Tribulaciones de un ciudadano normal 2

Le cuento a mi hermana mi primera experiencia con el sexo anal con una compañera de estudios

2.- TOÑI, LA VIRGEN.

Yo vivía en un piso alquilado en una zona céntrica de la ciudad muy cerca de donde solía concentrarse la población estudiantil en sus ratos de ocio. Vivía solo, mi padre prefirió que fuera así en aras de mi aprovechamiento académico y la verdad es que, aunque me permitía ciertas libertades, mis padres no podían quejarse demasiado de mis resultados.

Solíamos reunirnos en un bar que contaba, además del bar en sí, con un amplio patio ajardinado. Este patio, que me recordaba bastante al claustro de un convento, contaba con otra pequeña barra y una iluminación tenue que invitaba y facilitaba la intimidad de las numerosas parejas de estudiantes que por allí pululaban. El encargado de la barra ejercía también de DJ, si bien esa función se limitaba a poner o cambiar cintas de casete que el mismo preparaba y grababa con música siempre muy suave que invitaba al baile, invitación que siempre era aceptada por algunas parejas.

Aquel día yo había quedado para vernos en aquel bar con Toñi, una compañera de curso. Hablábamos y comentábamos temas relacionados con la carrera que habíamos iniciado y con lo que se oía por el campus. Cuando ya habíamos terminado ese recorrido de chismes y habladurías nos levantamos a bailar, no era la primera vez que lo hacíamos y siempre nos apretábamos bastante pero nunca pasó de ahí. Aquella tarde, sin embargo, la cosa no iba como siempre, pues debido, quizás, a la proximidad del fin del curso y la cercanía de las vacaciones, estábamos más relajados; la suave música y los cadenciosos movimientos de la cadera de Toñi fueron subiendo mi temperatura concentrando toda su energía en mi bajo vientre, circunstancia que Toñi no tuvo por menos que notar y que, lejos de incomodarla, provocó que su cuerpo se apretara aún más al mío.

Ella tenía sus brazos rodeando mi cuello, cruzados en mi nuca, yo rodeaba su cintura atrayéndola hacia mí, su pubis, ya sin disimulo, se restregaba contra mi polla, cruelmente encarcelada en mi calzoncillo a punto de reventar. Toñi jadeaba suavemente, su cara pegada a la mía, yo mordisqueaba con suavidad el lóbulo de su oreja y besaba su cuello mientras ella aceleraba el movimiento de su vientre. Mis manos ya se habían apoderado de sus glúteos y los amasaban impacientes. Le susurré si quería que fuéramos a mi piso, su repuesta fue apretarse más y devolverme los besos, después me susurró que sí, que quería estar conmigo, en mi casa e incluso en mi cama, pero que no se veía capaz de follar conmigo, ni conmigo ni con nadie, aclaró. Con el calentón que yo llevaba eso me pareció un problema a solucionar sobre la marcha, así que le dije que no iba a obligarla a hacer nada que no quisiera hacer, que me conformaba con acariciarla, que me acariciara... y que se restregara igual que lo estaba haciendo, aunque mejor sin ropa. Me besó apasionadamente, fue un beso profundo que me dejó sin respiración, y dijo "Vamos"

Al llegar al piso fuimos directamente a mi habitación y nos desvestimos con celeridad. Para que no le cupiera duda de que no iba forzarla, me tumbé boca arriba para que ella decidiera que hacer.

Toñi estaba muy indecisa, no sabía muy bien como empezar, finalmente, agarró mi polla con una mano mientras con la otra acariciaba y apretaba con suavidad mis testículos sin apartar la mirada de sus manos, su cara, aunque tranquila, mostraba un leve sonrojo y entre sus labios entreabiertos aparecía la punta de su lengua. Su indecisión no duró mucho pues de pronto y con cierta brusquedad se sentó a horcajadas sobre mis piernas y fue buscando acomodo de forma que los labios de su coño quedaran sobre mi polla buscando abrazarla, sentí su humedad y eso me enardeció aún más de lo que ya estaba, comenzó un lento vaivén deslizándose sobre mi miembro, y al primer movimiento de su culo hacia atrás arrastró mi prepucio liberando mi glande hipersensibilizado. Poco a poco fue encontrando el ritmo que quería, así como el recorrido que su coño anhelaba, consiguiendo que su clítoris acabara tropezando con mi glande. Mientras ella iba poco a poco acelerando su ritmo, yo acariciaba sus pechos y lamía sus pezones de modo que no tardó mucho en alcanzar un placentero orgasmo durante el cual se derrumbó sobre mí sin dejar de restregar su coño en mi nabo consiguiendo así que yo terminara corriéndome; conseguí sin embargo alejarme de su vagina y eyacular en su culo, ya que tuve presente el pánico que tenía a quedar embarazada y pensé que el hecho de tener el semen un poco más lejos de su coño la tranquilizaría. Mi eyaculación puso una lubricación adicional que Toñi agradeció añadiendo nuevos movimientos a su recorrido de modo que en uno de ellos mi polla fue a dar justo en la entrada de su ano, debió gustarle porque ahora llevó su mano hasta mi polla y, mientras la mantenia sujeta, deslizaba su culo verticalmente a lo largo de ella. volvió a excitarse y le dio a su movimiento un nuevo impulso y velocidad de forma que mi polla casi se mete en su culo, pero no le importó, parecía que la virginidad de su ano era algo que no valoraba en demasía. se detuvo de pronto, se inclinó, se echó de nuevo sobre mí y besándome ansiosamente, llevó mis manos a su culo demandando caricias que yo no iba a negarle, mis manos recorrían su cuerpo para finalmente dedicarse de lleno a su culo, de vez en cuando mis dedos tocaban y acariciaban su ano, cosa que era recibida con suspiros más profundos, probé a introducir un dedo, ella agarro mi mano dándole un lento movimiento que introducía mi dedo un par de centímetros y lo volvía a sacar, así varias veces, después la soltó, como indicándome que ya me había dicho lo que quería, y se lo di, seguí con el lento mete saca de mi dedo en su ano colaborando ella con el movimiento de su cuerpo al tiempo que sus labios encontraban placer succionando mis pezones. Nunca imaginé que una mujer hallara placer en eso y menos que un hombre también lo hiciera, me excitó tanto que agarré mi polla, apunté a su ano y me introduje en ella solo un poco, esta acción provocó un gemido de placer en ella seguido de varios pequeños empujones de su trasero a fin de apoderarse de mi polla un poco más con cada intento. Aunque muy lubricado gracias a mi semen y a sus propios fluidos que habían sido llevados hasta allí merced a sus vaivenes y restriegos, me sorprendió la relativa facilidad con que mi polla tomo posesión de su culo y el aparente poco dolor que esto le produjo, bien al contrario, sus jadeos y gemidos en un principio ahogados y retenidos se convirtieron en un torrente que delataban el enorme placer que estaba sintiendo, le pedí que se echara sobre mí y me permitiera marcar el ritmo, pues quería alargar el momento todo lo posible ya que esta era una experiencia nueva para mí, si bien en ese momento me pareció que no tanto para ella, luego supe que no, que aunque no había podido desvirgar su coño, si lo había hecho con su culo, para los dos el sexo anal resulto ser una nueva experiencia, ¡y que experiencia! Marqué un ritmo muy lento, sacaba mi miembro y volvía a introducirlo con cruel parsimonia, Toñi, mientras tanto me besaba apasionadamente hasta que en un momento quiso que acelerara: “¡Más deprisa, más deprisa!” me pedía casi en un grito, lo hice y, casi al unísono, llegamos a un orgasmo como nunca había sentido, el suyo fue largo, con grandes picos y serenos valles que parecían relajarla para, en un momento, remontar de nuevo. El mío fue como una descarga eléctrica que recorrió mi columna desde el cerebro hasta los testículos, provocando una descarga de semen que nunca pensé capaz de producir.

Quedamos exhaustos, ella encima de mí, semidormida y yo dentro de ella, los dos sin fuerzas aunque ambos intentábamos hacer pequeños movimientos que nos proporcionaran más placer. Estuvimos abrazos durante algún tiempo, sumidos ese un agradable duermevela que sucede a una placentera actividad sexual y tras un espacio de tiempo que no puedo precisar, se levantó, cogió su bolso y se fue al baño, volvió al cabo de unos minutos, se tumbó a mi lado y abrazándome, comenzó a besarme los labios con suaves y cortos besos, luego una de sus manos se apoderó de mi polla y me masturbó muy lentamente, toda su timidez anterior había desaparecido, mi excitación y deseo reaparecieron y besé sus pechos, lamí y mamé sus pezones deliciosos y duros como garbanzos, fui bajando por su vientre sin dejar de besarla y ella, intuyendo mi evidente intención, giró su cuerpo hasta quedar boca arriba, doblo las rodillas y separó sus piernas en una invitación que acepté de inmediato, mi boca y mi lengua comenzaron su trabajo con avidez mientras el cuerpo de Toñi se tensaba y su culo se elevaba buscando un contacto más firme con mi boca, coloque mis manos bajo su culo para ayudarla en ese esfuerzo y sus movimientos se aceleraban por momento, liberé mi mano derecha e introduje el dedo corazón en su boca, ya húmedo lo llevé hasta su ano y la penetré, como venía ocurriendo, no tardó en correrse. unos pocos minutos después, muy pocos, se giró hacia la mesilla de noche, tomó un pequeño tubo de crema de manos y tomando un poco de esa crema engrasó mi pene con gran deleite para mí, hecho lo cual me dijo casi en un susurro:

  • Ahora tengo muchas ganas de que me la metas, pero quiero ponerme de otra manera - y me pasó el tubo de crema.

  • ¿Como lo quieres hacer?

  • Quiero ponerme a cuatro patas, mirando a Cuenca. ¿No se dice así?

Y se colocó en esa postura apoyándose en la almohada, yo engrasé con abundancia su ano y la penetré con estudiada lentitud, como ya sabía que le gustaba. Esta vez dejó que la penetración fuera lenta y larga, su placer era evidente e iba en aumento con cada embestida.

¡Oh, Dios, ¡que delicia! ¡Dios mío, que gusto, que delicia!

No paraba de repetirlo y mí me enardecía más y más. Tuvo uno de sus largos orgasmos que ya me resultaban familiares y me pidió que me corriera, así que aceleré mis embestidas y le proporcioné una corrida larga y potente tras la cual, derrumbado sobre su espalda, le comenté:

-Pero que conste que Cuenca no está en esa dirección, vas un poco desorientada.

Estuvimos un buen rato en que no podíamos dejar de reír. Fue un buen colofón.

Decidimos ir cada uno a su casa a fin de preparar el examen del lunes y quedamos para la tarde del día siguiente.