vengo a enseñarte so pedazo de tortuga –comenzó a reír-.

Se paró y tirando de Alex fue a mi habitación, yo iba detrás. Prendió la computadora y comenzó a buscar canciones lentas mientras yo esperaba sentado en mi cama. Alex estaba con su teléfono, perdido, como siempre.

-Listo –dijo por fin- he descargado unas cuantas, espero no te moleste.

-Para nada –respondí.

-Bien, párate, comencemos la clase –me dijo pero ella no se paró-. ¿Y bien? ¿Te vas a quedar ahí parado viéndome? ¡Sácame a bailar!

Me acerqué a ella y le tendí una mano lo más elegante que se me ocurrió, digamos que las películas ayudan en algo.

-Primer paso, listo. Pero procura decir algo antes de tender la mano… no sé, se vería lindo.

-No presiones –terqueé.

-Tus brazos en mi cintura –me dijo cogiendo mis brazos y poniéndolos donde ella dijo-. Mis brazos en… -su teléfono comenzó a sonar.- Diablos.

Corrió a la mesa de la computadora a cogerlo. Y contestó.

-¿Aló? Ah, má. ¿Qué pasa? … ¿Ahora? Estoy en medio de algo …. En la casa de Paolo … Pero … Dios, vale, vale. –Colgó la llamada y dijo- Lo siento, debo irme. No podré terminar tus clases, mañana es imposible, tengo reunión familiar. –se quedó quieta un segundo pensando y dijo- Ya sé. Alex, tú le enseñas, tu eres todo un casanova así que creo que tienes experiencia.

-¿Qué? –respondimos al unísono.

-Oh vamos, no pasa nada, nadie los verá y yo no diré nada. Ahora me voy. –Comencé a seguirla y ella se volvió poniendo su mano en mi pecho- Conozco la salida, no necesito que me escoltes Paolo. Nos vemos mañana en la escuela. ¡Suerte!

Silencio Incómodo. Silencio Incómodo. Silencio Incómodo. Silencio Incómodo.

-Bien –terminó hablando- qué más da, venga. Primero mírame ¿vale?

Se acercó a mí, al ver que no daba señales de entender, me miró en seco y con sus manos, tomando las mías, las puso alrededor de su cuello. Sus manos, en cambio, fueron a parar alrededor de mi cuello. La habitación estaba volviéndose oscura, el sol se iba poniendo, la música era lenta y la sensación era extraña.

-Este baile es simple, es solo movernos de lado a lado, leeeentamente –decía casi susurrando-.

Íbamos de lado a lado, me guiaba de él, tomado de su cuello, sujetado por sus brazos. Esos ojos azules que me miraban penetrantes. Nunca había pensado en aquella posibilidad. Sentí como me acercó lentamente hacia él, pretendiendo que no me dé cuenta. Podía sentir su calor, su respiración, su aliento… estuvimos así varios minutos hasta que acabó la canción.

-Cambio de turno, ya has visto como se hace –me dijo soltándome- vamos.

Aunque estaba nervioso puse mis manos en su cintura. Dios, esa cintura, firme y ejercitada. Sus brazos me rodearon por el cuello y comenzó la siguiente canción. Comencé a guiar los pasos “¿Cómo era? Sí, yo guío, solo muévete de lado… es simple, Paolo.” Me decía, no habían pasado muchos segundos cuando sin querer hice un movimiento de más con mis pies y enredé mis piernas con las de Alex –extraño, lo sé- y ambos caímos, Alex sobre mí. El dolor no fue intenso gracias a los reflejos de Alex que posó sus manos en mi nuca para soportar el golpe por mí. Estábamos cara a cara, nariz con nariz, una vez más. Sus ojos y los míos, se reflejaban uno en el otro. Sentía su cuerpo caliente sobre el mío, su pecho y el latir desenfrenado de su corazón. Alex estaba nervioso.

Entonces, escuché la puerta de la entrada abrirse.

-¡Paolo! –Gritó la voz de mi padre- Ya llegué.

Alex se paró instintivamente, me tendió una mano y se arregló la ropa.

-Debo irme, se hace tarde y tengo tarea.

-Bien, nos vemos mañana.

¿Se hace tarde? Vives a una cuadra de aquí. ¿Tienes tarea? La única tarea que había te la dieron hoy en la mañana y resulta, no tenemos tarea. Por los dioses Alex, sí que estabas nervioso.


Espero les haya gustado, espero sus comentarios o críticas.

Nos vemos la próxima :D