Tres

Mi mujer y yo realizamos finalmente una fantasia

Estábamos tirados en la cama, mi mujer y yo acabábamos de echar un polvo espectacular. Durante el no pude dejar de recordar con tremenda excitación las imágenes de ella y mi amigo tonteando, sus bragas empapadas al día siguiente. Ver a mi amigo disfrutando de mi atractiva mujer me apetecía tanto que no pude evitar arriesgarme

-¿Alguna vez has tenido la fantasía de estar en la cama con dos tíos a la vez?-La pregunte.

-Claro, los tríos es una fantasía recurrente. Seguro que tú también has tenido la fantasía de estar con dos mujeres- Respondió.

-Voy a proponerte algo-La dije- ¿Te gustaría hacértelo conmigo y con otro hombre a la vez?

-¿Me lo dices en serio?- Me pregunto sonriendo, como sorprendida.

-Si tú quieres probar, sí.

Durante un instante permaneció en silencio. Sonreía y me miraba con los ojos abiertos de par en par mientras apoyaba su cabeza sobre su mano. A pesar de saber que ella es una persona abierta de mente y nada timorata temía que repentinamente fuera a decirme que era un pervertido o algo así. No sucedió. Tal vez picada por la curiosidad de saber hasta dónde estaba yo dispuesto a seguir realmente respondió:

-Depende de quien fuera el otro tío, claro. Si me gusta, podría ser muy morboso.

Al día siguiente estaba hablando con mi amigo por teléfono. Lo más difícil estaba hecho, a ella ya la tenía donde quería. Convencerle a él no sería complicado, supongo que solo un uno por ciento de los tíos rechazaría una oferta así con una mujer tan apetecible. La única condición que puso fue que no hubiera ningún contacto sexual entre nosotros.

-Claro, eso ya lo daba por supuesto- Le respondí.

No hace falta decir que mi amigo quedo en bajar a Madrid el siguiente fin de semana. Tenía tantas ganas de follar con mi mujer como yo de que lo hiciera, y que ella de que se lo hicieran.

-¿Seguro que a ti no te importa?-Se limito a decir ella cuando le confirme que …..estaría en casa el sábado por la noche.

Durante el resto de la semana no hicimos referencia al asunto, como si se tratara de un extraño tabú, pero ambos sabíamos que el sábado noche pasaríamos la experiencia más morbosa que una pareja como nosotros podíamos experimentar. Tal vez por eso ninguno busco practicar sexo con el otro. Supongo que subconscientemente queríamos explotar el sábado.

Todo resulto muy extraño, cuando mi amigo se presento en casa con el vino y mi mujer y él se saludaron con dos besos en la cara tuve la sensación de que aquello no podía funcionar, pero recordé que había acordado con ambos que la cosa debía surgir en su momento adecuado, por si sola, sin forzar la situación. Al fin y al cabo, los tres estábamos de acuerdo. Jugábamos con una baraja marcada.

Durante la cena hablamos de trivialidades, pero seria ingenuo pensar que por la mente de cada uno de nosotros se estaba calibrando ya el encuentro. Yo por mi parte pensaba excitado por el morbo: "Dentro de un rato este tío tendrá a mi mujer a su disposición y yo lo estaré viendo". Estuve con una erección durante toda la cena. Terminamos. Ya en el sofá, nos sentamos los tres y nos fumamos un porro. Aquella situación parecía un de javu de la situación vivida durante las vacaciones. Mi mujer estaba echada hacia atrás, repentinamente mi amigo inclino su n cuerpo y comenzó a comerla la boca con suavidad. Ella emitió un leve gemido y rodeándole el cuello con un brazo se inclino hacia él, yo miraba. El comenzó a pasar una mano sobre los glúteos de mi mujer. Decidí desabrocharla el vaquero, el introdujo la mano dentro del vaquero y siguió tocando su culo sin dejar de besarla. Metí mi mano bajo el desabrochado vaquero para tocar su coño, el lujo empapaba el tanga. Introduje dos dedos bajo la tela. Era autentica mermelada lo que fluía de allí. Nos fuimos a la cama, allí le quitamos los vaqueros a mi mujer, mi amigo continuo comiéndole la boca a mi mujer mientras apartando ligeramente su tanga comenzó a explorar con el dedo índice su ano. Ella jadeaba. Yo comencé a comerla el jugoso coño, mi amigo movía el árbol y yo recogía las nueces. Mientras mi mujer comenzó a tocar el paquete de mi amigo y finalmente saco su erecto pene para masturbarle. Mi amigo se fue un momento "Espera" susurro. Yo seguí comiendo su coño. Vi que él volvió con un rollo de cinta americana, cojio a mi mujer, la dio la vuelta y la maniato con la cinta, después comenzó a amordazarla, pasando varias veces la cinta alrededor de su boca. Mi mujer estaba tan excitada que no opuso resistencia alguna al juego, estaba entregada, se limito a gemir con evidente placer y gusto de verse en esa situación. Con mi mujer inmovilizada boca abajo mi amigo la levanto el culo dejándoselo como suele decirse en pompa, después abrió sus cachetes para ver su ano y tras mirarlo unos instantes comenzó a comérselo, yo volví a pasar mi mano por su coño, aquello era una catarata, los amordazados gemidos de mi mujer me excitaron una barbaridad. A continuación mi amigo se incorporo y tras ponerse un preservativo comenzó a penetrar su coño por detrás. Mi mujer se tensiono en el momento de la penetración y a continuación comenzó a gozar como pocas veces la había visto. Al poco tiempo ella se corrió. Mi amigo lo hizo casi al instante y me dio el relevo. Yo la tumbe sobre la cama y levantándola las piernas comencé a penetrarla en la postura del misionero. Mi amigo la quito la mordaza y seguidamente arrodillándose junto a su cabeza la introdujo su de nuevo erecto pene en la boca. Ella chupaba y chupaba, yo seguía empujando, volvió a correrse, poco después lo hice yo. La desate las manos y ella volvió a chupar el pene de mi amigo hasta que le hizo correrse. Nos tiramos los tres en la cama empapados en sudor y jadeando. Mi amigo se hizo un porro, lo fumamos y tras el continuamos la fiesta privada