Tres amigos y una webcam [4 - Final]

Con el rabo de Jesús en mi boca y la lengua de Gabri en mi polla, el hermano de Jesús nos pilla. Y, para nuestra sorpresa, no se enfada. Más bien, todo lo contrario.

Sé que he tardado bastante, pero aquí traigo la última parte de esta saga. Para compensar la tardanza, he hecho que sea algo más larga de lo habitual. ¡Espero que os guste! Como siempre, espero vuestros comentarios, valoraciones y sugerencias.

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-Esta tarde toca en tu casa, ¿no? -preguntó Gabri a Jesús al salir de clase.

-Sí, sí. Yo os aviso. Sobre las seis o así.

-Vale, genial. Nos vemos luego -me despedí.

El verano había terminado y comenzamos un nuevo curso. Habíamos seguido haciendo lo nuestro prácticamente cada semana. Quedábamos, jugábamos un rato a cualquier cosa y, cuando nos quedábamos solos o cuando nos apetecía demasiado, nos comíamos las pollas. De vez en cuando, Jesús se la metía a Gabri, que disfrutaba más que ninguno. Yo me debatía entre el placer de una mamada de Gabri y el morbo de comérsela a Jesús.

Algunas veces lo hacíamos con gente en casa. En especial, a mí me gustaba hacerlo en casa de Jesús, cuando su hermano Marco estaba en casa. Siempre nos protegía y nos trataba con cariño, pero desde que empezamos a hacer aquello nos miraba con intriga, como si sospechara algo. Sin embargo, nunca nos interrumpía ni nada parecido. A mí me daba morbo pensar que se la cascaba mientras miraba por la rendija de la puerta cómo su hermano pequeño se follaba a sus amigos.

Aquel día no fue distinto. Estuvimos en casa de Jesús toda la tarde. A eso de las 8, sus padres se fueron. Marco también se despidió y se marchó con unos amigos. En cuanto escuchamos la puerta, Gabri se lanzó a por mi polla. Yo estaba sentado en la cama de Jesús mientras este sonreía.

-Por fin -dijo Gabriel aliviado mientras me desabrochaba el pantalón-. Ya pensaba que no se iban a ir nunca.

Mi rabo estaba flácido, pero a mi amigo no le importaba. Enseguida se lo metió a la boca por completo, haciendo que ganara cada vez más y más tamaño. Animé a Jesús a acercarse a mí y puso su cintura a la altura de mi cabeza. Le bajé los pantalones y contemplé su cipote en primera línea. No me cansaba de ver esos 15cm una y otra vez. Abrí la boca y me introduje el rabo de golpe, haciendo que el glande chocara con mi garganta. Jesús me agarró del pelo y me obligó a meterme su polla hasta el fondo, haciendo que me entraran arcadas. Mientras tanto, Gabriel disfrutaba de mis 14cm sin problema alguno.

Y entonces, se abrió la puerta.

-Cómo lo sabía. Joder, qué canteo -decía Marco, entre cabreo y emoción. Se sobó el paquete de manera inconsciente mientras sonreía-. ¿De qué va esto?

Marco seguía tan atractivo como de costumbre. Su media melena ondulada entre rubia y castaña hacía juego con aquellos ojazos verdes grisáceos que estaban llenos de comprensión y cariño. Debía medir unos cuantos centímetros más que su hermano, y estaba también bastante fuerte por el fútbol que practicaba. Esos brazos solían revolverme el pelo cada vez que me veía. Pero, en aquella ocasión, Marco parecía distinto.

Jesús se apartó de inmediato, pero Gabri se quedó paralizado. Tenía mi polla en su mano y no la soltaba.

-No… no es lo que…

-Sí, sí que lo es, Jesús. El pequeño Gabri le está comiendo el rabo a Angelito mientras él te lo come a ti. Yo alucino con vosotros, macho -decía mientras negaba con la cabeza.

-Porfa, no se lo digas a papá y mamá… No se lo cuentes a nadie, por favor, Marco.

Marco se sentó junto a Gabriel, que reaccionó por fin y soltó mi rabo, ya flácido de nuevo. Me dispuse a vestirme cuando Marco me paró.

-No, tranquilo. No hace falta que paréis. Mira, yo no voy a decir. Yo también me he hecho pajas con mis amigos, pero joder, llegar a las mamadas es un paso muy grande.

-Si solo fueran mamadas… -contestó Gabri casi sin querer.

-Ostia puta. Joder, tío, es que lo vuestro es alucinante. Pero bueno, sabéis que podéis confiar en mí. ¿Verdad, hermanito?

-C-claro… Claro, Marco. Gracias, muchas gracias.

Marco se incorporó de nuevo y marchó hacia la puerta. Entonces, se giró.

-Aunque es injusto que estéis aquí pasándolo tan bien mientras yo tengo los huevos a reventar, ¿no? Es decir, me vendría bien que me echarais una mano. O, mejor dicho, una boca.

Miré a Jesús, que estaba rojo como un tomate.

-Pero…

-No, no, tú no, mocoso -le dijo enseguida-. Qué asco. No, digo tus amigos, que parece que les gusta.

Noté cómo Jesús suspiraba.

-Bueno, pues cuando queráis -sentenció Marco. Se tumbó en la cama como pudo.

Gabriel me miró. Yo sabía que tenía más confianza con Marco que él. Siempre había tenido una buena relación con el hermano de Jesús, y lo tenía como a un hermano mayor. Me acerqué a él y, sin decir nada, desabroché sus vaqueros. Bajé la cremallera y, acto seguido, los pantalones. Se notaba el gran bulto bajo los calzoncillos.

Marco me miraba sin quitar ojo. Se le veía nervioso, pero contento.

-Si lo hacemos nosotros, tienes que hacerlo tú también -le comenté entonces.

-Y una mierda. Aquí a los que os gustan las pollas es a vosotros, no a mí.

-Va, Marco, hazlo por mí -le pedí con ojos de cordero. Puse mi mano sobre su enorme bulto y lo abracé con mis dedos-. Venga… Y, si no te mola, pues no seguimos. Porfa…

Marco bufó. Cerró los ojos y tragó saliva.

-Venga, anda, vale. Tú chupa, joder.

Agarré los calzoncillos con ambas manos y, lentamente, los bajé. Recuerdo que tragué saliva al ver lo que, en ese momento, me pareció una monstruosidad. Tampoco era tan tan grande, pero a mi edad la polla más grande que había visto era la de Jesús, y la de su hermano parecía mucho más grande. 18cm, muy gorda, curvada hacia arriba y con el glande bastante grande asomando por el prepucio. En la base, un par de huevos bien grandes con un escroto aún más grande, llenos de pelos por todos lados.

Tragué saliva de nuevo. Cogí el rabo con ambas manos y, aun así, no abarcaba todo el tronco. Miré a Marco, que observaba atento.

-¿Es la primera vez? -le pregunté, por curiosidad.

Tardó en responder, pero lo hizo al ver que no me la metía en la boca.

-S-sí. La primera.

Sonreí por dentro. Iba a darle su primera mamada a un chaval al que admiraba y quería. Me quise esforzar al máximo. Abrí la boca todo lo que pude. Esa polla era demasiado gorda y me costó que entrara, pero lo conseguí. Me quedé a medias, eso sí. Mi boca la succionaba como podía, pero el tamaño era demasiado. Hasta que, sin previo aviso, Marco hizo presión con su mano. Sentí cómo el glande se abría paso entre las paredes de mi garganta. Cómo chocaba contra esta y cómo sus huevos rozaban mi barbilla. Quise apartarme, pero Marco me lo impidió. Me costaba respirar. La saliva empezaba a salirse de mi boca y sentía las arcadas aparecer una y otra vez. Me retorcí y golpeé a Marco hasta que apartó su mano unos segundos después. Claro que a mí me pareció un minuto entero. Tosí sin parar un buen rato. La polla de Marco chorreaba la saliva que le había dejado.

-Joder, ¿cómo no me habéis avisado antes?

Gabriel sonrió y se lanzó a por Jesús. Cuando le sacó el rabo, Marco lo miró, atónito.

-Joder, hermanito, vaya rabo gastas. Cómo se nota que somos de la misma familia, ¿eh?

Ambos rieron y Gabri empezó a comerle la polla a Jesús. Marco me miró.

-Se te da bien, tío -me dijo, complaciente-. Creo que te debo una, ¿no?

Asentí y me tumbé junto a él. Entonces él se incorporó y se puso sobre mí. Me quitó los pantalones y los calzoncillos, y mi polla rebotó contra mi abdomen.

-Bueno, bueno, nada mal, macho.

Me desnudó por completo y tiró mi ropa al suelo. Me abrió las piernas en arco y se colocó entre ellas.

-Bueno, vamos a ello. Pff… Madre mía.

Dudaba. Se debatía entre el miedo por comer una polla y el placer de que se la comieran a él. Finalmente ganó lo segundo. Cogió mi rabo con su mano derecha, acercó su boca mientras la abría, cerró los ojos y se introdujo mi cipote. Lo hizo todo lo que pudo, hasta que notó mi glande tocar fondo. Le cabía entera casi sin problema. Pero yo quería devolvérsela. De modo que, con ambas manos, le sujeté de la cabeza y presioné bien fuerte hasta que noté cómo mi glande tocaba su garganta. Para mi sorpresa, abrió más la boca para meterse también mis huevos, y lo consiguió. Varios segundos después, lo liberé.

-Ya estamos en paz -le dije, sonriendo-. Si no quieres más, estás a tiempo de irte.

-No. Me quedo. Eres un puto morboso.

-¿Cómo vais por ahí? -pregunté, mirando a los otros dos.

Gabri estaba devorando la polla de Jesús, que le retorcía el pelo entre sus manos y tiraba de él con fuerza para obligarlo a comérsela. Gabri no tenía ni que esforzarse, pues ya se había acostumbrado al tamaño de aquel rabo y su curvatura. Había aprendido la técnica perfecta a base de tragarse su polla y la mía durante los últimos meses. Y la verdad es que lo hacía de miedo.

-Bastante b-bieeen -contestó Jesús, acabando con una especie de gemido.

Marco se incorporó.

-Tú, Gabri, a ver cómo lo haces…

El pequeño no tardó ni un segundo en deshacerse del rabo de Jesús. Tenía una nueva polla disponible, y no iba a desaprovechar la oportunidad de probarla. Marco estaba sentado en la cama con las piernas colgando. Gabriel se puso de rodillas frente a él y, abriéndole las piernas lo suficiente para colocarse entre ellas, cogió aquel enorme cipote y se lo metió a la boca sin pestañear.

-Hhmmm… -gemía Marco-. Joder, lo hace mejor que tú, Angelito.

-Es que lo disfruta más, jajajaja.

-Se nota, sí… Hasta el fondo, joder -decía mientras presionaba la cabeza del pequeño contra su pelvis.

Gabriel, gracias a su técnica, consiguió tragarse los 17cm del mayor sin casi esfuerzo. De hecho, permaneció varios segundos con el trozo de carne en la garganta antes de apartarse. No obstante, continuó mamando de aquel biberón, cogiéndolo con ambas manos y pajeándolo al tiempo que lo introducía y sacaba de su boca.

Yo, por mi parte, fui con Jesús. Se colocó en posición de recibir mamada, pero negué con la cabeza. Se quejó, pero acabó comiéndome la polla él a mí. Lo hacía con algo de torpeza, pero cada vez mejor y con más ganas. Le estaba empezando a gustar, y se notaba porque se cogía el rabo y se masturbaba mientras me la comía.

-Espera -dije, casi en un susurro.

Me tumbé en la cama, en el espacio que había entre Marco y la pared. Jesús comprendió mis intenciones y se colocó sobre mí, pero al revés, quedando así en un 69. De ese modo, mi rabo quedaba a la altura del culo de Marco. Mi brazo se extendía lo suficiente como para masajear la cabeza de Gabri mientras este continuaba su trabajo puliendo el cipote de Marco, que observaba cómo el amigo de su hermano le comía la polla.

Cuando Jesús empezó a comérmela, hice lo propio con su rabo. Me lo metí en la boca y comencé a lamer y succionar. Solo que aquello duró poco. Ya que, apenas un minuto después, ocurrió algo que nunca me imaginé que vería, pero que casi me hace correrme.

Marco apartó con suavidad a Gabriel de su rabo. Se dio la vuelta, levantó la cabeza de Jesús cogiéndolo de los pelos y acercó su polla a la boca de su hermano pequeño. Este miró a Marco, dubitativo. Pero al ver la expresión de su hermano mayor, una expresión de necesidad, cariño y morbo, supo lo que tenía que hacer. Si dejar de sujetar mi rabo con la mano izquierda, cogió con firmeza el de su hermano con la derecha. Lo colocó a la altura deseada, abrió la boca y se lo introdujo como pudo.

-Ooohh… Diooooos… -gemía Marco-. Ufff… No lo haces tan bien como estos, pero, aun así, me gusta más, aunque no sé muy bien por qué…

Jesús descubrió algo que no conocía. La satisfacción de darle placer a su hermano mayor. Aquel que lo había cuidado y protegido y que se había ocupado de él cuando lo necesitaba. En su mente, le estaba devolviendo todos los favores con aquella mamada. Y lo hizo lo mejor que pudo. Succionaba con fuerza, pero sin pasarse. Masajeaba los enormes huevos de su hermano y se metía su polla hasta que esta alcanzaba la campanilla, haciéndolo toser. Marco no daba crédito. Tal y como había dicho, Jesús tenía peor técnica que Gabriel y yo. Pero el hecho de que fuera su hermano pequeño quien se la estaba comiendo duplicó su placer.

Jesús se había aferrado a aquella polla y la retenía en su boca todo lo que podía. Sin embargo, Marco se sentía en deuda con él por aquel regalo. Alejó su cipote de la boca de Jesús y lo hizo tumbarse boca arriba. Me aparté como pude para contemplar la escena. Jesús permanecía tumbado en la cama, pero con los codos apoyados en el colchón. Su hermano cogió su cipote con la mano derecha y lo masturbó unos segundos.

-Como decía antes, nada mal, hermanito. Con esto vas a hacer felices a muchas tías. O tíos, no sé.

Rio junto a Jesús, aunque este lo hizo por nerviosismo. Marco fue acercando su boca a la polla de su hermano. Sacó la lengua y le dio un lametón al glande. Acto seguido, lo rodeó con sus labios y empezó a jugar con él, metiéndolo y sacándolo lentamente mientras lo trabajaba con su lengua. No tardó en empezar a introducirse todo el falo. Tosiendo, consiguió que le entrara por completo. Y, tras un par de minutos, se la sacó de la boca.

-¿Os unís? -nos preguntó a Gabriel y a mí.

Se colocó de tal modo que su rabo quedara libre. Gabri no dudó y enseguida se situó de rodillas frente a la cama, entre las piernas de Marco. Se llevó el rabo a la boca y Marco comenzó a gemir. Yo me coloqué sentado, justo debajo de Gabri, con su cipote en la boca. ME gustaba comérsela a Gabri porque no me costaba ningún esfuerzo y, además, me follaba la boca constantemente, haciendo que sus huevos rebotaran una y otra vez contra mi barbilla.

No recuerdo el tiempo exacto que permanecimos así. Lo que sí sé es que, de pronto, Marco alzó a Gabri y lo colocó sobre él. Sus rabos friccionaban mientras las manos de Marco abrían con fuerza el culo del pequeño. Y, sin previo aviso, el mayor le clavó un beso inesperado. Ni siquiera él mismo se esperaba aquello, pues cuando terminó miró a su hermano con una expresión rara. Aun así, aquello no lo detuvo.

-Gabri, te voy a dar por culo.

Mi amigo, en lugar de asustarse o rechazarlo, sonrió ampliamente.

-Ya era hora.

Gabriel ya había recibido visita del nabo de Jesús otras veces, por lo que su culo estaba algo acostumbrado. No obstante, el tamaño y, sobre todo, el grosor de la polla de Marco, suponían un gran reto para el agujero de mi amigo, que palpitaba como si tuviera vida propia. En esa misma posición, Gabri situó su entrada sobre el glande de Marco. Este había lubricado su rabo con su propia saliva, por lo que comenzó a entrar sin demasiados problemas.

Gabri soltaba quejidos conforme el glande de Marco lo penetraba. A cada centímetro que se introducía, emitía un pequeño quejido. Sin embargo, una vez el capullo entró del todo, Gabri respiró con tranquilidad.

-Prepárate -avisó Marco en un susurro.

Agarró con firmeza las pantorrillas de Gabriel y, de golpe, lo hizo sentarse de lleno sobre su rabo, haciendo que este entrara por completo en su ano.

-¡Aahhh! ¡Joder, tío! Te has pasado -se quejó Gabri.

-Tranquilo -intentó consolarle Marco-. Lo peor ya ha pasado.

-Lo sé -contestó Gabriel.

Acto seguido, comenzó a botar sobre el mayor, que no tuvo más remedio que recostarse en la cama mientras el más pequeño lo cabalgaba. Casi como por envidia, Jesús se colocó encima de su hermano, de modo que sus pies quedaban a ambos lados de su cadera y su polla quedaba a la altura de la boca de Gabri. Este, por supuesto, no dudó en llevarse aquel pedazo de carne a la boca.

Por mi parte, yo tenía ganas de una mamada. Entre Jesús y Marco, finalmente me decidí por el segundo, pues la postura sería más cómoda. De modo que me coloqué de rodillas sobre Marco, quedando mis rodillas apoyadas en la cama a ambos lados de su pecho. Marco alzó la cabeza.

-Eres un capullo -me dijo, riendo-. No sabía que eras tan cerdo, tío.

-Ya ves -le contesté, encogiendo los hombros-. Es que tú me haces ser así.

Sin siquiera coger mi rabo, Marco se lo metió en la boca. Lo trabajaba con torpeza, pues había demasiado movimiento en la cama debido al galope de Gabri y la follada de boca que Jesús le estaba dando a este. Sin embargo, aquello no me importaba. Tenía al hermano mayor de mi amigo comiéndome la polla mientras se follaba, junto a su hermano pequeño, al chico que me medio molaba. Era como un sueño que nunca pensé que se cumpliría. En un momento dado, saqué mi cipote de la boca de Marco y, con suavidad, le empecé a dar pollazos en la cara. Él abría la boca y sacaba la lengua y yo golpeaba todo su rostro con mi glande y mi tronco. Le restregué el rabo por toda la cara, incluyendo los ojos, y se lo volví a meter en la boca.

-Ángel, ven -dijo entonces Jesús.

Obedecí. Jesús se sentó en la cama, dejando a Gabri libre. Al acercarme a Jesús, este me sentó sobre él de un movimiento. Posó su mano derecha en mi nuca y, tratando de imitar a su hermano, me besó. Fue un beso lento, largo, algo tosco y muy apasionado. Nuestras lenguas chocaban y sentía el rabo de mi amigo entre mi trasero y mi propio pene.

-¿Te la puedo meter? -pidió Jesús, casi como un ruego.

Me pilló por sorpresa. Jesús nunca me había pedido aquello, sino que siempre se la metía a Gabri. Pero al estar este con su hermano, creo que sintió envidia y quiso follarme a mí. Algo dubitativo, asentí. Tenía miedo, pues la única polla que me había penetrado era la de Gabri, que era considerablemente más pequeña que la de Jesús.

-Tranquilo -me dijo este al verme el rostro-. Iré con cuidado.

Me posicionó boca arriba, con las piernas en alto y flexionadas, creando así una vía libre hacia mi ano. Al igual que solía hacer con el culo de Gabri, comenzó a comérmelo para lubricar lo máximo posible. Mis gemidos llamaron la atención de Marco, que observó la escena unos segundos antes de hablar.

-Joder, ¿también os coméis los culos? Esto parece un vídeo porno, no me jodas.

-Aah… -suspiraba yo, con los ojos cerrados-. No sabes lo que te pierdes, Marco.

Chistó, pero no apartó la mirada. Una vez bien lubricado, Jesús comenzó a meterme los dedos, a lo cual yo ya estaba acostumbrado. No tardó en dilatar bien y, cuando lo hizo, se colocó en posición. Apoyó sus manos a ambos lados de mi pecho y coloqué su rabo junto a mi entrada. Empezó a presionar y, aunque dolía, no le pedí que parara. Al medio minuto ya podía sentir cómo su polla palpitaba en mi interior. También notaba el calor de sus huevos apoyados en mis glúteos.

-Vale. Ya puedes -le indiqué.

Dicho y hecho, Jesús empezó con las embestidas. Con cada una de ellas sentía cómo aquellos 15cm recorrían todo mi interior. El sonido de sus huevos contra mis nalgas no hacía más que aumentar mi placer. De nuevo, Marco dirigió su atención a nuestro polvo. Sujetando a Gabri y aún con su polla dentro de este, se incorporó y lo colocó junto a mí en la misma posición en la que estaba yo, de manera que ellos dos también estaban al lado.

Miré a mi amigo y, cuando me devolvió la mirada, vi cómo sonreía. Realmente lo estaba disfrutando. Y tenerle al lado me alegró sobremanera.

-A ver quién termina antes, hermanito -retó entonces Marco a Jesús.

-No es justo, tú llevas más tiempo follándote a Gabri.

-Bueno, pues esfuérzate más -zanjó.

Las embestidas de Marco se aceleraron e intensificaron. También las de Jesús, que se tomó aquello en serio. El polvo había subido de nivel, y ahora Gabriel y yo no éramos más que dos muñecos a merced de los hermanos. Cuando miré a Gabri, me di cuenta de que su cuerpo se movía con intensidad con cada sacudida que Marco le daba. También mi cuerpo era víctima de este movimiento por las embestidas. Gabri me miró de vuelta y acercó su rostro al mío. Lo acompañé y, mientras los hermanos nos follaban, nos fundimos en un cálido beso. Nuestros labios se aprisionaban los unos a los otros mientras nuestros culos se apretaban fuerte alrededor de las pollas de Jesús y Marco.

-Hhhmm… -gemía el mayor-. Ooh… ¡Hm!

-Aahh… Hhm… -le acompañaba su hermano-. ¡Ohh! Uff…

También Gabri y yo gemíamos, solo que nuestros gemidos eran ahogados por el beso. Parece que a los hermanos les dio envidia, pues Marco le plantó un morreo a su hermano que le pilló desprevenido.

-Ahora sí -anunció entonces Marco-. Ahora sí, me… me voy a c-correr… ¡HHHHMMM! Hhhhmmm…

Su leche se desprendió en el interior de Gabri, que se corrió de inmediato y en silencio, aún besándose conmigo. Jesús no tardó en acompañarlos y, acelerando aún más el ritmo, se corrió abundantemente dentro de mí.

-¡Hhhhmm! Ooohhhh….

Sentí varios chorros de lefa llenando mi esfínter, lo cual provocó mi éxtasis. Ahogando el orgasmo, me corrí sin tocarme. 5 trallazos que cayeron alrededor de mi cabeza y en mi pecho y abdomen. Separé mis labios de los de Gabri. Jesús sacó su rabo de mi culo y su hermano lo siguió. Sus pollas estaban flácidas, pero aun así estaba claro que tenían dos buenos cipotes.

-Te he ganado, hermanito -comentó Marco-. Tendré que pensar en tu castigo.

-No me la líes -contestó Jesús, medio enfadado-. Eres un tramposo.

-Lo que sea, pero me he corrido antes que tú -se vistió y salió de la habitación sin despedirse. No obstante, regresó al momento-. Perdón, me dejaba esto. Ahora sí, pasadlo bien. Tranquilos, usaré el vídeo solo para mis futuras pajas. Y espero que me permitáis participar en esto, claro.

Salió del cuarto y nos quedamos los tres confusos.

-¿Eso era…?

-Sí, Ángel, lo era -me respondió Jesús, sin moverse siquiera-. Una webcam.

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Aquí acaba (al menos de momento) la aventura de estos tres (cuatro) amigos. ¡Espero que os haya gustado! Gracias por acompañar a Ángel y compañía en este viaje. Estad atentos para el próximo :)