Tres intrusos en una vivienda de Nerja (1)

....si colabora, le prometo que no va a sucederle nada a su hijita, que mírela como duerme, la princesita... pero si usted no es una buena mamá y se porta mal... vamos a largarnos, sí, pero con su tesoro en brazos! Me ha entendido? -

La familia Sánchez-García vivía en una urbanización ubicada en las afueras de la ciudad de Nerja, un lugar tranquilo y agradable. Las pocas viviendas que conformaban el barrio residencial eran casas unifamiliares que, aunque no podían considerarse de alto estanding, contaban con jardín y algunas de ellas, piscina.

Nunca quisieron ponerse rejas en las ventanas, pues hubieran arruinado el encanto de las vistas abiertas al jardín. Alarma sí tenían, se activaba y desactivaba con un mando a distancia.

Hacia semanas que tres tipos vigilaban la vivienda, las entradas y salidas de la familia, integrada por el matrimonio y tres hijos: Ruth, la mayor, tenia 16 años. Raúl, el mediano, 12. Lucia, la muñequita de la familia, solo 5 añitos.

Los viernes al atardecer salían habitualmente al cine y a tomar unas pizzas. Solían estar fuera unas 3 horas largas, y siempre regresaban con Lucia ya dormida en los brazos. Tiempo suficiente para que los tres secuaces desconectaran la alarma, limpiaran la vivienda y se largasen sin dejar rastro.

El viernes 26 de enero fue el día elegido para el gran golpe. Tomaron la vivienda a las 20h, y en dos horas todo debía estar tranquilo de nuevo.

Pero desde el interior de la vivienda, uno de los ladrones escuchó abrirse la puerta del garaje. Avisó a los otros y los tres se reunieron en el comedor. ¡La familia había regresado antes de tiempo! Apagaron las linternas y permanecieron a la espera. Uno de ellos, el jefe, iba armado.

El padre no se dio cuenta al pulsar el botón del mando a distancia de que la alarma no funcionaba. Raúl se encontraba mal y tenia unas décimas de fiebre. La madre acunaba a la pequeña Lucia, que se había dormido en el coche. Entraron en la vivienda con total normalidad, pero al llegar al comedor y encender la luz, una mano rápida envolvió a Ruth y colocándole la pistola en la nuca gritó: -¡ Mantengan la calma, no hagan ninguna tontería y no les sucederá nada !- . La familia se horrorizó, sus rostros se quebraron al ver a Ruth encañonada por el arma. Los tipos ordenaron al matrimonio y a los niños que se sentasen en las sillas que rodeaban la mesa del salón. Lucia, que no se había dado cuenta de nada, fue arrancada de los brazos de su madre y depositada en el sofá, donde siguió durmiendo. Unos de los tipos ató con cinta adhesiva las muñecas y los tobillos de los rehenes, cubriéndoles también las bocas para que no hicieran ningún ruido.

-¿ Por que no desatamos a la madre y que nos abra la caja fuerte? Seguro que deben tener un montón de dinero y joyas encerradas ahí!- dijo el más alto mientras arrancaba la cinta adhesiva de la boca de la madre. - No hay caja fuerte en esta vivienda, somos una familia modesta, compramos esta bonita casa, pero con una larga hipoteca- respondió la madre con lágrimas en los ojos. La verdad es que algo de razón tenia. No había demasiadas cosas que robar en esa casa. Y de eso se dieron cuenta demasiado tarde los ladrones. – Por favor, déjennos ir y márchense, no vamos a llamar a la policía, se lo aseguramos, no nos hagan daño... tenemos tres hijos- Fue entonces cuando la mirada del jefe se dirigió por primera vez a los niños, y se iluminó al contemplar a Ruth. –E s cierto, tres preciosos hijos, sobretodo esta niña... –rió. Y dirigiéndose hacia Ruth le apartó la larga melena castaña de la cara, le cogió la barbilla con la mano y la miró a los ojos. Pudo ver el miedo en ellos. Y le gustó. Esa jovencita era de lo más hermosa, ojos marrones, oscuros como el carbón. Y con ese brillo de terror que los hacia irresistibles...

Los tres intrusos se miraron, y sonrieron al entenderse. Ahora que la familia ya estaba en casa, no tenían ninguna prisa en largarse. –¡ Suelten a la niña! - Gritó la madre. ¡Por favor márchense! – pero una fuerte bofetada le volvió la cara de lado y la hizo callar.

–¡ Aquí mando yo, y no quiero volver a oírla pronunciar palabra o le juro que me llevo a esa preciosa niñita que duerme en el sofá y no la vuelven a ver en la vida! –. El padre forcejeaba en la silla, pero era inútil... no podía defender a su familia, estaba completamente indefenso.

- Vamos ha hacer una cosa, como veo que está nerviosilla y que no se va a estar quieta, le propongo un trato : voy a desatarle las muñecas y los tobillos y usted va ha hacer todo lo que nosotros le digamos sin rechistar. Si colabora, le prometo que no va a sucederle nada a su hijita, que mírela como duerme, la princesita... -rió- perosi usted no es una buena mamá y se porta mal... vamos a largarnos, sí, pero con su tesoro en brazos! Me ha entendido? - el rostro del padre estaba desencajado por la rabia y la impotencia, Ruth y Raúl permanecían callados y aterrados. La madre tenia las mejillas llenas de lágrimas. Pero entendió la situación: o colaboraba con esos mal nacidos o Lucia correría un peligro inminente. Su cabeza se movió en señal de consentimiento.

- Vas a responder con palabras, cada vez que se te pregunte. ¿Cuál es tu nombre? -María- respondió la madre entre sollozos. ¿Y el de tus hijos? -Ruth es la mayor, Raúl el mediano, y Lucía la pequeña- informó. – Muy bien, muy bien, Maria. Pues éstos son Jos y, Andrés. Yo me llamo Gonzalo. Y vamos a jugar contigo un poquito, de acuerdo? El juego es sencillo: Nosotros ordenamos y tu obedeces. Si sigues las reglas mañana por la mañana todo volverá a la normalidad. Entendiste? –Sí- asintió Maria.

Gonzalo se aproximó a la silla y la desató. José se quedó con el arma, apuntando de vez en cuando a los rehenes para intimidarlos. Una vez Maria estuvo desatada la cogió de la mano y la arrastró hacia el centro del salón. El resto de la familia no podía evitar contemplar la escena. Y imaginarse lo peor.

Con las manos acarició el rostro de Maria y le secó las lagrimas – No llores, mujer, que todo es por el bien de tu hijita- Siguió acariciándole el cuello, resbaló por los hombros y los brazos, y se dirigió a su blusa –V oy a desnudarte, Maria, poquito a poco, para que mis compañeros disfruten con ello. Empezaré por este botón de abajo, y poco a poco iré subiendo hasta dejarte la blusa descordada, me colocaré detrás de ti y tiraré de las mangas, y nos enseñarás tus pechos tras el sujetador... la blusa caerá al suelo, y mis manos se desplazaran por la trincha de tu falda y la deslizarán hasta el suelo. Una vez en ropa interior te descalzarás, y entonces seguirás tu. Primero te desabrocharás el sujetador y permanecerás quieta. Mientras, las manos de Andrés te cogerán los senos por detrás, mi lengua los lamerá y mis dientes estirarán tus pezones, que se pondrán duros con el contacto y el ligero dolor... José lo contemplará todo y luego cambiaremos las posiciones hasta que los tres hayamos saboreado tu cuerpo. Las braguitas las dejaremos para después... – sonrió con mirada pícara.

-Trae aquí al chico- ordenó Gonzalo- seguro que todavía no ha visto ningún cuerpo de mujer desnudo... juajua!!. Raúl se agitó en su silla y se resistió a la fuerza de José, pero tan fuerte fue el puñetazo en el estómago que le insertó, que doblado como estaba empezó a andar hacia su madre. – Venga Raulito, lámele estos pechos a tu madre, verás que ricos!. Raúl se resistía pero Gonzalo le cogió la cabeza con ambas manos y la colocó frente a los senos de Maria. –¡ Lame, muchacho, verás que te va a gustar !- Raúl sacó la lengua y la paso por el pecho de su madre sin ningún ahínco, pero otro golpe en las costillas le hizo lamer de nuevo – Vamos, vamos, no me digas que no te gusta... utiliza también las manos, acaríciaselos, muérdelos y estíralos, chúpalos y empieza de nuevo... queremos ver como te comes a tu mamaíta – rieron los tres.

Raúl obedeció con lágrimas en los ojos, evitando mirar a su madre a la cara e imaginando que no eran suyos esos pechos. Pero las risas de los tres intrusos se lo recordaban a cada momento. – Vale ya, vale ya...! que les vas a sacar brilló! Ahora danos el gustazo de verle el chumino a esta zorra, que seguro que lo tiene humedecido después de tanto lengüeteo. Coge las braguitas y poquito a poco ve deslizándolas hacia abajo, ponte detrás de ella, para que podamos verla.- Maria no podía soportarlo más, no solo la estaban humillando delante de su familia, sino que obligaban a su propio hijo a participar de ello. Rogó de nuevo para que se detuvieran pero solo consiguió iluminar más si cabía los rostros de excitación de sus vejadores.

Cuando Maria se encontró completamente desnuda, Gonzalo ordenó al chico que le separase las piernas. – Vamos, muéstranos a tu madre- decía mientras le pasaba una mano por encima de su sexo. Hurgando entre sus labios menores, y moviendo los dedos en su interior –la muy bruja sigue seca... esto habrá que solucionarlo. –Y arrastrando a María por el salón la hizo recostarse sobre la mesa del comedor. Le dobló las rodillas y la dejó con todo su sexo al descubierto. Le separó de nuevo las piernas, y la contempló. – Que vista más linda. Mira, Raúl, mira que conejo más precioso tiene tu madre !.Le pasó de nuevo los dedos entre su raja, le separó los labios y los lamió, poco a poco fue introduciendo los dedos y la lengua en el interior de su agujero, mientras dejaba resbalar su saliva para humedecerla. Los otros dos tipos se turnaban para morderle los pezones, tocarle los pechos, el vientre... se deslizaban hasta su sexo y se mezclaban con los dedos de Gonzalo, penetrándola hasta lo mas hondo... Pronto llegó el turno de Raúl, que también fue ordenado a lamer el sexo de su madre, entre las risas de los asaltantes.

-Que vamos a hacer con esos dos que nos quedan?- Preguntó Andrés mirando a las sillas, - estoy impaciente por ver desnuda a la jovencita . – Todo llegará, Andrés, que la noche es muy larga...- respondió José- Antes debemos cogernos a esta preciosidad –rió de nuevo. Y mientras decía esto, Gonzalo ya se había desprendido de sus ropas y estaba frente a María, apuntando con su endurecido miembro al agujero de ésta. María sollozaba y suplicaba que no continuaran. El padre se retorcía atado a la silla sin poder hacer nada, y contemplando como ese extraño iba a follarse a su mujer delante de sus hijos. Lucia, por suerte, seguía dormida.

La punta de la verga de Gonzalo empezó a abrirse paso dentro de Maria. Quiso hacerlo poco a poco y con delicadeza pero su grado de excitación era tan alto que no pudo y le insertó el pene de un solo golpe. Maria gritó pero sus palabras fueron ahogadas por la lengua de Andrés, que la penetraba con igual intensidad que el sexo de Gonzalo. Raúl contemplaba la escena atónito, veía la verga de Gonzalo hundirse y salir del vientre de su madre, cada vez más deprisa, con fuertes embestidas que le desgarraban el alma por dentro. Finalmente eyaculó, y el sexo de la mujer quedó impregnado de semen. – Vamos, Raulito, límpialo todo, que José y Andrés están deseando ocupar mi lugar!- El muchacho se resistió, intento echar a correr, escapar de allí. Pero la pistola que José tenía en las manos le acompañó frente su madre, le obligó a inclinarse y a lamer toda esa leche esparcida entre el vello. Le obligaron a beberse hasta la última gota. Una y otra vez después de que los otros dos violasen a su madre. Finalmente le llegó el turno. Pero el pene de Raúl estaba completamente flácido, una sensación de asco recorría todo su cuerpo.

Pues vamos a ver si con unos lametones de la hermanita se soluciona el problema! - gritó Gonzalo. Mientras se dirigía a Ruth que se aferraba a la silla con resistencia.

Continuará...