Tres mujeres y un viudo (9)
La continuación a mi visita nocturna, ahora para complacerme a mi.
Desde que esta tarde Carolina me ha sugerido que fuese a verla a su dormitorio mientras todos duermen, no he podido quitarme esa idea de la cabeza. He tenido que superar muchos temores antes de decidirme a llevar a cabo tan arriesgada aventura. El morboso deseo de tenerla en su propia cama, en presencia de mi cuñado ha podido mucho más que todos los reparos y precauciones posibles.
Me he colada en su habitación, he acariciado su cuerpo suavemente hasta que se ha despertado. Se ha asustado y ha querido echarse atrás… era una situación muy comprometida. Me ha querido despachar con un “lo has entendido mal” y “vete que esto puede ser muy serio”. Yo estaba tan fuera de mi que no le he hecho caso, he continuado hasta vencer su resistencia, aprovechando que era menos delicado dejarse hacer que oponer resistencia.
Finalmente hemos encontrado la forma mas o menos segura de dar rienda suelta a nuestra lujria contenida. Me he colocado entre sus piernas y le he comido el coño como a una diosa. He recordado aquellas noches que mi esposa se echaba sobre la cama bien abierta de piernas, se tocaba hasta humedecerse y luego me invitaba a degustar su sexo.
El sexo de mi cuñada es bastante mas carnoso, y su clítoris tiene una buena dimensión, recubierto por un capuchón en forma de canutillo con el que me he entretenido hasta hacer que el flujo saliera sin parar. Unos buenos toques con los dedos, tanto por fuera como por dentro de su vagina, han conseguido que tenga un enorme orgasmo.
Correrse en la oscuridad, sin poder emitir ni un gemido ni un suspiro, con el riesgo a ser descubierta ha sido una experiencia que le ha provocado una estimulación extra, se ha puesto como una perrita y yo me he aprovechado de ello. Ahora que la tengo conquistada vamos a por un paso más allá.
Mientras contemplo en la tenue penumbra el perfil de su cuerpo pienso que ha llegado el momento de ofrecerle algo para que pueda jugar, quiero que me haga todo eso que me gusta y que ella empieza a conocer tan bien.
Sobre la cama distingo sus cuerpos; al otro lado, bocarriba el de Pedro durmiendo a pierna suelta con un ronquido acompasado al sueño. El suyo está junto en el borde donde estoy yo, apoyo una rodilla en el suelo y entiendo la otra pierna para ganar apoyo. Mi polla completamente erecta queda justo por encima del nivel de la cama.
A tientas la busco, acaricio su piel desnuda y le sobo las tetas. Me encanta tocárselas y sentir su pezón erizado por la emoción. Le acaricio la cara y meto los dedos entre sus cabellos jugando con ellos hasta poner la mano rodeando tu nuca, luego acerco suavemente su cabeza hacia mi entrepierna.
Ya sabe lo que quiero y se prepara para recibirme, sé que tiene ganas de sentir mi polla dentro de su boca. La busca a ciegas, tropieza con su mejilla, después con la barbilla y finalmente la atrapa entre sus labios.
Después de haberse corrido con las lamidas y caricias que le he proporcionado a su voluptuoso coño, está dispuesta a complacerme en todo lo que le pida.
Echada sobre la cama comiéndome la polla, chupeteándola, lamiéndola y succionando parece un bebe que sujeta su propio biberón mientras disfruta de su ración de leche. Dejo que juegue mientras le acaricio los hombros y los pechos. Tengo al alcance de la mano su cadera y la entrepierna que permanece húmeda y caliente… hacia allí me dirijo.
Empujo sobre su cadera para que apoye todo el culo sobre la cama, el torso queda medio girado y su boca bien encarada hacia mi polla. Hago que separe las piernas con lo que su rajita queda accesible a mis traviesos dedos.
Chupa, chupa… mi amor, al mismo ritmo que chupa le froto la raja y la perlita. Sincronizamos el ritmo: si ella me chupa lento, yo le froto suave, si me chupa con intensidad yo le froto con presión, y si alterna la boca con la mano, entonces le froto rápido y le hago un mete y saca de dedos intenso.
No sé quién es el más vicioso, quizás mi cuñada o quizás yo. A ambos nos gusta lo que hacemos y a ambos nos gusta que nos hagan, por lo que los dos tratamos de llevar al límile al otro pero con mucho cuidado de que no se acabe nunca. La noche puede durar una eternidad…. ¡Uhmmm, que rico!
Creo que si ahora se despertara su esposo sería un verdadero drama, aunque no sabríamos como parar.
¿Lo puedes imaginar? Decididamente estamos locos, seguro que no podrá pasar pues ronca muy satisfecho y nosotros no hacemos nada para turbar su sueño…
Ha estado a punto de llevarme al orgasmo un par de veces, tiene el control completo sobre las chupadas y meneos de mi polla. Mi polla no puede resistir por más tiempo y debo aliviar la presión. Para ello, le pido que se pongas de costado, en el borde y dándome la espalda. La pierna izquierda se va hacia el centro de la cama, y la derecha que está debajo se queda estirada.
La rajita así queda expuesta para que mi polla la pueda atravesar hasta clavarse hasta las bolas. Con mucho cuidado para no provocar vibraciones en la cama, se la meto y se la saco despacio… con decisión una y otra vez. Su chocho se aprieta sobre mi miembro mientras entra y sale dándonos un placer muy intenso.
Maniobro para poner un pie sobre la cama, apoya las manos sobre tus caderas para ganar estabilidad y amplitud de movimientos. Uffff, son unos movimientos tan lentos que no nos llevaran al orgasmo, pero nos dan muchísimo gusto.
La veo con la mano en la boca o mordiendo el cojín, debe resultarle muy difícil contener los gemidos. Le susurro que me encanta sentir como sus nalgas se comprimen mientras mi pubis las aprieta tras un largo y lento empujón. En ese instante el contacto entre tu piel y la mía es máximo, mi polla se clava profundamente.
Llegado a este punto me gusta mover lentamente la cadera para hurgar en su cueva, eso es sencillamente delicioso… uhmmm, uhmmm dice ella.
Sus contenidos gemidos me animan demasiado, no lo puedo evitar, el ritmo se acelera y también los movimientos de nuestros cuerpos sobre la cama. Estamos en el límite, un poco más y quizás se despierle.
¿Me detengo, o sigo? Haciéndolo de esta forma lenta no me puedo dominar… Ufff, que nalgas tan ricas… y encima ella culea un poco para facilitar el contacto… que guarrilla es… mi reina… mi esclava… mi amor.
Con desgana me separo de sus nalgas y dejo que mi cuerpo se deslice hasta el suelo. Allí pongo mi cuerpo bocarriba, me apoyo solo en los glúteos y los hombros luciendo la polla apuntando al lecho tiesa como un poste de teléfono. Su mano se descuelga por un lado de la cama hasta encontrar mi cuerpo y a tientas localiza donde está este trozo de carne que tanto le gusta.
Sé que le gusta cogérmela y jugar con ella hasta que me hace correr. Le dejo que lo haga durante un rato mientras seguimos amparados por la oscuridad y por tu discreta posición en la cama. Si él se despertase al verle echada sobre el borde de la cama no podría sospechar que su esposa mantiene la mano aferrada a mi polla dándome unos deliciosos meneos.
Sus caricias me llevan al límite, sabe distinguir bien los síntomas de mi rendición para detenerse justo antes durante unos intensos segundos, para luego poder continuar otra tanda de meneos.
Le atrapo cogiéndole por la muñeca y por el antebrazo, tirando para atraerla hasta el suelo. Se resiste, eso es muy peligroso. Finalmente se deja arrastrar y aterriza encima de mi cuerpo
Mi polla sigue tiesa esperando su gratificación completa, una vez sobre mí busca el encaje y su chocho me recibe abriéndose jugoso. En cuclillas sobre mi sus nalgas empiezan a subir y bajar haciendo que entre y salga con una cadencia creciente.
Le ayudo para que ponga tu cuerpo mirando hacia la cama, atravesada sobre mí. Te apoyas sobre el borde y empiezas la mejor tanda de sentadillas que has hecho nunca, con ritmo, con intensidad. Con una de mis manos bajo la nalga, facilito el movimiento de sube y baja, mientras que la otra le acaricia el muslo. Miras hacia el centro de la cama vigilando su sueño, mientras que cabalgas con ritmo alegre.
Cariño, me voy a correr… la retengo en la posición baja para darle toda mi leche dentro de tu cuca.
- Allá va!!!, toda… para ti… que gusto!!!.
Me deja paladear unos instantes de mi orgasmo antes de volver a la cama esperando no ser descubierta. Tras tumbarse sobre la cama, alarga la mano con intención de darme la más dulce caricia en mi polla mientras ésta se va desinflando rendida.
Pocos instantes después duerme satisfecha y sobre todo mucho más tranquila, lo que hemos vivido roza la locura. A tientas yo abandono la oscura habitación, me voy completamente satisfecho, he completado una de mis fantasías más morbosas.
Deverano.