Tribulaciones de un ciudadano normal 10

"La venganza es mía, dice el Señor" Pero ¿que tal si le echamos una manita?

10.- El Desquite. Andante piano ma non troppo.

No tardé mucho en recibir la llamada de MG. Me comunicó que había recibido los documentos, que se los había traído Hortensia personalmente con el encargo de acelerar todo el proceso y terminar cuanto antes. Le pregunté si había comprobado que era el mismo que se le había sustraído a Mario, soltó una risita y me contestó que por eso no me tenía que preocupar, no iba a quedar ningún cabo suelto y yo insistí preguntando que cómo podía estar tan seguro, la necesidad aguza el ingenio, me dijo, y mejor que no preguntara, que yo tenía mis medios y él los suyos, y en el improbable caso de que algo se torciera, la ignorancia sería mi mejor defensa. Pero me mataba la curiosidad. Sin embargo, recordé un antiguo refrán que escuché a una anciana, hace mucho tiempo, durante una de las vacaciones en el pueblo, cuando todavía era un niño: “No preguntes por saber, el tiempo te lo dirá”. Y así fue, algunos años más tarde el mismo MG me contó su historia:

  • Gracias a los vídeos y las transcripciones de los seguimientos que se le habían hecho, me dí cuenta de que Hortensia y Mario tenían una rutina con muy pocas variaciones, por no decir ninguna. Mario no se apartaba de su portátil más que cuando ambos se metían en el dormitorio de Hortensia, y cuando lo hacían, se encerraban a cal y canto con la intención, fallida por cierto, de que nadie escuchara nada de lo que ocurría en su interior. Allí permanecían nunca menos de una hora, más dependiendo de la agenda de él. Hacerse con esa agenda no fue muy difícil, así que teníamos controlado sus horarios. Conseguir que la chica que sustituyó a Herminia colaborase sólo fue cuestión de dinero. Ella nos tenía que avisar un día que nosotros sabíamos que la visita al dormitorio se iba a prolongar porque así lo deducíamos de su agenda. Ese día llegó y una persona fue a la casa disfrazado de operario para destacar alguna tubería, fue al portátil de Mario, lo desconectó de Internet, se fijó en la fecha de creación o modificación del archivo en cuestión, cambió la fecha y hora del portátil, descargó el archivo modificado de la memoria flash al portátil sustituyendo al que conocemos, volvió a poner la fecha correcta, activó el wi-fi, dio a la chica el dinero que se había concertado y se fue de la casa. Se hizo así por el menos que improbable caso de que Mario se llegara a fijar en la fecha que marcan todos los archivos y ficheros. Todo eso en menos de lo que se tarda en contarlo. Después de que tú te entrevistaras con Hortensia, supongo que llamó a Mario y le dijo que todo estaba en marcha, que este le imprimió el documento sin más y se lo entregó y ella me lo pasó a mí. Yo, según sus planes, ignoraba lo que se traían entre manos, por tanto, le mandé un mail, como abogado tuyo que era, adjuntando dicho documento una vez escaneado, cosa que hice esmerándome en que fuera muy evidente, pero él, como vimos más tarde, no se preocupó de leerlo.

Vuelvo al hilo de la historia. Mario me llamó, haciéndose el indignado porque yo había tomado decisiones sin consultar con él, para comunicarme que había recibido un documento de MG en nombre de Hortensia, afortunadamente, todavía faltaba mi firma y, a primera vista no había ningún problema, pero me agradecería que la próxima vez le consultara antes de hacer una cosa así. En resumen, que no se había dignado a echar un vistazo al mail de MG. Su prepotencia estaba cavando su tumba profesional y forjando las rejas de su celda. Le rogué que me perdonara y que concertara la reunión de la firma. Todavía en su papel de agraviado, me dijo que en realidad su presencia no era necesaria, así que si yo se lo permitía, no asistiría a la reunión. Me lo imagino con el culo prieto temiendo que yo accediera y le permitiese no asistir, ya que suponíamos que su papel sería el de distraerme con su cháchara y firmara sin leer. Yo insistí en que lo necesitaba allí en calidad de testigo. El suspiro de alivio fue casi audible. Me dijo que concertaría la reunión para la semana siguiente, que ya me avisaría del día y la hora. Insistí en que la reunión se debía de celebrar en mi despacho, habida cuenta de que era mi dinero el que se jugaba. No habría problema, o eso, creía él.

El día concertado estábamos en mi despacho los cuatro, Hortensia y su abogado, mi abogado y yo. Después de los saludos de rigor, MG indicó que para acelerar la cosa obviáramos la lectura del documento por lo farragoso que era, total, ambos abogados lo habían leído y él creía que era una pérdida de tiempo el volver a leerlo. Yo tenía los papeles en la mano, como si estuviera dispuesto a leerlos. Miré a Mario como pidiéndole consejo y él me hizo un gesto negativo y displicente con la cabeza. Hortensia no podía disimular su nerviosismo. La miré y se lo comenté, le dije que o estaba muy nerviosa o muy emocionada y ella aseguró que las dos cosas. Dije que vale, que donde tengo que firmar, MG me indicó donde, firme el documento y la copia, MG se hizo cargo de ambos documentos añadiendo que nos los haría llegar una vez terminado los trámites legales. Y dimos la reunión por terminada. La trampa se había cerrado. Y todo, siguiendo mis instrucciones, se había grabado.

Quince días después se convocó una reunión en la sede de mis antiguas empresas, en dicha convocatoria estaban incluidos todos los jefes de cada sección. El día de la reunión, cuando llegaron los asistentes, yo ya estaba sentado en la presidencia de la mesa. Se había preparado un proyector de transparencias y un pc conectado a otro proyector, en el lado opuesto al ocupado por mí se había desplegado una pantalla de proyección. Sobre la mesa, delante de los lugares que debían ocupar los asistentes, había una pila de documentos. No en todos los lugares. Fueron llegando y ocupando los lugares asignados. Me miraban con extrañeza al ver el lugar que ocupaba, pero nadie comentó nada, dieron por supuesto que, como nuevo socio, se había tenido un detalle de cortesía conmigo. Cuando todos estuvimos en los lugares correspondientes, tomé la palabra:

  • Buenos días. No me voy a presentar, todos me conocéis. La reunión de hoy tiene por objeto comunicar como va funcionar la empresa…

  • Perdona, Javier, --me cortó Mario, con su sonrisa autosuficiente y disfrutando del supuesto planchazo que me iban a dar. La misma sonrisa la vi en algunas caras más.-- creo que te estás tomando unas atribuciones que no te corresponden.

Ahora había otras ojos que lo miraban atónitos. Eran los que habían leído los documentos.

  • ¿Perdón? No te entiendo, Mario. ¿Te puedes explicar?

  • Bueno, está claro, lo que habías empezado a explicar le corresponde hacerlo a la persona que tienes sentada a tu izquierda. --dijo Mario, señalando a Hortensia. --Quizás su abogado te lo pueda explicar mejor.

MG se levantó, tomo el documento que habíamos firmado hacía pocos días y dirigiéndose a los reunidos dijo:

  • Si leen la página 10 del documento marcado con una pegatina con el nº 1, – dio tiempo para que todos buscaran la página-- podrán leer que…

  • Perdón, yo no tengo ningún documento, alguien ha metido la pata, supongo.

El que hablaba era el responsable de Contabilidad. Entonces intervine yo.

  • Bueno, sí. Aquellos a los que no se les ha dado los documentos es porque ya no formarán parte del organigrama de esta Empresa.

  • ¿Que significa eso?

  • Significa que están despedidos. Y ahora vean lo que voy a mostrales --dije poniendo una transparencia en el visor. --Lo que aquí ven es una copia de la página 10 del citado documento del que hablaba MG, en virtud del cual paso a ser el propietario de estas empresas después de haber pagado a la anterior propietaria, mediante cheque bancario entregado a su abogado, la cantidad que aquí se especifica.

Hortensia estaba al borde del desmayo.

  • ¡Pero yo… yo… yo no he firmado eso! Ese documento es falso.

Y volvió a intervenir MG.

  • ¿Puedes apagar el proyector de transparencia, Javier, por favor?

Lo hice y él desde su ordenador conectado a otro proyector, puso en la pantalla una imagen de su correo enviado.

  • Esto –dijo,sacando un sobre.-- es el documento que tú me entregaste, Hortensia. --Lo abrió y extrajo unos papeles.-- Como puedes ver, lleva tu firma. Yo lo leí, lo escaneé y, tal como tu me dijiste que hiciera, lo envíe por mail a Mario.

Y con un puntero láser señalaba un correo. Lo abrió.

  • Aquí puede verse el destinatario, aquí quién lo envía, el texto, y aquí el archivo adjunto. --Lo abrió y se pudo pudo ver claramente escaneado el mismo documento que él tenía en las manos, solo que firmado únicamente por Hortensia. --Es de suponer que tú, Hortensia, sabías que era lo que me entregabas. Y tu, Mario, también, porque te lo mandé por mail, por eso me ha sorprendido tu comentario sobre las atribuciones que, según tú, se tomaba Javier.

Hortensia, muy pálida, es de suponer que se debatía entre decir que se había limitado a entregar un documento que le había entregado el abogado de la otra parte, con lo cual quedaba como una idiota o saltar sobre Mario. Optó por no contestar.

  • Aunque carece de importancia, quiero que veamos un video que registraron las cámaras puestas al efecto para que quede constancia de las reuniones que se celebran para luego pasarlas al acta.

Y puse el video donde se aceptaba no leer los documentos dando por sentado que todo el mundo se los había leído.

En ese momento entraron en la sala FH y uno de su hijos.

  • Les presento a FH, le acompaña su hijo, ambos son abogados. Desde hoy su bufete se encargará de los asuntos legales de las empresas y de los míos personales. Por cierto, Mario, tus servicios ya no serán necesarios.

Se levantó rojo de ira he hizo el amago de marcharse, pero FH le puso una mano en el hombro y lo retuvo en su asiento.

  • Espera, Mario, porque lo que voy a decir te interesa.

Y dirigiéndose a los reunidos, comenzó a hablar.

  • Tenemos en nuestro poder ciertos documentos que demuestran la existencia de un plan para descapitalizar esta empresa, la existencia de una doble contabilidad para demostrar la falta de ingresos, así como la desaparición continuada y sistemática de dinero, el cual ha terminado en cuentas de Andorra y Gibraltar. La Justicia española solicitó y consiguió el bloqueo de esas cuentas. Hay acusaciones de fraude y desfalco, alteración y falsificación de documentos contables y facturas y otras más, contra los responsables de las áreas de Contabilidad y de Facturación y Cobros. Contra Mario, aquí presente, se han presentado varios cargos también. Mi hijo y dos agentes de seguridad, acompañarán sus despachos a las personas que indique para retirar, bajo la observación del abogado y los agentes, sus efectos personales. No podrán llevarse soporte digital de ningún tipo, todo eso se estudiará y lo que sea de carácter personal, les será devuelto. Se hará un inventario de todo lo que retiren de los respectivos despachos. Pueden acompañar a los agentes los señores… --y nombró a los que correspondía. En cuanto a ti, Mario, la policía está en estos momentos haciendo un registro en tu despacho y en tu domicilio, y aquí tengo una orden judicial para que entregues tu ordenador al funcionario del Juzgado que espera fuera.

  • ¿Que está pasando, Mario, que coño está pasando? --gritaba Hortensia.

Y Mario, mortalmente pálido, la miró sin contestarle.

Yo me acerqué hasta él.

  • Hace tiempo que sabía que me la habías jugado abusando de nuestra supuesta amistad, te he ido dando carrete hasta tener todas las pruebas necesarias para joderte, Mario. No me voy a ensañar contigo, según lo que te caiga será suficiente para mí, pero hay otros perjudicados por tu juego y de esos no respondo, pero puedes esperar que cuando esto salga a la luz, te quedarán pocos amigos. No te bastaba lo que habías robado que tuviste que convencer a Hortensia para que ella a su vez me convenciera a mi para meter más dinero en esta empresa, que ayudaste a robarme, y así arramblar con todo, pensabas hacer con Hortensia lo mismo que hiciste conmigo. Eres un verdadero hijo de puta, Mario. En este proceso te has ganado un montón de enemigos. Te he ganado por la mano, Mario. El “pringado maridito” te ha jodido bien. ¿Lo podrás digerir, Mario, podrás hacerlo?. Puede que un día logre perdonaros, pero de momento ni lo voy a intentar. Hasta nunca, Mario. En la cárcel tendrás tiempo de recapacitar sobre quién es el pringado.

Al día siguiente Hortensia se presentó en mi casa. La esperaba y puse en guardia a Herminia. La esperaba no porque hubiese quedado con ella, no, sino porque no se iba a conformar, su mundo había sufrido un cataclismo, todo se hundía a su alrededor y querría saber como había sucedido. Y yo se lo iba a explicar. Llegó llena de rabia.

  • ¡Me has robado, hijo de puta, me los has robado todo con malas artes! ¡Eres… eres…!

  • Tranquilizate, Hortensia. No te he robado nada, he recuperado lo que era mío y que tu, confabulada con mi abogado, tu amante, me robasteis a mí. He pagado un buen dinero por las empresas y…

  • ¡Menos de la mitad de lo que valen! ¡Me has robado!

  • Te decía que he pagado un buen dinero por ella y he evitado que tu amante te despojara de todo. ¿No te enteraste de todo lo que se dijo ayer?

  • ¿De que estás hablando? Ayer se hablaron de muchas cosas y no entendía la mayoría de ellas, así que…

  • Mario te ha estado robando desde el principio, Hortensia. Te hacía creer que estabas perdiendo dinero con la escusa de la crisis, pero la realidad es que las empresas funcionaban bien. Tenía cómplices dentro, a los que pagaba para manipular facturas, la contabilidad. Su plan era apoderarse del dinero que yo ingresaría, a cambio de nada, Hortensia, a cambio de nada y tú lo sabías, y largarse dejándote tirada, a ti y a tu abogado, al que le tenía preparado un marrón de no te menees. Yo te he librado de la ruina y algo más. Los teníamos controlados a todos. Cualquier intento de mover de dinero se hubiera detenido al momento. Por eso ahora tienes un capital que no tendrías.

  • Pero no es lo que valen las empresas ¡me has robado!

  • No, Hortensia, tú me robaste a mí o fuiste cómplice de un robo. La compra de la constructora y la promotora te ha reportado un dinero que no te merecías, pero era el modo de recuperarlas legalmente. Podría haberlo hecho de otra manera y tu estarías en la misma situación que Mario, que acabará en prisión. También han presentado una denuncia ante el Colegio de Abogados y es casi seguro que lo expulsarán. No podrá volver a ejercer de abogado nunca. Deberías alegrarte de mis ganas de vengarme se hayan quedado solamente en eso y te haya librado de la que te venía encima.

Y fue ese el momento en que hizo su aparición Herminia, elegantemente vestida.

  • ¿Y esta que hace aquí? --me preguntó Hortensia. Pero antes de que yo contestara lo hizo Herminia.

  • “Esta” tiene un nombre, me llamo Herminia, por si lo has olvidado o lo has sabido alguna vez.

  • Herminia colabora conmigo en la administración de mi casa, es ¿como te diría? Sí, es mi ama de llaves. --añadí yo

  • ¿Tu ama de llaves? –preguntó riéndose.-- ¿Y que más?

  • Bueno, somos amantes, si te refieres a eso.

  • Pues sí que has acabado bajo para tener a… esta como amante.

  • Cuando hables refiriéndote a mí, Mírame a la cara, Hortensia.

  • Doña Lisbeth, para ti, Herminia –contestó sin mirarla.

  • ¡QUE ME MIRES A LA CARA, HORTENSIA! No tienes talla para exigir respeto, lo has perdido, lo perdiste hace mucho tiempo. Y el mio no lo has tenido nunca.

  • ¿Y se puede saber desde cuando sois amantes? ¿Lo erais ya cuando Javier vivía conmigo?

  • No, Hortensia, no, Javier es demasiado honrado para eso.

  • ¿Y sabes que el honrado Javier estuvo en la cama conmigo hace muy poco tiempo?

  • ¡Por supuesto que lo sé!. Claro que lo sé, quise que me lo contara todo, y quise que me hiciera todo lo que te hizo a ti y yo quise hacerle todo lo que tú le hiciste cuando te comportabas como lo que eres, una zorra, sé que decías que no te te gustaba que te follaran por el culo y sé que esedía te corriste como lo que eres, una zorra, cuando Javier te lo folló. Pero ¿sabes que fue lo que más me gustó, Hortensia? Pues lo que más me gustó fue hacerle “el ascensor” ¿sabes de que te hablo, no? ¡Pero que cosas se te ocurren, Hortensia! ¡Tres veces me corrí, tres veces me corrí haciendo el ascensor con Javier! ¿A ti no te pasó, Hortensia? ¿No? ¡Que lástima, Hortensia!. No sabías lo que te ibas a perder cuando engañaste a Javier, pero ¿sabes que te digo, Hortensia? Te lo mereces, y a pesar de ese dinero que a él le ha parecido bien darte, serás una desgraciada toda tu vida. Te queda mucho por llorar, mucho, Hortensia.

  • ¡PUTA!¡PUTA!¡PUTA!¡PUTA! ¡PUTA! ¡PUTA!¡PUTA! ¡Eres una puta! ¡Una puta!

  • Lo que tú digas, Hortensia. Y ahora os dejo para que sigáis con vuestra reunión.

  • ¡La que se va soy yo! ¡Y que os den! ¡Iros a la mierda! ¡Los dos! ¡A la mierda!

  • ¿Sabes el camino, verdad?

Pero ya no contestó. Herminia y yo nos quedamos mirando.

  • ¡Que subidón! --dijo ella.

  • ¡Que pasada! – dije yo-- Me he puesto cachondo y todo.

  • ¡Que ganas tenía de decirle unas cuantas cosas a esa. Y ya está, ya me he desahogado! Y eso también me ha puesto cachonda a mí y ahora lo que necesito es que vayamos tu cama.

Y allá que nos fuimos. Nos desnudamos en menos de lo que se tarda en decirlo y una vez en la cama nos faltaban manos para tocarnos y acariciarnos. Yo ya iba con una idea fija metida en mi cabeza y me fui directo a su entrepierna, quería lamer y comerme aquel chochito y fui a apoderarme de su clítoris al que dediqué mas tiempo del que nunca le había dedicado, lo chupé, lamí y mamé como nunca lo había hecho y le provoqué una cadena de orgasmos largos y ruidosos, pero es que ella también estaba en estado de gracia, muy excitada, apretaba mi cara contra su sexo y sus gemidos y gritos de placer debían de oírse por toda la casa, pero ¿a quién le importaba eso? Cuando aparté mi cara de su sexo, fue ella la que se echó sobre mí, lamía mi cuerpo con la misma pasión que yo lo había hecho, hasta que llegó a mi pene, entonces pareció recobrar la calma de repente, besaba con una suavidad pasmosa el glande, lo lamia y lo besaba. Así fue durante unos minutos maravillosos en los que aguanté milagrosamente, cuando comenzó la mamada propiamente dicha lo hizo con la misma lentitud y parsimonia que tanto me hacía sufrir y que tanto me gustaba, y no paró cuando la avisé de mi eminente orgasmo, se limitó a dar un poco más de ritmo a sus movimientos provocando mi eyaculación, que quedó en su boca, era la primera vez que lo hacía y lo hizo sin el menor asomo de asco, como lo mas natural de mundo, pero no se detuvo, siguió con su mamada hasta que estuvo segura de que la dureza de mi pene se iba a mantener, entonces se incorporó, me miró con excitación y sonrisa pícara y me dijo

  • Ahora quiero conseguir los tres orgasmos que me inventé para Hortensia.

Se puso en cuclillas y me dijo – A ver si consigo el mismo estilo que Hortensia.

  • Si vas a tener el mismo estilo que ella, vale más que lo dejes. Tu estilo me gusta más y mejor que te des prisa porque no aguantaré mucho. --le dije.

No se dio prisa y yo aguanté como pude confiando en la facilidad de Herminia para correrse.

Las ganas que yo tenía de colaborar sincronizando la bajada de ella con una subida miá tuve que olvidarla por prohibición expresa de Herminia expresado en un ”tu no te muevas”. No podría jurar que ella obtuvo los tres orgasmos, cuando fui consciente de mi mismo estaba derrumbada sobre mí, yo agarraba su culo (es mi acto recurrente) y la besaba en el cuello. Respiraba pesadamente y parecía dormida, pero no lo estaba, porque con un hilo de voz consiguió decirme que teníamos que probar de hacerlo con su colita, yo solo conseguí emitir un ruidito que, pensándolo bien, ni afirmaba ni negaba. Seguir el ritmo sexual de Herminia era agotador, pero sabía compensarlo con creces. Aguantaré mientra pueda hacerlo, que la vida es corta.