Tres tipos gordos, negros y feos me violaron...

Fui a un centro de estética a hacerme una depilación y los cuatro negros sucios me clavaron por la concha.

Buenas. Me llamo Antonela y lo que les voy a contar pasó anteayer.  Tengo 20 años, mido 1.68 cm, delgada con linda cola, pelo castaño claro y ojos marrones. Soy argentina.

Yo siempre iba a cortarme el cabello y hacerme manicuría a una peluquería no muy lejos de casa. Las señoras de la peluquería ya eran conocidas mías así que entablaba conversación cada vez que iba. Uno de esos días, después de mi corte y baño de crema, me ofrecieron una promoción especial. Con el próximo baño de crema, la depilación era gratuita.

Ese día iba apurada así que guardé el papel de la promoción y me fui. Dos semanas después, Una amiga me ofreció ir a la pileta por la tarde, yo acepté de buena gana, pero luego pensé que debía depilarme si quería ir bien fresca. Mis piernas estaban bien depiladitas, así que no necesité depilarme allí, pero luego pensé que mi pubis estaba sin depilar. No era muy peluda, pero eran poquitos y fastidiosos. En realidad mi peil es muy delicada, blanca y suave. De todos modos prefrí utilizar ese vale por la depilación. Eran las 13:00 horas, así que me apuré para llegar a la peluquería antes que cerrara. Me puse una remerita rosa sin corpiñito, una pollerita de jean y una tanguita blanca.

Salí de casa y fui caminando rápido hasta la peluquería. Mis piernas llegaban a frotar mis labios vaginales suavecitos...

Finalmente llegué, no habían bajado la persiana pero la puerta estaba cerrada. Yo no quería quedarme sin depilar así que me decidí a tocar la puerta de vidrio, aunque ese fuera el peor error de mi vida.

Cuando golpeé, un hombre de más de cuarenta años me abrió la puerta. Era muy gordo y morocho. Bastante feo. Era el marido de la peluquera, había visto varias fotos de él. Cuando abrió la puerta, se quedó mirándoe fijo a mis tetas. Yo intenté no hacerle caso y entré. Al entrar había otros dos hombres, igual de gordos y morochos. A los otros dos no los conocía, pero también se quedaron mirando diferentes partes de mi cuerpo. Uno miró mis piernas, y el segundo vio directo a mi vagina. Esa pollerita era bastante cortita, e intentaban adivinar qué tenía debajo. El aire acondicionado estaba muy fuerte, y noté como mis pezoncitos se erizaban. Los negros feos esos también lo notaron, y se quedaron prendidos mirando mi cuerpito. Finalmente el que me abrió la puerta se dignó a emitir palabra.

-Qué necesitás linda?

-Tengo un vale para una depilación, pero si no hay nadie me voy- ya estaba nerviosa y queríua salir de ahí, pero el negro puso su mano tapando la puerta y no me dejó ir...

-Mi señora fue a comprar para tomar, ahora vuelve, si querés esperala en uno de los gabinetes.

Yo lamentablemente creí en eso y me dirigí -moviendo el culito- a uno de los gabinetes. Me senté en la camilla a esperar que llegara Rosa, pero de repente empecé a oír voces, risas y finalmente la persiana que se bajó violentamente. Al escuchar eso, salté de la camilla a ver qué pasaba, pero una mano me empujó hacia adentro.

-A donde vas mi amor?? A dónde vas??

-Me tengo que ir, chau...

-Vos no te vas nada. Ahora nos vas a chupar la pija a los tres y te vamos a hacer la cola.

Yo empecé a gritar, pero el villero me dio un cachetazo y me empujó.

-Callate porque te cortamos todo el pelo, te dejamos pelada.

Yo me horroricé, no sabía qué hacer. En ese momento lo comprendí: esos gordos sucios me iban a violar.

El negro me levantó "a cococho". Eso significa que me alzó de manera que yo quedé con una pierna de cada lado de él. Era tan gordo que mis piernas quedaron súper abiertas y co la concha apoyada en su panzota.

Yo comencé a llorar y a rogar que no me violaran.

-Haré lo que quieran, no me violen por favor.

El negro me depositó sobre la camilla y me abrió las piernas. Empezó a frotar su cara gorda y negra contra mi raja. Me sentía de lo peor, no quería que me violaran, rogaba que no me penetraran. No quería que mi rajita sea atravesada por el pedazo negro y sucio de los gordos esos.  El negro se hartó y cortó mi tanguita con una tijera. Con mi concha al aire, me la observó y se empezó a reír.

-Que selva que tenés acá- El negro jugaba con mis vellitos púbicos. Me hacía daño, pero yo no podía hacer nada, solo llorar...

De repente los oto dos negros entraron uno a uno completamente desnudos. Llegaron gritandome que era una putita y que me iban a hacer la concha.

Me bajaron de la camilla y me arrancaron la ropa. Quedé desnuda delante de ellos. Uno me sujetó por atrás, el otro manoseaba mis tetas y el tercero, arrodillado, me abría las piernas y lamía mi vagina. Su lengua sarnosa saboreaba mi clítoris.

-Que conchita mi amor- te la voy a gastar con la lengua. Qué puta

-Basta negro puto, dejame tranquila

-Negro puto? Ahora vas a ver si soy puto.

Dos tipos me agarraron y me levantaron en el aire, el tercero puso mis piernas a su alrededor, y tras inmovilizarme, acomodó su vergota en la entrada de mi vaginita. De un empujón me rellenó toda. Yo no paraba de gritar, y los negros metieron mi tanguita en mi boca para que me callara. El negro metía y sacaba su sucia verga de mi cueva, y me dolía. Pronto sentí que su pedazo estaba más duro, grueso y venoso, finalmente una picazón y sí, una explosión orgásmica. Su leche me llenó toda, fue horible. Los tipos se morían de risa, y me tiraron al suelo...

-Jajajja le rompiste la cageta

-La tiene re suavecita

-Ahora me toca a mí- dicho esto, me agarró y me puso en cuatro patas, ahí sí, el negro me atravesó el culo. La verga del gordo me estaba matando. Sentía como chorreaba sangrecita. Era espantoso. Me empezó a tirar del pelo y a decirme obscenidades.

-Tomá pija putita, te gusta que yo te rompa el orto. Te vas a morir sabiendo que tres negros te re violaron por puta. Esa concha hermosa me la estoy cojiendo. Seguro te gustan los pibitos lindos no?? Ahora te rompo el culo.

Yo me sentía humillada totalmente, me daba asco el negro este. Tnía raón, yo odiaba a los gordos villeros como él... Y ahora me estaban cojiendo!!! Iba a morir sabiendo que fui violada, sabiendo que esos negros hacían de mi concha lo que querían.

La pija del gordo se hinchó cada vez más... Podía sentir sus venas en mi culito. Una catarata de leche me inundó. Estaba exhausta. Quedé tirada en el suelo desnuda y con las piernas abiertas.

-Mi amor, todavía falto yo...- El negro vino a mí con su verga parada, yo seguía llorando como una niña. Me dolía todo.

El gordo me agarró del cabello y me metió la pija en la boca. Me ahogaba. Me asqueé totalmente al ver que estaba muy sucio. Tenía "queso", así se le dice a la suciedad en los genitales masculinos. Era salado, inmundo... Casi muero de un infarto.

Estuve cerca de 20 minutos succionando esa pija sucia, negra y gorda, hasta que algo pegajoso y salado llenó mi boca. Acabó en mi boca!! Fue inmundo. Iba a escupirla pero él no me dejó.

-Si la llegás a escupir te dejo rapada. Te vas a ir a tu casa toda pelada y con la concha rota.

Tuve tanto miedo que tragué todo. El sucio se alejó de mí empujándome y dejándome en el suelo. Uno de los otros se sentó en un sillón y me llevó encima de él. Parecía una muñeca sin vida, solo podía cabalgar su pija para darle placer y que me deje. Yo saltaba sobre su verga, su barriga rozaba mi clítoris. Cuando sentí el cosquilleo, me dejé llevar e intenté procurarme placer. Salté tanto y rocé tanto su pija contra mí, que tuve un catastrófico orgasmo que me dejó en el piso de nuevo. El gordo se paró, se masturbó y acabó sobre mí.

Los tres hombres me llevaron al baño, me lavaron bien y me dieron una píldora del día después que tenían allí.

-Cuidado con contar algo... Mirá que te buscamos y te dejamos pelada y con la concha abierta...

Yo sólo lo miré, y dejé descansar mi adolorida vagina.

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