Tren nocturno en Anero

Una noche tranquila en el área de Anero se convirtió en una muy animada y el comienzo de otras más animadas

Era una noche de viernes bastante cálida para ser marzo. Aunque había salido tarde del trabajo, había quedado con Jaime y Agus para tomar algo por Somo.

Mientras nos tomábamos unas cervezas, de vez en cuando echaba un vistazo al Grindr por si me encontraba algún surfero con ganas, pero no había mucho movimiento.

-      ¿Alguien interesante? - me preguntó Jaime en una de esas que yo intentaba mirar el móvil con disimulo.

-      ¿eh? - dije haciéndome el despistado.

-      Que si va bien la búsqueda - apostilló Agus señalando mi móvil.

-      Qué va, no hay nadie. Se han debido ir todos a la cama pronto – respondí viendo que me habían pillado.

-      Entonces hoy una paja y a dormir – dijo Jaime a carcajadas.

Seguimos echándonos unas risas y cuando eran casi las 3 de la mañana, decidimos recoger.

La verdad es que andaba cachondo y las cervezas no habían ayudado a quitarme el calentón. Cuando salía de Somo decidí coger dirección a Hoznayo para acercarme al área de Anero a ver si había algo de movimiento por allí.

Llegué al área de descanso pasadas las 3 de la madrugada y entré primero en la que hay dirección Bilbao. Vi sólo un coche aparcado, pero estaba bastante oscuro y no parecía que hubiera nadie dentro, así que decidí seguir adelante y bajar al área dirección Santander.

Cuando entré en el área, vi que donde los baños había dos o tres coches aparcados, pero preferí parar el coche en unos aparcamientos pequeños que hay antes de llegar al edificio de los baños.

Abrí la puerta del coche y me bajé. Quería quitarme el slip antes de acercarme a los baños, así que me quité rápidamente los vaqueros y el slip y volví a ponerme los vaqueros. Justo cuando estaba subiéndome los vaqueros vi entrar un coche en el área desde la autovía. Al principio sólo veía las luces, pero a medida que se acercaba por la carretera que une los aparcamientos hasta el edificio de los baños, pude distinguir que era el coche que había visto en el área de arriba un rato antes.

El coche terminó aparcando al lado del mío, donde yo estaba apoyado en mi coche terminando de abrocharme los vaqueros. El motor se apagó y las luces también. Entonces salió un chico de unos veinte años y enseguida me di cuenta que le conocía, que ya habíamos coincidido alguna vez en el área. Llevaba una camiseta y unos pantalones de vestir muy ajustados que le marcaban un buen culo de pasivo.

Se acercó y le dije “hola” en voz baja. Sin decirme más, se agachó y se puso de rodillas, me abrió el vaquero que tenía a medio abrochar y se puso a mamarme el rabo. Yo le dejé hacer porque ya me había mamado el rabo alguna vez y, la verdad, lo hacía de puta madre. Me fue comiendo la polla cambiando la velocidad, bajando hasta los huevos, pasando sus suaves labios por el capullo… una delicia de mamada.

Mientras me seguía comiéndome el rabo, le ayudé a desabrocharse los pantalones y así podía pajearse a gusto. Al bajarse el pantalón, su culo quedó al descubierto y no pude evitar ir metiéndole un dedo mientras le follaba la boca, lo que le puso más cerdo y culeaba como un putito. No soy muy de follarme culos, pero ese era muy goloso y estaba a punto.

Aunque la mamada me estaba encantando, lo hice levantarse y apoyarse en el coche con el culo en pompa. Me agaché y se lo empecé a comer, lo que hizo que empezara a gemir y abrir el culo más. No me pude aguantar más, así que me puse un condón y le metí el rabo hasta el fondo. Tenía el culo abierto pero bien prieto, lo que me dio un gustazo de la ostia.

Estaba ahí follándome el culazo del niñato, viéndole como gemía sin levantar la cabeza del capó del coche, cuando vi que un coche entraba al área desde la autovía. Pensé que el niñato se marcharía al ver el coche acercarse, pero no hizo ningún movimiento por recoger, por lo que seguí follándome el culo lentamente esperando que quien entraba en ese coche no se diera cuenta al pasar.

El coche pasó y lo reconocí. Era un Ford Focus blanco de un tío que me había follado varias veces, muy morboso y con muy buen rabo. Vi que reducía la velocidad al pasar delante nuestro y pensé que era una putada no haber coincidido con él más tarde y así me podía haber follado el culo. Pero el Focus aparcó un poco más adelante y el tío se bajó y se acercó a donde estábamos el niñato y yo.

El tío se puso al lado nuestro y empezó a magrearse el rabo por encima de los vaqueros. Se desabrochó un cinturón que llevaba con la bandera de suiza y se sacó el rabo, que lo tenía duro como una piedra. Mientras le pajeaba, el tío empezó a meterme un dedo por el culo, lo que me puso a cien y le empecé a follar más a saco al niñato. Al tío le debió dar mucho morbo el tema porque me empezó a meter más dedos y yo no paraba de bombear del gustazo que me daba.

Entonces el tío se puso detrás de mí, se puso una goma y empezó a meterme el rabo. Yo bajé el ritmo de la follada para que pudiera clavarme bien el rabo. La follada estaba siendo brutal: por un lado me estaba follando el culito del niñato y por otro me estaba metiendo su rabazo el tío del Focus.

En cuanto el tío metió el rabo, empezó a embestirme a lo bestia, y con cada empujón yo le metía la polla más al niñato. El tío debía estar muy caliente porque me cogió de la cadera y no paro de embestirme a saco mientras yo le follaba al niñato con esas embestidas. No sabía que me estaba dando más gustazo. Pero antes de darme cuenta, el tío sacó su rabo y se corrió y yo ya no podía aguantar más, así que le puse al niñato de rodillas y me corrí en su cara mientras me mamaba a saco.

Mientras el niñato me sacaba las últimas gotas de leche, el tío del Focus se acercó al niñato para que también terminara de limpiarle la polla a él, lo cual hizo al detalle.

-      Ha estado bien - me dijo el tío del Focus.

-      De puta madre – le respondí yo.

-      No sabía que también eras activo – me dijo.

-      Tengo mis días – le respondí entre risas.

-      Tenemos que repetirlo entonces – me propuso.

-      Claro tío, podemos darnos los números – le sugerí.

-      Por mi bien, me llamo Diego – me dijo.

-      Yo Samuel, encantado.

-      Y yo Mario – dijo de repente el niñato, que estaba terminando de vestirse.

Nos intercambiamos los números los tres, y estuvimos hablando un rato, pero ya eran como las cinco de la madrugada, así que recogí y me fui a casa.