Tres noches de descubrimientos (2)
Después de un día lleno de deseo, vuelvo a quedar a solas con Duci. Primero tenemos una larga conversación de amigas. Más tarde sin mediar palabras, el contacto sexual se consuma: Por primera vez tengo una chica estremeciéndose de placer en mis brazos.
Me pasé el día pensando en Duci. Por una parte, deseaba ardientemente tener sexo con ella, pero por otra, temía hacerle algún daño. Realmente no sabía cuales eran sus deseos y sentimientos, y no quería forzar la situación.
Por la tarde, nuestra coral, después de una interesante visita a un museo de instrumentos musicales, decidimos cenar fuera para mi, era más bien la hora de merendar, pero en aquel país tenían otros horarios. Cuando volvimos al hotel, las húngaras ya habían cenado y subido a las habitaciones.
El corazón se me aceleró, volvería a estar a solas con ella. Mientras subía la escalera, se me ocurrió que Duci ya se habría puesto el pijama y que no la vería como se desnudaba, pero al llegar a la habitación tuve que llamar porqué había cerrado por dentro me la encontré vestida.
Su sonrisa era radiante buena señal, sus ojos azul acero que contrastaban con el negro de su pelo tenían una expresión dulce. Cerró la puerta tras mí, me abrazó suavemente y me dio la bienvenida con un beso en cada mejilla. No parecía en absoluto que algo de lo que hubiera pasado la noche anterior le hubiera causado algún problema. No se la veía en absoluto nerviosa. Me relajé.
¿Cómo os ha ido la tarde? · Qué bien que os ha salido la pieza de Mozart en el concierto del ayuntamiento. · No estoy acostumbrada a la comida de este país. · Tengo los pies algo cansados me soltó en alemán sin interrupciones.
Empezamos a hablar, y yo empecé a desnudarme. Yo estaba en la butaca y ella frente a mi, sentada en la cama. Decidí un pequeño "ataque". Lo más normal hubiera sido desnudarme primero de cintura para arriba, luego ponerme la parte superior del pijama, y luego cambiarme por abajo, pero después de quitarme los sostenes mientras continuábamos hablando de la jornada de hoy, seguí con pantalones y bragas hasta quedar desnuda. Me puse entonces los pantalones del pijama, pero antes de colocarme la otra parte, fui al baño a limpiarme la cara.Lo acepto, soy algo exhibicionista.
Al salir del baño, Duci se estaba empezando a cambiar. Yo me acabé de poner el pijama y me senté frente a la cama. Ella se desnudó en la misma secuencia que yo, no podía ser casualidad, pero tampoco quería decir nada explícito.
Aunque no hacía frío, me metí rápidamente en la cama, cosa que ella imito de inmediato. Y nos pusimos a hablar. Evidentemente fue una suerte que las dos habláramos un idioma común de manera casi nativa, porqué nos "enrollamos como persianas".
Le conté mi historia, harto novelesca; ella que era hija única y que vivía con sus padres que eran maestros los dos, se sorprendió que yo viviera con una hermana que no era hermana y lamentó que mis padres hubieran muerto; también hablamos sobre de los estudios, tanto los escolares normales como de música, en la que estaba mucho más avanzada que yo; salieron a relucir historias de los viajes que había hecho ella era la primera vez que salía al extranjero, las aficiones y finalmente los amigos y las relaciones.
En este tema ella se mostró reservada, y yo no di detalles, simplemente que algún contacto había tenido con algún chico.
Mientras hablábamos, no sé si yo a ella o al revés, nos tomamos de las manos. De vez en cuando nuestras piernas se tocaban, pero el contacto no avanzaba, pero yo había tomado la decisión de no dar más pasos y la mantuve estrictamente.
Después de un par de horas hablando en alemán, me entró sueño. A ella, al parecer, también. Medio frustrada por no haber sabido avanzar más, le di las buenas noches y la besé, sólo un poquito más de como se besa a una hermana por lo menos de como había besado hasta aquel momento a quien llamo mi hermana.
Me desperté un tanto sorprendida de no estar en mi cama, alguien me estaba tocando desde atrás... claro, el viaje, Duci...
Al parecer dormía con un brazo por encima de mi cintura. Su mano tocaba ligeramente mi piel por entre el pijama, cerca del ombligo. Cuando pensé en la situación me excité. Me entraron ganas de masturbarme como la noche anterior, pero con su brazo por encima no me atrevía. Suavemente para no despertarla lo retiré hasta que ella quedó tendida boca arriba cerca de mi espalda, y entonces mi mano se metió dentro de los pantalones bajándolos de paso cuatro dedos. Pero cuando me empecé a acariciar, otra mano, lentamente, toco mi espalda espalda, por la cintura, allá donde las dos piezas del pijama dejaban hueco. Continué con lo mío, pero al cabo de un minuto el brazo de Duci ya volvía a abrazarme por la cintura, y otra vez su mano me tocaba suavemente el estómago.
Sabía que estaba despierta, sabía que significaba que podría acabar pasando lo que yo quería, pero fingí estar yo también dormida. Con un pequeño movimiento me puse un poco más boca arriba para facilitar sus movimientos.
Fue muy lento, pero que muy lento. La mano empezó a acariciar mi piel con movimientos muy suaves, cambiando de manera casi imperceptible de posición: iba subiendo. Al cabo de mucho rato tropezó con el borde de un pecho i allí retrocedió, pero al cabo de un rato fue el otro el visitado muy ligeramente, casi nada, sólo un contacto con el dedo meñique, que esta vez se prolongó unos segundos.
Después, la mano empezó a bajar: el estómago, el ombligo y el vientre. A la velocidad de un caracol, me lo recorría en círculos, pero cada vez que llegaba a mi escaso pelo, volvía a subir. Muchas vueltas mas tarde, otra vez arriba, hasta los pechos, esta vez, dos dedos llegaron a entrar en contacto tres o cuatro veces. Y vuelta al vientre.
Mi excitación estaba al límite, pero decidí continuar el juego, era su turno. La mano esta vez ya no retrocedía automáticamente al llegar al vello púbico, pero tampoco pasaba de la raya. Mucho, mucho rato ocurrió hasta que se fue al ombligo y se detuvo.
Era evidente que ahora me tocaba jugar a mi. Dejé pasar unos cinco minutos y, como dormida, me gire hacia ella. Duci retiró la mano de encima de mi i también se tumbó, dándome la espalda.
La hice esperar otros cinco minutos hasta ponerle el brazo encima. Noté su estremecimiento y que aceleraba la respiración. Me di cuenta que tenía los pantalones bastante mas bajados que yo.
Imité lo que me había hecho ella antes: Ombligo; para arriba hasta los pechos; abajo hasta el pubis; retirada lenta otra vez hasta los pechos; vuelta abajo. Me entretuve allí con sus pelos, notaba los rizos en mis dedos, Y decidí ir más allá en mi jugada antes de pasarle la pelota. Otra vez arriba, y en esta ocasión llegué hasta tocarle fugazmente un pezón con dos dedos, estaba totalmente duro. Ya sin entretenerme mucho, volví por tercera vez abajo, notaba su respiración acelerada, y mi corazón que también lo estaba. Cuatro dedos sobre el monte de venus que suavemente iniciaron el avance. Le tomé toda la vulva casi sin apretar con la palma de mi mano, y me quedé allá parada notando su calor. Era su turno.
La mano de Duci de poso sobre la mía, lentamente me hizo presión sobre ella, iniciando un movimiento circular y retirándola al cabo de unos segundos. No podía ser más explícita.
Empecé a masturbarla, de la manera que me gusta a mí hacérmelo: con los cuatro dedos suavemente en la raja desde el meñique en la entrada de la vagina al índice encima del clítoris. El movimiento era cíclico empezando por abajo, cada dedo describía una docena de círculos antes de pasar el turno al siguiente. Cada vez un poquito de nada más fuerte, cada vez notando un poco más la humedad natural que facilitaba el roce.
Aunque no tenía ninguna experiencia previa, notaba perfectamente sus estremecimientos y suspiros, y por similitud conmigo misma calculaba su excitación. En un determinado momento, sin dejar de masturbarla suavemente, con la mano izquierda retiré hacia abajo mis pantalones y le bajé los también los suyos un poco más para que la otra trabajara más cómoda; entonces la abrazacé por debajo hasta llegar a tocarle un pecho. Se estremeció. Y más cuando mi vientre entró en contacto suave con sus nalgas. Deseé que mis pechos le tocaran su espalda, pero no quise sacar la mano para apartar la ropa que los separaba.
A medida que la notaba más excitada, la mano del pecho lo apretaba más fuerte, jugaba con el pezón como una pinzas, mientras la otra mano seguía incansable con su trabajo.
Al final noté su orgasmo inminente, le besé el cuello y se lo mordí suavemente. Apreté todo su pecho con la mano izquierda. La mano de la vulva ahora funcionaba con fuerza, pero en el momento en que se vino, aflojo la presión y sólo los dos dedos superiores quedaron dando vuelta, eso sí, muy rápidas sobre el clítoris sin apretarlo.
Tuvo un gran orgasmo, cada vez que los espasmos aflojaban yo apretaba y le volvían. Después de por lo menos una veintena de aprietas y aflojas, ya no podía más y con su mano intentó que parara. Me resistí y continué todavía un par de espasmos más, a los que respondió con gritos contenidos.
Dejé su vulva de golpe, la tumbé hacia mi y la abracé fuerte, una mano en la espalda y la otra en sus nalgas desnudas. Temblaba de placer. La estuve besando en las mejillas y el cuello, hasta que al cabo de un par de minutos dejó de temblar.
Ahora es tu turno le dije con el pensamiento.
Jadeos a parte, no habíamos dicho ni una palabra en todo el acto.