Tribulaciones de un ciudadano normal 8

Puedo ayudar a Herminia con sus problemas familiares y se empieza a esclarecer el horizonte de los míos.

8.- Herminia entra en casa (Parte 1).

Herminia llegó a la casa temprano y dispuesta a empezar a trabajar de inmediato, tuve que parar su ímpetu y explicarle que, quizás, sería buena cosa comenzar por mostrarle la casa y explicarle exactamente cual iba a ser su función en ella, al principio no acababa de entender muy bien de que estaba hablando, pero yo había tomado una decisión, que me parecía acertada, a raíz de su manera de actuar con los archivos sustraídos a Mario, pues eso me indicaba que era una persona resolutiva y decidida, por tanto no iba a desperdiciar esas aptitudes dedicándola solo a limpiar y cocinar, y así se lo dije, añadiendo que quería que ella fuera la responsable del buen funcionamiento de la casa, pues yo pensaba contratar personal que la mantuviera limpia, una cocinera y demás, ella sería la encargada de coordinar y hacer que todo funcionara, porque yo estaría ocupado con mi trabajo y no tendría tiempo para ocuparme de eso, así que necesitaría su ayuda . Al principio se asustó un poco, pero a medida que la idea fue calando, creo que se vio capaz de hacerlo, movió la cabeza afirmativamente al tiempo que sopesaba todo lo que le había dicho y me dijo que bien, sí.

Le mostré todas las dependencias y la distribución de la vivienda, rogándole que cualquier cosa que creyera que pudiera necesitar, me lo dijera. Por último le mostré la “zona de invitados” y le dije que aquella parte sería suya, casi todo el personal que se contratara, sobre todo el de cocina, podría quedarse en las estancias de la primera planta, eran individuales y cada una tenía su propio baño bien amplio y acondicionado, pero ella,podría utilizar esa parte con su familia, si lo deseaba. Su cara se ensombreció un instante y me dijo que no le parecía conveniente.

  • Mi marido y mi hijo pueden ser un problema y yo no quiero que pisen esta casa. Con mi hija no habría ninguno y para ella sería lo mejor, pero… Quiero separarme y pedirle el divorcio, pero no sé como va a reaccionar.

  • En eso te puedo ayudar, así que no te preocupes, puedo hacer que alguien se encargue de eso hoy mismo, si tu quieres, por supuesto.

  • ¿Me haría ese favor? Yo no sé a quién recurrir y además no sé si tendré que buscar un abogado, porque seguro que se negará a darme el divorcio.

  • Si me permites un momento, hago una llamada.

Me aparté un poco de ella, que para mantener cierta distancia, se entretuvo en inspeccionar el resto de lo que podría ser su casa en un futuro inmediato. Hablé con FH, lo puse al corriente y como ya estaba al corriente de los informes de los detectives, se puso manos a la obra asegurándome que, como era temprano, posiblemente me podría decir algo antes de mediodía. No sé de que modo pensaba convencer al marido de Herminia. A ella le dije que no se tenía que preocupar de pedir la separación a su marido, que él se la pediría a ella. Sus ojos mostraban su asombro, pero no dijo nada.

Seguimos recorriendo la casa y le expliqué que a esa zona que podía ser su casa se podía acceder de dos maneras, desde la planta baja, mediante una escalera o un elevador o desde la segunda planta, que era la que habíamos usado y cuya puerta de acceso podía cerrarse con llave, la cual estaría en su poder. Se detuvo bastante tiempo observando cada rincón del que desde ese momento se llamaría “el piso” y volviéndose hacia mí me dijo: Esta será mi habitación. Es la que está más cerca de la entrada. En aquel momento no supe porqué, pero me alegró la elección, y me alegró que, consciente o inconscientemente, ya había tomado la decisión de quedarse. Sin embargo no dejaba de estar preocupada y cuando le pregunté me dijo que su preocupación era el momento de ir a su casa a recoger sus cosas y las de su hija, a lo que respondí que esperaríamos a que me llamaran los abogados y, a partir de ahí, tomaríamos decisiones.

Era ya el momento de hablar de Hortensia y su banda, así que pasamos al despacho y conectamos el pendrive al ordenador. ¡Madre de Dios! Herminia no solo me había traído el documento que presuntamente yo firmaría sin leer, sino, además, todo un dossier donde se veía el estado real de las empresas y los artificios que Mario llevaba a cabo para escamotear dinero a la propia Hortensia. No me extrañaba que estuvieran al borde de quiebra. Con aquellos documentos iba a hacer polvo a Mario, no me ensañaría con Hortensia, pero recuperaría lo que era mio. Y lo bueno era que el bogado de mi ex estaba totalmente fuera de juego, todo se hacía a sus espaldas e incluso podía llega a aparecer como el culpable. Llegado el momento esta iba ser una buena baza en mis manos, un inesperado colaborador. Volvía llamar a FH y le dije que le mandaba un pendrive con un mensajero, que lo mirara y que me dijera cosas.

Retiré el pendrive, me levanté, y le dije a Herminia que era hora de tomarnos un descanso.

  • No sé como darte las gracias, Herminia, las cosas van a cambiar mucho para mí y te lo voy a deber a ti.

  • Don Javier, por favor, yo tengo que darle las gracias a usted por todo lo que está haciendo por mí.

  • No, Herminia,no, sin tu ayuda y riesgo todavía estaría muy lejos de conseguir algo y ahora, gracias a ti, estoy muy cerca de conseguirlo todo. ¡Ah,! Y por favor, llámame Javier, nada de Don, al menos cuando estemos solos ¿Puedo darte un beso?

Y me acerqué a ella, me miró y no me ofreció su mejilla… sino sus labios. En ese momento me quedé un poco descolocado, pero reaccioné en seguida y la besé suave y pero lo prolongué todo lo que pude, al parecer no fue suficiente para ella, pues llevó sus manos a mi cuello y me besó también con suavidad en un principio para, a continuación, apretar con fuerza sus labios contra los míos e introducir su lengua en mi boca mientras apretaba su cuerpo al mio, no tardé en responder adecuadamente a su abrazo, ella acariciaba mi cara y yo desplacé mis besos a su cuello y garganta, que ella me ofrecía con profundos suspiros. Sin apenas darme cuenta mis manos ya acariciaban su espalda y ella me correspondió llevando las suyas a mi culo y, tirando de él, apretaba mi vientre contra el suyo.

  • ¿Estás segura, Herminia? --le pregunté. Y ella mirándome con intensidad y muy sonrojada me contestó:

  • ¡Muy segura, Don Javier!

  • Javier, llámame Javier, por favor --Y volví a besarla-- Ven.

Y la guié hasta mi dormitorio. Con toda la delicadeza de que fui capaz, y sin dejar de besarla, desbotoné su blusa, ella hacía lo mismo con mi camisa,aunque afirmaría que con más urgencia, despojados ambos de esas prendas, volví a besarla y abrazarla, Herminia se afanaba con mi cinturón primero y con la cremallera de mi pantalón después y yo la despojé de su sujetador liberando dos bellísimos pechos, nos libramos del resto de nuestra ropa y una vez desnudos, nos quedamos mirando nuestros respectivos cuerpos, el de ella era muy hermoso, su vientre plano no mostraba los signos normales tras los embarazos, su pubis estaba parcialmente depilado y sus pechos erguidos desafiaban a Newton y su ley, los coronaban dos areolas no demasiado oscuras y unos puntiagudos pezones que presentía muy duros y que me eran muy atrayentes y apetecibles. Ella por contra apreciaba mi cuerpo y prestaba una especial atención a mi pene, en ese momento erguido y orgulloso. La llevé hasta la cama y volvimos a besarnos, al principio con pequeños picos, como saboreando nuestros labios, y poco a poco, profundizando en nuestras bocas y entrelazando nuestras lenguas, sentí la urgente necesidad de tener aquellos pezones en mi boca, así que, acariciando sus pechos, llevé mis labios hasta ellos y comencé a lamerlos y chuparlos con ansiedad, ella reaccionó tomando mi verga y comenzando una lenta masturbación, Sin dejar de lamer aquellos pezones exquisitos, llevé mi mano hasta su vulva y pude darme cuenta de lo húmeda que estaba, al sentir el contacto de mi mano en los labios de su vagina, tuvo un estremecimiento y casi sin pausa, cambió de postura y con su boca se apoderó de mi pene, me la mamaba igual que me había besado o masturbado, muy despacio, saboreando el liquido preseminal que apenas aparecía ella lo hacía desaparecer con su lengua, de vez en cuando detenía la felación y daba pequeños besos en mi glande, luego lo abarcaba con sus labios y su lengua jugueteaba con él para acabar introduciéndolo en su boca todo lo que podía, mi pene salía y entraba en aquella bonita boca que la acariciaba sin que en ningún momento sintiera yo ni el más pequeño roce de sus dientes en mi sensibilizado capullo. Fui girando mi cuerpo con la intención de colocarme bajo ella y llegar hasta aquel depilado coñito, ella al darse cuenta de mis intenciones, maniobró en consecuencia, con lo que en un momento tuve al alcance de mi boca el néctar que aquella flor destilaba, mi lengua acariciaba y lamía su delicada rajita y ella daba a su culo un vaivén arriba y abajo como pidiendo cuidados, la oía dar gemidos nasales y a veces detenía la felación y jadeaba. Fue cuando dediqué mis cuidados a su clítoris cuando se olvidó de mi pene, aunque no del todo, sus jadeos y gemidos cobraron intensidad y volumen hasta que con uno largo y fuerte alcanzó su orgasmo, sin embargo yo seguí chupando aquel su botón del placer y metí dos dedos en su vagina en un intento de prolongar y multiplicar su placer. Su culo subía y bajaba, sus jadeos no se interrumpían y yo seguía chupando y lamiendo, en un determinado momento me encontré intentando meter mi lengua en su ano, estaba sin control, temiendo correrme, pero no quería hacerlo, todavía no. Ella, una vez repuesta, se quitó de encima de mí, se puso boca arriba y con los brazos abiertos y sus piernas aún más abiertas, en medio de un jadeo me dijo “Por favor, ven”. Me puse de rodillas delante de ella y con el pene acariciaba sus labios vaginales, pero ella me instaba a que me echara encima, así que lo hice y la misma y abundante lubricación lo guió a donde debía ir. Se abrazo a mi con fuerza mientras yo bombeaba en un largo recorrido dentro-fuera. Herminia con su cara pegada a la mía, buscaba mi boca, me besaba con ansia y pasión-

  • ¡Lo deseaba tanto, tenía tantas ganas de tenerte que moría solo de pensar en la posibilidad de que este momento no llegara nunca.

Por supuesto esta frase no fue dicha de un tirón, sino intercalada en medio de suspiros, gemidos y jadeos muy difíciles de transcribir. Yo por mi parte solo podía repetir su nombre una y otra vez, acelerando las embestidas de mi penetración que ella intentaba hacer más intensas con sus manos en mi culo y alzando el suyo. Y no pude más, me vertí en ella como la lava de un volcán, mi orgasmo provocó el suyo de nuevo. Estuve algún tiempo más dentro de ella, hasta que su respiración y la mía se normalizaron, entonces me eché boca arriba y ella puso su cara en mi hombro, mirándome muy fijamente.

  • ¿Te ha gustado?

  • ¡Mucho!

  • ¿Te he hecho feliz?

  • ¿Lo dudas? ¿Y tú, te sientes feliz?

  • ¡Muchísimo! ¡Hacía tanto tiempo que te deseaba! Y ahora que te he tenido dentro de mí no deseo hacer otra cosa en mi vida, porque ya te extraño, mi cuerpo, mi vagina ya te echa de menos. --me dijo mientra su mano acariciaba mis testículos y pajeaba mi pene.

La bese de nuevo, y volví a besar sus pechos y chupar sus pezones y en menos de lo que se tarda en decirlo estábamos otra vez en acción, pero esta vez ella se puso sobre mí, decidida a tomar la iniciativa, e igual que antes comenzó besándome muy suave los labios, yo me hice con su culo, me tenía enamorado ese culito perfecto con su piel tan suave, no me cansaba de acariciarlo, apretarlo y soñaba hacerlo mio, sin embargo, de ninguna manera lo forzaría. Como si me hubiera leído el pensamiento, Herminia, me preguntó en un sugerente susurro:

  • ¿Te gusta mi colita?

  • Me encanta, Herminia, me tiene enamorado.

  • Pues es tuya, Javier, para que hagas con él lo que quiera, porque te lo quiero dar todo.

  • ¿Te gusta…? ya sabes.

  • No, pero sé que contigo me va a gustar.

  • ¡Herminia!

Llevé con mis dedos algo de su flujo hasta su ano y le hice un suave masaje en su entrada, como respuesta, Herminia, aumentó el ritmo de sus movimientos y entramos en bucle, yo introduje un dedo en su ano y ella aceleró el ritmo, yo metía y sacaba mi dedo en su culo y ella aceleraba el ritmo, su pelvis golpeaba la mía con fuerza, sus gemidos me enardecían y cuando su pelvis bajaba, la mía iba a su encuentro, se incorporó en un intento de aumentar la profundidad de la penetración a costa de perder la de mi dedo en su ano de modo que su culo golpeaba mis muslos, y entonces recordé algo que me había dado muy buenos resultado otras veces, cuando ella levantó su trasero, al caer de nuevo, encontró el vacío pero la penetración de mi pene fue tan profunda que mi prepucio quedó dolorosamente tirante, pero el efecto mereció la pena, porque el orgasmo de Herminia al sentirme tan dentro fue algo inenarrable, se derrumbó sobre mi con un gemido que más pareció un grito, sus uña se clavaron en mis hombros, se retorcía sobre mí de una manera que parecía imposible que un cuerpo humano pudiera hacerlo, pero no paró en sus embestidas, aunque fueron perdiendo fuerza y velocidad, teniéndola así echada sobre mí, volví a introducir mi dedo en su culo, pero casi no reaccionó, pero me dijo

  • No pares, pero déjame que esté un poco así, por favor. Muévete tú, muévete.

No estuve mucho tiempo haciéndolo, pues se incorporó, se dio la vuelta poniéndose a cuatro patas y mirándome a los ojos,con su voz jadeante solo me dijo:

  • ¡Por favor!

Me coloqué de rodillas detrás de ella, pasé el glande a lo largo de sus labios y clítoris varias veces, después acaricié la entra de su ano, ella apoyo su cabeza en la cama y con lambas manos separó sus glúteos ofreciéndome por entero la posesión de su bonito culo. Lo fui introduciendo muy lentamente, vencí la poca resistencia que sus esfínteres me opusieron y mis testículos fueron la última frontera. Mentiría si dijera que pude aguantar mucho tiempo, pero es que Herminia me dio la puntilla cuando me pidió ¡Llename, vacíate en mí! Y eso hice en largas descargas de cálido semen que provocaron en ella otro gran orgasmo. Estuve bastante rato meciéndome delante y detrás, mi semen había lubricado con abundancia su ano y mi pene se deslizaba con gran facilidad y eso provocó en Herminia varios orgasmos más de distintas intensidades. Me asombraba la enorme facilidad con que los conseguía. Luego me explicaría que nunca, en toda su vida de casada, pues no había conocido otro hombre, “se había venido tantas veces”. Al parecer su marido era de polvos rápidos y eran contadas las veces en las que le había dado placer, y desde que empezó a desearme, nunca. No sabía si creela, pero desde luego me halagaba.

Mientras permanecimos abrazados y recuperando un poco el aliento, me dio por pensar que el sexo es casi siempre los mismos y ensayados movimientos con escasas variantes, lo único que cambia, en ocasiones es la persona con la que lo haces y lo que esa persona te inspira. Si sientes cariño, estás muy enamorado o, simplemente sientes un gran afecto por esa persona, el concepto del sexo cambia. Me gustaría saber explicarme, lo que intento decir es que, por ejemplo, a Rosa yo no me la follo sino que hago el amor con ella, los conceptos coño, nabo, polla, mamada comida de coño, cambian sin darnos siquiera cuenta, se convierten en algo menos prosaico, más ¿romántico? No lo sé. Ignoro donde me hubieran llevado estas elucubraciones, pues terminé dando una cabezada.

En algún momento del principio de la tarde, Herminia me despertó para decirme que se iba a su piso para darse una ducha, pero le pedí que lo hiciera allí, mejor aún, podíamos estrenar el jacuzzi los dos juntos.

  • Nunca he hecho el amor en un jacuzzi. – dijo, y con una sonrisa pícara, añadió –Ya sabes como acabará ¿verdad?

  • ¿Te importa?

  • ¡Nada!

Allí estuvimos casi una hora y acabó como se esperaba.

Una vez secos volvimos al dormitorio.

  • Te voy a mostrar una cosa, ven.

Toqué un adorno de una librería y un panel de la pared se desplazó unos centímetros hacia adentro y luego se desplazó lateralmente hasta quedar oculto, cuando el panel se detuvo se iluminó un pasadizo que parecía no parecía llegar a ningún sitio. Hice que me siguiera y al llegar casi al final del pasadizo, hallamos una palanca que hice girar, con lo cual otro panel se movió del mismo modo que el anterior mostrando un pequeño espacio con lo que parecía otra puerta a unos 50 centímetros de la que acabábamos de abrir, la empujé y entramos. Herminia me miraba con los ojos como platos, acababa de darse cuenta de que estábamos en el dormitorio que ella había elegido como suyo. Le expliqué cual había sido la idea original del propietario anterior y que yo me había planteado llevarla acabo en un futuro. Le conté que todas las habitaciones estaban conectadas a ese pasadizo.

  • Pero ahora se le puede dar otra utilidad. Si alguna vez tu cuerpo, y uso tus propias palabras, echan de menos alguna parte de la mía, no tienes más que hacer el camino inverso. Me miró y me besó.

  • ¿Siempre que te necesite?

  • Siempre que me necesites

  • ¿A cualquier hora?

  • Del día y de la noche.

  • ¿Y tú harás lo mismo?

  • Si tu lo quieres así, sí

Y en ese momento sonó mi teléfono. Era FH. Descolgué.

  • Hola, dime.

  • Acabo de recibir la llamada de la persona que se ha encargado del asunto de tu empleada. Es un tema resuelto. Ha firmado la petición de separación y divorcio. La presentaremos ambas cuando proceda. Se le ha convencido que le conviene volver a su país, no tiene empleo ni intención de buscarlo, tenemos fotos y vídeos en los que se le ve embriagándose junto a su hijo, el cual trapichea con hierbas, además no están nacionalizados, al contrario que su esposa que consiguió la nacionalidad hace años, su hija no tiene problemas con eso, pues nació aquí y su madre la registró aquí, no en la Embajada. Le hemos prometido ayuda para el viaje de vuelta, pero no es preciso ser demasiado generosos. También se le ha avisado de que cualquier intento de volver aquí le iría muy mal. El hijo se acobardó enseguida cuando vio los videos con sus trapicheo, quiere irse cuanto antes. Sería conveniente que la madre y la hija no aparezcan por allí de momento y si lo hacen, que vayan acompañadas. Ya he hablado con la agencia, ellos se encargarían de la seguridad de ambas cuando tu o ella lo requiráis.

Otra cosa, MG, el abogado de tu ex se pondrá en contacto contigo. Ha leído los documentos del estado de las empresas y quiere plantearte algo.

  • Muy bien. Gracias. Te mantendré informado de cualquier novedad.

Miré a Herminia y le dije que parte de sus problemas se estaban resolviendo, que su marido y su hijo volverían a su país y que ella y su hija podían ocupar esa parte de la casa ese mismo día si querían, que de ninguna manera se acercaran a su domicilio sin avisarme antes. Creo que fue alivio lo que vi en su cara. Luego supe porqué.

Pero sería otra historia que no tiene razón de ser aquí.