Tres mujeres y un viudo (13)

El marido de Carolina reclama su merecido protagonismo

Hola, soy Pedro, el marido de Carolina y cuñado de Tono. Tengo 51 años y llevamos veintiséis casados, tenemos dos hijas, aunque solo Andrea de diecinueve años sigue viviendo con nosotros.Carolina y yo nos llevamos bien, tenemos una buena relación, aunque después de tantos años juntos ha aparecido un grave problema: la rutina y la monotonía han dado paso a la desgana. Hace bastante tiempo que no mantenemos relaciones sexuales, hay algo que me bloquea y no puede conseguir una erección decente con ella.

Digo con ella, porque fuera del matrimonio no tengo ningún problema, últimamente he recurrido a visitas a profesionales del sexo y alguna que otra relación extramatrimonial. Me excito mucho viendo a las chicas masturbándose o jugando con un dildo. También ver como otras parejas hacen el amor logran ponerme a tono. He llegado a la conclusión que para recuperar la actividad sexual con Carolina necesito introducir algo nuevo, y eso, creo que puede ser abrir nuestra relación a otra persona.

Actualmente nuestro cuñado Tono vive con nosotros. Enviudó hace seis meses después de una corta enfermedad de la hermana de Carolina. Tras sufrir un pequeño accidente que le imposibilitaba seguir sólo en su casa, lo invitamos a venir a vivir con nosotros hasta que se recupere. A mi parecer, Tono puede ser un buen candidato a ser un nuevo componente de nuestra unidad familiar. Lo he empezado a sondear y estoy convencido que mi mujer le pone mucho.

Mi cuñado es algo mayor que nosotros, es un tipo educado y amable, y sobre todo es hombre buen conversador y divertido. Le afectó mucho la pérdida de su esposa, que ha podido empezar a superar gracias a que Carolina es muy parecida a su hermana, y que lo trata como si fuera yo mismo. Lejos de incomodarme, la situación me agrada y me ayuda a fantasear que estamos los tres juntos, me excita y me hace poner duro. Algunas veces me incomoda sentirlo así, pero la mayoría de ocasiones me parece que puede ser una buena solución a mi problema.

- ¿Te has fijado que últimamente Tono está algo extraño?... parece ausente… sin duda algo le pasa – me comenta mi esposa Carolina mientras nos preparamos para meternos en la cama.

- El domingo cuando volvisteis del partido le vi algo extraño en la mirada, parecía avergonzado…¿pasó algo durante el partido? … no os discutiríais por el dichoso futbol, ¿no? – me pregunta dándole importancia al asunto.

- No, no es eso. Durante la tarde me hizo varios comentarios sobre que está triste y se siente solo… echa mucho de menos a tu hermana … le falta algo en la vida – digo poniendo énfasis para que se interese por el tema.

- Ya… cosa de tíos… lo de siempre… que necesita una mujer, no? – me responde

- Exacto…si, eso mismo – y le tomo la palabra – He pensado que podrías ser más amable con él…invitarlo a que te acompañe cuando sales a comprar, bueno ya sabes… -

- ¿Pero qué dices…estás loco o qué? ¿Qué quieres que me lie con mi cuñado? ¡Tú estás loco de remate! – me contesta haciéndose la ofendida.

- No te enfades… no me he expresado bien. Quizás tu tengas alguna amiga… ya sabes, alguien con quien lo pudiéramos emparejar… y salir juntos – trato de enmendar mi propuesta inicial.

- Ahhh, bueno… eso si… tengo la candidata ideal… Marga es divorciada…lleva un par de años en el dique seco y por lo que me ha confesado está deseando pillar cacho…pero sin compromiso. No quiere volver a liarse de momento, aunque echar una canita al aire lo está deseando – me adelanta para que me haga a la idea.

Al día siguiente nos volvemos a encontrar en la cama, abrazados y ya con la postura para dormir, Carolina me cuenta que ha estado hablando con su amiga Margarita y me pregunta:

- Cariño, a ver que te parece… a ti te importaría que alguien nos observase mientras nos amamos... – añadiendo después - mi amiga me ha confesado que hay muchas cosas que quiere vivir y que hasta ahora no ha tenido oportunidad... a mí me gustaría que fuese muy feliz...que te parece? … si te molesta me lo dices...-

- Lo más importante es que yo haré lo que tú me pidas...si crees que la podemos ayudar cuenta conmigo...además seguro que también nosotros disfrutaremos... ¿no? —

- Eres un sinvergüenza...pensaba que ibas a decir que no…pero te quiero — me dice Carolina antes de darme un largo beso y acomodarse para dormir muy satisfecha por mi respuesta.

Carolina y Marga fueron intimas en su adolescencia, pero hace tiempo que no están juntas. Tras varios años de no verse coincidieron en una celebración. Marga puso a mi esposa al corriente de sus problemas personales y que estaba tramitando el divorcio.

Estando sobre la cama, se coloca a mi lado y cruza una pierna por encima de las mías. Con una mano me enreda el cabello y con la otra acaricia mi pecho.

- Marga y yo éramos muy buenas amigas… te he contado que pasamos un par de veranos juntas…cuando teníamos dieciséis años… que bien lo pasábamos entonces…— me dice en voz baja como si fuera un gran secreto.

Con ganas de tirarle de lengua le pregunto:

- …y que diabluras hacíais vosotras…seguro que los chicos iban de cabeza detrás de vosotras—.

Esto le da una magnifica excusa para seguir contándome sus recuerdos de adolescente.

- Lo pasábamos de miedo…éramos las más deseadas de la urbanización…a todas las fiestas nos invitaban…y teníamos los chicos que queríamos— me dice.

- Un poco golfillas me parece a mí…— le reprocho jocosamente

- No, no lo creas…íbamos a bailar y a divertirnos, pero de sexo casi nada…— me responde esperando que le pida que me cuente más.

- Cuéntame lo que hacíais…me gustaría saberlo, de ti me puedo esperar muchas cosas…pero de Marga…con lo modosita que parece…anda cuenta y “maltrátame un poco— le digo.

Antes de empezar me desprende del slip y ella se quita las braguitas tanga que lleva. Se coloca a mi lado de nuevo y empieza a acariciar mis huevos y la verga que ya está blanda pero gordita.

- Está bien…espero que te guste— continúa diciendo mientras sigue subiendo y bajando la piel muy lentamente o haciendo mover las bolas de un lado a otro con su mano.

- Nos conocimos un verano. Nuestras familias coincidieron en el lugar de vacaciones y nos hicimos amigas. Como juego, un día decidimos intercambiar nuestras ropas, nuestros trajes de baño…y nos gustó ver nuestros vestidos en el cuerpo de la otra.

Marga se quedó una tarde conmigo durante la siesta. Al rato oí unos ruidos muy flojos, como gemidos que venían desde su cama. Al principio no me atreví a volverme, pero a medida que se fueron haciendo mas seguidos y fuertes, la curiosidad pudo más. Con disimulo me puse de costado para poderla observar.

- Marga estaba de espaldas, no se dió cuenta, continuó con su mano entre las piernas y sus continuos gemidos entrecortados. Instintivamente mi mano también buscó mi rajita, primero por encima de las bragas y después por debajo de la tela.

- Cuanto más rápidos eran los gemidos de Marga mas intensamente me frotaba yo, hasta que por fin tras un largo suspiró y se quedo inmóvil. Yo estaba tan excitada que no podía parar.

- Al principio lentamente, para que ella no se diera cuenta y luego mas deprisa, seguí masturbándome confiada en que ella se había dormido. Cuantos más minutos pasaban más segura me sentía y con más ganas me frotaba. Llegue a un lindo orgasmo y tuve que reprimir mis gemidos por miedo a despertarla.

- Después de unos instantes, cuando ya me estaba estirando y preparando para dormir un poco, Marga se volvió hacia mí, con los ojos bien abiertos y cara de felicidad para decirme que le había encantado oírme y que lo debíamos repetir, pero esta vez las dos juntas.

Desde hace rato mi verga esta completamente hinchada y dura. Carolina sabe tratarla con dulzura y también con energía. La frota arriba y abajo, o acaricia la punta describiendo círculos con la palma de la mano.

Cuando ve que yo aprieto las nalgas, se detiene unos instantes, me deja reposar y luego continúa empezando muy, muy despacio. Algunas veces me sorprende intercalando cuatro o cinco meneos rápidos e intensos que me encantan. Lo sabe hacer de maravilla.

Con el relato de sus andanzas y los sabios meneos que me da estoy a punto de correrme. Antes de que esto suceda Carolina se tumba y separa bien las piernas enseñándome su chochito.

- ¿No quieres venir un rato conmigo? — pregunta con sonrisa muy picara mientras con los dedos me muestra el camino.

Encantado y muy excitado me coloco encima, la meto hasta las bolas y al acercarme hasta su oído le susurro:

- Espero que me cuentes mucho más…me ha gustado y espero que los dos disfrutemos ahora de las consecuencias….¿Qué te parece? —

- Uhmmm….uhhhhmmm …si…siiii… mañana te contaré más….pero ahora ámame bien fuerte! —

Luciendo una erección magnifica, la mejor en mucho tiempo, me dispongo a reconquistar lo que siempre ha sido para mi y que no he podido disfrutar.

- Cariño hoy quiero que lo hagas por detrás...sé que a ti te gusta mucho...y yo es como más la noto... debemos celebrar este reencuentro — dice mientras se coloca a cuatro patas sobre la cama, ofreciéndome su culito y su almejita ya jugosa.

Me encanta la idea, me pongo en pie, me coloco detrás de ella; con una mano la sujeto por la cadera y con la otra dirijo la punta de mi polla hacia la entrada de su chocho. Aprieto un poco y le meto la punta, la cojo con ambas manos por las caderas y de un fuerte empujón se la meto hasta las bolas.

Carolina gime y se relame sintiendo toda mi polla dentro de su vagina. Durante unos instantes permanezco inmóvil, mientras ella arquea la espalda arriba y abajo, haciendo que mi polla roce profundamente en su vagina.

Empiezo a balancear mis caderas adelante y atrás haciendo que entre y salga cada vez más deprisa. Sin una cadencia definida voy parando, vuelvo a mi balanceo o lo ralentizo. Haciendo que ella nunca sepa cómo va a ser el próximo empujón.

Esto hace que lo desee lento cuando es rápido, que siga cuando paro o que me suplique más fuerte cuando lo hago lento y tierno. Gotas del jugo de su chochete corren por su pierna y humedecen mis huevos.

Una fina película recubre su culo y mis muslos. Al juntarse y separarse con fuerza nuestros cuerpos se oye un continuo chasquido. Me retiro un poco hacia atrás para poder poner mis manos alrededor de su culo puesto que se que le gusta mucho. Unto mi dedo pulgar con sus fluidos y luego lo restriego sobre el ano apretando suavemente. Esto también se que le gusta.

Carolina, vuelve la cabeza y me pide suplicante:

— Dame más...más fuerte, hasta el fondo...como tú sabes cariño... —

Comprendo que ya ha llegado el momento de dar gusto a mi mujer. Le sujeto firmemente por la cadera, me afirmo bien y tiro de su culo hacia mí. Mi polla se clava hasta el fondo. Con mis manos la empujo hacia delante lentamente haciendo que casi se salga.

Repito todo el movimiento una y otra vez. Cada vez más deprisa, Carolina colabora dejándose caer con fuerza hacia atrás haciendo que mi polla se clave hasta lo más hondo. Pasados unos minutos mi mujer empieza a jadear y a gritar fuerte… mucho más fuerte de lo habitual, sin complejos, sin frenos.

Deverano.