Tres mujeres y un viudo (2)

Capítulo 2: ¿quieres ver el tattoo que me he hecho?

Ayer durante la cena el tema de conversación fue la moda que corre entre los jóvenes de tatuarse la piel, algunas veces con bonitos motivos y otras no tanto, en sitios discretos y en otros no tanto. Mi cuñada Carolina esta claramente en contra, su marido por una vez pareció ser el mas liberal de los dos y no lo encontraba del todo mal.

Quizás en su opinión pesaba mucho que su amada hijita fuera una firme partidaria y que ya llevaba varios tatuajes en zonas visibles, y todos nos temíamos que había muchos mas ocultos. Yo me mostré bastante neutral, reconozco que hay algunos tatuajes que son una verdadera obra de arte, pero otros lo único que hacen es distraer la atención de partes hermosas del cuerpo tanto del hombre como de la mujer.

Para quitar hierro a la discusión,  le digo sabéis aquel chiste de un hombre con un tatuaje en el pene que decía “RECOPLA”, y cuando estaba erecto…se podía leer “RECUERDO DE CONSTANTINOPLA”. Los cuatro nos reímos a carcajadas y dejamos aparcado el tema para otra mejor ocasión.

Hoy, a media tarde me llega el siguiente mensaje al teléfono.

—     Kieres ver el tattoo Keme echo? —

Este es el escueto mensaje con el número de mi sobrina Andrea que al principio me cuesta entender.

Conociendo como se las gasta, y que justo ayer presencie la dura discusión entre su madre y ella a cuenta de los dichosos tattoo, me recorre la espalda un ligero escalofrío. Me pregunto que se habrá hecho y dónde. Durante la discusión salieron a relucir varias alternativas para los motivos a elegir y sobre todo la posición donde dibujarlos.

Estoy seguro que Andrea, haciendo gala de su espíritu transgresor habrá elegido algo que motive la controversia con su madre. A mí me toma como elemento de referencia para comprobar si se ha pasado un poco, mucho o muchísimo. Se que confía en mí, su papi, el que la consiente todo,  no puedo negarme a ir para hacer la comprobación de rigor.

Después del subidón al ver el mensaje aparecen las dudas, ¿querrá enseñarme solo el tattoo? o ¿querrá provocarme como hace habitualmente? Y esta vez, ¿estará ella sola o vendrá su amiga?.

Le podría dar vueltas y vueltas a la cuestión pero seguro que ninguna alternativa me agradaría  tanto como la que he tomado. Le envío respuesta aceptando su invitación y quedo a la espera de nuevas noticias con el intimo deseo que me proponga quedar a solas para disfrutar juntos de ese cuerpazo que tiene la condenada.

—     Salgo d la akadmia a ls 7- e kddo con Mikel a ls 8—

—     “T spero n l skina del Flmngo a ls 7—

Y ya está, ahora solo falta esperar a que sea la hora, aunque solo recordando lo bien que lo pasamos en otro día en la escalera del edificio donde vivimos se me pone dura como una piedra.

Unos minutos después de las siete, se abre la puerta y de un salto Andrea se mete dentro del auto que había aparcado a la salida de la academia donde ella va. Arranco,  salgo deprisa en dirección al sitio que he elegido para que podamos estar tranquilos cuando me enseñe el tattoo nuevo.

Ella pone cara de extrañeza y hace un gesto como diciendo :”para enseñar el tattoo no hace falta irse a ningún sitio.

—     me gustaría que me enseñaras el nuevo y también los viejos— le digo y ella asiente con un destello de picardía en la mirada. Se acomoda en el asiento y se pasa las manos por encima de las piernas como alisando la tela.

Llegamos al parque donde está el lava coches y los aspiradores. El sitio donde la lleve el primer día para que me hiciera una mamada. Al darse cuenta donde vamos, Andrea ha deducido mis intenciones y ha hecho unos mohines de aprobación que me han animado un poco más.

En esta época del año empieza a oscurecer bastante temprano, no se ve casi nadie por el parking y es un sitio ideal para detener el auto y charlar… o lo que se tercie, cada pareja sabe de sus cosas.

—     Aquí estamos tranquilos…me puedes enseñar el tattoo nuevo… y quizás alguno más— le digo haciéndole entrever que me gustaría que me enseñe algo más.

—     Cierra los ojos un momento, veras que bonito es— dice ella en tono juguetón.

—     Ya los puedes abrir— dice con alegre y desenfadado.

Se ha quitado la camiseta y se ha plantado delante, a un par de palmos mostrándome un sofisticado tattoo que empieza en la parte alta del brazo, va hacia el hombro y termina en la base del cuello. Es una filigrana colorida y sofisticada. A mí se me escapa un silbido de admiración por la obra del artista y por el trozo de cuerpo desnudo que queda a la vista.

Ella muy satisfecha, me pregunta varias veces si me gusta, si le queda bien, si le favorece…

—     Por supuesto que sí y seguro que está en línea con los otros que ya tienes, ¿me los enseñas? — la provoco.

Sin pensarlo, se desprende del sostén para mostrarme el pequeño tattoo que tiene sobre un pecho, luego se vuelve para enseñarme otro situado al final de la espalda y que solo se ve cuando se baja la cinturilla del pantalón.

Estoy encantado, mi me gustan mucho los tattoo, aunque sobre todo me gusta tener delante el cuerpo tan bonito y casi desnudo de mi sobrina exhibiéndose con naturalidad. Vista mi reacción, se anima a enseñarme el que tiene en la zona más íntima. Justo por debajo de la línea de la braguita y junto al hueso de su cadera me enseña la silueta de una gatita.

Ella está muy animada enseñándome su colección, está muy orgullosa, disfruta luciéndola y explicando los detalles de cada figura. Yo también le quiero enseñar la mía, solo tiene un tatuaje pero que espero sepa apreciar. A mi esposa le hizo mucha gracia cuando me lo hice, se entretenía bromeando y jugueteando alrededor.

—     Ya te he dicho que a mí también me gustan los tattoo. Tengo uno que quiero enseñarte—

Me desabrocho el cinturón, me bajo la cremallera y abro el pantalón para dejar a la vista mi bajo vientre. Del slip sobresale la cabeza de un animal de fantasía lleno de detalles diminutos que se parecen a la cabeza de un dragón mitológico. A ella le encanta y me pide ver el resto que hay más abajo.

—     Te dejo que lo descubras por ti misma— le digo para empujarla a que me quite el pantalón.

—     Me encanta. No me voy a ir sin verlo completo— dice ella muy segura.

Levanto el culo del asiento y le dejo que lleve mi pantalón por debajo de la rodilla. A Andrea le gusta mucho el resto del tatuaje y lo examina con detenimiento.  Una vez complacida su curiosidad se centra en lo que hay al lado. Todo mi sexo esta al aire. Ha ido engordando mucho, ahora presenta una bonita erección.

Ni corta ni perezosa, con mucho cuidado comienza un sube y baja muy moderado en el ritmo, pero muy intenso en la presión. Se escupe en la mano, luego la vuelve a coger con firmeza. Echo el respaldo de mi asiento hacia atrás, ella se pone de rodillas en su asiento y toma el mando de la situación, nunca mejor dicho.

La condenada sabe bien como se hace una buena paja, y conmigo está demostrando su destreza, tiene una buena técnica. No me da tregua, ni tampoco me deja que tome la iniciativa. En su objetivo solo figura hacerme una estupenda paja y eso es lo que está consiguiendo.

Tengo una buena corrida. Ella juega unos instantes con la polla que se ablanda rápidamente restregando la leche por toda la zona. Cuando recobro el sentido, ella está recomponiendo su ropa, se arregla el pelo y me dice:

—     Me tienes que llevar a la academia antes de que mi novio venga a buscarme—

—     Ah! muchas gracias por pagarme el tattoo. Tengo una amiga a la que le encantaría hacerse uno parecido, pero no tiene dinero para pagarlo, tu ya me entiendes—

—     ¿cómo dices?... no entiendo…que tiene que ver tu amiga con esto—le respondo sorprendido por lo que acabo de oír.

—     Papi que inocente eres… algunas veces pienso que eres un poco tontito.

—     Gracias a tu generosidad, mi tattoo me va a salir gratis… y a una amiga mía también… ella estará encantada de enseñártelo para que lo veas igual que has hecho con los míos.

—     … y no se hable más…vamos que llegaremos tarde y a mi novio le molesta mucho que me retrase—

Deverano.