Tres eran tres

Aventura a tres bandas en la sauna.

TRES ERAN TRES

Aquella tarde no tenía nada que hacer y además estaba caliente y tenía que desbravarme, así que me fui a una sauna. Como de costumbre, primero me di una corta sesión de calor seco. Nadie se fijó en mí; salí y entré en el cuarto del baño turco. Allí, en medio de la penumbra y del caliente vapor de agua, todos iban a lo suyo. Un tipo enculando a otro; tres tipos agasajando a un cuarto; y alguna que otra sombra indeterminada procurándose hacer algo más determinado. Y yo, con todos los números de "hombre invisible", salí inmaculadamente intocado, aunque húmedo hasta la médula. Me regalé una deliciosa ducha, y después de secarme decidí empezar un safari por las dependencias del local. No era mi día, puesto que seguí con lo de "hombre invisible".

Tomé una bebida de cola en el bar, y entré en la sala TV en la que siempre hay filmes porno gay. Cómodamente sentado al fondo, al rato recibí la visita de un hombre algo corpulento, de muy buen ver, de mediana edad, el cual no tardó en insinuarse y meterme mano – descaradamente ¡qué bien! Luego de unos instantes de mutuo reconocimiento corporal, me hizo proposiciones – deshonestas, desde luego – para irnos a un reservado. Un vez encerrados, me preguntó si me gustaría "hacer un trío", a lo que yo, de ningún modo ofendido ni molesto, accedí muy gustoso. El tercero – no en discordia si no en concordia – pronto apareció, y se trataba de un individuo muy guapo, pero no tan corpulento como su amigo.

Me tocó el rol de tomante, y el dante sería el primer invitado, el cual disponía de un armamento descomunal, duro y hermoso. Mentiría si dijera que la boca no se me hizo agua al ver aquella maravilla de la naturaleza. Se calzó un condón – de medida king size especial, supongo – y luego se dedicó a lubricar mi trasera entrada con algo que jamás podría imaginar. El producto era gel dentífrico mentolado, el cual al entrar en contacto con mi esfínter, produjo una sensación de frescor muy agradable. Acto seguido empezó a masajear y dilatar mi ojete, y cuando parecía estar a punto, amenazó con endiñarme aquel chorizonte. En principio rechacé la oferta, pero me convenció de que todo iba a salir bien…. Me clavó solamente su mitad de aquella estaca majestuosa, y yo, gratuitamente, pude observar casi todas las estrellas del firmamento sintiendo como me partían el culo. Solicité la retirada inmediata del enemigo y fui escuchado. Me dieron más masajes anales con el susodicho gel y fui convencido de que ahora ya no sentiría dolor alguno.

Segundo Round. Fui penetrado lentamente, inexorablemente; y yo temblaba pensando que si el tipo ese tenía el polvo largo, yo lo tenía muy crudo …. Aquel misil seguía penetrándome, y desde luego, ya era todo más placentero. Al cabo de un buen rato me dijo: "Chaval, ya la tienes toda dentro; menudo culo tienes" y empezó un mete y saca de fábula. Mientras tanto el otro, o seáse el tercero se iba masturbando para mantener su pollón – si si, pollón también – en forma. Me lo endilgó en la boca cuando menos lo esperaba. ¡Qué gozada, estar ensartado por detrás y también por delante!

El que tenía en la retaguardia, se corrió a los tres minutos – estimados, porque en estas circunstancias uno no está para cronometrajes – muy a gusto, tanto que me felicitó por mi entereza, tenacidad, vicio, paciencia y más que nada, por tener un culo tan bien entrenado – ¡siempre digo que hay que estar preparado para la vida moderna! Sin ser la mejor enculada de mi vida, me lo pasé bien recibiendo aquel calipo de cinco estrellas.

El otro guaperas, el que me prestó su chupa chups, estaba dando emboladas en mi boca poniendo los ojos en blanco del gustazo que yo le daba en su pollaza. Sus bolas, generosas, fueron pasto de mis manoseos. Yo esperaba sus chorros de leche en la boca en cualquier momento, pero él retiró su pene instantes previos a su abundante eyaculación, cuyos trallazos fueron a parar a mi rostro y cabello. Me escatimaron la corrida, pero aquella polla había estado deliciosa, dura y guerrera como pocas y que me había hecho disfrutar mamándosela.

Yo no me corrí – desconsiderados! – pero me lo pasé divinamente.

Espero seguir contando correrías golfas, ¡aunque que no todas sean mías!