Tres heteros, 10 noches... (Día 2)

Mi hermano Lucas me invita a pasar dos semanas en su nuevo piso que comparte con Alex y Miguel. ¿Podré dar rienda suelta a mis fantasías a espaldas de mi hermano?

Al despertar la mañana siguiente, me incorporé lentamente y fui hasta el baño, me estaba meando. Debían ser como las 11 AM y aparentemente no había nadie en casa, cosa que me extrañó mucho. Me dirigí hasta la cocina para coger algo de desayuno y al abrir la nevera me percaté de que un “post it” amarillo colgaba de la puerta.

“Miguel y yo volveremos para comer, hay fideos en la nevera si queréis, o si no pedid una pizza.

Lucas”

-¿Queréis? ¿Pedid? -Pensé.

Automáticamente fue hasta la habitación de Alex con el estómago vacío. Efectivamente, allí estaba, tumbado en la cama en posición cucharilla. Me acerqué sigilosamente, temiendo que se despertara.

Una vez más de cerca, pude observar la famosa “trempera matinera” en su máximo esplendor. Dejándome llevar por mis instintos mas primitivos, acerqué mi mano hasta poder palpar su paquete: estaba muy caliente…

Al poco rato, inconforme con aquello, deslicé mi mano mas arriba. Sus abdominales estaban duros como el acero y una fina capa de bello le recubría el torso desnudo. Al llegar a los pezones, reconozco que no pude contenerme y le pellizqué el pezón izquierdo con delicadeza. Ante tal estímulo, respondió con un brusco escalofrió que me mandó a cubierto de golpe.

Pasada la tormenta, me volví a acercar y esta vez mi atención se la llevaron sus gloriosas nalgas que se ajustaban a cada contorno del boxer, incitándome a palparlas. En lugar de eso, me subí despacio al otro lado de la cama y acerqué mi cabeza a su trasero. Olía a gloria y no pude evitar pasar mi lengua por su marcada raja: sabía aún mejor...

Después seguí con mis labios mas abajo, besaba deseoso sus piernas de atleta. Lentamente fui bajando hasta encontrarme con sus píes, besé la parte superior de ellos, que no es tan sensible como la inferior.

Para mi sorpresa, dejó la anterior postura para ponerse boca arriba con un brazo debajo la almohada, dejando al aire su sobaco que encabezaba unos bíceps abultados. Tomé eso como una invitación a saciar mi hambre y mi curiosidad. Me monté a la cama con disimulo e intentando no rozarle mucho, levanté sus calzoncillos por la tira superior y los jalé con delicadeza hacia abajo.

¡Había liberado a la béstia! Delante mió se alzaba un rabazo moreno, debía medir unos 23 cm pero lo sorprendente del tema, era el grosor. Estaba perfectamente depilada y cuidada, su capullo estaba húmedo, bañado en líquido pre-seminal. Sus huevos, parecían a punto de explotar, seguramente porque ayer le cortamos el rollo…

Sin más preámbulos, la agarré de la base con tres dedos y lamí su glande, obteniendo un poco del elixir divino que tanto ansiaba. Entonces, empecé a lamer su exterior, de arriba a bajo, degustando cada centímetro. Cuando a penas me había metido en la boca su capullo, su manó me agarró del pelo, sorprendiéndome.

-¡JODER! ¿Cuánto rato llevará despierto? -Pensé.

Con la misma fuerza con la que agarraba mi pelo, atrajo mi cabeza hacia su pene, haciéndomelo tragar casi todo. Reprimí mis arcadas, mientras las lágrimas empezaban a brotar de mis ojos.

-Alex: ¡OH, sí! Ashh…

En otro empujón consiguió que me la tragase entera, pero mi tráquea no daba para más…una fuerte arcada me hizo volver a su glande. Mientras lamía y relamía la cabeza de su polla, le bajé los boxers hasta sacárselos. Con el afán de hacerle disfrutar al máximo aquello, empecé a describir círculos con mi lengua en la base de su glande, repetitivamente.

Él se estremecía de placer, mientras yo empezaba a coger ritmo a la vez que pellizcaba sus pezones perfectos. En cuestión de 6 o 7 minutos (los más calientes de mi vida) sus muestras de placer se volvieron más exageradas y su corazón latía cada vez mas y mas rápido… ya estaba casi a punto.

Con un par de incursiones más hasta mi campanilla y unos lametones en el glande, acabó corriéndose en mi boca entre gemidos. Durante unos diez segundos de éxtasis continuaba agarrando mi pelo con fuerza, impidiéndome respirar por la boca. Finalmente me soltó y cayó otra vez en su sueño, sin decir palabra, cortándome el rollo.

Mirándolo por el lado bueno, ahora solo tenía que encontrar unos cereales en la cocina: la leche ya la había puesto él.

El resto del día no cruzamos palabras, comimos pizza, cada uno en su estancia y al poco rato llegaron Lucas y Miguel. Nos pusimos juego de tronos y como de costumbre, me puse muy burro con las abundantes escenas de sexo.