Tres mujeres y un viudo (7)

Después de tenerme abandonado unas semanas, mi sobrina me pide ayuda para...

Hace unas semanas que vivo en casa de mis cuñados Carolina y Pedro, junto a su hija Andrea. Estoy viviendo lo mejor que me ha pasado desde hace aproximadamente un par de años en que mi esposa enfermó y que desgraciadamente murió (d.e.p.) hace seis meses.

Pedro se ha empeñado en introducirme en su rutina de ir a visitar un burdel para según él alegrarme un poco la vida de viudo.  No puede imaginar que su esposa aplica otra estrategia completamente distinta, ¿para que ir a buscar fuera lo que tienes mucho mejor en casa? debe pensar. Así que ha optado por tomar el papel de su hermana difunta en todos los sentidos, me cuida, me mima y sobre todo follamos cada vez que tenemos ocasión y no son pocas.

Evidentemente, poniendo todas las precauciones posibles para que no nos pillen, yo le sigo la corriente encantado, al tiempo que me esfuerzo por darle el sexo de la mejor calidad que le puedo dar. Con un marido como Pedro, despreocupado y poco atento que prefiere irse de putas, mi cuñada estaba muy necesitada de amor, y yo para eso me considero bien preparado.

Digo bien preparado porque tuve la suerte de disfrutar con mi esposa muchos años de sexo variado y rico. En más de veinte años de casados nos dio tiempo de practicar técnicas, posturas y trucos que ahora puedo compartir con su hermana que actúa como su sustituta.

Andrea, mi sobrina, es una chica muy linda de diecinueve años que va a la universidad y se esta abriendo al mundo, experimentado con mucha curiosidad todo lo que le rodea. En relación al sexo se ha fijado en mi como campo de pruebas. Se aprovecha de mi debilidad por estar solo a mis cincuenta y tantos, juega conmigo, me lleva al límite y me obliga a complacerla en sus alocadas fantasías.

Desde hace un par de semanas, coincidiendo con el inicio de mis encuentros con su madre, ha reducido la presión sobre mí, ya no me provoca ni me pide que le haga de esclavo sexual. Dice Carolina que su niñita se ha echado novio, y que ahora vive en otra dimensión.

Esta tarde estamos Andrea y yo solos en casa. Me pongo a ver la tele, al rato viene ella, con cierta desgana se acurruca en un extremo del sofá. Me da la impresión que esta floja y triste… algo ronda en su cabecita que la tiene preocupada.

-        ¿te pasa algo?... te veo muy decaída, ¿algún suspenso inesperado? – le pregunto sin intuir nada su sorprendente respuesta.

-        Yo quiero a mi novio Dani con locura…pero es tan tímido, y yo se tan poco de estas cosas, me confiesa con bastante pesar.

-        ¿te puedo ayudar en algo? - le pregunto tratando de ofrecerle mi apoyo en esos difíciles momentos con el primer amor.

Siempre he pensado que tiene un cuerpo delicioso. Es una jovencita llena de voluptuosidad, curvas generosas, cara con bonitas facciones, una boca que incita al beso… es muy linda…pero tiene un defecto…en su cabecita todavía hay escondida una niña traviesa y caprichosa. Tiene cuerpo de mujer y la mente inmadura de una jovencita de su edad.

-        Porfa... yo no se lo diré a nadie, sé que tú me aprecias…y eres mi tío preferido - me enjabona para que acepte.

-        Tú tienes muchas vivencias, tienes mucha experiencia y sabes cómo tratar a las mujeres…confío en ti - me dice con un tono meloso del que quiere conseguir algo a toda costa.

Interpreto que lo que me pide es que le de unas cuantas clases aceleradas para poder progresar en la relación con su novio. Ha venido confiando en mí, hemos pasado ratos muy emocionantes los dos juntos, y aunque no soy un experto, creo que para iniciarla en unos primeros pasos estoy más que cualificado.

La miro de arriba abajo, es un pastelito delicioso que a cualquiera le apetece. Hoy lleva puesto un mini short muy ajustado que resalta mucho su culo en forma de corazón invertido que tanto me gusta. Unas deportivas blancas y un top ajustado que hace que sus pechos parezcan dos globitos redondos y apetitosos.

Tenerla cerca durante todo el día debe ser un martirio si no la puedes tener y siendo envidia de ese novio suyo que seguro no sabe apreciar lo rica que esta mi sobrina. Siento que se me empieza a empinar con solo escuchar lo que me propone. Tiene un cuerpo tan apetitoso, me lo pone tan fácil, que es imposible rechazar la petición.

-        Está bien…hablamos un poco del asunto a ver si sacas algo provechoso que puedas aplicar con tu novio - le respondo con templanza y midiendo bien mis palabras por si la he mal interpretado y resulta que no es lo que yo estoy pensando.

Su cara se le ilumina ilusionada al ver que su petición ha tenido éxito y que pronto alguien la va a enseñar ciertos secretos. Yo tengo un impresionante bulto debajo del pantalón pues solo con imaginar lo que puede suceder he sentido como mi excitación ha crecido.

La veo alejarse, ahora mucho más contenta hacia su habitación. Como ella no me ve, miro con descaro como se mueven sus cachetes al andar. Uff que calor!!. Me pide que yo le enseñe las cosas sobre sexo, no debe ser verdad…quizás estoy soñando.

A los pocos minutos reaparece en el salón, vuelve cruzando los pies al andar para que sus caderas se contoneen como hacen las modelos y así ensayar una entrada a escena bien sexy. Me quedo boquiabierto y dudo que un bomboncito así quiera que yo la inicie en el sexo.

Andrea esta algo nerviosa e insegura de lo que va a suceder. Le indico que se siente a mi lado y le pregunto si le apetece beber algo.

-        Una coca-cola, gracias…- me pide.

-        Le pondré un poco de ron para relajarnos un poco - le advierto.

Después del primer sorbo nos miramos indecisos. Ella está temblando como una hoja. Yo no acierto a ver por dónde empezar.

-        Me siento muy incómoda, tú no eres mi novio, y eso me corta bastante - me confiesa.

-        … y si te vendo los ojos para que parezca que es tu novio quien está contigo? - le pregunto con un destello de imaginación.

-        Si, si… así me sentiré mucho mejor – dice en voz baja como si le costase reconocer su inquietud

Después de buscar un pañuelo adecuado en los cajones de su madre la miro preparada como para jugar a la gallinita ciega. Lo primero es quitarle la ropa, sentarla en el sofá y a continuación contemplarla relamiéndome los labios. Vaya piernas, y que boca!!!.

Me acerco a ella y la beso en los labios levemente. Súbitamente me agarra y empieza a besarme con desenfreno. Me mete toda la lengua en la boca y la mueve como una batidora. Me sorprende y me avasalla. Al menos besar sí que sabe la condenada, aunque se ha saltado el ritmo y ha roto el encanto de la aproximación progresiva.

Después de varios minutos de beso apasionado, Andrea cede en su ímpetu, aunque sigue jugueteando con su lengua dentro de mi boca. Espera mi replica, mi mano se posa sobre su seno, noto con nitidez la dureza del pezón y esto me incita a continuar con la caricia.

Instantes después ya he recorrido el camino desde su pecho hasta sus rodillas, pasando por su vientre, su entrepierna y sus muslos. No me ofrece ninguna resistencia, está totalmente entregada a mis caricias y aprovecho para pasar mis dedos por encima de su pantalón buscando el calor de su sexo.

Empieza a suspirar y a llamarme Josema, que debe ser como se llama su novio.

-        Así, así, te quiero!!!, no pares, dame más cariño…hazme tuya!!, sigue así…Josema te quiero!! -

Aunque yo no soy el deseado, me siento igualmente querido, y disfruto de un empalme de campeonato. Le tomo una mano y le hago participar de la alegría que se esconde debajo del pantalón. Andrea complacida por la confianza se agarra con fuerza y lo manosea con ganas.

-        Lo primero que debes aprender es hacer una buena paja a tu novio para que esté tranquilo y satisfecho, y que te deje tranquila cuando a ti no te apetezca demasiado - ¿entiendes’ –

Me desabrocho el pantalón y antes de bajar la bragueta, la mano de Andrea se cuela por debajo del slip buscando ese pedazo de carne hinchado que tanto desea. Sin interrumpirla en su busqueda, me bajo el pantalón y el slip hasta los tobillos. Separo bien las rodillas y el ofrezco todo mi sexo para que lo vaya descubriendo a tientas.

Con los ojos vendados se siente segura y no tiene ningún reparo en acariciar mi sexo, mis piernas, mis testículos y enredar sus dedos entre mis ensortijados pelos. Le acompaño su mano hasta que abarca mi polla por la mitad. Tiene la mano pequeña y suave y le cuesta abarcar el troncho. Rodeo su mano con la mía y la hago desplazar arriba y abajo despacito. El pellejo se desplaza dejando al aire la mitad del capullo. ¡Uy, que gustito!

Hago que su mano tropiece con mis huevos que se habían ido hacia delante, hinchados y duros. Luego desplazo su mano hacia arriba hasta incidir sobre el reborde del capullo. Le acompaño en el movimiento varias veces hasta que domina la amplitud del mismo, y luego la dejo sola para que practique el movimiento aprendido.

Lo repite y empieza lo que va a ser una paja estupenda. Sin ser consciente de ello, cada vez se va acelerando más y más, y va perdiendo el control.

-        ¿lo hago bien?... ¿lo hago bien? - pregunta con insistencia mientras sigue moviendo su manita arriba y abajo, acariciando con delicadeza el capullo o estrangulándolo desconsideradamente.

-        Si, si muy bien… lo haces bien - le miento mientras le tomo su mano con la mía y se la acompaño volviéndole a fijar el ritmo y la amplitud de los movimientos más adecuados.

-        Cuando veas que la puntita está muy roja y brillante, debes humedecerte la mano con saliva y hacer así.... ves?... debe el pellejo debe resbalar suavemente –

-        Pon mucha saliva… que no falten tus babas nunca -

Me doy cuenta que tiene los ojos tapados y le pregunto si quiere mirar. Andrea no me contesta, simplemente se retira la venda y se queda inmóvil contemplando el buen nabo que tiene en la mano. Me mojo la mano con saliva y la extiendo por el capullo. Hago que ella haga lo mismo y que ensalive también el tronco.

Una vez bien todo bien mojadito, la vuelvo a acompañar en el abrazo sobre mi polla, y repetimos los movimientos que tan rápidamente ha aprendido. Me dejo caer hacia atrás sobre el sofá y dejo que ella solita vaya haciendo. No es una paja como las que uno se puede hacer, pero también me resulta muy placentera.

Ver a Andrea esforzándose en hacerme correr es una delicia. Yo solamente la dirijo, y ella se afana por seguir mis indicaciones ahora verbales.

-        Ahora suavecito.... y arri-i-i-i-ba-a-a-a y aba-a-a-a-jo-o-o-o-o, arri-i-i-i-ba-a-a-a-a-a-a y aba-a-a-a-ajo-o-o-o –

-        Cubre el capullo y lo aprietas.... baja la piel hasta el fondo....dos sacudidas rápidas... y ahora repite despacio -

-        Dale seguido... más rápido... aprieta un poco más.... sigue-e....sigue-e-e-e-e! -

-        Para....para.... una caricia al capullo y baja la piel...ahora sube y baja, subeeee, bajaaaaaaa -

-        Continua, no pares... así... dale.. dale así.... masss ahhhhhhhhhh!!!!!!!!, me corro, me corro! -

-        Para un instante, para... sube el pellejo suave, así...así...- le digo mientras otro borbotón de leche sale disparado.

Le tomo su mano y hago que rodee mi capullo y reparta las gotas leche por encima. ¡menudo gustazo!, ha sido genial.

-        ¿te ha gustado? ¿lo he hecho bien? - me pregunta con mucho interés

Después de darle mi aprobación para la primera enseñanza, Andrea se siente muy contenta contemplando el resultado de su obra, una buena cantidad de semen repartido entre sus dedos, mis piernas y mi vientre.

Mi cuñada acaba de llegar, hemos oído como se abría la puerta exterior, se cerraba y unos pasos aproximándose por el pasillo. Solo hay tiempo para vestirme y para acomodarnos cada uno en un extremo del sofá fingiendo que mantenemos una entretenida conversación.

-        Hola, ¿Qué hacéis aquí? – pregunta al entrar en el salón.

-        Hola mami…he seguido tu consejo, le estaba preguntando al tío cosas sobre los chicos… y lo que me cuenta es muy interesante… jejeje… ¡que complicados son los hombres y a la ve que sencillos! – dice riéndose a carcajadas sabiendo que su madre la entenderá.

-        Tu tío sabe muchas cosas… confía en su experiencia – le aconseja.

-        Voy a preparar la cena, ¿Qué te apetece cenar hoy Andrea?

-        Me gusta mucho el caldo que haces… haz una sopita… y una tortilla –

-        tú también quieres sopa especial, ¿verdad? – me pregunta a mí con una sonrisa de complicidad que no puedo pasar desapercibida.

He recordado lo que ocurrió la última vez que tomamos sopa para cenar y me he vuelto a ilusionar. Unos minutos más tarde, cuando mi sobrina ya no está, Carolina me advierte:

-        Esta noche te toca a ti venir a visitarme cuando el ingrediente secreto haga efecto – me dice mi cuñada invitándome a que ir a su dormitorio cuando los demás duerman.

Deverano.