Tres intrusos en una vivienda de Nerja (2)

Continuación del relato publicado el 08 de julio por Huelva1

Aquí les mando la continuación de Tres intrusos en una vivienda de Nerja (1). Espero les guste el desenlace. Un beso.

Tres intrusos en una vivienda de Nerja (2).

Ruth tenia una larga melena castaña, que lucia a juego con sus ojos. Por sus 18 años era alta, y bien proporcionada: cintura estrecha y caderas firmes. Sus pechos se escondían tras una camiseta de manga larga y a rallas.

Fue arrastrada hasta donde estaba su madre, que seguía desnuda sobre la mesa del comedor. La obligaron a ponerse de rodillas frente a su hermano, que aguardaba con los pantalones en el suelo y el slip semibajo, su flácida verga colgaba como dormida.           – vamos, que seguro que a tu edad no es la primera vez que lo haces... ayuda a tu hermanito que tiene un trabajo que terminar - rieron todos- Pero Ruth seguía inmóvil y con los brazos caídos junto a su torso. El grito de su hermano al recibir una fuerte patada en la espalda la hizo reaccionar.

Cogió con una mano el sexo de Raúl y empezó a lamerlo. Le pasaba la lengua por toda la verga y se la introducía en  su boca, no entera, pero casi. Volvía a sacarla y empezaba de nuevo. Raúl se concentraba en no sentir nada, pero no podía evitar excitarse al ver la cara de su hermana, llena de lágrimas pero tan sensual... con su verga entrando y saliendo de su boca, y la lengua restregándola toda.– mírenlo, señores, pero si se le ha puesto tiesa y dura como una roca! Tu hermanita te gusta más que tu madre, verdad?!Y a quién no! juajau-

Entonces fue cuando obligaron a Raúl a hacer aquello al que tanto se resistía. De pie delante el sexo todavía húmedo por la saliva, Raúl cerró los ojos y embistió a su madre , cogiéndola por las caderas e imitando a sus anteriores violadores. Era la primera vez que Raúl penetraba a una mujer. Su verga entraba y salía de su interior rítmicamente y su miembro ya no volvió a la flacidez inicial pues el roce de las paredes vaginales de María le mantenían, aún contra su voluntad, en tan alto grado de excitación que sin darse cuenta se encontró perforando a su madre, dándole verga hasta que tras un fuerte espasmo se corrió dentro de ella. Todos vitorearon al muchacho por el gran éxito –María, a ver si vas a darle a Raúl un hermanito de su propia sangre- se cachondeaban sin escrúpulos los intrusos.

Ruth había contemplado la escena sentada en el suelo, donde se quedó tras practicarle la felación a su hermano . –Vamos por la chiquilla, que la madre ya ha tenido bastante por ahora!

El padre al oírlo empezó a agitarse en la silla, tanto que cayó al suelo con el forcejeo y la rabia. –Mirad al papaíto, parece que también quiere cogerse a su hijita! Señor, que esta delicia no esta a su alcance... ya somos tres aquí para satisfacerla, no se preocupe usted. Ruth se separaba de ellos caminando sentada hacia atrás, pero la pistola de José la encañonó de nuevo e hizo que se levantara.

–Vamos muchacha, empieza a desnudarte, que estamos impacientes por admirar tu cuerpecito de mujer... sigue mis ordenes y José no va ha hacerte daño. De acuerdo? Quítate primero los zapatos, sin agacharte, hazlo con los pies. Luego desabróchate suavecito el botón del pantalón tejano y tira de la cintura para abajo... con lo estrechitos que te van, puedes ayudarte con unos golpes de cadera... así, ves? Ya están en las rodillas.. déjalos caer al suelo y sepárate de ellos

–

Ruth lucia una bonita braga de color azul oscuro, que resaltaba sobre su suave piel blanquecina. Sus piernas eran largas y finas. – Ahora vamos por la camiseta, quítatela por la cabeza y déjala caer también en el suelo- Unos pechos medianos se adivinaban  tras el sujetador azul oscuro, a conjunto con la braguita.

- Detente ahí un momento , queremos imaginarte desnuda. Te apetece quitarte el sujetador tu misma o prefieres que lo haga yo? –Susurró Gonzalo. Ruth no contestó y éste volvió a repetirle la pregunta. - Me entendiste o le digo a José que le quite el seguro a la pistola a ver si te devuelve el habla?- Ruth no sabia que responder, ¿qué podía escoger en esa situación? Quizás seguir desnudándose ella misma, por lo menos así esos cabrones no la tocaban. Se llevó las manos a la espalda e iba a desabrocharse pero... ¡no, no, no...!  no has respondido todavía a mi pregunta –siguió Gonzalo - que prefieres? Ruth contestó:

-Seguir yo sola.

-Seguir tu solita haciendo que? y añádele el señor al final de la frase, que hay que ser educados en esta vida...

-Seguir desnudándome yo sola... señor

-Mmmm... y eso porque? Te gusta acariciarte cuando estás solita? Seguro que más de una noche cuando todos duermen... mmmm... seguro que te tocas, verdad?

- No, señor.

–Ruth sollozaba tanto que casi no podía ni articular palabra, pero se veía obligada a contestar a su interrogador

- No me mientas, princesita, que yo sé que sí lo haces. A ver, muéstranos esos pechos sabrosos que escondes ahí y enséñanos como te los tocas... muéstranoslo,-

sonrió.

Ruth con el frió revolver en su cabeza empezó a desabrocharse el sujetador, se lo deslizó por los brazos y lo dejó caer. Sus pechos quedaron a la vista de todos. De su hermano, que lo miraba todo luchando por no volver a excitarse y atado a una de las patas de la mesa donde yacía su madre. De su padre, que todavía forcejeaba inútilmente en la silla. Y de los tres pinches que estaban fuera de sus casillas por tener a esa joven casi desnuda para ellos.

-Empieza a acariciarte, y luego poco a poco ve quitándote la braguita, quiero que te acaricies toda delante de nosotros. Hazlo para nosotros, mi amor, tócate para nosotros.

Ruth empezó a mover sus manos por sobre sus pechos. Se los agarraba, los juntaba y los separaba de nuevo, se pellizcaba los pezones mientras sus lágrimas bañaban todo su escote y se deslizaban por ellos. Siguió por el vientre, por su cintura y sus caderas. Cogió los bordes de la única prenda que le quedaba puesta y tiró de ellos. Poco a poco se deslizó la braguita por entre sus muslos, sus rodillas, y hasta el suelo. Se acarició su monte de venus, de vello oscuro y bien recortado, deslizó un dedo por entre sus labios mayores, y hurgó en su intimidad ante los ojos de todos.

Gonzalo se aproximó a ella, ya no podía soportarlo más. Quería ser él quién tocara esos pechos, esa piel que se veía tersa y suave, ese sexo. Andrés le imitó, y también José con su mano libre. Cinco manos recorrían el cuerpo de Ruth, cada rincón, cada milímetro. Y tres lenguas más la violaban a la vez. Le mordían el cuello, los lóbulos de las orejas, le sorbían sus lágrimas. Sus pezones eran mordisqueados con ímpetu, le hacían daño. Se resistía, pero de nada servia hacerlo. Pronto la tumbaron sobre la alfombra, le separaron las piernas y se apoderaron también de su sexo.

Los hombres ya estaban desnudos. Sus vergas recorrían también el cuerpo de la niña, le hacían lamerlas, succionarlas y acariciarlas. Hubo momentos en los que casi la obligaban a meterse hasta tres pollas en la boca. Todo su cuerpo le dolía. Pero todavía lo peor estaba por llegar.  Sabía que tarde o temprano esos tres cerdos la penetrarían. Ella no era virgen, pero solo había hecho el amor dos veces, con su novio.

Y ese instante no tardó en llegar. El primero que se colocó sobre ella fue Gonzalo. Le separó las piernas y escupió en sus manos, restregó su saliva por ellas y le acarició el sexo. – Prepárate, mi amor, que vas a probar lo que es una buena verga. –No, por favor, déjenme ya, por favor. Solo tengo 18 años, por lo que más quieran, váyanse ya, por favor, no! Pero Gonzalo ya tenía la cabeza de su duro miembro dentro de la muchacha. Se abría paso entre los gritos de ésta, estaba tan excitado que nada ni nadie hubiera podido detenerle en ese momento. Empezó a penetrarla con fuerza, una y otra vez, una y otra vez, a fuera y a dentro... rítmicamente. Ruth lloraba, no,no por favor, no... eran las palabras que salían de su boca... . no,no por favor, no...

Gonzalo se corrió dentro de ella, no recordaba haber tenido nunca una corrida como esa, estaba exhausto, sudado... y satisfecho.

Andrés y José ocuparon su lugar cuando este dejo a la muchacha, la violaron uno tras otro con igual excitación y fuerza. El último no eyaculó en su interior, saco su verga justo en el momento que un chorro de leche se disparó sobre el vientre de la joven. La impregnó toda y gozó restregándoselo todo por su cuerpo, por sus pechos, por su cuello.

Los tres estaban muertos por el cansancio. El padre se había rendido sobre la silla, la madre estaba inmóvil sobre la mesa, y el hermano llevaba un empalme que jamás en su vida!

José se acerco a la cocina y buscó cervezas en el frigorífico. Encontró un pac de seis y lo llevó al comedor, donde los tres bebieron con ahínco. Cuando estaban ya terminándose la segunda una voz se oyó en el sofa. –Mamí? Mami? Lucía se acababa de despertar y caminaba por el salón, no sabiendo muy bién a donde ir ni que sucedía ahí.

María al ver levantada a la pequeña recobró de golpe las fuerzas y saltó de la mesa. Corrió a abrazarla. –Tranquila, mi vida, mami está aquí...no pasa nada, mamí está aquí... lloraba, mientras intentaba cubrir a la niña con sus brazos para protegerla.

-Vaya, vaya, ... mirad quién despertó. La bella durmiente del bosque...

Gonzalo se dirigió hacia la niña y la madre le pataleó –ni la toques, solo tiene 5 añitos, ni se te ocurra tocarla o... –O que? - rugió Gonzalo- No estas en condiciones de amenazarme, pendeja, o te olvidas de quién manda aquí? Respóndeme! Quién manda aquí!

José  se había acercó a la escena, pistola en mano, para intimidar a la madre.

-Ustedes, mandan ustedes, pero déjenla en paz, por lo que más quieran, déjennos a todos! No han tenido suficiente, no nos han destrozado ya?

-Cálmese, mujer, cálmese, que seguro que podemos llegar a un acuerdo como la otra vez... vamos a ver, déjeme pensar...

Gonzalo ordenó a José que cogiera a la pequeña Lucía y se sentara con ella en el sofa. La madre gritaba histérica y Gonzalo tuvo que darle un par de bofetadas para tranquilizarla.

- No he cumplido yo acaso mi palabra antes? Les he dicho que si colaboraban nada le sucedería a la niña y así a sido. Si ustedes quieren.  todo va a seguir igual. Entendieron? Yo ordeno y ustedes obedecen. Y la niña se queda intacta. Entendieron? Entendieron? -gritaba Gonzalo.

Una idea le vino a la cabeza, una sonrisa se dibujó en su diabólica cara.

-Quiero que ahora se desnude el padre! Y rapidito ,rapidito. Si hace cualquier tontería la liamos a tiros y nadie sale de aquí con vida... ok?

Andrés desató al padre y lo empujo hacia donde estaba el resto de su familia. El padre su desnudó sin poder apartar la vista de la pequeña Lucia. No había podido proteger a su mujer ni a sus otros dos hijos, pero ahora estaba en sus manos proteger a la más pequeña. No sabía que querían de él pero debía asumirlo.

Obligaron a Ruth a levantarse y la arrastraron hacia su padre.

–Vamos a ver si le gusta a tu papaíto como se la chupas, a tu hermanito sí le gustó! Jujua!

Rieron todos

.

Ruth ya casi sin resistencia empezó a lamer la polla de su padre. –

Chupa, zorra, chupa y con la otra mano acaríciale los huevos, no ves como le gusta? No ves como se empalma?

El padre luchaba con todas sus fuerzas por que su cuerpo no reaccionara pero era inútil. Hacia mucho tiempo que nadie le mamaba su sexo, demasiado tiempo, y eso le cobraba factura.

-

Vale, ya, vale, ya! Que no queremos que se corra todavía. Levántate y deja que sea  papi quien te saboree a ti un poquito. Déjale probar esos pezoncitos tan ricos que tienes, anda...

El padre se resistía, pero le recordaron que debía obedecer por el bien de su otra hija y con sus manos acarició los pechos de Ruth, los amasó, los envolvió y acercando su lengua a ellos empezó a lamerlos, a morderlos, a chaparlos... los otros tres les miraban, excitados de nuevo. Los separaba, los juntaba de nuevo. Los estiraba...

-Ahora te la vas a coger. O te follas a tu hija mayor ahora mismo o nosotros tres nos cogemos a la pequeña. Tu eliges.

El padre estaba empalmado con toda la escena, muy a su pesar le dolía confesarse que estaba caliente, muy caliente.

Lo siento, lo siento...

repetía mientras se acercaba a esa obertura roja que se le ofrecía deliciosa

... lo siento, lo siento..

.  y de una fuerte envestida se la clavó hasta el fondo. Ruth gritaba,

déjame, déjame...

pero su padre seguía, y seguía... la metía y la sacaba, la metía y la sacaba... contemplaba como su verga se hundía en el interior de ese sexo perfecto, pequeño, estrecho... pudo comprobar que su hija no era  virgen y se alegró de no ser él quién la desflorara por primera vez.

-No vas a correrte ahí, pedazo de cabrón. No querrás dejar preñada a tu propia hija!

El padre se separó. Le costó parar, estaba a punto de llegar al orgasmo. Pero se detuvo.

Andrés y Gonzalo levantaron a Ruth de un tirón y la arrastraron hacia la mesa del comedor. La abalanzaron sobre la mesa, y la colocaron con el vientre sobre la madera y los brazos estirados en cruz. Los pies apoyados en el suelo, y las piernas  separadas. Ruth levantaba la cabeza y su larga melena castaña resbalaba por su espalda. Gritaba,

-que van ha hacerme? Que van ha hacerme?, déjenme ya!

  • Nosotros no vamos ha hacerte nada, mi amor, va a ser tu papá quién te romperá este culito virgen y apretadito que todavía tienes.-

El padre se negaba, gritaba, pero la amenaza sobre su otra hija pesaba sobre él...

Se acercó a Ruth y le separó las nalgas. Le repetía:

lo siento, mi vida, me obligan, me obligan...

pero su verga seguía empalmada, tiesa y dura más que antes, nunca le había penetrado ese agujero a nadie, su mujer nunca se lo permitió.. y ahora tenia a una joven de 18 años, bella como ninguna, desnuda sobre una mesa y ofreciéndole su trasero, que era todavía virgen. Le cogió las caderas y aproximó su miembro a la obertura del ano de la preciosa Ruth.

Andrés llegó en ese momento con un bote de mantequilla que había cogido de la nevera y con dos dedos la esparció por toda la raja de la niña, la mantequilla se derretía con la calentura de la mano del agresor y pronto la joven tenía todo el trasero lubricado y brillante. Seguía gritando que la dejasen en paz, que por ahí no, que la tomaran por donde quisieran pero por ahí no...

El padre empezó a insertar lentamente su verga en el ano de la niña, no quería hacerle daño, pero no podía abrirse espacio sin empujar... empujaba y el esfínter se dilataba a su paso, y empujaba un poco, más... y un poco más... El padre no quería disfrutar de esa penetración, pero estaba loco de excitación, tan caliente que cuando tuvo ya medio miembro dentro del orificio de la hija se lo clavó de golpe de una fuerte embestida. La chica gritó y él empezó a moverse con fuerza, la violó, a su propia hija, una y otra vez, loco de deseo y de goce.

El ver como su miembro se hundía en el ano de la niña le ofuscaba su razón, lo sacaba con dificultad pero volvía a penetrarla, repetía y repetía los movimientos, le sujetaba las caderas con fuerza y la empujaba hacia él, para luego separarla... Olvidó por completo que era Ruth quién yacía sobre la mesa, la penetró hasta que notó que llegaba...

–Me corro, me corro... no puedo parar... ... Dios mío que grande.... lo siento, ...me voy, me voy....

y derramó todo su jugo dentro de la chiquilla, hasta la última gota. ..

Gonzalo cumplió su promesa, no tocaron a la pequeña Lucía. Pero sí reemplazaron al padre en su quehacer, no sin antes tomarse otro par de cervezas.