Tren Madrid - Paris

Tuve que viajar de Madrid a Paris por cosas de trabajo. Aun no se si hice bien o mal.

A Paris en tren, sinceramente, lo que me faltaba en esta empresa.  Por razones de trabajo tenia que estar en Paris a las 12 del medio día del día siguiente sin falta.  No quedaban plazas en los vuelos regulares desde Madrid a Paris, y según me dijo mi jefa tuve suerte en encontrar plaza en el talgo a Paris por que sino ya me veía conduciendo toda la tarde y noche.  Tenia por delante 12 horas de tren o 13 de coche.

Llegue a la estación de Atocha con el tiempo justo.  No iba nadie a despedirme por lo que después de fumarme un cigarrillo en el arcén me subí al tren donde el revisor revisó mi billete.  Antes de subir me fije en una chica que lloraba abrazada a su novio, al cual comía a besos y le prometía que pronto se verían.

-       ¿Reyes Pérez?, lo siento los billetes no son transferibles – me dijo el revisor.

-       ¿Perdone? – contesté extrañado.

-       Le digo que no puede viajar con el billete de una señorita.

-       Me llamo Reyes, ya se que no es un nombre normal en un hombre, pero es el que tengo – le dije enseñándole el DNI.

-       Pues vamos a tener un problema.  En los coches cama las cabinas son de dos en dos personas y a no ser que sean familiares no pueden viajar juntos.

-       Pues deme otra cabina, tengo que estar en Paris si o si mañana por la mañana.

-       Lo siento, vamos hasta arriba.  Haremos una cosa, usted entre en su cabina,  yo no digo nada pero si la señora, una tal Fernanda González, se queja tendrá que viajar en el vagón del bar.

-       Bueno, será la señorita González quien viaje allí, ya que yo he llegado antes.

-       Lo siento, será usted, no es un tema de genero, es un tema que ella compró el billete hace una semana y usted hoy, por lo que el error es suyo.

Deje mi bolsa en la cabina cruzando los dedos que la tal González no se quejase. Salí al pasillo y me puse a observar la gente.  No pude quitar la vista de la pareja que tan tristemente se despedía envuelta en un mar de lagrimas.

El jefe de estación empezó a pedir que la gente subiese al tren, momento que aproveche para entrar en mi cabina rezando todo lo que sabía.  Para mi sorpresa la chica llorona entró y secándose las manos se sentó en la butaca.

-       buenas tardes – me dijo educadamente secándose las lagrimas.

La chica etsaba bastante bien.  Unos 30 años, buena figura, guapa de cara aunque muy recatada en el vestir.  Subió su maleta a la zona en el que viajaría y cuando fue a subir su bolsa de mano esta se le resbalo de las manos cayéndose al suelo, de él salió un vibrador y un juego de esposas.  Me quedé boquiabierto, la chica roja como un tomate metió ambos objetos en la bolsa y se disculpo.

-       lo siento, es un regalo – me dijo con una voz muy bajita, yo levante las manos como si la cosa no fuese conmigo, suficiente tenia con que no me echase de allí.

El tren arranco y empezó a avanzar.

Pasamos la primera hora ambos leyendo cada uno en nuestra parte del sillón.  Poco después de las 11 llego el revisor para prepararnos las literas, eso significaba quedarnos sin sillón por lo que ante nuestra negativa nos dejo las almohadas y sabanas, indicándonos que la cafetería solo serviría cenas durante una hora más.

-       ¿cenamos? – me dijo ante mi sorpresa.

-       Bueno, si quieres cenar conmigo, por mi encantado.

Nos dirigimos por el estrecho pasillo atravesando tres vagones hacia el vagón restaurante, la verdad es que la tía tenia un culo de escandalo, una pena que tuviese novio.

Nos cenamos y empezamos hablar, le conté que era ejecutivo de una empresa de informática y que iba a Paris a cerrar un contrato muy importante, ella me contó que trabajaba en una ONG dirigida por una agrupación de monjitas y venia de pasar un par de semanas con su novio en Madrid.  La verdad es que por como vestía lo de las monjitas me cuadraba todo, no lo de la polla de goma desde luego, pero seguro que la chica tenia alguna explicación.

La verdad es que la cena fue muy agradable y ya que estábamos me pedí una copa, ella estaba un poco reacia, pero finalmente se pidió otro ron con coca cola.  Llevábamos tres cada uno cuando decidimos volver a nuestra cabina.  Yo me senté en el sofá y ella paso al baño.  Salió con una camiseta larga, muy ajustada y me imaginé que en bragas, la verdad es que no se veía.  Cuando ella salió yo estaba de nuevo con mi libro, pasé al baño y salí con un pantalón de deportes y una camiseta.  Ella imitándome estaba leyendo, por no molestarla con mi chachara me puse de nuevo yo también a leer.  LA verdad es que la tia estaba muy buena, un poco mojigata en el vestir, incluso cursi en el hablar pero tenia un polvo.  La camiseta le marcaba sus pezones en sus pequeños pechos.  Sentada como estaba con las piernas subidas y cruzadas le veía sus bragas, ni idea lo que estaba leyendo pero poco a poco se le agitaba la respiración.  Yo la oia y la miraba con el rabillo del ojo.  Me quede de piedra cuando vi que sin querer la chica se pasaba el dedo por su entre pierna.  No era nada provocado era como un acto reflejo, algo en lo que la chica no se daba cuenta, como cuando nosotros nos tocamos los cojones sin ningún fin y sin darnos cuenta.

Yo ni leía ni nada, solo miraba con disimulo como no solo se pasaba la mano por su entrepierna sino que incluso aceleraba su reparación y soltaba pequeños y difícilmente oíbles gemiditos.

-       Perdona Reyes, pero estoy cansada, ¿te importa si montamos las literas?.

-       Desde luego – dije yo con un poco de decepción pues me perdia el espectáculo que sin querer me estaba dando.  Conjutamente abrimos las camas y ayudándonos los dos  hicimos las camas - ¿arriba o abajo? – pregunté.

-       Abajo si no te importa.

Nos acostamos cada uno en nuestra cama, los dos leíamos en silencio, a través del espejo de la pared la podía ver perfectamente.  Su mano volvió a su entrepierna pero esta vez su mano entró en su braga y siguió el ligero movimiento pero ya con la mano dentro.  Yo tenia la polla como un tótem y me la tocaba suavemente por debajo de la manta.  Fernanda se levanto de su cama y cogió algo en su bolsa.

Seguí leyendo cuando empecé a oír un ligerísimo motor, volví a mirar al espejo y me sorprendió ver a la chica con el vibrador en su coño.  Aunque había puesto la velocidad al mínimo el silencio solo roto por el tickitacka de las vías de tren permitían oírlo perfectamente.  Fernanda tenia los ojos cerrados, ya había dejado el libro y con los ojos cerrados movía suavemente el vibrador y se tocaba con la otra mano un pezón.  Yo no perdía ripio por el espejo.  Fernanda amplio la velocidad y ya no solo lo mantenía en su interior sino que abierta de piernas se lo metía y se lo casaba poco a poco.

-       ¿Te estas tocando? – me preguntó dejándome cortado.

-       Un poco – fue lo único que se me ocurrió decir.

-       Me tienes que perdonar, ayer no fue todo lo satisfactorio que hubiese querido.

-

Yo ya no miraba por el espejo sino que me asomaba para verla acercarse a un claro orgasmo.

-       ¿te pone lo que ves?

-       Mucho.

-       ¿te gustaría metérmela?

-       Mucho

-       ¿y metérmela en la boca?

-       Mucho más.

-       ¿Pues a que esperas?, me gusta correrme con una polla en la boca cuando me masturbo – yo estaba flipando, joder con la mojigata.

Me baje a la carrera con la polla al aire, levante de golpe mi litera y la encajé en la pared y ni medio segundo después se la había metido en la boca.  LA chica dejó su pezón y agarro y mi polla masturbándola mientras se la metía más y más adentro.   Yo por mi parte cogí una de sus pequeñas tetas y pellizque su pezón ante lo que ella arqueó la espalda.

Era una delicia, la chica había comido kilómetros de polla por la experiencia que demostraba en el arte de chupar.  Le parte su mano del vibrador y fui yo quien la cogió. Empecé a darle caña con él y ella llegó a su primer orgasmo casi gritando.  Soltó mi polla y poniéndose de rodillas apoyando sus brazos contra la pared y sacando el culo me dijo:

-       follame

-       ¿cómo quieres que te folle?

-       Follame como quieras, pero follame duro.

Viendole como estaba le metí un dedo en el culo.  Ella ni se inmuto.

-       párteme en dos

Podía descuidar por que pensaba romperle el coño el culo y lo que me dejase.

Pasé mi mano por su vagina desde atrás sin quitar el dedo de su culo, ella abrió más su piernas permitiéndome pasar mi mano por su encharcado y dilatado coño.

-       trátame como tu puta.  Quiero que me utilices de aquí a Paris.

Saque la mano, me levante, subí la persiana de la cabina y abrí su bolsa buscando las esposas.  Aquella bolsa era una joya pues tenia de todo.  Las famosas esposas, un plug anal, un plug bucal, pinzas para los pezones y incluso un estimular clitorianos.  Estando como estaba agarré sus dos muñecas y la espose con los brazos a la espalda, le tapé los ojos con un fular que encontré entre sus pertenencias, le puse el plug bucal, el anal, el cual entró con suma facilidad y por ultimo las pizas en los pezones que apreté lo más que pude.  Ella levantaba su pelvis como enseñándome su coño.  Estuve durante 10 minutos masturbando su clítoris,  Fernanda no dejaba de gemir con la bola en la boca y de babear, cada poco tiempo su cuerpo se erizaba y se corría con gran obviedad.  Cuando la sabana blanca era un charco debido a sus continuas evacuaciones de flujo saque el plug de su culo y metí el vibrador hasta el fondo, quería ver lo que la chica aguantaba y vive dios que aguantaba.  Estuve más de media hora metiendo y sacando el vibrador dentro de su culo a los que ella constataba con duras sacudidas de su cuerpo.  Aunque me era muy difícil no me tocaba la polla por que quería mantener todo mi esplendor para ella.  Saque la polla de latex y de un solo golpe se la endiñe en el culo.  La chica también había recibido kilómetros de pollas por su entrada trasera por que digamos que me bailaba a pesar de no estar nada mal dotado.

Me la estuve follando por el culo durante más o menos una hora, ella gemía con fuerza, aunque aquellos gemidos se veían amortiguados por la bola que aun tenia en su boca.  Me corrí en sus intestinos más por aburrimiento que por placer.  Fernanda quedo destrozada sobre su literal y yo me retire.

La chica se echó a un lado y como pude le quité la bola de la boca y la venda de los ojos.

-       ha sido fantástico Santos, menos mal que me has esposado por que sino iba a acabar queriendo tomar el control y me conozco.

-       Uff, tu si que me has dado el viaje de mi vida.

-       ¿de tu vida?, pero si aun no hemos salido de España, por lo que se, salimos a las 5 de la mañana y son las tres, aun nos queda mucho por follar – me dijo cuando aun sin desposar inclinó su cuerpo contra el mío y pillandola con maestria se metió mi flácida polla en su boca y empezó a chupar.  Chupo como una condenada hasta que mi minga volvió a tener una dureza aceptable, se tiro sobre la pared, dando con su espalda en ella, abrió las piernas y me dijo – follame por el coño.

Y claro, la yo la follé.  Le metí la polla hasta el fondo y sin ningún tipo de cuidado y de dos tirones el arranque las pinzas de los pezones, lejos de quejarse Fernanda estallo en un escalofrió por cada tirón.

Quería llegar a Francia follando y desde luego esta zorra esposada me lo iba a facilitar.  Bombee durante horas gracias a que mi segunda corrida cuele tardar en llegar, cada vez que me aproximaba a la eyaculación le comía el mal depilado conejo y cuando me había calmado se la volvía a meter.  Cuando vi pasar la primera estación con nombre francés supe que había llegado mi momento y eyacule las pocas reservas de lefa que aun me quedaban.  Ella había perdido la cuenta de los orgasmos que llevábamos encima.

Desate a mi compañera de viaje y dándole un beso en la frente le propuse dormir un poco, me imagino que los gabachos con los que me iba a entrevistar le encantaría saber que había pasado toda la noche follando con una desconocida, pero a mis jefes no creo.

Eran las 8 de la mañana y con solo tres hora de sueños cuando note que mi polla era engullida por una cabecita subida en la litera de abajo.  Fernanda me miró a los ojos y me dijo:

-       me he quedado con ganas de más -  me baje de mi litera con la polla como un ariete, me senté en su litera y ella pasando sus piernas pode tras mia se la metió de un golpe.

-       Me encanta – logré decir.

-       No te creas que esto lo hago a menudo, no se que me ha pasado hoy, me gustaste desde que te vi en la estación.  Yo no soy ninguna puta, no hago esto siempre.  Yo no follo, yo solo hago el amor y con gente especial – y una sarta más de gilipolleces que estando a puto de correrme me daba entre igual y muy igual.

Me volví a correr en su coño mientras ella me metía un pezón en la boca y se corría con un gran grito de placer.  Nos sonreímos, nos dimos un piquito y empezamos a recoger.  Me quede pensando mientras ella se duchaba, la verdad es que la vida te lleva a situaciones locas y esa era una de ellas.  Fernanda salió de la ducha desnuda todavía cayéndole agua de su poblado pubis, yo dándole una azote en el culo pase y me duche lo más rápidamente posible.

Ya vestidos y con las literas subidas y de nuevo con el sillón a nuestra disposición vimos como poco a poco entrabamos en las afueras de París.  El tren bajaba su velocidad.

-       que pena que te vayas esta noche.

-       Si, no creo que en al avión tenga tanta suerte como en el tren.

-       Ja j aja, la suerte la mía, en sería – y me dio su tarjeta – llamame si vienes, yo le di la mía – te llamare cuando vaya a Madrid a saludar.

El tren se paso poco a poco.  Fernanda y yo salimos de nuestro compartimento encontrándonos con los vecinos de los compartimentos vecinos, dos chicos y una pareja los cuales sonreían al vernos con una cara de no haber pegado ojo gracias a nosotros.

El tren paró, nos fuimos bajando.  Fernanda tiro sus maletas y salió corriendo abrazandose a un atractivo francés repeinado y de traje.

-       Jean Marie, te presento a Reyes lo he conocido en el tren. Reyes te presento a Jean Marie, mi novio – me que de piedra con la de pinta monjil.