Tremenda follada

Dos hombres casados hacen el amor.

-- Oh, ah, papi, sigue, sigue por favor, clávame duro...sí, así, oh, qué placer..ah, ah, ensártame duro mi amor—eran las palabras que me salían de la excitación, mientras estaba allí arrodillado sobre la cama en cuatro patas, inclinado contra la almohada, en ángulo agudo y mis nalgas levantadas en popa, mientras Martín entraba y sacaba su verga de mi culo. Verga no muy grande pero sí ancha que distendía al máximo mi ano, haciéndome sentir que estaba dominado, sometido. Martín se movía rápidamente exclamando: ¨ Qué culo tan rico el que me estoy comiendo..ahg, ahg, no sé hasta cuándo voy a aguantar....sigue moviéndote maricón, sí, sí, qué placer....sabías que tienes unas lindas nalgas?...qué delicia..sigue amor, cómo me aprietas la verga...eres una puta...qué puta tan sabrosa ¨. A sus palabras yo le contestaba casi gritando que sí que era su puta, una puta marica que le ofrecía el culo para que lo gozara.

Todo había comenzado el día anterior cuando recibí una llamada a mi oficina. Se identificó como Martín diciéndome que había leído el anuncio que había puesto en una revista gay. Mi anuncio buscaba hombres que quisieran tener sexo con un hombre casado. En efecto, tengo esposa e hijos, pero desde hace unos cuantos años comenzó a atraerme el sexo homosexual e inicié una serie de relaciones con distintos hombres, gustándome cada vez más., llegando incluso a tener un novio con el cual estuve cerca de un año, amándonos cada que podíamos, concurriendo a discotecas y clubes gay, gozándonos el uno al otro, participando en orgías con otros amigos. Fue un noviazgo apasionado que terminó porque él onsiguió trabajo fuera de la ciudad, alejándonos cada día más hasta que ese deseo mutuo terminó como termina todo.

Martín me dijo que tenía 40 años, que también era casado y que quería sexo con otro casado. Quedamos de encontrarnos al día siguiente a las siete de la noche en una taberna que hay fuera de la ciudad y que es muy discreta. Como era fin de semana mi esposa y mis hijos habían ido a una población vecina donde residían mis suegros. Al día siguiente me vestí con ropa informal: unos jeans forrados que mostraban mis buenas nalgas, subidas porque me había puesto unos suspensorios rojos cuyos tirantes atrás levantaban mi culo, una camiseta ombliguera, unos tenis de bota negros y una chaqueta de cuero. Al llegar a la taberna fui directo a la mesa que había reservado. Allí estaba Martín. Me gustó desde que lo vi. Era de estatura media, delgado como yo, un bigote poblado embellecía sus facciones, labios carnosos, casi calvo, en fin, atractivo. Observé que también llevaba ropa informal. Nos saludamos y pedimos una ronda de rones. Me dí cuenta que también la había agradado. Conversamos de diferentes temas. Me contó que siempre le habían atraído los hombres y comenzamos a hablar más íntimamente. Ya mi verga se había parado y deseaba tocar su cuerpo. ¨¿Sabes?, ya tengo levantado el chimbo¨ Él me dijo que estaba igual. No sé cuál de los dos tomó la iniciativa pero el hecho es que enseguida estábamos cuerpo contra cuerpo, mandándonos la mano y besándonos con pasión. El lugar era a media luz, preciso para escarceos rápidos, ya que era una taberna gay, donde hombres y mujeres se acariciaban sin pena. Sentí como Martín metía una de sus manos en la parte trasera de mis jeans y palpó mis desnudas nalgas. ¨ Marica lindo, viniste preparado ¨, me dijo entre labios mientras me besaba. ¨ Vámonos –le dije--, que no me aguanto. Detrás de la taberna hay un motel. Un buen negocio, mira toda la gente que hay en la taberna y que seguramente terminarán comiéndose ¨. Por una puerta discreta se pasaba directo al motel. Mientras caminábamos Martín me sobaba las nalgas. Nos dieron una pieza del segundo piso. Apenas habíamos abierto la puerta ya estábamos besándonos con pasión y quitándonos la ropa. ¨ Déjate los suspensorios papi ¨, me dijo Martín. Así lo hice arrodillándome frente a su hermoso chimbo, ya mojado. No era grande pero sí ancho. ¨ Huy, papito, ¿me vas a comer con esta ricura?¨ Le dije mientras lo introducía en mi boca y sorbía sus deliciosos jugos y su olor a macho excitado. ¨ Claro papi, te haré gritar de placer ¨.

Mamé otro rato y luego le dije que fuéramos a la cama. Cuando llegamos le dije que se pusiera en cuatro patas, lo que hizo. Abrí sus nalgas y ví sus pelotas colgando, rasuradas, su lindo ano, floriado, hermoso, palpitante. Lo besé con pasión. ¨ Qué mamada, sigue cabrón ¨. Hundí mi lengua entre sus pliegues mientras Martín gemía. Saqué mi lengua y comencé a besarle las nalgas, subiendo por su espalda.. Él cambió de posición y se fue directo a mi culo mientras el suyo quedaba frente a mi boca. Un 69 anal, tormentoso y apasionado nos concentró un buen rato. Nos separamos y juntamos nuestras bocas olorosas a sexo, sudor y culo. Me agradaba ese olor a culo que nos dábamos mutuamente. ¨ Cómeme ya amor ¨. Fue a sus pantalones y se puso un condón, mientras yo lo esperaba en cuatro patas en la cama abriendo mis nalgas con las dos manos y dejando ver mi ano abierto, sus pliegues distendidos parecían llorar. ¨ El huequito es tuyo, tómalo papito, culéame ¨, le espeté. Él se aproximò y colocó su chimbo en todo el orificio, apretando mis nalgas subidas por los suspensorios. La parte delantera estaba completamente mojada como si me hubiese orinado. ¨ Vas a ser mi putica, te moverás como una puta ¨. Le contesté: ¨ Soy tu puta ¨. Poco a poco introdujo su verga con el condón lleno de vaselina anchando mi ano al máximo. Entró todo. ¨ Qué hijueputa placer, dame papi, dame, tómame ¨. Martín se quedó quieto. ¨ Suplícame, ruégame ¨. ¨ Papi, por favor, cómeme...te lo suplico...hazme tuyo ¨. Inició un mete y saca haciéndome gemir de placer. Comencé a acariciar mi verga con una mana, pero él me cogió ambas manos y me las puso detrás de mi espalda. ¨ Déjate, quiero que te vengas con la sola culiada ¨. Cada vez Martín metía más rápido su chimbo. Mi verga estaba que explotaba. ¨ Amor, hazme duro hasta el fondo, que me voy a venir ¨ le dije. Martín sacó su chimbo casi hasta afuera y luego empujó fuerte hasta el fondo. Sentí como mi chimbo crecía al máximo y temblaba cuando comenzó a salir leche a borbotones. Qué placer. Martín bombeó al máximo llegando en medio de obscenas y eróticas palabras. Nos despegamos. Luego de descansar un rato, nos vestimos y quedamos de vernos en la semana siguiente. Cuando nos despedimos sabía que la próxima vez yo me lo iba a comer.

NOTA. Pueden enviarme comentarios a homo2002@latinmail.com