Tren de cercanías

Tendría 19 años, y en esa época volvía a casa con los primeros trenes del día, al subir al tren me dirigí al final del vagón, donde solo había un chico que parecía mas joven que yo, le miré sin cortarme mientras me sentaba en mi asiento.

Tren de cercanías Tendría 19 años, y en esa época tras acabar la noche de marcha, volvía a casa con los primeros trenes del día. Normalmente iba acompañado de colegas, pero no siempre, y en ese día era uno de los que iba solo.

Al subir al tren me dirigí al final del vagón, donde solo había un chico que parecía mas joven que yo. Al acercarme a donde me iba a sentar, que era a la misma altura de donde estaba el chico, vi que él se sobaba el paquete, y yo le miré sin cortarme mientras me sentaba en mi asiento, el cual quedaba al otro lado del pasillo, quedando yo en el asiento de la ventanilla, por lo que como él estaba en la ventanilla del otro lado, quedaba entre nosotros el espacio del pasillo y dos asientos libres.

Una vez ya me había acomodado en mi asiento, volví a mirarlo, y él seguía sobándose el paquete, por lo cual me empecé a poner algo caliente, así que continué mirándolo como se sobaba, aunque ahora le miraba intentando disimular un poco, ya que no quería malos rollos.

Naturalmente, aunque yo disimulaba, él sabía que le miraba, puesto que cuando lo miraba, nuestras miradas se cruzaban, momento en cual él se sonreía maliciosamente, lo cual hacia que yo me fuera poniendo más caliente, hasta el punto, de que yo ya también me estaba tocando el paquete.

Instantes después, él se giro un poco hacia mi, abriéndose un poco de piernas, y continuando con el sobeteo de su paquete, que dicho sea de paso, se le notaba un buen paquetorro, sin duda podía presumir de paquete.

Tras él girarse hacia mi, ya no quise seguir disimulando, y opte por sobarme el paquete con tanta dedicación como lo hacía él con su paquete. De lo cual se dio cuenta enseguida, ya que mirándome con cara de vicio, se metió la mano por dentro del pantalón, y así sobarse directamente, ya que hasta entonces, lo hacía sobre el pantalón.

Tras ver que él ya se sobaba el paquete metiendo la mano por debajo de su pantalón, yo no tarde en hacer igual que él, y así los dos ya estábamos sobándonos el paquete metiendo la mano por el pantalón, lo cual demostraba que estábamos calientes, y disfrutando del momento.

Al ver él que yo también me sobaba el paquete por dentro del pantalón, me hizo una señal para que me sentase a su lado, y sin dudarlo, fue lo que hice de inmediato, ya que me gustaba la idea de estar junto a él, lo cual lógicamente, me ponía más cachondo, cosa que seguramente, a él también le pasaba.

Una vez me había sentado junto a él, lo siguiente que hizo ya me dejo claro que iba a gozar mucho del trayecto del tren. Ya que él se bajo la cremallera, para sacarse la polla a fuera, lo cual hizo, que yo ya me acabara de empalmar del todo.

Y cuando él ya tenía la polla visible, lo que antes era sobársela, ahora ya era prácticamente pelársela, con un movimiento de su mano en su polla, digno de ser visto. Ver eso era toda una gozada, que naturalmente me estaba gustando, y por supuesto mi polla seguía endureciéndose.

Ver que él tenía una polla de buen tamaño, confirmaba que era normal que tuviese tan buen paquete. Naturalmente, verle la polla me fastinó mucho, y más viendo como se la meneaba, por lo que no tarde en sacármela yo también, aunque yo preferí desabrocharme el botón, y bajarme la cremallera, para así estar más cómodo con toda mi polla al aire.

El que yo me desabrochase el botón, a él le debió parecer muy acertado, puesto que no tardo en desabrocharse también el botón. Incluso fue más allá, ya que se bajo un poco los pantalones, y así de esa forma estaba más a gusto, y me sugirió que hiciese como él, la cual cosa, hice sin demora.

Tras ya tener los dos el pantalón algo bajado, se podía ver en su totalidad nuestras respectivas pollas, así como también los huevos. Cosa que permitía deleitarnos en vernos el uno al otro la polla y huevos, y encima eso daba pie a que ambos nos pajeásemos con más gusto.

Al poco rato de estar los dos con todo bien visible, y haciéndonos la paja. Tome la iniciativa de ir un poco más lejos, posando una mano sobre su pierna, y viendo que a él no le molestaba, comencé a sobarle la pierna, ante lo cual él, incremento un poco el ritmo de la paja que se hacía.

Mientras yo le sobaba a él la pierna, yo proseguía pelándomela, pero lo ha hacia a un ritmo pausado, ya que pretendía no correrme demasiado rápido, de lo cual él se percato. Por lo que también iba cambiando el ritmo de la paja que se estaba haciendo, incrementando o disminuyendo la intensidad en función del momento, y así él también retardar al máximo la corrida.

Por supuesto, el buscar que se prolongara el tiempo que nos pajeábamos, haría lógicamente que durase más rato la paja con la que estábamos gozando, pero además eso proporcionaría más placer en el instante de corrernos, así como también provocaría una eyaculación con una mayor cantidad de semen cuando nos corriéramos.

Era estupendo el momento que estaba disfrutando, así que yo cada vez sobaba más extensión de su pierna, incluso en algún instante acerque la mano hasta rozar sus huevos, momento en el que él parecía sugerirme que se los llegase a tocar, pero quería hacerlo pausadamente, y así aumentar el deseo tanto para él, como para mí mismo.

Además quería que él también sobase mi pierna, deseaba notar el tacto de su mano sobre mi pierna. Y por supuesto que cuando yo me decidiera a tocarle los huevos, tuviera la sensación de que él también me lo haría a mí no tardando mucho.

Seguramente, él deseaba tanto como yo que disfrutásemos a tope, por lo que mientras ambos seguíamos meneándonos las pollas, a su vez que yo proseguía sobándole la pierna, él dio inicio al acto de acariciarme, llevando su mano hasta mi cabeza para tocarme el pelo, y acto seguido bajar su mano a mi cara. La cual cosa era genial, y hacía que cada vez me sintiera mejor con él.

Tan bien me sentía, que en cierto momento me acerque hasta su oreja, para susurrarle lo bien que estaba. Y al escucharme decir eso, me sonrió con cara de satisfacción, y me dijo que a él también le estaba gustando mucho lo que hacíamos.

Poco después, su mano ya sobaba mi pierna, por lo que ya no deje pasar más tiempo sin tocarle los huevos, y sin duda era agradable tocárselos, y a él sin ninguna duda le encantaba que se los estuviera tocando, por lo que él sobaba con mayor decisión mí pierna, la cual cosa era estupenda.

Por su puesto, estaba claro que acabaríamos corriéndonos de gusto los dos, ya que ambos estábamos experimentando una maravillosa situación de placer. Y por eso no dudábamos en ir cada vez más allá, para así pasar un rato muy satisfactorio para los dos.

En eso momentos, los dos ya nos estábamos tocando el uno al otro. Bueno de hecho era más que tocarnos, ya que nos estábamos sobando mutuamente, y así de esta forma, se incrementaba el placer de la paja que nos hacíamos los dos.

Además, la situación tenía su morbo, ya que ambos éramos conscientes, que en cualquier parada que hiciese el tren, podía conllevar que alguien se sentase cerca de nosotros, la cual cosa supondría ser vistos en plena acción de placer sexual.

Cuanto más rato llevaba él sobándome la pierna, más y más acercaba su mano a mis huevos, hasta que finalmente, llego a sobármelos tal como yo se lo hacía en los suyos. Por lo que ya ambos nos sobábamos los huevos, y entre tanto ninguno de los cesábamos de pajearnos.

Al poco de estar el sobándome los huevos, me sorprendió cuando llevo su mano a mi polla, y se encargo de seguir él mismo meneándomela. Por lo que yo quise hacer como él, así que me puse a pajearle a él cogiéndole la polla con mi mano. Que por otro lado, lo deseaba un montón, ya que notar su polla en mi mano, era maravilloso para mí, y además era doblemente agradable, ya que no solo yo estaba pajeándole a él, sino que a la vez que le pajeaba, él también me la pelaba a mi.

En determinado momento, me decidí a llevar mi boca hasta su polla, y gustosamente empecé a darle tanto chupetones como también algunos lametones a todo lo lago de su pene, y naturalmente, no me descuide de entretenerme con su glande. Lo cual toda esa dedicación en su polla, le estaba proporcionando una grata sensación a juzgar por sus placenteros gemidos y por su respiración entrecortada. Que dicho sea de paso, para mí ese instante también era muy grato, puesto que me estaba gustando mucho chupársela.

Y mientras yo dedicaba mí boca a su polla, él no ceso de tener mi polla en su mano, aunque debido a la posición en la que estábamos, él ahora no podía pajearme en buenas condiciones como para decir que me la meneaba de forma idónea para darme gran gusto, pero al menos seguía haciéndome la paja todo lo mejor que podía, la cual cosa ya me estaba más que bien. Ya que el placer seguía siendo muy intenso, puesto que a la vez que me entretenía con mi boca en su polla, él proseguía pelándome la polla a mí.

Tras estar un rato chupándole la polla a él, no dudé en quitarme los pantalones, que hasta ese momento, los tenía bajados hasta los pies. Y una vez ya sin pantalones, me senté en sus piernas de cara a él, de forma que nuestras pollas y huevos quedaron pegados, lo cual me encantaba cantidad.

Enseguida él cogió las dos pollas juntas, y empezó a menearlas pausadamente, eso me producía una sensación muy gustosa. Además, la otra mano la puso bajo mi culo, para así estrujarme las nalgas, y también en algún momento, con las yemas de sus dedos se entretenía en flotar la parte del orificio del culo, que incluso, en algún instante, introducía algún dedo por el agujero de mi culo, la cual cosa me fascinaba muchísimo.

Yo entre tanto empecé a sobarle a él todo su cuerpo, especialmente la zona de sus pezones, en los cuales me deleitaba al notar que los tenía endurecidos, lo cual me gustaba mucho, y para hacer el momento más sensual, inicie un juego como de seducción con la lengua, sacándola y pasándola por todo el labio. Que hiciese eso con la legua, sin duda le gusto, ya que no tardo en hacerlo él también.

Indudablemente, que estuviésemos mostrándonos sensualidad el uno al otro, nos puso más a tono, y eso hacia que disfrutásemos cantidad de nuestro momento de íntimo placer sexual.

Al rato, siguiendo sentado sobre sus piernas de cara a él, me desplace un poco para atrás con el fin de tener un poco de espacio para masturbale a conciencia, momento en cual él también empezó a meneármela a mi, aunque él me pajeaba de forma más bien algo pausada. Y así, ya los dos, estábamos dándole al sube y baja de la piel de la polla el uno al otro.

Mientras permanecíamos inmersos en darnos gran placer mutuamente, iniciamos a pronunciar todo tipo de frases de carácter sexual, por lo que la excitación iba aumentando por momentos, la cual cosa me gustaba mucho, ya que me encanta tener sexo diciendo todo tipo de palabrería morbosa, y más cuando veo, que al tipo que disfruta conmigo del sexo, también le pone caliente pronunciar frasesitas morbosillas. Lo cual sin duda, se daba con él, ya que se notaba que le encantaba tanto como a mi, puesto que tenía mucha variedad de frases y palabritas subiditas de tono. Además, a los dos nos gustaba tanto pronunciar como escuchar como si fuéramos dominados y dominantes a la vez, y/o tratarnos de forma afeminada el uno al otro.

Con lo cual de nuestras bocas salieron cosas muy excitantes como:

Él: En cuanto te vi, me propuse que me la chupases.

Yo: Al verte, enseguida me fije lo guapo que eres.

Él: Se te puso dura al verme?

Yo: En cuanto te vi me gustaste, y me empecé a notar mojado.

Él: Ya me di cuenta como me mirabas, cuando empecé a tocarme el paquete.

Yo: Ver como te lo tocabas, me la puso dura.

El: Ya me fije que me mirabas mucho, y eso me gustaba.

Yo: Al sonreírme con cara de malicia mientras seguías tocándote, me puse super cachondo.

El: Cuando tu empezaste a tocarte también el paquete, supe que tendríamos un buen viaje.

Yo: Eso pensé también, cuando te giraste hacia mi mientras continuabas sobándote el paquetorro.

El: Te gusta mi polla, eh!

Yo: Tu polla la chuparía eternamente.

El: Ya me he fijado, que chupas como una perra en celo.

Yo: Soy una perra viciosa.

Él: Por eso, te la he metido toda, dentro de tu boca de guarra.

Yo: Me gusta tenerla toda dentro de mí boca.

Él: Eres un chupa pollas!

Yo: Si, me encanta chupar pollas.

El: Te gustaría que te la metiese por el culo?

Yo: Sería maravilloso, que me follases.

El: Seguro que te gusta que te follen a lo bestia!

Yo: Eso quisiera que me hicieses.

En todo momento, proseguimos pajeándonos mutuamente, además con la mano que nos quedaba libre, nos acariciábamos el uno al otro, incluso en algunos instantes, recíprocamente nos pellizcábamos los pezones, o metíamos el dedo en la boca del otro.

En ocasiones, los dos poníamos cara de vicio total, hasta el punto de que provocativamente, los dos jugábamos a sacar la lengua, y a pasarla por todo el contorno del labio. Hacer eso, sin duda era provocar una morbosidad inmensa.

Llegando el momento, me empecé a correr entre convulsiones de mí cuerpo, mientras él no cesaba de decirme cosas como, así me gusta puta! correrte cerda! saca toda la leche guarra! Lo cual, me gustaba escuchar mientras de mi polla salían un sinfín de trallazos de semen, de los cuales, el primero de ellos salió con tanta fuerza, que me impacto de pleno en mi cara. Las últimas lechadas que mi polla dedico a mi compañero de viaje, hicieron que su mano quedase bien embadurnada de leche.

Naturalmente, en los precisos momentos, en los que empecé a correr como un poseso entre convulsiones y gemidos de placer, baje un poco la intensidad del pajote que le estaba haciendo a él, pero eso sí, en todo momento mi mano tenía bien cogida su magnifica polla, lo cual hizo, que al correrme, tenía su pollon bien cogido con mi mano, llegándolo a estrujar ligeramente, aunque procuré controlar mínimamente la fuerza con que lo hacia, ya que no quería hacerle daño.

Tras correrme hasta llegar al climax. Era el momento de que él también tuviese un orgasmo placentero, por lo que opte por cambiar de posición, ya que sentado sobre sus piernas, no era la forma más idónea para que él estuviese relajado. Por lo que momentáneamente, solté su polla, para así poder adoptar una postura más cómoda para ambos. Por lo que me puse de rodillas ante él, sugiriéndole que se abriera de piernas, para así colocarme más cerca entre sus piernas.

Una vez ya estaba en posición, fue cuando proseguí a menearle la polla. Al principio continué pajeándolo pausadamente, ya que pretendía que tardase un rato, y así cuado se corriese, me brindaría gran cantidad de leche, y además el placer sería mayor.

Mientras le masturbaba, volví a sacar la lengua provocativamente, y a decirle cosas calientes. Para así ponerle bien cachondo, y por su forma de reaccionar, se diría que lo estaba consiguiendo, tanto por mi juego con la lengua, como por utilizar palabras subiditas de tono. Y así sin duda, lograba hacer más gustoso el pajote para los dos.

Estaba claro que los dos disfrutábamos del momento, ya que la excitación era máxima, y a él le gustaba que le dijera cosas como: que polla tienes cabrón, te gusta eh maricona, cuantas pollas te han metido por el culo? Y él solo pronunciaba palabras entrecortadas, de lo cual deduje lo bien que estaba, y eso a mi me gustaba mucho, ya que le brindaba un gran placer.

A la vez, con la otra mano, acariciaba la zona púbica, la zona baja del torso, sus piernas, y sobre todo, sobaba a conciencia sus huevos, que en algunos instantes, los pellizcaba ligeramente, o los estrujaba un poco con toda la mano, o le estiraba un poco de ellos. Sus huevos me fascinaban mucho, y por eso me deleitaba especialmente en dedicarme a esa zona de su cuerpo.

Al rato de estar meneándosela pausadamente, empecé ha acelerar poco a poco el ritmo de la paja que le hacia. Una vez el ritmo era altísimo, volví a aminorar la rapidez del pajote que gratamente le daba, y acerque mi boca hasta su polla, para así con la lengua tocar su glande.

Poco después, una vez que volví acelerar a tope, me percate como tensionaba los músculos, lo cual indicaba que estaba a punto de correrse en cualquier instante, por lo que mantuve la boca bien cerca de su polla, y así él se correría en mi boca, lo cual yo deseaba con todas mis ganas.

Para que la excitación fuera mayor para los dos, le decía cosas como: dame tu leche guapo, la quiero toda en mi boca, lléname la boca con tu semen. Y entonces, entre espasmos de placer, empezó a eyacular, echando por su bonita polla chorros y chorros de leche, y mientras se corría, yo le decía: si guapo córrete en mi boca, como me gusta tu leche cariño, que rico sabe tu semen.

Se corrió tanto, que toda mi cara quedo empapada con su lefa, y por supuesto, mi boca estaba a rebosar de tanta leche con la que mi compañero de viaje me obsequio encantado.

Tras correrse, acerque mi boca hasta la suya, y nos morreamos con gran pasión. Fue genial besarnos de forma que podíamos juguetear con nuestras lenguas, teniendo yo mogollón de su leche en mi boca. Y al tener yo mi boca llena con su leche, el morreo fue la forma en que su propia leche fuese hasta su boca.

Después de un tato morrearnonos, nos adecentamos para ya dar por terminado nuestro íntimo encuentro en el tren. Y antes de que llegásemos a mi estación, la cual ya estaba muy próxima, nos intercambiamos los números de móvil, quedando en volver a vernos en cosa de pocos días.

Al llegar a mi estación, le bese de nuevo en la boca, con un fugaz pico en los labios, y acto seguido me baje. Y él también se bajo allí, aunque supongo que se pasó de estación, ya que cruzó al otro anden.

No cabe duda, que los dos disfrutamos del trayecto de nuestro corto viaje en el tren de cercanías.


Tendría 19 años, y en esa época volvía a casa con los primeros trenes del día, al subir al tren me dirigí al final del vagón, donde solo había un chico que parecía mas joven que yo, le miré sin cortarme mientras me sentaba en mi asiento.