Tres países, dos sexos y un plan. (II)
Relato de tres compañeros de piso que terminan viviendo la experiencia más sexual y erótica de sus vidas, desde el punto de vista del protagonista: un chico bisexual con cierta preferencia hacia el sexo masculino.
Acerté a mirarle el bulto a Dani. El chaval estaba totalmente empalmado. Su polla se escapaba por la pernera derecha de su pantaloncito, y empujaba con fuerza hacia adelante, tensando la tela. Vale que el pantalón de deporte no era muy largo, pero más de la mitad de la polla salía por debajo de la pernera. El cabrón del Dani se gastaba un rabazo descomunal.
Volví a fijar mi mirada en sus bocas. Llamar beso a aquello es como comparar una hoguera con un volcán. Se estaban devorando las bocas, Dominique intentaba a duras penas abarcar la boca de Dani, pero cuanto más lo intentaba ella, más profundo la besaba él. ¿Cómo podía Dani imprimir tanta fuerza y tanta pasión, y a la vez hacerlo con tanta dulzura y delicadeza?
En uno de esos momentos en que volteaban sus cabezas para seguir besándose, Dani me vio. Mientras seguía besando a Dominique, me miró de reojo y en su boca abierta acerté a ver una de esas sonrisas de niño travieso que se sabe pillado con las manos en la masa. No necesitaba más invitación. Caí en la cuenta de que hacía rato que la toalla se me había descolgado, y que la estaba sujetando con una mano para cubrir mi erección. Solté la toalla y avancé hacia el interior de la cocina. Dominique no se percato de mi presencia hasta que deslice uno de mis dedos por su cuello en dirección a sus pechos. No quería asustarla, así que me pareció buena idea dejar que ella tomase la iniciativa. Dominique se soltó del beso de Dani y acerco su boca a la mía. Yo me incliné sobre ella y comencé a besarla todo lo apasionadamente que pude, pero intentar imitar a Dani era absurdo, mi boca, mis labios y mi lengua eran mucho más finos que los suyos. Tomé la nuca de Dominique con mi mano derecha, y Dani retiró la suya. Mi otra mano ya había encontrado el delicioso pecho de Dominique y la yema de mi dedo trazaba su contorno, hasta dar con su pezón. Dani también posó su mano libre sobre el otro pecho de Dominique, jugando con él lentamente. Su brazo derecho seguía moviéndose adelante y atrás, perdiéndose en la entrepierna de Dominique, que aquella camiseta no dejaba ver. Y así seguimos durante un delicioso rato, Dani y Dominique frente a frente y yo del lado derecho de la mesa besándola, magreándola y masturbándola.
Lo bueno de mi posición es que podía besar a Dominique y ver su cuerpo al mismo tiempo. Bajé mi mano izquierda por su vientre hasta donde terminaba aquella camiseta, y retiré la tela hacia arriba para poder ver por fin aquel delicado coñito. Los dos gruesos dedos que Dani metía con delicadeza en el coño de Dominique estaban empapados en los jugos de la chica, y para mi sorpresa, el depilado coñito de Dominique lucía una pequeña esfera metálica en el punto donde se encontraba el clítoris de la chica. Dani por supuesto también bajó la mirada para ver la rajita de Dominique, y acto seguido me miró con esa cara de sorpresa tan típica suya. Yo le sonreí de medio lado. Mojé dos de mis dedos con mi propia saliva y empecé a jugar con el clítoris de Dominique. Hasta ahora Dominique apenas había gemido, sus suspiros eran sinceros, pero controlados. Cuando toqué aquella pequeña esfera, Dominique soltó un grito, corto, de sorpresa, solo un pequeño espasmo que escapó a su control. Yo la miré a los ojos y empecé a frotar su clítoris con las yemas de mis dedos. Los suspiros de Dominique empezaron a sonar con más fuerza, y cuanto más gemía ella, mas fuerte frotaba yo su bolita. Cogí su piercing con dos dedos y lo retorcí un poco. Dominique soltó un grito ahogado profundo y largo, y alcanzó a decir un escueto “Oh, sí” antes de que me tirara otra vez a su boca. La tía me estaba poniendo tan cachondo que temí correrme antes de poder llegar a nada. “Debería haberme pajeado en la ducha”- pensé.
Seguía maltratando el pobre clítoris de Dominique mientras ahogaba los gemidos de ella en mi boca. Dani se afanaba en su mete-saca digital con una mano mientras le agarraba un pecho con la otra. Dani se inclinó un poco más y empezó a chupar el pecho de Dominique. Aquella pobre tetita se perdía casi por completo en el bocón de Dani. Y Dominique aumentó sus gritos en intensidad. Era increíble sentir como la vibración de sus gritos estallaba en el interior de mi boca. Solté por un momento el coño de Dominique y cogí la nuca de Dani, aplastando su cabeza contra el pecho de Dominique. “Chúpaselo, tío”- le dije.
-Con fuerza…. Así… más fuerte. Trágatelo entero- le decía a Dani.
No pareció molestarle recibir instrucciones, y empezó a sorber la teta de Dominique con más y más fuerza a medida que yo se lo pedía. Dominique echó la cabeza hacia atrás y disfruto del trabajo que le estábamos proporcionando. Volví a bajar mi mano izquierda al clítoris de la chica, y esta vez me incline sobre el pecho que Dani me dejaba libre. La teta derecha de Dominique había sido totalmente engullida por Dani y yo, que ya tenía claro que los preámbulos nos los habíamos saltado a la torera, empecé a lamer el pezón izquierdo de la chica. Intercalando mis lamidas con pequeños mordisquitos que la volvían loca. Mi mano izquierda dejó su clítoris y empecé a trazar el contorno de los labios con mis dedos índice y corazón. Notaba el roce de los dedos de Dani entre los míos, totalmente lubricados, entrando en la vulva.
-Dale más fuerte, tío. Más rápido- dije de nuevo. Dani se sacó la teta de Dominique de la boca y me miró, preguntándose a que me refería, y acto seguido miro hacia abajo, donde estaban su mano y la mía.
Miró a Dominique y le preguntó: ¿Más fuerte?
-Si…si. Más, más.
Dani se incorporó y empezó a trabajarle el coño con más intensidad, yo recosté a Dominique sobre la mesa, terminé de quitarle la maltrecha camiseta y volví a retorcerle la bolita metálica con menos delicadeza de la habitual. A estas alturas yo ya tenía claro que metérsela y correrme iba a ser todo a una. Me baje al coñito de Dominique y comencé a lamerle el piercing con mi lengua. Los aromas de los jugos de la chica que encharcaban su coño, la mano de Dani y la mía me entraron por las fosas nasales. Desde mi posición, tenía en primer plano los dedos de Dani entrando sin compasión en Dominique, y en segundo plano, el pollón de Dani que colgaba libre mirando al frente, con la piel del prepucio a medio retirar. ¿Cuándo se había quitado este tío los pantalones?
-Fóllatela- Dije, levantando la mirada hacia él.- Venga. – Dani miró a Dominique, y yo también giré la cabeza para mirarla. Tenía esa expresión de estar “colocada” que tenemos todos cuando estamos a tope de cachondos, y sus cejas describían una curva ascendente en el centro, dándole una expresión como de lástima o pena. Esa expresión como de “corderito degollado” que me pone a mil. No dijo nada. Sólo asintió con la cabeza un par de veces. Dani sería inexperto, pero no tonto. No le hizo falta más. Se agarró el nabo y lo dirigió hacia su objetivo. Yo estaba parcialmente recostado sobre Dominique y con mi cabeza a escasos centímetros de su coño. No había mejor asiento para ver la función. Vi en primer plano acercarse aquel trozo de carne grueso como un vaso de tubo, con su prepucio a la cabeza, ya babeando un chorrazo de precum que pendía viscoso de la polla. Dani apoyo su glande sobre el pequeño coñito de la chica “¡Dios! La va a reventar”- pensé. Y recorrió sus labios hasta la entrada.
Metió la cabeza y el coño de Dominique empezó a abrirse y a abultarse a medida que la carne de la chica se desplazaba para acoger esa mole. Dominique se contrajo y empezó a respirar rápida y entrecortadamente mientras Dani seguía profanándola lentamente, centímetro a centímetro, despacio, pero sin parar de avanzar. Dominique ya estaba jurando en francés y a Dani aún le faltaba un tercio de polla por meter.
-¿Te duele?- preguntó.- ¿Estás bien?
-No, no. Sigue. “Mon Dieu”- acertó a decir ella.
-Dale. -Dije yo. Yo retomé mi labor de retorcerle el clítoris y Dani siguió metiendo polla. Joder, hasta a mi me parecía que ese Rabo no se acababa nunca. Volví a dibujar el contorno de los labios de Dominique con mis dedos, pero esta vez lo que había por el medio era el pollón de Dani, que no pude evitar rozar. Al chaval pareció no importarle una mierda. Y siguió a lo suyo, hasta que por fin la blanca carne de Dominique se incrustó contra el negro pubis de Dani. Ya estaba todo dentro.
Empezó a follársela con un suave mete saca, demasiado delicado para mi gusto. Mientras yo calculaba cuanto podría sobar a Dani sin que se mosqueara. En ese momento, cuando los gritos de Dominique empezaron a ser atronadores, y la chica se tapó la boca con una de sus manos, me di cuenta del pesado vaivén de las pelotas de Dani. Eran como un péndulo hipnótico que respondía a su propia velocidad, con un pequeño “yet lag” respecto al resto del cuerpo. Las pelotas de Dani eran del tipo “colgaderas” con un saco de piel larguísimo que las dejaba colgando más abajo de lo normal. Golpeaban las cachas de Dominique cuando el resto del cuerpo ya se había clavado en ella. Era de lo más excitante que había visto en mi vida.
Mientras gozaba del espectáculo, noté de pronto como algo rozaba mi polla. Era la mano que Dominique tenía libre, la que me estaba acariciando los cojones, que de repente se me antojaron minúsculos. Estaba tan cachondo viendo a estos dos que me había olvidado por completo de mí.
Me subí a la mesa y dejé la cabeza de Dominque entre mis piernas. Mis cojones reposaban sobre su nariz y su lengua trataba de lamer todo el rabo que podía. En ese momento Dani y yo estábamos frente a frente. Nos miramos a los ojos y él me regalo una amplia sonrisa, cargada de malicia y lujuria esta vez. A él también le molaba mirar. Sin dejar de aguantarle la mirada, me agarré la polla y la dirigí a la boca de Dominique, que la recibió con un gemido como diciendo “por fin”. Y empezó a tragársela de un modo tan salvaje que me cogió desprevenido. Puede que mi tranca no fuera tan grande como la de Dani (ni de lejos) pero calzo un buen Rabo, y grueso, además. ¡Y esta tía se lo había metido a la primera hasta el puto fondo de su garganta!
Su nariz apretaba mis cojones contra mi perineo y su labio inferior (el que yo veía) se perdía entre mi vello púbico (ya, ya sé que debería haberme afeitado, pero no me dio tiempo). No lo pude evitar, solté un gemido que más que un gemido fue un sonido gutural desde lo más profundo de mi pecho, y bajé la mirada para ver el pedazo mamadón que me estaba regalando la francesita. Podía ver perfectamente como su garganta se abría a medida que mi polla avanzaba y retrocedía a través de ella. Y no era Dominique la que controlaba la follada. Las embestidas que Dani le estaba dando eran las que hacían que todo el cuerpo de la chica se moviera adelante y atrás, subiendo y bajando por mi polla. Volví a mirar a Dani. Éste estaba totalmente flipado mirando hacia mi polla, o más bien la boca de Dominique, porque mi polla había desaparecido por completo. Su cara era un poema. Tenía la boca abierta de par en par y parecía que los ojos se le fueran a salir de las órbitas. A mí ya me daba todo igual. Pasara lo que pasara Dani no iba a parar hasta correrse, así que me incliné hacia adelante sobre Dominique y fui en busca de su coñito ya con mi lengua fuera. Dominique y yo quedamos en un perfecto 69. Ella mamaba mi polla sin compasión y yo le comía el coño con entrega. El pubis de Dani golpeaba mi frente en cada embestida, no veía su rostro, pero allí abajo nada parecía indicar que fuera a apartarse. Lamía la bolita de metal con ímpetu. La mordía, la succionaba, mientras los jugos de la chica embadurnaban toda mi cara y el aroma de Dani me embriagaba. El olor de un tío mientras folla es el olor a macho elevado a su máximo exponente. Y si sus jugos se mezclan con los de una mujer, uno descubre que sólo con el olfato bastaría para tener un orgasmo.
La distancia entre mi boca y el lubricado tronco de Dani era de unos pocos milímetros. En más de una ocasión, mi lengua alcanzó a probar el tronco de mi amigo, aunque solo podía distinguir el sabor de Dominique. La francesita estaba tan húmeda, que la polla de Dani chapoteaba en su interior, todo el pubis del chico, mi cara y las ingles de Dominique estaban embadurnadas en jugos. Dominique se desembarazó de mi polla y empezó a gritar con más fuerza.
“¡Dale duro!”- Le grité a Dani. Él no esperó a que se lo repitiera y empezó a follarla con más fuerza, sacando cada vez más su rabo en cada embestida, y yo lamía y mordía según Dani entraba y salía de Dominique, al tiempo que usaba un dedo para masturbarla. Sin proponérnoslo, comenzamos una danza acompasada en la que Dani clavaba, yo masturbaba Y Dominique gritaba. Y en apenas unos segundos Dominique empezó a correrse.
Hoy en día se lo que es un squirt. Pero aquel día no lo sabía, y Dani por supuesto tampoco. Dominique empezó a eyacular para nuestra sorpresa, embadurnándome la cara, el abdomen de Dani y el interior de sus muslos. Miré atónito hacia Dani cuya mirada era igual de la mía, hasta que de repente empezó a bramar como un búfalo y acto seguido soltó un “ME CORRO” mientras sacaba su polla fuera.
No le dio tiempo. Mientras el grueso capullo asomaba en su retirada, una gruesa gota de esperma colgaba de él y un reguero blanco salía del coñito de Dominique, apenas acertó a agarrarse la polla con la mano, un segundo disparo salió disparado hacia delante, yo todavía con la boca abierta, noté como parte de la corrida de mi colega caía sobre mi labio superior, mi lengua y el coño abierto de Dominique. Soltó otro trallazo más, y otro, mientras gritaba como un puto oso. La tremenda corrida que estaba teniendo me salpicó varias veces, y cuando reaccioné, avance hacia delante para tragarme los dos últimos lefazos que el cabrón soltó. Miré hacia arriba aún relamiéndome con su esperma en mi boca, pero con cierto temor a su reacción. El miraba al techo mientras gritaba con una mano agarrándose los cojones y la otra terminándose la paja. Ni se enteró. Me limpié los restos de semen para que no los viera, solo por si acaso. Me incorporé, sentado sobre mis piernas, y con la cabeza de Dominique libre por fin de mi yugo. Los tres nos miramos, sonriendo por la proeza conseguida.
-Compadre- dijo Dani- ¿cambiamos?
-Joder, ¿quieres más?- dije- ¡menudo aguante!.
Dominique se echó a reír, estaba muy relajada y no se la veía para nada incómoda.
-Usted no se vino- dijo Dani.
-¿vino?- Me pregunto Dominique mirándome desde abajo.
- Eyacular- respondí.
-Ah.- miró a Dani- ¿y tu ayudas?
-Eso- dije yo- ¿ayudas?- imitando el acento de Dominique.
-Por supuesto compadre.
Se movió hacia el lateral izquierdo de la mesa y se inclinó para besar a Dominique. (Coño, que tiene mi polla a dos centímetros de su cara).
Se separó un poco de ella, y le dijo “la señora decide”. A Dominique se le iluminó la mirada. Agarró mi polla con la mano y se la acercó a Dani a la boca. (¡Joder! ¿En serio?) El chico echó la cabeza bruscamente hacia atrás. Era evidente que lo había pillado por sorpresa. Levantó la cabeza y me miró, como diciendo “¿no te importa?”. Yo le sonreí al tiempo que le acariciaba con mi mano la parte de atrás de su cabeza. Bajó de nuevo la mirada hacia mi polla y se la quedó contemplando unos segundos. Yo hervía de excitación y mi polla babeaba anticipándose a la mamada. Me la agarró con la mano, dirigió mi capullo hacia su boca y, tras una breve indecisión, lo rodeó con aquellos carnosos labios. Los sentía tan grandes, tan…Jugosos, es la palabra. Su boca ardía estaba caliente, muy caliente. La saliva se le escurría a borbotones por la comisura de sus labios. No era una mamada como la de Dominique, ni de lejos, Dani apenas alcanzaba a tragarse mi capullo y poco más, pero era la mamada más placentera que había disfrutado hasta entonces. Dominique se situó nuevamente bajo mis pelotas y empezó a lamer la base de mi polla. Yo estaba tan al borde de correrme que no podía disfrutar plenamente de todo aquello. Una cosa es que tu colega acceda a comerte la polla, y otra muy distinta es correrte en su puta boca. Le pedí que parara, que me corría. Y lejos de parar, empezó a tragársela con más ímpetu. ¿Ah, sí?- pensé- pues vale.
Yo ya no podía más, empecé a gemir como una bestia, intenté avisarles, al grito de “Me corro, me corro, ahh, JODER, SIIII”. Dani y Dominique entrelazaron sus lenguas en un morreo salvaje con sus bocas abiertas de par en par, mientras mis lefazos se estrellaban contra sus caras, sus lenguas, sobre el pelo de Dominique, la oreja de Dani. Mi polla no para de disparar en todas las direcciones sin que nadie la tocara en una tremenda corrida que parecía no acabarse nunca. Finalmente me la agarré y le di un par meneos para terminar mi orgasmo, mientras Dani y Dominique se morreaban de la forma más cerda que he visto en mi vida, lamiéndose mutuamente mi lefa.
Quedé sentado de nuevo sobre mis piernas, con la respiración agitada y el pulso aún a cien por hora, mientras Dominique y Dani pasaban del morreo salvaje a los piquitos cariñosos y las sonrisas cómplices.
Dani cogió a Dominique bajos sus axilas y la incorporó. La chica quedó de rodillas sobre la mesa y se fundió en un abrazo con Dani. El cuerpecito de Dominique se perdía entre los impresionantes brazos de chico. Yo, también de rodillas sobre la mesa, me situé tras Dominique y pegué mi cuerpo al suyo, mientras Dani abría los brazos para dejarme entrar en ese abrazo. Y nos quedamos así durante un rato, Nuestros cuerpos, más que pegados, fusionados. Yo tenía mis manos sobre la cintura de Dani, mientras besaba el cuello de Dominique y sentía las manos de Dani sobre mis caderas apretando mi cuerpo contra el de Dominique. Ella recostaba su cabeza sobre el enorme pecho de Dani y éste besaba su pelo con una ternura deliciosa.
Puede que suene a frase tópica, pero ese fue uno de esos momentos en los que te sientes en armonía con el universo. Tan hermoso y a la vez tan frágil, que un solo movimiento lo rompe y hace que desaparezca para no volver.
Y el fin de semana acababa de empezar. Los tres sabíamos que todo aquello terminaría al lunes siguiente, y estábamos dispuestos a disfrutar mientras pudiéramos.