Tres regalos del destino 2

Julieta berreaba de placer y lanzaba sus nalgas al encuentro de su hijo, disfrutando la cogida que éste le daba con su inmenso miembro: a veces me pregunto cómo se acostumbró a tener semejante verga dentro de su pequeño agujero.

ARMANDO Y RITA CON JULIETA Y PATRICIO (TERCER REGALO)

A eso de las 12:00, las dos parejas seguíamos durmiendo para recuperar fuerzas del hermoso desgaste de la madrugada; desnudos y abrazados dormimos el sueño de los que se lo han ganado.

Julieta fue la primera en despertar, motivada por la intensa sed; deshidratada por el sudor y la incontable cantidad de lubricante y orgasmos que su hijo había sacado de su adolorido sexo, pedía a gritos un poco de agua. Antes de levantarse se dio cuenta que aún tenía dentro de ella la macana flácida de su hijo: sonrió al imaginar lo olorosa que la tendría cuando se despegaran.

Armándose de valor y con cuidado de no despertar a su nuevo amante, retiró el brazo que le rodeaba la cintura y se desprendió del incestuoso abrazo; el miembro de su hijo salió de su intimidad, dejando salir también algo de sus jugos mezclados, inundando su nariz de un intenso olor a sexo.

Se dirigió a la cocineta y del miniar saco una botella de agua fría que bebió como desesperada; una vez saciada su sed, regreso a la recamara (nupcial, pensó Julieta) para despertar a su hijo.

En otro punto del puerto, desperté y lo primero que mis ojos vieron fue el cabello y espalda de mi madre; no había sido un sueño: mi madre yacía a mi lado con mi brazo como almohada, durmiendo fatigada; hacía tiempo que no había tenido una sesión de sexo tan larga y placentera, pensé. Sentí mi pene erecto atrapado en el canal de sus nalgas ya que casi a diario despierto con la verga dura, la deslice a lo largo de su raja; me produjo escalofríos de placer y mi madre no despertaba: para no molestarla, me levante y corrí un poco las cortinas, por la ventana mire el inmenso mar y el sol radiante.

Miraba absorto la belleza del día, cuando sentí que unos brazos tibios rodeaban mi cintura y unos húmedos labios besaban mi espalda; cerré los ojos disfrutando esa erótica caricia y una conocida voz sonó atrás de mí:

Como amaneciste mi AMOR? Espero que hayas descansado igual de bien que yo…

Hicimos el amor dulce y lentamente en la salita de la habitación con las cortinas abiertas; el estar en el séptimo piso tiene sus ventajas. El resto del día lo pasamos en la playa como dos enamorados en su luna de miel, jugando y dándonos besitos en las cálidas aguas del pacífico. Sin duda alguna era nuestra luna de miel.

Julieta nadaba en la alberca del hotel seguida por la atenta mirada de su hijo, quien la observaba tendido en un camastro a la orilla. El atractivo cuerpo de la madura mujer, lucía espectacular en un bikini amarillo que sin llegar a ser de hilo dental, si dejaba ver las carnosas nalgas y sus macizas piernas; la parte de arriba del bikini apenas podía contener sus exuberantes pechos, lo que atraía la mirada de todos los hombres presentes, incluso los que jugaban con sus niños en el agua. Patricio miraba a su madre con orgullo y después a sus admiradores; para ellos, tener una hembra como su madre, aunque fuera sólo por un rato, era algo impensable.

Julieta salió del agua y se dirigió cadenciosamente hacia su hijo; los huéspedes del hotel la miraban como perros afuera de una carnicería; Julieta llego al camastro donde su hijo reposaba y agachándose, le planto un rico beso en la boca; los mirones voltearon disimulando las lujuriosas miradas; la hermosa madura sabía lo que su apetitoso cuerpo provocaba en los hombres pero algo había cambiado; ese hermoso cuerpo pertenecía ahora solo a su potente hijo.

“DIOS MIO!! ME COGIÓ TAN RICO Y ME LLENÓ DELICIOSO CON SU ENORME PITO” pensó Julieta al besar a su joven macho.

“NADIE ME HABIA DEJADO TAN ROZADA MI PANOCHA, DESDE QUE EL MISMO SALIO POR AHÍ, JIJIJI CREO QUE AÚN SIENTO SU VERGA PALPITANDO DENTRO DE MÍ” Julieta sonrió divertida de sus pensamientos lujuriosos. Entre morbosas miradas, manoseos discretos y besos fugaces entre las parejas de nuevos amantes, transcurrió la tarde: ya no ocultaban su amor prohibido pero no les importaba demostrárselo a nadie. Al anochecer, se ducharon juntos, madres e hijos y se prepararon para la cena con sus nuevos amigos.

Como no era una cena formal, decidieron vestir cómodos, así que Julieta se vistió con una minifalda blanca que transparentaba su minúscula tanga del mismo color; una blusa rosa de botones, escotada completaba su vestimenta; Patricio usaba sus clásicos vaqueros y camisa delgada.

Mi madre me preguntó como quería que luciera y le contesté:

Con lo que tú te pongas luces maravillosa mami, pero puedes usar algo con lo que estés fresca. Eligió un pantalón de licra azul cielo, que se pegaba a sus redondas formas como una segunda piel, dejando ver su hermosa anatomía; en casa jamás la había visto con ropa tan sugestiva por lo estricto de mi padre pero estábamos solos y quería hacer lo que en casa no podía. Una blusa blanca transparentaba su sostén de media copa: verdaderamente era un manjar a los ojos de cualquiera. Yo sólo me vestí con un pantalón casual y una camisa blanca formal; ya arreglados, partimos al encuentro de nuestros amigos.

Cuando llegamos al restaurant de mariscos, ya nos esperaban Julieta y Patricio ambos radiantes; ordenamos al mesero algunos platillos y una botella de vino blanco, los cuales prácticamente devoramos; ya en la sobremesa charlamos de varias cosas y llegamos al punto que para muchos sería tabú; las confesiones sobre las relaciones madre e hijo; que pensaban de eso y confirmamos lo que habíamos supuesto; si ellos tenían un romance.

Nos comentaron de su vida diaria y animados por el vinito y algunas cervezas fuimos descubriendo nuestros secretos; confesamos que nuestra relación recién había nacido en este viaje al puerto y con alegría nos enteramos que su historia era muy parecida a la nuestra; mi madre contó sobre como la trataba y los detalles que hice para tratar de conquistarla y dijo que, casi sin enterarse fue cediendo a mis pretensiones, pasando de los besitos y arrumacos a las caricias más atrevidas.

Mi madre confesó que cuando se dio cuenta de mis intenciones, le parecía extraño que su propio hijo la pretendiera como mujer, pero al mismo tiempo le excitaba el hecho de llamar la atención de un hombre joven y exitoso, aunque nunca pasó por su cabeza el andar conmigo por ser su hijo. Ella tenía muchos pretendientes en el lugar donde vivimos y en más de una ocasión pensó en serle infiel a mi padre, pero no se decidió por ninguno de los tipos. Yo fui el afortunado al que seleccionó.

Julieta también se unió a las confesiones y conto de cómo fue creciendo su amor hasta convertirse en un apasionado romance: Ninguno lo veíamos como algo malo. Amarse siendo de la misma sangre le daba un ingrediente extra y una emoción que muy pocos conocen. Supimos que ambos hijos habíamos planeado enamorar a nuestras madres y ellas aceptaron dejarse seducir por sus vástagos al rendirse ante el cortejo amoroso.

La charla se alargó entre brindis y sonrisas por lo que optamos por irnos a un lugar más íntimo y seguir platicando las anécdotas y proezas de nuestras incursiones románticas con nuestras respectivas madres y las facilidades de ellas para con nosotros, además de sus descubrimientos mutuos como pareja.

Pasamos a un mini súper y compramos algunas botellas de licor y cervezas para seguirla; la estábamos pasando fenomenal los cuatro; enfilamos a nuestro hotel y mientras yo pedía la tarjeta de acceso a nuestro nido de amor, mi madre se adelantó con nuestros invitados hacia el elevador; Julieta y Patricio tomados siempre de la mano, se daban besitos mientras esperaban y mi madre los miraba hipnotizada: cuando los alcance, lo primero que hizo mi madre fue lo mismo; besarme con pasión. Tomados de la mano entramos al elevador.

Dentro del elevador, los besos y las caricias se hicieron más atrevidos; los cuatro estábamos calientes!!! Patricio arrincono a su madre en un extremo del elevador y yo con mi madre, en el lado contrario; mi mano volaba por el pantalón de licra de mi madre y recibía las ardientes caricias cerrando sus bellos ojos y besándome con frenesí; Julieta tenía su minifalda en la cintura y su hijo metía sus dedos sin cesar en la caliente gruta materna, mientras se devoraban a besos.

Al llegar a nuestro piso, recompusimos las ropas entre risitas nerviosas y entramos en la habitación: la salita de estar era muy cómoda, así que mientras nuestros invitados se ponían cómodos, mi madre y yo fuimos a la cocineta por vasos y platos desechables para las botanas; aprovechamos para darnos un rico faje, y sin darnos cuenta, ya estaban Julieta y su hijo detrás de nosotros mirándonos divertidos.

Vaya, ustedes no pierden el tiempo! Dijo Julieta rodeada por los brazos de su hijo.

Un poco apenados devolvimos la sonrisa:

Ustedes saben que es nuestra luna de miel, así como la suya también, así que no se extrañen por estas escenitas, eh? Respondí y mi madre sonrojada sólo sonreía.

Llevamos los vasos y mientras nuestras madres servían las bebidas y botanas, Patricio y yo pusimos música en el reproductor eligiendo algo agradable que nos permitiera platicar a gusto; de reojo miré a mi nuevo amigo y colega que se comía a mi madre con los ojos.

Te parece hermosa mi madre, amigo? Pregunte mirándolas también; la madre de Patricio también era un manjar a la vista de cualquiera.

Claro, amigo, no sabes lo afortunado que eres al tener una madre así. Respondió

Somos muy afortunados Patricio, tu madre es toda una belleza y esta buenísima;

Dime amigo; eres celoso?

Un poco pero pienso que si a mi madre, le gusta alguien, está en todo su derecho de acostarse con el sí gusta; tu qué piensas?

Yo también soy un poco celoso pero creo que si mi madre decide acostarse con alguien que le guste, lo tendría merecido por soportar tanto tiempo de malos tratos de mi padre: y si yo conozco a quien se la vaya a coger, pues mejor, ya que tendría mi aprobación también. Quieres cogerte a mi madre? Pregunte a quemarropa.

Patricio un poco turbado por lo directo de mi pregunta, respondió.

Pues si ella quisiera, ya no me negaría… tu madre es una diosa!!! Y tú? Te acostarías con mi madre? Cuestionó.

Si tú y ella están de acuerdo, CLARO QUE LO HARIA. Probamos?

Bien, amigo pero si alguna de ellas no quiere, respetamos su decisión, vale?

Vale!

Charlamos otro rato y bebimos entre besos y bromas; Un par de horas más tarde, decidimos bailar un rato y al filo de la media noche, iniciamos la seducción de nuestras madres; con una de las botellas vacías, propusimos jugar a prenda o castigo por parejas: nos acomodamos en los sillones frente a frente con la mesita al centro y giramos la botella.

Apunto hacia mi madre y a mí: mi primer castigo fue despojarme de la camisa.

Después de varias rondas, Patricio y yo sólo conservábamos las trusas y las mujeres en ropa interior;  Patricio recibió castigo: se despojó de su calzón mostrando su enorme miembro semi erecto causando el revuelo de su madre y la mía. Para su edad en verdad tenía un gran miembro tal vez 5 o 6 cms más grande que el mío, tomando en cuenta que poseo 20 cms de largo.

Julieta fue la siguiente y su sostén fue a dar al suelo; sus grandes pechos rebotaban al compás de su risa.

Mi madre perdió su sostén y muerta de risa se despojó también de sus bragas, por si volvía a perder, dijo.

Al cabo de media hora, todos estábamos completamente desnudos y excitados; el olor a sexo se empezaba a sentir, proveniente de las cálidas intimidades maternas.

Siguieron los castigos clásicos: besa a tu madre o tu hijo, mastúrbalo(a) 2 minutos, chúpale el sexo a tu madre o hijo…

Cuando vimos que las cosas estaban dispuestas, me toco dar castigo a mi madre:

Dale un beso a Patricio, mamá.

Mamá me miró sorprendida y a Patricio y su madre enseguida; Julieta le guiño un ojo en señal de aprobación; mi madre besó a mi amigo brevemente por encima de la mesa y entre todos replicamos; QUE SEA UN BUEN BESO.

Obedeciendo, mi madre se incorporó y rodeando la mesa, se puso al lado de mi amigo; tomó a Patricio por la cara atrayéndolo a ella y esta vez, su beso fue de lo más sensual; lamió sus labios y lengua en un caliente beso antes de unir sus bocas y cuerpos por un buen rato, disfrutando… Julieta y yo nos miramos calientes y divertidos al ver como Patricio sujetaba a mi madre por la cintura para pegarse a ella y su tremendo badajo se metía entre los muslos de mi madre.

Girando la botella Julieta, hizo que quedara apuntándome a mí, así que dijo:

Mientras estos terminan su castigo, el mío es que hagas lo mismo mi hijo…

La sensual señora rodeo la mesa para estar a mi lado y tomándola por el talle, la besé deliciosamente frotando mi parada verga en su depilada vulva; me agarro de las nalgas, frotándose contra mi nada despreciable miembro y la imite, tomándola de su delicioso trasero en un ir y venir de caderas, lenguas y saliva; ; todo sucedía a un metro de distancia de mi madre que se agasajaba con mi amigo y lo erótico del momento, nos envolvía a todos por igual: era de no creerse!

Mi madre jadeaba con sus ojos cerrados, extasiada del monumental agasajo que le daba Patricio; Julieta por igual se dejaba hacer por mí, en un sopor de placentera entrega: al tiempo que daba una rica mamada a sus grandes pechos, estrujándolos con deleite; ella meneaba mi erecta verga y lanzaba dulces gemidos que unidos a los de mi madre, formaban un lujurioso concierto de placer.

De reojo nos mirábamos, tanto madres como hijos para saber si alguien quería dar el siguiente paso; fue mi madre, presa de tanta excitación, quien se despegó de Patricio; una línea delgada de espeso lubricante, salía de la panocha de mi madre, y quedo colgando entre ambos, pegada a la cabeza del miembro de Patricio; eso los unió por un segundo: Jamás en mi vida había visto una escena tan erótica.

Mi madre se sentó en el sofá y jalándolo frente a ella, tomó la enorme tranca y la llevo a su boca: lamió su glande acariciando sus testículos y tratando de metérselo completo en la boca; al ver que no le cabía, lo masturbaba y daba chupetones en la enorme verga del muchacho.

Al ver esto, en parte celos y en parte lujuria, empuje a Julieta al sofá de al lado para sentarla; ella supo lo que vendría, así que tan solo al tocar con su hermoso trasero el sofá, se recorrió a la orilla y abriendo sus macizos muslos: su almejita se abrió mojada y brillosa esperando mi atención.

Acercando mi cara al suculento manjar, aspiré su enervante olor; mi verga brincaba ansiosa por meterse dentro del resbaloso túnel pero me contuve; pegué mi boca a su sabrosa intimidad y chupe por todos lados, recorriendo sus labios íntimos y horadando con mi lengua la húmeda cavidad: Julieta recibía mis caricias bucales con pequeños temblores de placer y gemidos cada vez más fuertes; ansiosa por probarme, se recostó en el sofá, acomodándose para que le siguiera mamando su sexo al tiempo que me jalo, quedando mi goteante mástil a su alcance; lo devoro con ansia, dándole un rico masaje con su lengua y dientes.

Los gemidos de Patricio, nos hicieron voltear para admirar su acto: acostados de lado se enfrascaban en un delicioso 69; Patricio estrujaba las enormes nalgas de mi madre al tiempo que recorría su raja saboreando su jugo y metiendo su lengua en lo profundo: penetraba el pequeño ano de mi madre, arrancándole suspiros de placer sin dejar de mamar el enorme pene de Patricio.

Pasados unos minutos de mutuas lengüeteadas, Julieta se levantó y recargándose en el respaldo del sofá, me situó detrás de ella invitándome a penetrarla con una lasciva mirada: puse mi pene en su entrada y empujé suavemente… mi verga se deslizo dentro de ella e inicie un bombeo pausado, degustando la suave y húmeda textura de su funda.

Patricio se levantó y guió a mi madre a su regazo; ciega de deseo, se montó en mi amigo y dirigiendo el enorme badajo a su abertura, empezó a frotarlo despacio en su almeja; por un segundo pensé que ese tremendo pene no entraría en mi madre, pero después de algunos recorridos por su vulva, centro el ariete en su entrada y lentamente descendió, tragándose el enorme miembro.

Cuando sus grandes nalgas cubrieron los huevos de Patricio, se quedó quieta unos segundos, yo creo que para acostumbrarse al tamaño del garrote que llenaba su intimidad; estaba totalmente empalada y Patricio amasaba sus pechos a placer esperando que mi madre tomara la iniciativa para no lastimarla. Poco a poco empezó a moverse en círculos, de arriba a abajo y de atrás para adelante en una cabalgada cada vez más rápida; su frente se cubrió de sudor y su cara enrojecida demostraban el inmenso placer de tener dentro semejante tranca.

Todo esto lo miraba sin dejar de bombear a Julieta que se entregaba a mí entre alaridos de placer; yo la sujetaba de las caderas metiendo y sacando mi verga de su encharcada vagina a una velocidad que ni yo mismo me conocía: sus ricas nalgas se sacudían, recibiendo los frenéticos embates; me quedaba quieto un segundo y ella se embarraba contra mí, moviendo sus caderas en círculos con todo mi pene dentro de ella; esto la hacía aullar de gozo.

ASI, PAPI CÓGEME RICO MI AMOR, CÓGEME RICO!!! Repetía Julieta sin cesar.

Mi madre gritaba que se estaba viniendo y gritaba enloquecida sin sacarse ni un milímetro de verga: sus piernas temblaban por el esfuerzo, mientras su orgasmo se abría paso, bañando con sus caldos hirvientes el descomunal pene.

ME VENGO CORAZÓN, ME ESTOY VINIENDO EN TU GRAN VERGA PAPI!!!! DAME MAS, ASI, ASI!! YA, YA, YA ME LLEGA!!! OOOOHHH, DIOS MIO, QUE DELICIA!!!!

Julieta no se quedó atrás; las contracciones de su vagina, anunciaban su inminente orgasmo. Mis manos volaron a sus enormes melones estrujando y amasando las increíbles esferas de carne, apretando sin lastimar sus erectos pezones y besando y chupando su cuello me prepare para recibir su jugo caliente… en instantes, un torrente de caliente líquido, salió de su intimidad, mojando mis testículos y las piernas de ambos; su vagina latía, expulsando sus olorosos caldos y todo su cuerpo vibraba extasiado de placer… con los ojos cerrados, Julieta disfrutaba cada segundo de su poderoso orgasmo, jalando aire por su boca abierta y su hermoso rostro, bañado en sudor.

Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, Patricio y yo dejamos que nuestras madres se recuperaran un poco dejando nuestras vergas dentro de ellas.

Pasados unos minutos, saque mi pene de la mojada hendidura de Julieta y me incliné en sus magníficas nalgas para saborear sus jugos íntimos; lamí todo lo que su intimidad dejaba salir, hasta dejar limpio su caliente agujero: beber ese néctar salado era enloquecedor a mis sentidos y lo disfrute tanto como ella; igual lamí su rosado ano e introducía mi lengua en su apretado orificio, dándome cuenta que todavía no estrenaba su entrada posterior.

Julieta se sentó fatigada, mirándome agradecida por el placer brindado y palmeando con su mano, me invito a sentarme a su lado; mi madre permanecía desmadejada encima de Patricio con su potente ariete dentro de ella, mientras él amasaba con ambas manos sus enormes nalgas y chupaba sus senos.

La madre de mi amigo, me miro por un segundo; nos besamos suavemente, acariciándonos y enseguida se inclinó a mi entrepierna: lamió los jugos de ambos y se metió todo mi garrote en su linda boca; chupaba con frenesí al tiempo que arañaba mis testículos con sus uñas.

Mi madre ya se había bajado de Patricio y lo esperaba recostada de espaldas y abierta de piernas; mi amigo se arrodillo frente a ella y dirigió su enorme miembro a la entrada de mi madre: esta vez la penetración fue más fácil, ya que su vagina estaba dilatada para recibir por segunda ocasión a su invitado; se la hundió hasta los huevos y ella jadeo al sentirse llena nuevamente; atrayendo la cara de mi amigo, fundieron sus bocas mientras la penetraba una y otra vez: ambos se movían enfebrecidos de deseo en busca del clímax que apaciguara sus sexos.

Julieta se levantó, dándome la espalda y se montó a horcajadas en mí; apuntó mi pene a su entrada y descendió, engulléndolo entero; con sus manos apoyadas en mis rodillas se movía deliciosamente. Patricio había subido las piernas de mi madre a sus hombros y bombeaba sin parar su húmeda vagina; las estocadas que daba eran más profundas a juzgar por los gestos de placer que hacían ambos.

Extrañamente sentía celos de ver como se cogían a mi madre, pero me excitaba por igual ver como gozaba y me daban ganas de hacer lo mismo que Patricio le hacía; tal vez por hacerme la ilusión de que era yo quien le daba placer: el amor es raro.

Me despegue de Julieta y la puse en la posición que estaba mi madre; levante sus piernas a mis hombros, con sus tobillos en mis orejas besaba sus pantorrillas y pies: mi verga estaba en su entrada, así que me sumergí en la cálida carne de su sexo, resbalando hasta el fondo, ella lanzaba gemidos de gozo recibiendo mi verga en sus entrañas; en un vaivén constante con Julieta aferrada a mis brazos nos enfilábamos al segundo orgasmo de ella y el primer mío.

Mi madre se había vuelto de costado y Patricio la perforaba desde atrás, sobando sus pechos con lujuria y besando su boca; desde mi perspectiva podía ver entrar y salir la verga brillosa de lubricante; los gemidos y jadeos de mi madre completaban esta hipnótica visión. Tomando a Julieta de la cintura, la jale para ponerla también de costado y pasándome atrás de ella, hundí mi miembro en su goteante vagina.

En esa posición y con el ángulo que teníamos, parecía que estábamos cogiendo frente a un espejo; madres e hijos nos mirábamos al poseer y ser poseídos; durante los minutos siguientes, solo se escuchaban los jadeos, gemidos y gritos de placer; la fiesta de incesto parecía no tener fin.

Los alaridos de Julieta resonaban en la habitación pidiendo que no me detuviera; estaba por llegar de nuevo y me lo hizo saber:

PAPI, NO PARES!!! CÓGEME AMOR, YA CASI LLÉGO!!! ASÍ, PAPI ASÍ!! MÁS, MÁS!! DÁME TU VERGA CORAZÓN!!! MÉTEMELA HASTA EL FONDO!!! AAAHHH!!! SIIIIII!!

Las convulsiones en la vagina de Julieta oprimían mi pene y sin dejar de movernos escuchamos a mi madre que también estaba recibiendo su orgasmo:

YÁ, YA!!! ME VENGO, ME VENGO, DIOS MÍO!!!! MMMMM!!! DÁME MI AMOR, DÁME MÁS, MÁS!!! MÉTEME TU GRANDIOSO PITO, PAPACITO!!! CÓGEME FUERTE!!! DÁME PITO, PAPI!!!

Sin dejar de pistonear, arreciamos las embestidas sintiendo en nuestros penes, los espasmos de nuestras madres y en un simultáneo clímax de pasión, Patricio y yo llenamos sus vaginas de hirviente semen; los chorros de leche se perdían en el interior de nuestras hermosas madres. Entre jadeos y frases de amor, descansamos sin despegar nuestros sexos pegajosos.

Disfrutamos los últimos latigazos del cuádruple orgasmo que poco a poco remitían, trayendo consigo la calma a nuestros cuerpos; nos mirábamos en silencio, como si no creyéramos todavía lo que nos había sucedido. Ver a mi madre cogiendo con otro hombre había sido una experiencia alucinante y yo creo que lo mismo pensó Patricio.

Julieta se despegó de mi verga y una mezcla de mi semen y sus jugos brotó de su agujero, deslizándose hacia abajo y bañando el interior de sus macizos muslos; se dirigió al baño sin decir palabra y cerró la puerta tras ella; un sonido me saco de mis observaciones… un PLOP! Procedente de la vagina de mi madre al momento que Patricio sacó su enorme plátano de su interior, provocando la cascada de su  esperma y líquidos íntimos de mi madre. Julieta regreso y mi madre la relevo; seguro sentían su cueva llena de líquidos e iban al baño a desalojarlos y lavarse su pepita; Julieta se sentó a mi lado; mi madre al regresar lo hizo al lado de Patricio: nadie decía nada, solo nos mirábamos hasta que Patricio dijo:

ESTO FUE FENOMENAL!!!!

Todos sonreímos un poco apenados y se rompió de nuevo el hielo.

YO DIRIA QUE FUE DE LOCURA Y SI LO HUBIERAMOS PLANEADO, DE SEGURO NO HABRIA PASADO!!! Dijo mi madre con su enorme sonrisa de satisfacción.

Y  QUE LO DIGAS RITA, PERO MIRA QUE BUENOS NOS HAN SALIDOS NUESTROS HIJOS PARA LAS MUJERES!!!!! Terció Julieta, pasando su brazo por mis hombros.

ES QUE SALIMOS IGUAL QUE NUESTRAS MADRES O NO PATRICIO?!!! Dije triunfal.

CIERTO ARMANDO!!! IGUAL QUE ELLAS!!! Contesto sonriendo.

Sin mediar palabra nos levantamos Patricio y yo, y rodeando la mesa, tomamos asiento cada quien al lado de su madre; nuestras madres se abrazaron a nosotros y continuamos la reunión; la plática giraba en torno a gustos y secretos íntimos; todos platicamos de experiencias e infidelidades coincidiendo ellas en un punto: jamás habían intentado el sexo anal por miedo al dolor. Nosotros coincidimos en que para intentarlo había que preparar a la mujer, no solo meterlo de sopetón. Con la estimulación adecuada todo era posible.

Media hora más tarde, aparecieron de nuevo los besitos entre madres e hijos; poco a poco el ambiente se iba caldeando para otra sesión de placer. Rodeándome con sus brazos, mi madre me embarraba sus sabrosos senos, en una clara insinuación; yo la tomaba de su cintura y besaba sus labios con gula, absorbiendo su lengua y saliva: era el preludio de otra deliciosa cópula incestuosa. Abrí sus piernas para acariciar su mojada vulva, frotando su clítoris que se levantaba desafiante.

En el sofá de enfrente algo similar ocurría: Patricio y Julieta se besaban a muerte; ella, con sus muslos abiertos recibía las candentes caricias manuales que su hijo le prodigaba sin dejar de besarlo: Patricio se esmeraba en frotar la jugosa hendidura con el pulgar mientras metía y sacaba dos dedos del húmedo túnel.

En un momento dado, nos incorporamos y colocamos a nuestras madres apoyando sus manos en la mesita de centro: ellas se miraron sorprendidas de nuestra acción y sonrieron divertidas por la ocurrencia. Con el panorama de sus grandes nalgas frente a nosotros, nos inclinamos para saborear sus invitantes intimidades: lamiamos sus labios íntimos, recorriendo de arriba abajo sus estrechos canales y metíamos todo lo posible las lenguas, hurgando en sus mojados agujeros.

Con los dedos masajeábamos sus pequeños orificios traseros, y los llenamos de saliva con tremendas chupadas que las hacían gemir; metimos un dedo para dilatar el esfínter y según lo consintieran, metíamos otro hasta tener tres dedos dentro de su recto. Tratábamos de amoldar sus esfínteres para estrenarlos!!!

Cuando les entraban tres dedos sin problema, decidimos excitarlas más: me levante y metí mi verga dentro de la vagina de mi madre, quien la recibió con un sonoro gemido:

MMMHHH!!! PAPI!!! QUE GRANDE SE TE SIENTE MI AMOR!!! CÓGEME CORAZÓN!!!

METEME TU VERGA PAPI!!! ASI AMOR, ASI!!

Julieta también recibió en su interior, el erecto pene de su hijo entre jadeos y gemidos; sus enormes pechos se balanceaban rítmicamente al compás de las embestidas de Patricio.

MI AMOR!!! DESPACIO MI AMOR, CÓGEME DESPACIO PAPI!!! AAAH!! SI MI AMOR, ASI!!!  METELA TODA PAPI!! COGETE A TU MADRE, AMOR!!

Mientras las penetrábamos, con una mano estrujábamos sus pechos y con la otra masajeábamos sus botoncitos de amor; después de diez minutos de bombeo, metí mis dedos en su recto para dilatarlo más: mi madre gritaba de gozo al igual que Julieta y sus caras frente a frente casi chocaban: a una señal mía, sacamos nuestros miembros de su mojado encierro, llenamos de saliva el glande y blandiéndolo, puse más saliva en su ano; apuntamos a los agujeros sin estrenar: ellas lo presintieron y poniendo sus manos en los hombros de la otra, se sujetaron firmemente para recibir la desfloración de sus culos.

Lentamente hice presión en su rosado ano al mismo tiempo que Patricio empujaba un poco su enorme verga dentro de Julieta; la cabeza de mi pene desapareció en el recto de mi madre y creo que lo mismo sucedió con Julieta ya que vi como cerró sus ojos y abrió la boca para jalar aire; sus brazos se tensaron al igual que sus piernas; Julieta hizo un gesto de dolor que empañaba su bello rostro pero aguantó sin quejarse. Yo creo que mi madre también tenía una cara de dolor pero no la podía ver. Al momento de desvirgar sus pequeños agujeros, ellas unieron sus bocas en un beso interminable de solidaridad maternal.

Patricio y yo estábamos inmóviles, esperando que los agujeros de nuestras madres, se acostumbraran al miembro que las invadía: ellas solas empezaron a moverse despacio, empujando sus grupas hacia nosotros, ensartándose y disfrutando cada milímetro de verga que entraba con esfuerzo en su estrecho recto, hasta que no quedo nada afuera: yo sentí la textura de su ano diferente a la de su vagina, pero igual de caliente y más apretada; se ajustaba a mi pene como si fuera un condón.

Cuando mis testículos chocaron con las nalgas de mi madre, la tome de sus caderas, y despacio se la fui sacando, hasta que solo quedo el glande dentro de ella; reinicie la penetración y mi madre se empujaba buscando mi macizo miembro; el dolor inicial se había convertido en un inimaginable gozo; cuando ella movía su inmenso trasero, yo podía sentir como su ano comprimía mi verga, machacándome y haciéndome gemir con su alucinante maniobra.

Julieta berreaba de placer y lanzaba sus nalgas al encuentro de su hijo, disfrutando la cogida que éste le daba con su inmenso miembro: a veces me pregunto cómo se acostumbró a tener semejante verga dentro de su pequeño agujero.

Seguimos masajeando sus clítoris y las embestidas no paraban a sus hermosos rectos; sus nalgas se sacudían recibiendo las acometidas y ellas aullaban de placer; solo se hacia el silencio cuando reanudaban su ardiente beso; ya no se sujetaban de los hombros, más bien se abrazaban, sorbiendo sus bocas y amasando cada una los pechos de la otra; mirar a nuestras madres haciendo esto y la sensación de tener empaladas a nuestras madres por sus estrechos orificios hacía imposible contener el semen que batallaba por salir; de sus vaginas empezaron a escurrir viscosos líquidos mojando nuestros huevos y sus cuerpos se tensaron casi al unísono sin despegar sus labios: les estaba llegando el orgasmo al mismo tiempo!!

Bañados de sudor y sintiendo oleadas de placer, abracé desde atrás a mi madre y Patricio con los ojos cerrados, se aferró a las caderas de su madre, bombeando a una velocidad asombrosa; al mismo tiempo metimos las vergas hasta dentro de sus intestinos para vaciarnos: nuestro semen fue lanzado en potentes chorros dentro de sus suaves túneles, al tiempo que sus contracciones, ahorcaban nuestros penes y puedo decir sin temor que sentía como el cuerpo de mi madre, succionaba mi esperma; por algunos segundos su culo prácticamente devoraba mis mocos. Si en ese momento yo hubiera muerto, no me habría importado en absoluto.

Julieta temblaba de pies a cabeza recibiendo en sus intestinos las ráfagas de atole que su hijo le lanzaba en un apoteósico orgasmo; por un momento pensé que todos nos desmayaríamos en el brutal orgasmo… Jadeando y cansados nos sentamos en los sofás sin despegarnos; rompiendo así el abrazo que nuestras madres se daban; mi madre sentada encima mío, recuperaba el aliento: yo aún sentía los pliegues del culo de mi madre aprisionando y soltando mi pene; una sensación deliciosa. Al oído le murmure: TE AMO MAMA!!! Ella sonrio complacida, acariciando mi cara.

Julieta y su hijo se hacian cariños y se daban besos tiernos, sin que ella tuviera la menor intención de desenchufarse: Descansaban, acariciandose mutuamente; su hijo el clítoris de su madre y ella rascando sus testículos. Patricio pensó que la vagina y ano de su madre, se había amoldado a la perfección a su pene… algo difícil en las chicas de su edad, pero al fin había encontrado su funda perfecta: Su Madre.

Nos acostamos cada pareja en un sofá y nos quedamos dormidos sin destrabarnos.

Al día siguiente solo estábamos mi madre y yo en la habitación: buscamos a nuestros invitados pero solo encontramos una nota en el comedor:

NOS VEMOS EN MÉXICO!!!

Nuestra luna de miel estaba completa!!!!

La vida me había obsequiado tres regalos que jamás imagine y que jamás olvidaré. Mi hermosa madre cambió desde entonces: se le notaba mas alegre y contenta, a pesar de seguir con mi padre, nuestra vida de pareja continua hasta el día de hoy, claro a escondidas, lo que le da emoción a nuestra relación por ser PROHIBIDA.

Ya en México, contactamos a Julieta y su hijo para vernos despues, aunque como dice el comercial… eso ya es otra historia!!!

FIN