Tres Historias Calientes en mi Centro de Estudios
En el centro donde trabajo, hice muchos amigos, niños engreídos y ociosos. ayudé a Daniela a coger con su primo, Henry me confesó que su madre lo mimaba mucho y hasta dormían juntos y, Fabricio deseaba sexualmente a su hermana Lucy.
Tres Historias Calientes en mi Centro de Estudios pre Universitarios
Llevaba más de 6 meses en dicho centro de estudios de nivel pre universitario, no es que el sueldo fuera envidiable pero si me empezaba a dar buenas satisfacciones. Como soy muy amiguera había entablado amistad con casi la mayoría de los 850 estudiantes, especialmente con los mayorcitos que ya pasaban los 15 años; es que allí es como un pequeño mundo donde todo sucede. Nada diferente de otro lugar.
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………...
Conocí una hermosa chica, de piel blanca, cuerpo escultural a base de buen gimnasio, de 165 cm. de estatura, cabello negro, ojos marrones, un trasero espectacular que resaltaba sobre sus pantalones ajustados, pechos pequeños, muy hermosa.
Todo empezó cuando se acercó a la oficina en busca de información académica, aprovechamos ese momento para conversar mientras buscaba la información requerida y pude darme cuenta que muchos de ellos, por no decir todos eran unos hijos engreídos, que no tenían experiencia de la calle, más que las contadas por sus padres, niños ociosos que sus empleadas les hacían todo en casa y muy ociosos en el estudio también.
Daniela, era la hermosa estudiante y tímida para el trato con los chicos, me confesó que gustaba de un chico que no era estudiante del mismo centro de quien estaba prendada y que parecía algo prohibido, que se conocían desde siempre, desde muy niños y no se atrevía a nada, solo juegos tontos y nada más.
Al preguntarle cómo se conocieron desde niños, me dijo que estaba siempre en su casa. A lo que resultó que el dichoso novio deseado no era más que su primo, hijo de la hermana de su madre, es decir, primos hermanos, y por ello, ella sentía un sentimiento de culpa, deseo de no atreverse. Para disminuir esa culpa que la sociedad hipócrita te impone, le dije que había estado con dos primos, en momentos diferentes, que la pasé bien mientras duró, que lo más importante es que los dos estén decididos y todo sea consentido, lo demás vale menos.
Estaba convencida que si ella se decidía, el primo cogería sin pensarlo dos veces, porque en verdad es muy hermosa, a mí, me producía sensaciones de lujuria solo de admirar sus pantalones de lycra color negro y esos polos ajustados que no cubrían su ombliguito y aprisionaban sus pechos. Estaba sintiendo muchos deseos por ella, así que en el afán de ayudarla tenía que hacerlo convenientemente a mí y a ella también.
Lo primero que hicimos fue falsificar una información, pues tenía a la mano hojas membretadas, sellos oficiales y acceso total a las computadoras de la oficina. Elaboramos un documento dirigido a sus padres, que su hija había sido seleccionada para un reforzamiento especial de cuatro horas (cuatro horas pedagógicas son de 45 minutos y un descanso de 15 minutos, así que eran 3 horas y 15 minutos), en las horas de la tarde, pues tampoco la dejaban salir de casa, así, fácilmente y durante dos semanas, de lunes a viernes y sábado por la mañana, lo pasaríamos en mi casa, donde conversaríamos de lo lindo y más en privado.
Daniela era una chica muy inexperta en temas del amor, le conté que vivía sola en tal departamento, así recibiría las visitas de mi novio los fines de semana (mi hermano Carlos y no tenía por qué saberlo, bueno aún no).
Le propuse que puedan citarse en mi departamento para conversar a gusto, además para agradar a su primo debía hacer uso de su coquetería, seducirlo y llegado el momento ser una experta en caricias y más para tenerlo así muy enamorado. Me confesó que nunca había tenido enamorado porque sus padres la controlaban mucho. Uy!!!, que tierna nena.
Le dije que vestía bien, que sus pantalones se ajustaban a su cuerpo, le di una buena palmada en su rico trasero que la recibió de buen agrado, sonriéndome. Deseaba ver más de ella, le sugerí que vistiera una minifalda así mostraría parte de sus piernas a su primo y llamaría más su atención. Me confesó que en casa no tenía nada de eso, y pues vaya casualidad yo si tenía, de hecho su cintura era más pequeña que la mía aunque sí mayor trasero y piernas.
Angie: “Dany, pruébate esta mini mía, a ver cómo luce en ti”.
Me estaba excitando ver como Daniela, se iba despojando de sus pantalones y pude ver una ropa interior no muy a la moda, que le cubrían todo el culo, lo que me motivó a aconsejarla aún más.
Angie: “amiga mía, esa ropa interior está pasada de moda, seguro que si tu primo te ve así, se decepciona”.
Daniela (risas): “es la única que uso, me las compra mi mami”.
¡¡Oh!!!!!, que encanto de nena. Me repetía a mí misma.
Angie: “no te preocupes, soy una buena amiga y he decidido ayudarte porque en verdad quiero verte bien y feliz con el chico que te gusta”.
Angie: “mira casualmente tengo yo algunas, pruébate unas, al fin que estamos solas y nadie nos molestará, además estamos entre chicas, nada de malo sucederá”.
Daniela: “¿en verdad que mis calzones están pasados de moda?”.
Angie: “pruébate uno, y mírate en el espejo y verás que bien lo luces, así matarás a tu primo cuando llegue el momento de la prueba del amor”.
Al verla desnudarse mi excitación subía a más, quería abrazarla, besarla, acariciarla, lamer su coño pero me contenía, aún no era el momento. Al verla con la tanga puesta, modelando frente al espejo, no tuve reparos en decirle halagos.
Angie: “uy amiga, eres toda una modelo (viéndola como se miraba frente al espejo), mira cómo te luce (acariciando su trasero y darle un giro a su cuerpo suavemente), mira como resalta más tu trasero, hasta se ve más grande (luego intentar que se vea de frente y rozando con mis dedos los filos de la tanga muy cerca de su coño, por los costados), y estos vellitos amiga están mal, están que se te salen, después te ayudo a depilarte un poco, (acariciando sus piernas luego) y estas piernas se sienten suaves, sin duda lucirás muy bien la minifalda,; volverás loco a tu primo”.
Daniela: “si eso quiero, que esté loquito por mí”.
Se vistió tal y como se lo sugerí y se veía hermosa.
Angie: “mira Dany, cuando te sientes frente a él, cruza la piernas, una encima de la otra, así cuando subas la piernas, se subirá también la mini ,se verán una parte de tus muslos y le darás una buena vista a tu primo”.
Daniela: “tú sí que sabes”.
Angie: “qué bueno que nos hemos conocido, así podré ayudarte siempre”.
Mientras se vestía, ahora con su ropa, le dije que mi novio no llegaba hasta el viernes por la tarde, así que teníamos el departamento para nosotras solas y conversar en total confianza.
Angie: “y de chicos, te dabas besitos con tu primo”.
Daniela: “sí, algunos, así de juego”.
Angie: “mmm, o sea que ya sabes besar y todo, hasta besos franceses, besos en el cuello, la barriguita y buenas mordidas”.
Daniela: “piquitos, ¿qué es beso francés?, ¿qué también se vale morder?, ¿yo sólo la boca?”.
Angie: (pensando: qué nena más virginal, por dios) “no te preocupes amiga yo te enseñaré para que tu primo se enamore y jamás te deje”.
(Risas). El tiempo estaba llegando a su fin y no había motivo de apresurarse. La despedida fue cordial con la promesa de volvernos a ver, según el horario pactado.
Al día siguiente, martes ya, estaba puntual a mi puerta y nos saludamos cordialmente tratando de disimular mi ansiedad por tenerla.
Angie: “amiga, estaba pensando que el día que te cites con tu primo, algo formal, estés en mi casa una hora antes y te vistes muy provocativa para él y acudes a tu cita, ¿qué dices?
Daniela: “sí, que buena idea”.
Angie: “así que no sabes besar, vaya que se va a decepcionar, quizás hasta se aleje de ti”.
Daniela: “no, no, no enséñame tu, por favor”.
Angie: “está bien lo voy a hacer porque soy buena amiga, pero no le digas nada a mi novio porque se vaya a molestar y vaya a pensar cosas malas”.
Daniela: “no, claro que no, si tú me estas ayudando, como voy a hacerte quedar mal amiga”.
Angie: “mira, abre un poco la boca y la pegas, en este caso tu primo, dejas que tu lengua busque la suya y se la masajeas, mientras sus bocas están unidas, sus manos están jugueteando y las tuyas acariciando su espalda y cuerpo”.
(Acerqué mi cara junto a ella e hicimos una buena práctica de dicho beso, sí que lo disfruté).
Daniela: “me parece muy cochino, parecemos lesbianas”
Angie: (mierda, con la nena): “para nada amiga, además la práctica hace al maestro, practiquemos más, así aprenderás más”.
Nos dimos muchos besos más, pero tuve que contenerme, deseaba que mis manos acariciaran su coño, besar sus pechos, incluso hacerle un sexo oral pero sólo eso, besos y más besos.
Angie: “oye, me estaba acordando que cuando te pusiste la tanga unos vellitos se te salían y tienes que depilarte porque no se vería muy estético eso, yo lo llevo depilado no todo pero si una gran parte”
Daniela: “que sí amiga, tú te lo haces”
Angie: “no, me lo hace mi novio y es tan delicado conmigo”
Angie: “quieres que te lo enseñe, así me dirás que tal se ve y te depilo ahorita mismo”
Daniela: (sonríe de muy buena gana). “a ver amiga”
Angie: “aprovechemos y nos damos un buen baño, ahí nos veremos las dos mientras nos bañamos y practicamos unos besos ahí en el baño”
En el baño, la tenía desnuda frente a mí, tuve que echarme agua en el coño para disimular lo húmeda que estaba y mezclar mis jugos por la excitación con el agua. Ella vio como lo tenía y le agradó, deseando tenerlo así. Y esta vez pegué mi cuerpo al de ella, nuestros pechos se juntaron, nuestras bocas también y nos dimos besos, los míos estaban cargados de mucho deseo, acariciaba su espalda y bajé mi mano hasta tocar sus grandes y suaves nalgas.
Para disimular el momento, solté un comentario.
Angie: “esta vez el beso fue con todo y caricias eh, vaya tú sí que aprendes”.
Salimos del baño y así desnudas, me puse a los pies de la cama, al medio, la hice subir en ella, fui jalando sus piernas y se las doblé tratando que sus rodillas quedaran apuntando el techo, le puse un cojín en el culo para que se levantara un poco y tener su coño más cerca de mí. Iba a depilárselo, tomé una crema y le dije que era para que sea más fácil cortar y rasurar, le recorrí todo el coño con toda la paciencia que me daba el hacerlo; le pedí que se quedara inmóvil para evitar cualquier accidente y así lo hizo. Rasuré delicadamente, con paciencia, después vino el tratamiento de limpieza para quitar algunos pelitos que se hayan quedado por ahí y ella inmóvil como toda niña obediente. Para limpiar sus vellitos sólo usé mis dedos frotando toda la vulva, y como se dejaba hacer, entreabrí sus labios vaginales buscando su clítoris, y, uno de mis dedos frotó su campanita, como tratando de limpiar algo por ahí, pero la estaba masturbando delicadamente, no le metí los dedos porque no se vería bien en su virginal coño pero si me di maña para frotar sus labios vaginales con mis inquietos dedos. Pude oír sus suspiros y suaves gemidos pero seguía inmóvil, aunque ya no lo hacía bien y yo seguía en mi etapa de limpieza.
Por mucho que trató, se sobresaltaba de rato en rato, ahogando sus gemidos para no causarme mala impresión. Uno de mis dedos masajeaba sus clítoris y otro de mis dedos recorría frenéticamente entre los labios de su coño, así hasta mirar y sentir como sus líquidos escurrían entre mis dedos y su cuerpo ya para nada inmóvil, cerrando sus piernas, aprisionando mis manos, su cuerpo que destilaba algo de sudor, como el mío.
Angie: “ay amiga, que inquieta eres, casi que ni termino”.
Daniela: “sí, sorry, es que cuando me estabas limpiando me imaginaba cosas, imaginaba que era mi primo que me estaba tocando y que me hacía el amor”
Angie: “creo que sin querer te estuve masturbando y hasta me ensuciaste, qué cochinita eres”
(Nos sonreímos, con sonrisas cómplices). Nos arreglamos, nos vestimos, nos fuimos hacia la puerta conversando de cosas sin importancia y luego de una despedida cordial nos dijimos hasta luego.
La mañana siguiente, de nuevo ella siempre tan puntual que me impresionaba. Estaba deseosa de más de Danielita. Esa tarde decidí variar un poco, nos fuimos de paseo tratando de representar donde sería su cita deseada, de Daniela con su primo.
Nos fuimos a comer a un restaurante donde ellos lo harían, caminar por el parque aquel donde lo harían, sentarse en aquella banca lejana, sentarse juntos, mirarse mutuamente, sonreír tímidamente, corresponder si le toma de la mano, en fin, tratar que ese momento sea romántico. Así pasó ese día, entre el romanticismo, la imaginación y los buenos deseos.
El día siguiente, estando ella en el departamento deseaba insistir en la representación de la pareja. Ella lo tomó de la manera menos seria pero ansiosa. Recrear el juego de la seducción, los primeros acercamientos, ella consintió, aunque no muy convencida de lo que haríamos. Se vistió como la primera vez con la mini y debajo una tanga, se sentó frente a mi cruzada de piernas y pude ver parte de su pierna, sus muslos y así lo hice notar, que se veía hermosa, más que de costumbre. En mi representación del primo tan deseado por ella, me acerqué, ella siempre tan provocativa, más de lo normal. Le lancé unos halagos, una declaración romántica y luego un beso anhelado por mí, donde nuestras lenguas se mezclaron, nuestras bocas juntas a medio cerrar, débiles caricias, sobre sus cabellos, sus piernas, sus muslos, hasta rozar sus nalgas, una escena real para mí, no se de ella, pero accedía a las caricias.
Me encantaba este jueguito que lo llevamos hasta el baño. Allí desnudas las dos, no sé si curiosa, deseosa, deseo de explorar nuevas situaciones por ella, pero estábamos allí, de pie, las dos desnudas, con el agua caer sobre nuestros cuerpos, sin hacer nada. Salimos del baño nos secamos mutuamente, ya en esta parte andábamos medio confundidas de roles, le propuse repetir la escena de la limpieza de su coñito que tanto le había gustado y se echó en la cama medio cuerpo dentro de ella y yo inclinada tratando de acercarme, empezando a juguetear con mis dedos, mi dedo medio está entre los labios de su rico sexo subiendo y bajando, frotándoselo sin cesar. Entreabro los labios de su coño y tres centímetros de mi dedo la penetran y la punta de mi lengua busca su clítoris para masajearlo. Así transcurrieron los minutos, hasta que sus débiles suspiros fueron gemidos, sentir que su cuerpo se tensaba, que sus piernas se tornaban inquietas, se vino sobre mí y una parte lamí de gusto. Ella se sentía relajada, con la mirada perdida y satisfecha. Le dije: “Dany, quieres que te enseñe un truco para masturbarnos las dos al mismo tiempo”. Un movimiento de cabeza, de arriba hacia abajo me indicaba que aceptaba. En la posición que estaba, abrí sus piernas, puse mi coño pegado al de ella, me apoyé sobre la cama y froté duramente mi coño al de ella, la satisfacción de nuestros placeres iba en aumento. Me salí de ella, en actitud de subirnos a la cama a descansar juntas. Estando ahí, me acerqué a ella, posé mi boca a la suya y nos dimos besos como los que habíamos practicado hace unos días, ella correspondió y no sólo eso sino que se abrazó a mí; una de mis manos se deslizó hacia sus piernas para masturbarla, ella las entreabrió, uno de mis dedos buscaba su clítoris y otro la entrada de su coño, masturbándola suavemente, sentí su excitación por la forma que me ofrecía sus labios y sus ahogados gemidos, ya no era una representación, lo estábamos disfrutando. La puse de espaldas, pegué mi coño a su culo, me froté duramente y una de mis manos acariciaba su vulva con intención de masturbarla, mi boca buscaba la suya, ella se giró y nuestras bocas se unieron una vez más. No medimos el tiempo, pero se estaba haciendo tarde.
Nos fuimos luego al baño, con la precaución de no mojarnos el cabello, sólo nuestros cuerpos. Íbamos de la mano, sin decirnos ni una palabra. Nos metimos al baño sin abrir la llave de la ducha, ahí, en un rincón del baño la abracé, nos dimos otro beso de aquellos donde nuestras lenguas juguetearon, nuestros coños se tocaron, yo acariciaba el suyo con mi mano frotándolo esta vez con toda la palma de mi mano, de arriba hacia abajo, con el dedo medio entre los labios de su coño. Ella trataba de imitarme en mis gestos, mis caricias, sentir su mano entre mis piernas fue delicioso y más tomar esa mano, coger dos de sus dedos y metérmelos dentro; luego de muchos minutos nos corrimos ella primero y yo después siendo penetrada por sus dedos; no fue el mejor sexo pero si lo disfruté mucho con Daniela.
Nos limpiamos, nos acomodamos, nos vestimos, salimos hacia la puerta, sin decirnos palabra. Ni siquiera un hasta luego efusivo como días anteriores.
Pasó el día, era viernes por la tarde, mi hermano estaba conmigo, como toda pareja de amantes ardientes, disfrutando de un buen sexo. Por un instante pensé en Daniela, que quizás ya no vendría, al menos no al día siguiente como lo acostumbrado. Y llegó, nos dijimos un hola seco, como dos extrañas, la tenía frente a mí, no lo podía creer. Estaba algo seria, ella deseaba hablar más que repetir las escenas del día anterior, le hablé bajito y le hice unos gestos que mi novio estaba en el cuarto descansando, haciéndome la tonta que no diga nada, que se calle, hablando entre susurros.
Nos fuimos al cuarto contiguo, donde sólo había un mueble en el cual se podían sentar tres personas y nada más había en la habitación. Nos sentamos, me dijo que se sentía incómoda porque había gozado ayer sobre todo cuanto hicimos, que era algo diferente porque a ella le gustan los chicos, en especial su primo, quería tener un buen pene en su vagina, tan linda ella.
Se levantó del mueble, me dio la espalda, me fui detrás de ella, la abracé por detrás rodeando su cintura con mis brazos aprisionándola hacia mí pegando mis pechos a su espalda, besándole el cuello; deslicé una de mis manos por encima de sus pantalones hasta la altura de su coño masturbándola. Ella, muy quieta me dejaba hacer, sintiendo como se excitaba con las caricias que le daba.
Minutos después ingresa mi hermano, nos separamos, él venía sólo vestido con una fina truza sin ropa interior, lo presenté como mi novio y ella mi mejor amiga de más de seis meses, pues así era. Él se deshizo en piropos y halagos para la bella Daniela, tocó su rostro y ella se ruborizó por eso luego con un dedo fue dibujando una línea hasta el encuentro de sus pechos por encima de su blusa, ella sonrió y nosotros también por la escena. Él la rodeó luego por detrás, pegó su verga entre sus nalgas y con una de sus manos la aprisionó acercó su boca y la mordió unos centímetros debajo de su oreja que la estremeció; por un momento quiso separarse pero los movimientos de sus nalgas en la verga de mi hermano lo excitaba más a él, me acerqué a ella, levanté su barbilla y le di un gran beso como los que solíamos darnos mientras mi hermano le hacía el amor por encima de sus pantalones como esos bailes eróticos de hoy en día. Nos separamos de Dany, mi hermano se encaminó al baño y ella pudo notar el gran bulto que mi hermano tenía entre sus cortos pantalones pude percibir por unos segundos como Daniela se mordía los labios al verlo así con la verga grande, bien parada dentro de sus ropas.
Estando el cuarto de al lado libre, nos fuimos, Dany y yo, a dicha habitación, no sin antes decirle que mi novio se demoraba en el baño y en la pequeña salita. Nos fuimos desnudando lentamente, nos subimos en la cama, nos abrazamos de costado, nos besamos, mi lengua jugueteaba dentro de su boca. La puse boca arriba, me subí encima de ella, pegué mi coño y nos frotamos fuertemente mientras nos besábamos más. Me di vuelta puse mi coño frente a su cara y la mía cerca del suyo para hacernos un 69. Mi lengua en su clítoris masajeándolo y uno de mis dedos explorando la entrada de su coño y ella torpemente hacía lo mismo, consiguiendo excitarnos aún más. Luego ella, quedó echada en la cama así boca arriba y yo, me puse a su costado derecho jugueteando mis piernas a su pierna derecha, acariciando sus pechos y acercando mi boca a la suya, otro más de esos deliciosos besos, mi mano derecha bajó de sus pechos a su coño para frotarlo, para penetrarlo. En tal desenfreno nos encontró mi hermano cuando ingresó al cuarto, él, sonriente y ella nerviosa y muy coloradita; yo, aún seguía masturbándola con mi mano. Se acercó y acarició los pechos de Daniela, los besó, se retiró unos segundos se quitó la poca ropa que tenía y una verga grande y dura salió a relucir; ella lo miraba admirada, creo que era su primera verga que veía en su vida.
Carlos subió en la cama, retiré mi mano del coño de Dany, él, con la verga en su mano la puso en la entrada y en un segundo tenía el glande dentro de mi amiga. Ella, cerró los ojos en franca expresión de dolor, aproveché en probar una vez más sus labios mientras acariciaba sus pechos y él permanecía quieto como esperando que su miembro se acostumbre al cálido coño de Daniela. Después de breves minutos estaba dentro de ella, totalmente, sus testículos chocaban su vulva, luego vino un golpeteo suave, la verga le salía hasta la mitad para volverse a introducir con mayor rapidez con la que salía. Una pose poco excitante la de ella, con las piernas abiertas sobre la cama, había que seguir, disfrutar de ese momento de placer.
Todas nuestras atenciones eran para Daniela, me dediqué a la tarea de hacerle limpieza de coño, primero en el baño y después con mi boca, con mi lengua, jugueteando con mis dedos. En el cuarto nuevamente los tres, bajé mi cara hasta la altura de la verga de mi hermano para chuparla y ponerla en forma para una segunda faena. Cuando noté que empezaba a cobrar vida, invité a Daniela a que hiciera lo mismo, metiéndose un gran trozo del miembro de Carlos, agitando su cabeza de arriba hacia abajo y mis dedos hurgando dentro de su coño. Nos separamos luego de unos minutos, Daniela se echó en la cama, mi hermano sobre ella pero esta vez, él tomó cada una de sus piernas poniéndolas sobre sus hombros; el pecho de él golpeaba los muslos de ella en cada embestida que le daba, sólo me limité a acariciarla, besar sus pechos, acariciar sus cabellos, besar sus labios.
Fue una espléndida tarde, en los días siguientes me comentaba ya en mi lugar de trabajo que se estaba llevando bien con su primo, que habían experimentado las delicias del sexo, que su primo estaba maravillado con lo vivido. No fue sino al siguiente viernes, que se presentó en mi departamento, acompañada de su primo, presentándomelo como su novio formal, abrazados, dándose besitos, él la tenía tomada de la cintura. Yo también presenté a mi novio que se encontraba ahí. Daniela se limitaba a decir: “Angie es mi mejor amiga, no creo que haya otra igual de maravillosa que ella, por ella estamos juntos (mirando a su primo)”.
Daniela la pasaba bien con su primo y de vez en cuando no se olvidaba de su gran amiga Angie.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………......
Como dije, me es fácil entablar una conversación al primer instante, y con este chico no fue nada difícil, todo lo contrario, Henry, es un niño muy engreído y mimado que vivía sólo con su madre, sus padres estaban separados 5 años. Como es siempre en un principio, saludos, como te va en los estudios, que dicen los amigos, las amigas, en fin, todo un preámbulo para atraer un tema de conversación. Sus amigos lo tildaban de homosexual, algunas veces en el baño, se acercaba un chico por detrás. Lo abrazaba y se movía como si lo violara pero todo era por encima de sus ropas; esto obligaba al chico a hacer uso del baño cuando no había nadie. Después de muchas conversaciones un día de hora libre tuvimos una charla un tanto excitante para mí.
Angie: “que me cuentas, Henry, ¿cómo fue tu fin de semana?”
Henry: “en mi casa, con mi madre, tareas, aburrido”
Angie: “no saliste con una chica, ya sabes, de paseo, pasándola rico”
Henry: “no, mi madre dice que salir con chicas es malo todavía”
Angie: “malo, yo salía con chicos desde que tenía 13 años”
Henry: “mi madre dice que las chicas de ahora son locas”
Angie: “puede ser, aunque con las nuevas enfermedades uno no sabe en quien confiar”
Henry: “mi madre, casi todos los días me revisa, para comprobar que estoy bien”
Angie: “te revisa, cómo así, no te entiendo”
Henry: “después que termino de bañarme, ella entra y revisa mi pene, para saber que estoy bien”
Angie: “que madre para cuidadosa, siempre te lo hace”
Henry: “sí, aunque no tiene mucho tiempo, siempre lo hace”
Angie: “por el trabajo supongo”
Henry: “nunca se acuerda donde deja las cosas, en las mañanas, antes de irse a trabajar, tengo que alcanzarle los zapatos o algunas de sus cosas”
Angie: “mmm, y vas a su cuarto y la ayudas, verdad”
Henry: “se tarda mucho en vestirse también”
Angie: “cuando la estás ayudando aún no está vestida, también la ayudas a vestirse”
Henry: “está siempre en ropa interior, a veces la ayudo sí, le subo el cierre de su vestido, ella es muy buena”
Angie: “es bonita, juega contigo también”
Henry: “sí es bonita, cuando tiene tiempo conversamos, vemos películas, salimos de paseo”
Angie: “y cuando te revisa el pene, no se te para, no te excitas”
Henry: “no, como crees, es mi madre, no es una loca”
Angie: “y en vacaciones que haces, viajas, estudias un curso libre o que”
Henry: “las vacaciones pasadas, viajamos fuera de la ciudad, en avión”
Angie: “ya me imagino los lugares que visitaron, los restaurantes, discotecas”
Henry: “sólo visitamos lugares, mi madre alquiló un cuarto con dos camas”
Angie: “ que madre más cariñosa y abnegada, ustedes se cambiaban de ropa juntos”
Henry: “claro, estábamos en el mismo cuarto, nos cambiábamos de ropa juntos, a veces nos ayudábamos”
Angie: “a veces cuando me bañaba, me olvidaba del champú o de la toalla soy muy despistada, por eso mi cuarto lo tengo sola”
Henry: “a mi madre le sucede lo mismo, a veces se olvida del champú y tengo que alcanzárselo”
Angie: “que buen hijo eres, entreabre la puerta y se lo alcanzas verdad”
Henry: “entro al baño porque no cerramos la puerta, es mi madre, y si tengo que ayudarla la ayudo”
Angie: “o sea que ya viste a tu mami desnuda, muchas veces supongo”
Henry: “a veces cuando necesita algo, sólo para ayudarla”
Angie: “que buen hijo eres, ¿y le das masajes a tu mami también me imagino porque el trabajo agota”
Henry: “sí, algunas veces llega cansada del trabajo, le doy masajes en las piernas, en la espalda, en la barriguita también, le sobo su cabeza”
Angie: “y cuando tu mami tiene miedo en las noches no la acompañas a dormir, para ayudarla también”
Henry: “el año pasado en nuestro viaje, mi madre compró unas cosas, ropa y objetos, los puso en mi cama para cuidarlos y no ensuciarlos, tuvimos que dormir juntos en la misma cama”
Angie: “qué lindo eres, a mí me gusta dormir desnuda, ¿y ustedes cómo lo hacen?
Henry: “nosotros no, dormimos en ropa interior, cuando ella se duerme me abraza y así nos despertamos abrazados”
Angie: “yo cuando duermo, a veces sueño que estoy con mi enamorado, me besa, me abraza, me quita la ropa, me hace el amor. Tú sueñas así, no se te ha parado el pene durmiendo ahí abrazada con esa mami linda que tienes”
Henry: “no, nunca me ha pasado eso”
Angie: “tú eres grande, me imagino que tienes un pene grande también y lleno de vellos, a tu mami, no le importa verte así, cuando te revisa, ¿cómo te revisa?
Henry: “no le importa, mi madre me revisa, me lo sacude un poco, me lo mueve otro poco, dice para ver si no tengo alguna enfermedad”
Angie: “qué madre más preocupada, así quiero ser yo cuando tenga mis hijos”
El timbre del llamado a clases interrumpió nuestra amena conversación. Durante muchos días, casi un mes no habíamos tenido una charla como aquella. Y esta volvió a darse.
Henry: “hola, Angie, ¿cómo va el trabajo?
Angie: “bien, ¿y tú cómo estás, que es de ti?”
Henry: “mi madre tuvo un accidente, estoy triste”
Angie: “¿cómo sucedió eso, cuéntame, amigo?”
Henry: “fueron dos accidentes, el primero cuando se iba para el trabajo se estaba cambiando de ropa y cayó sobre mí, menos mal que no sucedió nada”
Angie: “y su ropa, me imagino que se estropeó o algo”
Henry: “no, estaba en ropa interior, el segundo accidente que tuvo, se fracturó la mano, casi cae de las escaleras de la casa y al sujetarse sufrió una fractura, tiene su mano toda vendada por una semana”
Angie: “te has convertido en su enfermero particular, eso es bueno corazón, mientras puedas ayudar a tu mami, hazlo, serás recompensado”
Henry: “así es, lo que me da roche (vergüenza) es cuando va al baño, tener que bajarle su ropa interior”
Angie: “cuando lo haces no sientes nada”
Henry: “por el momento preocupación, que se mejore pronto”
Esta madre sí que es una buena puta, pero lo importante es que le enseñará a su hijo a ser hombre, quizás pasen mucho momentos felices…
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………
En el centro de estudios, donde trabajaba, había un amiguito, que me tenía loca, se me insinuaba, me hablaba de sexo cuando nadie nos escuchaba, que me iba a hacer de todo. Este chico, Fabricio, es un chico alto, delgado, cabello lacio, de piel muy blanca, muy lindo. Cuando lo reté resulta que de sexo nada, sólo palabras, lo único que sabía lo había visto en películas porno, y, se masturbaba muy seguido en el baño de su casa, no se había cogido ni a su empleada. Me hablaba que le gustaba una chica que es dos años menor que él, que la veía todos los días, pero que era algo prohibido, pero que se la quería coger, quería hacerle el amor como loco.
Me contaba que la había visto bañarse muchas veces, que tenía una vagina hermosa, que se la quería lamer. Enlazando hechos, tenía que ser alguien cercano como alguien de su familia o su vecina quizás. Así que me decidí a hacerle una confesión, porque creo, teníamos gustos en común.
Angie: “me has hecho recordar hace años, cuando hacía locuras, espiaba a mi tío, hermano de mi madre, de 34 años, en el baño, sólo para ver como es un cuerpo de hombre, tenía un pene grande y se masturbaba en el baño siempre”
Fabricio: “sólo eso, mirar”
Angie: “un día que estábamos solos y fui a espiarlo al baño, no me di cuenta y me choqué con un escobillón de esos para barrer el polvo del piso, al caerse hizo ruido, me quedé quieta para que no se dieran cuenta me dije, a los pocos segundos salió del baño mi tío desnudo preguntando qué pasaba, que, qué cosa estaba mirando, ese momento pase una vergüenza y me fui a mi cuarto”
Fabricio: “uy, te ganaste bien con tu tío”
Angie: “yo me dije, de aquí que mi tío termine de bañarse seguro que me mata a golpes por andar de mirona. Ya pues, llegó a mi cuarto, recién bañado, con una toalla en la cintura que lo cubría, me dio un sermón que no debería hacer esas cosa de andar mirando a los hombres porque si no un día algo malo me iba a pasar, que me cuidara mucho. Se me acercó, se quitó la toalla, me dijo: esto es lo que querías mirar. Se lo vi de cerca, bien grande y duro porque me lo hizo tocar, creo que le hice una paja porque me dijo que se lo mueva duro, se vació encima de mi blusa, después se fue a su cuarto porque nuestros padres llegaron”
Fabricio: “mmm y te gustó, no se la chupaste, no te la metió, que más dime”
Angie: “ahora cuéntame tú, quien te gusta”
Fabricio: “me quiero coger a mi hermana, ya nos hemos besado, nos hemos tocado desnudos pero dice que tiene miedo hacerlo porque nunca lo ha hecho no sabe cómo será eso”
Angie: “enséñale videos porno o que te vea coger con alguien a lo mejor y se excita”
Fabricio: “no conozco a nadie, sólo un amigo que vive por mi casa que es gay”
Angie: “hazlo con el delante de tu hermana, seguro que se excita”
Siempre que nos veíamos nos hablábamos en clave, que nada de nada, que quería hacerlo conmigo delante de su hermana, que le dé una ayudita. Le pedí que se tomara una foto de su verga, para ver si me convencía, que si lo hacía me iba a deber un favor grande. La verdad que el chico no estaba tan mal, así que esfuerzo no iba a ser. Como trabajo hasta el viernes le dije que lo vería el sábado por la mañana.
El sábado llegó, 9 de la mañana, estaba tocando su puerta y salió presuroso, estaba sólo con su hermana, ese era el plan. Nos sentamos los tres en la sala, estando cerca uno del otro. Me presentó con su hermana, lo llevaba todo con calma, el que estaba desesperado era Fabricio. Sin duda que tenía una hermosa hermana, me empezaba a gustar. Cuando su hermana fue a la cocina por unos refrescos, le pregunté a mi amigo si ella sabía lo que íbamos a hacer, supuestamente delante de ella y todo lo demás, me dijo que sí, que normal; entonces le pedí conversar con su hermana a solas y accedió. Cuando su hermana Lucy llegó, y como el calor era intenso, le dije a Lucy para darnos un buen baño las dos juntas, a lo que ella accedió.
En el baño pude admirar su cuerpo al natural, pechos firmes, trasero pequeño, piernas cortas. Me comentó que le encantaría verme tirar con su hermano en la cama. Le expresé que yo estaba algo nerviosa, que me gustaría practicar unas cositas con ella, unos besos y más. Ante una muda aceptación, me acerqué a ella, la tomé de sus mejillas, abrí mi boca dándonos un beso delicioso, mi lengua deseaba entrar en su boca para masajear la suya, no me lo impidió y seguimos jugueteando, mis manos fueron hasta su coño para frotarlo con placer, masturbándola. Cerramos la llave de la ducha, me incline quedando mi cara a la altura de su coño, mi lengua inquieta buscaba su clítoris y mis dedos querían penetrar su coño, ella tenía el cuerpo pegado a la pared de la ducha. Me esmeré en comerle el coño, la hice subir una pierna sobre mi espalda, tratando de quitarle estabilidad pues se apoyaba en la pared, sostenida en una pierna, mientras mis manos sujetaban sus nalgas, mi boca en su coño, mi lengua en su clítoris, se estaba excitando y mucho, con uno de mis dedos recorría su raja, tenía un culo hermoso. Con mi cara en su coño tanteaba su ano del culo, mi dedo índice lo acariciaba dulcemente, hice entrar mi dedo hasta la altura de mi uña y le daba vueltecitas ahí dentro, la nena estaba que ardía. Mi mano izquierda sostenía su pierna derecha desde su nalga. Mi lengua se esmeraba en golpear su clítoris, mi dedo seguía su ritmo calibrando su ano, en el momento que la nena estaba a más no por venirse en mi cara, por la forma de gemir, por los temblores de su cuerpo, todo mi dedo penetró su ano, arrancándole un gran grito de dolor, quería salirse, quitar mi dedo de su culo pero la posición incómoda en que la tenía sólo hacía que la penetrara más, su excitación se convirtió en débil llanto, que su hermano no alcanzaba a escuchar. Todo el aire de sentirse importante, de querer intimidar a los demás se perdió, sólo estaba en un rincón del baño llorando lanzando insultos con su cara cubierta por sus dos manos. En ese instante abrí la ducha para enjugar sus lágrimas, la atraje hacia mí, la abracé, acaricié su cuerpo, se pegó a mí como una niña sedienta de cariño y amor. Con mi mano izquierda la tenía abrazada y con la otra buscaba afanosamente su coño; la recosté sobre la pared, mis dedos seguían masajeando sus labios vaginales, mi dedo medio buscaba la entrada de su vagina. Me incliné un poco para tener mi mano más cómoda y tan rápidamente como pude la penetré bruscamente. Con mi mano libre impedí que trate de separar mi mano que la penetraba con mi dedo medio, lo hacía con tal rapidez, que sentía que su dolor iba en aumento. Tenía sus ojos cerrados, lágrimas brotaban de ellos, de su boca ruegos que me detuviera, sus piernas ya no la podían sostener. Ver como mis manos se manchaban con hilillos de sangre me excitaba, me separé de ella; Lucy se dejó caer en un rincón del ambiente donde nos duchábamos, con el culo en las losetas, sus dos piernas dobladas, su cara apoyada en sus rodillas, sus brazos entre cruzados tapando su cara, llorando ya no por dolor sino por la sumisión. Terminé de bañarme y asear todo mi cuerpo, luego me dirigí hacia ella para levantarla y ponerla en pie, ella siempre repitiéndome: “no, ya no, ya no, por favor ya no”. A pesar de sus ojos llorosos y tono suplicante se levantó, con algo de miedo, se puso al medio mientras el agua caía sobre su cuerpo, tomé champú en mis manos y lo unté en su cabello, terminando de bañarla como quien baña a un bebé que aún no aprendió a bañarse. Al terminar cerré la llave de la ducha, tomé una toalla y sequé todo su cuerpo delicadamente, luego la vestí, acomodé sus ropas y hasta la peiné. Le dije: “no temas mi amor, ya perdiste tu virginidad y puedes hacer lo que quieras con tu hermano”.
Fuera del baño, llevaba tomada de la mano a Lucy, su hermano observó sus ojos enrojecidos, lo atribuí al champú que cayó sobre los ojos de ella, pero ella me dejaba las explicaciones a mí, no decía nada. Estábamos en el cuarto de Fabricio, él se encontraba desnudo, para mí que ya se había masturbado una vez al menos, yo estaba a medio vestir y me quité la poca ropa que tenía. Lucy se hallaba sentada a un metro por fuera de la cama, en ella le pedí a Fabricio que me lamiera el coño, quería excitarme más, quería tener su lengua dentro; se arrodilló de espaldas a su hermana y se dedicó a darme el más largo sexo oral que deseaba. Lucy miraba, me sonreía tímidamente. Fabricio, luego se subió en mí, puse cada una de mis piernas sobre sus hombros y me penetró con fuerza, me daba duro y sin parar arrancándome gemidos de placer. Luego me puse en cuatro, después que me penetró bajé mi cara y la apoyé en la cama dirigiendo mi mirada hacia la bella Lucy, le dejé toda la tarea a él, así que terminó cansado, satisfecho y yo con mis pechos bañados en rica leche.
Me dirigí al baño, acompañado de Lucy, ella me ayudó a limpiarme, cuidándose que no cayera el agua hacia ella, pues se hallaba vestida, preguntándome si me había gustado que me penetren, si su hermano me gustaba. Me limité a decir que sólo lo había hecho por ella, no por él, que hoy había tenido el mejor sexo de mi vida pero que había sido con ella, acerqué mi rostro y le di un tierno beso a Lucy, le dije que trabajaba en el mismo lugar donde su hermano estudia. Acaricié su cabello, acaricié su rostro, con mi dedo pulgar recorrí sus labios, ella los cerró y besó mi dedo, era la expresión de algo más.
Llegó el día lunes, el resto del fin de semana lo había dedicado a disfrutar con mi hermano. Eran la una de la tarde con veinte minutos, hora de irme a casa a descansar, un día más, Lucy esperaba por mí para acompañarme a mi departamento, como no tengo cocina, compramos un menú donde siempre lo hacía y lo llevamos a casa.
En casa, dejé el menú en la mesa, fui a mi cuarto a cambiarme, tiré mi ropa en la cama, me puse ropas ligeras, hacía calor así que me di una ducha. Al salir de la ducha estaba mi ropa colgada, fui a la mesa y estaba la comida servida, ella atenta esperando por mí, sentada al frente. Me confesó que aún no lo hacía con su hermano, que si se lo pedía yo, ella sí lo haría. Después de comer y reposar nos fuimos al cuarto, nos quedamos en ropa interior, me eché en la cama, ella se subió sobre mí, apoyó sus mejillas en mis pechos, sus brazos rodearon mi cintura, mis manos acariciaron su espalda, sus cabellos, sus brazos, y, nos quedamos dormidas.