Tres, un numero perfecto

Ayudar a una chica en apuros puede traer grandes satisfacciones

-¡No sabes las ganas que tengo guapa!- Exclamó mientras bajaba las maletas del auto. Llegamos al mediodía a la cabaña ubicada en Pichilemu que era propiedad de mi familia. Playa situada de 210 km. al sur de Santiago. Paraíso del Surf a nivel mundial. Habíamos planeado pasar unos días alejados de la ciudad. Era el refugio perfecto para desconectar de los ajetreados días de trabajo y relajarnos en todo el sentido de la palabra.

Tenía razón. Desde que bajamos del auto no pudimos contener las ganas y luego de  acomodar el equipaje en la habitación, Andrés me tomó por  la cintura  metiendo sus manos por debajo de mi polera masajeando mis pechos hasta exprimirlos.

-Es justo lo que necesito para relajarme. Ya sabes que tus tetas son mi fruta favorita – me susurro al oído – mientras soltaba el  cinturón de su pantalón y bajaba su cremallera.

No alcancéa zafarme de sus brazos cuando hizo volar mi ropa dejándome desnuda.

Podía sentir en mi espalda su aliento agitado mientras su pene buscaba el camino entre mis piernas intentando llegar a mi vagina.

Sin más que las ganas urgentes, de un salto brinqué sobre la mesa de diario hasta quedar a su altura con las piernas abiertas. La humedad y los fluidos brotaban de forma imparable. Su pene erecto y firme parecía luchar frente a mi vagina embistiéndome sin piedad intentando ganar lo más profundo de los caminos del placer.

Una y otra vez entraba y salía con fuerza de mi cuerpo mientras mis gemidos lo alentaban a que me diera más duro cuando sentí como explotaba inundando todos mis sentidos con su caliente y viscosa leche. Su pene se contraía expulsando en mi interior todo el deseo acumulado. Dejándome llevar por el calor de su excitación no pude evitar tener un intenso y prolongado orgasmo.

Después de una breve siesta nos duchamos y nos preparamos para salir a comer y beber unos tragos en algún bar del pueblo.

Pichilemu estaba al completo. Miles de jóvenes caminaban por las arenosas calles con sus tablas sobre los hombros buscando un lugar para dormir, descansar y comer. Y también para beber. El pueblo estaba en plena temporada de una de las fechas del campeonato mundial de Surf por tanto la oferta de hospedaje era prácticamente imposible. No cabía un alma más.

Era un bello paisaje multicolor y multicultural. Jóvenes de todos los rincones del mundo buscaban las mejores olas en  La Puntilla, El Infiernillo y Punta Lobos.

Caminamos bastante entre el gentío hasta que encontramos un  pequeño bar  donde no había más espacio que en la barra. Con mucho esfuerzo ocupamos uno de los estrechos taburetes y después de mucho esperar pedimos lo habitual.

Él una gran jarra de espumante cerveza y yo una copa de vino blanco.

Estábamos conversando y bebiendo cuando en eso irrumpe en el bar una chica rubia casi colorina que se ubica detrás y entre nosotros dos gritando a viva voz al camarero que atendía la barra.

-¡Oye tú, listen to me for a moment!, please - exclamaba tratando de hacerse escuchar entre el alegre bullicio de los presentes- ¡yes, tú! – señalando al chico que atendía la barra.

-Please, please, ¿Tu saber dormir tonight?- haciendo el gesto universal de dormir con sus dos manos.

-Caminar toda mañana. No encontrar nada, please- decía en tono suplicante

-No tengo idea donde puedas encontrar algo, lo siento - respondió el chico mientras llevaba con gran destreza nuestro sándwich a la barra.

Este campeonato había colapsado el sistema hotelero y había dejado sin habitaciones a muchas personas. Incluso el municipio había tenido que habilitar un camping en la playa para albergar a los cientos de chicos y chicas que pululaban por las calles buscando donde pasar la noche. Esto iba a durar hasta el  próximo fin de semana. Y las noches estaban bastante húmedas y frías.

-¡Shit!- exclamaba una y otra vez, mientras desesperada buscaba en su teléfono celular alguna dirección que la pudiera ayudar. – Nothing at all, not ven Airbnb - ¡Shit! ¡Quedar botada otra noche! ¡Ni en playa encontrar lugar!- manifestaba en un muy mal castellano.

Me mira como buscando complicidad a su problema y me dice – Llevar tres días sin baño.

¡I need a bath! – Tu saber algo, please – me pregunta angustiada a la pasada.

La quedé mirando por unos instantes hasta que finalmente le dije -¡Yo te puedo ayudar, tengo un lugar!- Le dije a viva voz. Andrès se sobresaltó y me miró incrédulo mientras me decía al oído con voz baja casi susurrando – ¡Pero Fabiola, como se te ocurre eso! -

-¡No es justo que duerma en la calle teniendo nosotros habitaciones de sobra- le contesté mientras vaciaba hasta la última gota de mi tercera copa de vino.

-Yo te puedo dar alojamiento y un buen baño con ducha por esta noche – le dije a la chica

Se volteó asombrada ante mi ofrecimiento y sin perder el tiempo tomó su mochila y sin más preámbulo me toma del brazo y me dice sonriente.

-¿Let´s go?-

Casi arrastrándome entre el gentío logramos salir del bar mientras Andrés caminaba detrás nuestro a paso lento con una sonrisa distinta.  Algo estaba pasando por su cabeza.

Camino al auto pudimos conversar un poco sobre nosotras en un espanglish bastante aceptable y divertido. Era evidente que había muy buena sintonía.

Elizabeth tenía treinta años. Una audaz y aventurera norteamericana que decidió a los veinticinco años ir a recorrer el mundo junto a su tabla. El surf era su vida y su pasión.

Era surfista y psicóloga de profesión.

De cabello rojizo, ojos color cielo y unas  marcadas pecas poblaban su nariz y mejillas.

No era de gran belleza, pero su estatura de casi 1, 75 cmt. hacía que no pasara desapercibida a los ojos de nadie. Porque la definición muscular a causa de la práctica de este deporte hacia qué  destacaran sus pronunciadas curvas. Como diría Andrés más adelante. Se transitaba bastante bien y sin peligro por esas voluptuosas sinuosidades.

Eran sus grandes pechos y su pronunciado culo que no dejaba indiferente a nadie. Y menos a mi compañero que la observaba disimuladamente babeando con los colmillos afilados.

El camino de vuelta hizo que al llegar a la cabaña  fuéramos  menos desconocidas y al bajar del auto Elizabeth toma del brazo a Andrés de la misma forma que lo hacía conmigo por el lado contrario.

-Thank you, thank you - repetía sin parar. -Deber agradecer simpatía ustedes - Y de manera inesperada lo besa en los labios.

No alcancé a reaccionar porque al segundo después hacía lo mismo conmigo. Me besaba en la boca.

Por unos instantes, ambos nos quedamos petrificados para luego estallar en carcajadas hasta llegar al umbral de la puerta. Entramos y nos acomodamos.

Una vez en la sala, cada uno se acomodó donde fuera su gusto.

Elizabeth descolgó su mochila viajera tendiendo su saco en el pequeño sillón mientras Andrés y yo ocupamos el sofá donde insistentemente sus manos traviesas  buscaban incansablemente mis entrepiernas.

No es necesario que duermas en el sillón - le dije quitando las manos a Andrés que trataba de hurguetear mi vagina –tenemos habitaciones de sobra.

-Thank you. Querer dar baño- nos dice riendo – ¡I smell like bullshit!-

-Por supuesto- le dije – segunda puerta a la derecha está el baño-

Mientras Elizabeth tomaba su baño, Andrés me dice mientras preparaba unos tragos.

-¿Qué onda esta, Fabiola?- No íbamos a pasar unos días solos, tranquilos y relajados. Vaya panorama.- termina por decir.

  • No seas así – le contesté – no viste que Elizabeth lo estaba pasando mal. Estaba realmente angustiada. Llevaba más de tres días durmiendo a la intemperie con los peligros que eso conlleva. Además un día que nos portemos bien – le guiño un ojo – no va a pasar nada. Un poco de empatía no te vendría nada de mal. Además en la tarde tuvimos un muy buen desahogo- terminé por decir riéndome.

Pasado unos minutos aparece Elizabeth en el salón con una polera suelta y unos pequeños short que resaltaba su trabajada y deportiva figura.  Cada paso que daba sus pechos bailaban de una lado para otro trasluciendo las puntas de sus pezones.

-¡Aquí estar, nueva! – nos dice riendo desde la entrada adoptando una pose de modelo.

-¿Quieres beber algo antes de que nos vayamos a dormir?- le pregunta Andrés

-¡Oh, yes!, ¡thank you! ¿Do you have beer? – pregunta Elizabeth

  • Eso es lo que menos falta en esta casa – le contesta Andrés pasándole una botella muy fría de cerveza.

Andrés bebió otra cerveza y yo iba por mi quinta copa de vino. Estaba risueña y alegre.

De pronto Elizabeth coge su celular y nos dice – Amigos, ¿they have where to connect bluetooth? – ¿Querer escuchar música ustedes?– nos dice mostrando la playlist de su spotify.

Andrés haciendo un gesto de resignación le señala el equipo y le da la clave de conexión.

Por mi parte las ganas de dormir estaban lejos de llegar. Me divertía la situación. Estaba disfrutando al máximo de nuestra extrovertida visita nocturna.

-¡Faltar ritmo aquí! - Subió el volumen de la música y se puso a bailar como si fuéramos sus mejores amigos de toda la vida.

Hacía rato que me había dado cuenta de que Andrés no dejaba de mirar los pechos de Elizabeth que mientras más se movía más llamaba su atención.

Entre baile y baile, Elizabeth me invita a que la acompañe  y ya con varias copas de vino en el cuerpo no resistí en lo más mínimo la invitación.

-¡Andrews faltar! ¡No vergüenza con nosotras! No resistas bailar - Mientras se acercaba para tomarlo de las manos y sacarlo a bailar  exclamé de forma espontánea.

-¡Lo que Andrés no resiste son tus tetas!,¡No ves cómo está embelesado mirándolas – terminé por decir muerta de la risa.

-¿That´s true?- Lo mira y le pregunta de forma insinuante. ¿Are you boobies do you like them? Y sin ningún pudor se quita la polera dejando a la vista de Andrés sus enormes pero bien formados pechos donde resaltaban unos rosados y duros pezones.

  • ¡Come, touch!- Le decía mientras lo alentaba a que los acariciase. – They ‘re soft -

Andrés buscaba con la mirada mi aprobación ante el caliente desafío que le proponían.  Lo miré indirectamente aprobando con una sonrisa a que cumpliera su deseo y posteriormente dije.

-¡Yo también puedo estar con las tetas al aire!-  grité en medio de la algarabía bajando los breteles dejando caer al piso mi ligero vestido.

Ambos se voltearon al ver que el juego ya estaba subiendo de tono. Elizabeth se acercó para acariciar mis pechos mientras me besaba.

-¡Oh my god my friend!-  ¡no querer elegir fuck tonight! – decía suspirando mientras lamía mis pezones.

Andrés se desnudó para seguir la fiesta y sentado en el sofá se comenzó a masturbar.

Era una postal inolvidable ver a aquel hombre lucir su pene duro y erecto cual trofeo entre sus manos.

Lo acariciaba lentamente de arriba abajo, abajo arriba como si quisiera detener en cada movimiento la explosión de placer que le provocaban estas dos mujeres.

-¡Más acción chicas!, esto está muy aburrido- gritaba Andrés - Denme más, Vamos ¡ Cual de las dos será la afortunada de chupar y beber hasta la última gota de mi leche.

Elizabeth y yo estábamos más preocupadas de no caer al piso mientras se sacaba su diminuto pantaloncillo para quedar ambas totalmente desnudas. Sus besos iban subiendo la temperatura  humedeciendo mis entrepiernas.

Ella se dio cuenta del detalle y curiosa mete sus dedos en mi vagina. Al sacarlos los llevó a su boca, lo saboreo y levantando los brazos gritó de forma destemplada y desaforada.

¡Let the party begin!

Y sin darme cuenta me tiró al piso comenzando a morderme los pezones mientras se montaba sobre mi cuerpo.

Frotaba fuertemente su vagina contra la mía  y sin querer empecé a gemir de placer.

Fue allí donde Elizabeth comenzó a acelerar el ritmo. Cuando su lengua estaba enredada con la mía me comenzaron a temblar las piernas deseando que no se detuviera.

No tardé en tener un violento y explosivo orgasmo. Aun gimiendo y jadeante la voltee, abrí sus piernas, hundí mi cabeza en su húmeda y resbalosa vagina donde empecé a lamer y succionar su clítoris hasta hacerla estallar de placer.

Andrés por su parte nos observaba divirtiéndose concentrado en nuestros juegos. Una y otra vez gemía  frotándose el pené que estaba a punto  de estallar. De pronto se levantó y dejó caer su caliente y viscoso semen sobre nosotras. Aproveché la oportunidad de coger su pene e introducirlo en mi boca para saborear y exprimir hasta su última gota. Era un placer y un vicio que no podía dejar pasar.

No pudimos evitar largarnos los tres a reír a carcajadas cuando Elizabeth agregó:

-Ésta siendo mejor manera bañar par de putas calientes-. ¡What a joy!-

Más relajados y desnudos tirados sobre la alfombra bebiendo cada uno un trago, Elizabeth se acerca a mi oído y me susurra:

-¿Por qué juntos no gozar todos?-

-¿Los tres?- contra pregunto envuelta en un fogoso deseo.

-¡Of course, all three together!- exclama – nada malo, muy bueno - just enjoy-   ¿cierto Andrews? Le pregunta mientras se monta sobre su cuerpo dispuesta a cabalgarlo.

Veía como el duro y erecto pene de Andrés penetraba esa húmeda y cobriza vagina. Elizabeth empezó a gemir y gritar mientras se balanceaba rítmicamente. Sin poder resistir ni decir palabra la comencé a acariciar por la espalda.

Recorrí mordiendo su cuello y con la punta de los dedos exprimí sus generosos y duros pezones, sacando gemidos de placer.

Andrés cada vez más agitado, hundía su boca en sus pechos mordiendo y succionando sus deliciosas tetas. De pronto se levanta súbitamente y voltea a Elizabeth dejando totalmente su hermoso culo expuesto frente a sus ojos.

-¡Ahora sí que comenzará la fiesta! – Exclamó Andrés y  mirando fijamente a Elizabeth le dice – I guess you understand what´s coming now. ¿Agree?- Ella asintió y cerró los ojos

Tomó acariciando sus caderas hasta que con sus dedos buscó la abundante humedad que manaba de su vagina y la deslizó hasta su ano preparándola para la embestida. Se colocó rápidamente un preservativo, ubicó su pene en la entrada y empezó a penetrar lentamente sacando gemidos que más que dolor eran de un genuino y desbocado placer.

Yo mientras tanto me puse frente a ella mordisqueándole las orejas y los labios cuando me dice – Tu colocarte aquí abriendo bien piernas – My tongue is an expert. Better than a penis- Y sin pensarlo abrí mis piernas y me ubique frente a su boca.

Comenzó a acariciarme los pechos sintiendo como la lengua de Elizabeth recorría mi clítoris tan suavemente que la marea de placer no tardó en llegar.

Con ambos índices entreabría mi vulva dándole mayor espacio a su lengua que jugueteaba entrando y penetrando levemente mi vagina.

Andrés por su parte podía ver con deleite como Elizabeth me devoraba sin control mientras su pene entraba y salía de su culo cada vez con más énfasis y frenesí.

Nosotras ya estábamos  en una dimensión distinta.

Me retorcía intentando no desfallecer ante un orgasmo inmediato. Quería disfrutar, gozar y sentir intensamente el momento. Además me recreaba y me excitaba ver como Andrés se follaba a Elizabeth. Era una experiencia lujuriosa, sensual y extremadamente caliente.

Disfrutar con una tercera de por medio era un acto que sin lugar a dudas sería inolvidable.

En un segundo Andrés gime profundamente exclamando - ¡Ya no puedo más, me voy a correr!

  • Yo tampoco aguanto mucho más le grito casi sin aliento – pero no te corras todavía, por favor – le terminé de decir casi en tono suplicante.

Elizabeth mientras tanto se retorcía sin control agitándose con las embestidas de Andrés y ante mis gemidos de placer aprisionó mi clítoris con sus labios y quedó inmóvil. De pronto empezó a tiritar espasmódica y descontroladamente. Había tenido uno de esos orgasmos que no se olvidan jamás en la vida.

-¡Ahora!- le grito a Andrés. -Córrete con toda tu alma - . Se saca el preservativo y coloca su pene en mi boca donde empiezo a chupar y succionar hasta que eyacula con fuerza todo el placer reprimido. Su semen rebasaba mi boca escurriéndose entre mis labios. No me gustaba perder ni una gota de ese delicioso manjar.

Luego de la tormenta literalmente llega la calma.

Quedamos rendidos y agitados ante la intensa orgia vivida hace unos instantes.

Elizabeth se acomodó sobre el hombro izquierdo mientras yo tomaba mi lugar acostumbrado. Su hombro derecho. Los tres nos abrazamos y nos dormimos profundamente.

Pasado el mediodía logramos entreabrir los ojos y buscamos a Elizabeth con la mirada. Ya no estaba. Se había marchado temprano a perseguir las olas.

Dejó una nota sobre el hombro de Andrés que decía:

-For the greatest fuck of my life-.

-Thank Friends-.

-With love-

Elizabeth.