Tres mujeres y un viudo (5)

Mientras mi cuñado duerme, nosotros nos ponemos al día.

  • ¿Qué haces ahí todavía levantada? – pregunta mi cuñado Pedro, soñoliento y extrañado por encontrar a su esposa todavía en el salón cuando ya son más de las doce de la noche.

  • Después de ver la película me he puesto a doblar la ropa y luego me he puesto a planchar tus camisas, ¿acaso te crees que se planchan solas? ¿quieres hacerlo tú? -

  • Me falta un poco para acabar… enseguida voy a la cama – le responde Carolina con aplomo y confianza, lo que disipa cualquier duda que mi cuñado pudiera tener.

  • …¿y qué haces medio desnuda? – pregunta el al verla con la bata con solo unos botones lo que hace que su pecho esté a punto de mostrarse

  • Hace calor…estoy sola en mi casa… ¿acaso te importa? …nadie me ve – dice mi cuñada cargada de razón.

Veo que Carolina se desenvuelve bien, saco la mano de debajo de la sabana que me he echado por encima para esconderme y le hago una caricia en la nalga. Quiero demostrarle que estoy aquí por ella, que la apoyo y que estoy dispuesto a ir hasta donde ella quiera.

  • Ven aquí y me ayudas a doblar las sábanas – dice mi cuñada ampliando la apuesta.

Si Pedro aceptase tendríamos un serio problema, yo permanezco escondido sobre el sofá bajo unas sábanas sin doblar. Este es el único escondite que he podido encontrar cuando nos hemos dado cuenta que el marido de Carolina avanzaba soñoliento por el pasillo en dirección al salón, donde estábamos su esposa y yo echando un gran polvo en el salón de su casa.

Carolina responde a mi caricia poniendo su mano sobre el bulto que hace mi cabeza bajo la tela. El marido en el pasillo a medio camino entre el dormitorio y el salón, yo sobre el sofá escondido tras el respaldo y cubierto por una sábana, y ella de pie junto al sofá, segura y dominando la escena.

Me seduce su entereza y la gratifico con el roce de mis dedos sobre su vulva. Esa vulva que conserva la humedad y el calor del polvo tan rico que estábamos echando. Es tan hermosa que atrae mis dedos, Carolina separa un poco las piernas para facilitar mis tocamientos durante el tiempo que su marido tarda en decidir lo que quiere hacer.

  • Me voy a dormir, mañana tengo que madrugar…no tardes cariño – dice antes de dar la vuelta sobre sus pasos y volver al dormitorio.

Confiado y engañado, mi cornudo cuñado no puede ni imaginar lo que hemos estado haciendo desde que él se acostó hasta el momento que nos ha interrumpido.

Hace quince minutos…

Me coge de la mano y me arrastra hasta que llegamos a un sitio en el salón desde donde se ve la puerta de su dormitorio, y también se puede apoyar en el respaldo del sofá. Se desbotona la bata, levanta el sostén por encima de sus pechos y se quita las bragas. Nos besamos, me coge la mano para que le agarre un pecho y la otra para ponerla sobre su vulva peludita y mojada.

  • ¿Te gusta querido cuñado?... pues ya sabes…disfrútalo que esto no tiene dueño y está deseando tener uno que lo cuide y lo consienta –

  • Uy!...como me pones… - me arrodillo y hago que apoye un pie sobre el sofá para que su rajita quede perfectamente accesible.

  • No, no así no… mejor así… tengo que vigilar la puerta del dormitorio… nunca se sabe, y si se despierta y va al baño, nos podría pillar aquí a los dos… - dice poniéndose en una postura con la que puede vigilar el pasillo y me deja a mi todo su coño para que lo disfrute.

  • Parece que me estaba esperando… que cosa tan deliciosa me propones – le digo justo antes de estampar mi boca sobre su raja y empezar a lamer y chupar sus labios como un becerrito busca la ubre de la vaca.

  • Es todo para ti…lo has deseado y pedido correctamente – me dice agarrándome del pelo para mantenerme firmemente amorrado a su entrepierna.

La fuerzo a separar las piernas para tener acceso a su voluminosa vulva, paso la lengua por la rajita hasta encontrar su clítoris, le paso la lengua varias veces y termino por atraparlo entre mis labios para poder sorber con esmero.

  • ¿Esto es lo que le hacías a mi hermana?... no me extraña que te quisiera tanto… eres un cuponcito delicioso… oooohhhh….ohhhhh… sigue aasi….sigue – me suplica mintras me pone un pie sobre el hombro y coge un puñado de pelos de la cabeza.

  • Chupa…chupa me vuelve loca tu lengua entre mis labios…ahora ya tienes a quien dedicar tus caricias, querido cuñado… haz conmigo lo mismo que con mi hermana – me ordena en medio de su excitación.

  • El tuyo es más carnoso y jugoso, me gusta mucho…no te dejaré hasta sacarte tus juguitos – le digo durante una pequeña interrupción en mis lmidas sobre su almejita.

  • Ahhhh, ahhhh… me voy a correr ya… me viene, me viene – dice mi cuñada a punto de explotar sobre mi cara.

Antes de que eso suceda, me levanto, la volteo con decisión y hago que se pongo con el culo en pompa y las manos apoyadas al respaldo del sofá.

  • ¿sabes lo que le gustaba más de todo?...¿quieres saberlo? ¿si?...te lo voy a mostrar – le digo mientras froto con el glande totalmente hinchado entre sus piernas y la raja del culo.

  • El estilo perrito le volvía loca…espero que a ti también te guste… a mi me encanta – le dijo con la polla apuntada hacia su húmedo conejito a punto para clavársela hasta las bolas.

  • Me encanta-a-a-a-a, dame duro amor…hace mucho tiempo que no tengo dentro un pirulo como el tuyo – separa los pies para coger estabilidad y espera mi empujón definitivo.

Empujo despacio, sin detenerme hasta clavarla totalmente, mi pubis se acomoda a sus nalgas y nos sentido que formamos un solo cuerpo. Le pongo una mano sobre el hombro, la otra en la cadera para tu control total de los movimientos: Empieza un vaivén infinito e intenso, hacía tiempo que lo deseaba, tenemos todo el tiempo del mundo y estoy dispuesto a disfrutarlo al máximo.

Noto como su coño se derrite, empieza a sacar jugos y más jugos. Mi cuñada es mucho más “efusiva” que mi difunta, me gusta sentir como chorrea, como me moja las pelotas y como sus flujos corren por mis piernas.

Pongo una mano por delante de su pubis y busco su coño, lo encuentro blando y completamente mojado, encuentro su clítoris y se lo froto, era lo único que faltaba para correrse como una perrita.

  • Ahhhhhgggg cabrón, tu sabes cómo tratar a una mujer, ahhhhhh, oooohhhhh, ahhhhgg – no deja de gritar mientras culea y ondula la espalda en medio de su orgasmo.

Aprieta las piernas entre si y con una de sus manos me atrapa la mia para mantenerla sobre su sexo.

Un ruido completamente inesperado que viene del pasillo nos sorprende y dispara todas las alertas. Es Pedro, mi cuñado se ha despertado y viene hacia nosotros con paso decidido. Solo tenemos décimas de segundo para improvisar una salida…ufff que difícil.

Carolina, se pone junto al sofá cerrándole el paso hacia el salón, solo le da tiempo a abotonarse tres o cuatro botones antes de presentarse ante su marido, Se alisa el pelo alborotado por mis empujones y espera a que el le diga algo.

Yo me acurruco en el sofá, en el lado opuesto al que está él, me echo unas sábanas que había pendientes de planchar por encima y en silencio espero acontecimientos.

Aquí enlazamos con el principio del relato.

  • ¿Qué haces ahí todavía levantada? – pregunta mi cuñado Pedro soñoliento y extrañado por encontrar a su esposa todavía en el salón cuando ya son más de las doce de la noche.

  • Después de ver la película me he puesto a doblar la ropa y luego me he puesto a planchar tus camisas, ¿acaso te crees que se planchan solas? ¿quieres hacerlo tú? -

Tras la corta conversación entre ambos que ya he contado más arriba, mi cuñado vuelve al dormitorio convencido que su fiel esposa está terminando de planchar la ropa y que enseguida que termine ira a acostarse junto a él en su cama de matrimonio.

Carolina tira de las sabanas que me han proporcionado el abrigo necesario para que mi cuñado no me viera. La expresión de su cara lo dice todo… una vez superado el pequeño problema que nos ha interrumpido, es momento de retomar lo que estábamos haciendo y disfrutando juntos.

  • Te dejo vigilando y mira lo que ha pasado, casi nos pilla en mitad del “fregao”. Estaba tan fuera de mi que me había olvidado que no estamos solos – dice Carol con un medio reproche.

  • Ahora me encargaré yo de hacer la vigilancia. Siéntate ahí en el sofá que ahora vuelvo -

Carolina se acerca por el oscuro pasillo sigilosamente hasta su dormitorio, abre la puerta, se asoma y la vuelve a cerrar con mucho cuidado. Al volver junto me dice:

  • Ya está roncando de nuevo… vamos a terminar lo que teníamos…estoy chorreando y no me puedo ir a la cama con esta calentura…¿tú, cómo lo llevas? ¿se te ha bajado del todo por la interrupción? ¿necesitas que te ayude? – dice con mucha picardía al mismo tiempo que se abre la bata para que pueda contemplar su hermoso cuerpo dispuesto a volver a incendiarse.

Siguiendo sus indicaciones, me siento medio tumbado en un extremo del sofá, mi polla apunta al techo como un faro, se sube sobre mi, una pierna sobre el apoyabrazos, la otra con la rodilla en el asiento, su coño justo enfrente a mi polla, sus tetas a la altura de la cara y las manos apoyadas en la parte superior del respaldo… dispuesta a cabalgar sobre mí con la mirada puesta en el pasillo.

Baja la pelvis y deja que mi polla la penetre hasta perderse totalmente. Antes de botar sobre mi, me pregunta:

  • Con mi hermana, ¿también hacías estas cosas? ¿le gustaba lo mismo que a mi? – le interesa saber.

  • Si, si… no cabe duda que sois hermanas, también le encantaba subirse encima de mí y cabalgar duro, con sus pechos tan parecidos a los tuyos…era deliciosos – le digo al tiempo que revivo sensaciones casi olvidadas.

Pongo una mano bajo cada pecho, en forma de pinza, que al desplazarla hace que el pecho se eleve y los pezones apunten al frente. Mientras Carolina sube y baja sus caderas, le acaricio las tetas dándole un masaje, estirándolos una y otra vez. Los pezones se van erizando y endureciendo hasta convertirse en un garbancito marrón muy sensible.

Los atrapo entre los dedos pulgares e índice, aprieto y estiro para estimularlos al máximo.

  • Si, me gusta…me gusta mucho… esto no me lo hace mi marido – me dice al constatar que mis apretoncitos le dan un plus de estimulación mientras mi miembro sigue haciendo de las suyas en su húmeda vagina.

Mi cuñada está disfrutando de lo lindo, ella marca el ritmo y la intensidad de su cabalgada. Cuando le apetece se detiene, culea retorciendo sus caderas sobre mi miembro o da empujones duros y rápidos adelante y atrás. Cuando ya ha conseguido que mi polla le frote por cada rincón de su vagina, vuelve a galopar despacio o rápido según el antoja.

Cuando bota sobre mi se oye un chop, chop..chop..chop de su coño que me vuelve loco. Lleva tanto rato, y me ha dado tantos jugos que tengo toda la entrepierna chorreando. Se ha propuesto que esta cabalgada sea memorable y sin duda lo está consiguiendo.

  • Estoy segura que mi querida hermana estaría conforme con que yo le cuide su maridito – me dice para añadir un poco mas de morbo a la situación.

Le respondo cogiéndole los pechos, apretándoselos y tirando de los pezones tal como antes me ha indicado que le gustaba. Cuando se suelta de mi presa mueve rápidamente los hombros para abofetearme con sus tetas. ¡¡¡Uffff, que cuñada tan guarrilla que tengo y cómo me gusta que sea así!!!

Tras este juego, Carolina se concentra mas en el movimiento de sus caderas… ha llegado el momento…ahora si que la veo venir a por mi… me quiere sacar hasta la última gota de leche.

  • Uhhh….uhhh … uhhhh – gime antes de correrse por segunda vez

  • Dame tu leche….dámela ya…siiiii... toda…siii…asiii – me susurra al oído mientras se abraza.

No lo tengo ni que pensar… después del rato que llevamos acumulando electricidad, el chispazo es enorme, me recorre toda la espalda hasta llegar a la nuca. Mi polla sufre varios espasmos y escupe leche calentita sin parar dentro de su vagina.

Siento como literalmente se mea encima mío, nos mojamos los dos, no podemos evitar unas risitas… el sofá a tomar por culo. Nos abrazamos fuerte hasta dejar que cesen sus contracciones y mi polla se ablande.

Echado sobre mi cama, desnudo y complacido, rebobino las escenas vividas con Carolina. Se que estoy despierto y que ha sido real…pero no me lo termino de creer. Me duermo.

La mañana siguiente me levanto temprano, allá sobre las 7:30 am. Mi cuñada Carolina esta en la cocina terminando de prepararme un suculento desayuno. La percibo de muy buen humor, no deja de canturrear y de sonreírme… algo ha cambiado en nuestras vidas.

Me siento en la mesita de la cocina, cojo el vaso de zumo que me ha preparado y me fascino con las cosas que ha preparado para mí.

  • Querido cuñado… te tienes que cuidar más… tienes que estar en plena forma para poder disfrutar de todo lo que nos queda por delante – me aconseja con una sonrisa de oreja a oreja.

En esto que aparece mi sobrina Andrea en búsqueda de su café con leche que es lo único que desayuna antes de irse a la universidad. Viene con una faldita corta, unas zapatillas deportivas de suela gruesa, un top ajustado al cuerpo completado con una chaquetilla torera.

  • ¿sabes que mi Andreita se ha echado novio? – me pregunta mi cuñada con un cierto tono irónico.

  • Mamá… es sólo un amigo…un amigo algo especial…pero sólo eso – responde la chica con cierta desgana.

  • Ay! mi chiquita…se está haciendo mayor sin darnos cuenta. No me habías dicho nada. Lo tenías muy en secreto, eh! - le digo al tiempo que le paso la mano entre los muslos hasta llegar a su braguita y posar los dedos en contacto de su sexo, sin que su madre se de cuenta.

Es parte de mi “venganza” por haberme tenido como su esclavo sexual durante una buena temporada. A partir de ahora sabrá que algunas veces toca dominar y otras ser sumiso.

Deverano.