Treinta horas de amor

Mi mano temblorosa, toca la puerta toc- toc, que suena al unísono con mi corazón, con mis latidos que se agolpan en mi garganta y me ahoga en un intenso galopar. Siento pasos acercarse, imagino su figura aproximarse hacía la puerta, deteniéndose un momento a sabiendas que soy yo y que estoy ansiosa por entrar, momentos infinitamente vividos en mi mente, segundos que me hacen estar mucho mas nerviosa y se me hacen eternos.

______Treinta horas de amor______

El primer día

No se como llegue a esta situación, lo cierto es que la deseaba, ¿Qué cuando empecé a desearlo? -no los se- solo se que desde que lo conocí mi vida a cambiado, mis deseos son muy distintos a los que eran, y yo misma soy distinta, o quizás conocí una parte de mi desconocida, que me ha llevado a esta situación.

Yo, accedí a este juego libremente, porque los sentimientos hacía el, eran tan fuertes que solo deseaba verlo y hacerlo feliz. Algo que, se merecía por tantos momentos felices que compartíamos, además era una necesidad para nosotros entregarnos desde el corazón, sin medida, sin sosiego, sin barreras.

Ha venido a verme, estoy muy nerviosa tengo miedo y a la vez ansío la hora de verlo, de darme y de compartirme con el. Son momentos, solo vividos desde mi mente, esa mente que el ha ido desmigando, conociendo, educando y preparando, para este grato encuentro. Pero en mi, existe la duda, ¿realmente estoy preparada?, no lo se, lo cierto es que si no pruebo no lo sabré nunca, y debo hacerlo antes de dar un paso más, un peldaño más en la escalada hacia la cumbre, hacía la vida que nos hemos propuesto empezar a vivir.

He empezado a vestirme, cuidadosamente he elegido mi ropa, con mimo empiezo a ponerme esas braguitas blancas impolutas, suaves y bastante elásticas, el sujetador a juego tiene el broche por delante, con algunos adornos de encaje, y unas medias blancas de seda con elástico a la altura del muslo, de esas con silicona en la parte de la liga para que no se deslicen, las elegí así adrede, pensando en nuestros juegos.

Una falda de color azul, con algunos pliegues que dan un poco de vuelo, no mucho pero el suficiente para que de gracia y aire al andar. Una blusa blanca entallada que se ajusta perfectamente a mi piel, abotonada en la parte delantera. Me miro al espejo y pienso que estoy bonita, que cuando el me vea sus ojos se iluminaran, y su deseo subirá a escalas insospechadas. Me calzo unos zapatos de tacón alto, tampoco demasiado altos pero si lo suficiente para que mi figura luzca más, y pienso en el todo el rato.

Lo imagino esperándome, ansioso igual que lo estoy yo, salgo de casa no sin antes mirarme de nuevo al espejo repaso el maquillaje, me coloco bien la ropa y salgo a la calle, una vez en ella respiro hondo y marco mi paso decidida hasta llegar donde el me espera.

Estoy deseando llegar, creo que toda la gente que pasa por mi lado me mira y sabe lo que voy a hacer, pero no me importa se que quiero hacerlo y voy decidida, conociéndolo no se lo que me espera, quizás todas mis expectativas se vayan a pique, pero eso en vez de aturdirme me excita más, y mientras voy caminando noto como mi respiración se agita y mi pecho quiere estallar, ¡estoy deseando llegar! y pasar de una vez de todo y de todos, no quiero tener miedo, de hecho no lo tengo, ¡confió en el!

Ya he llegado estoy ante la puerta del hotel, me tiemblan las manos y las piernas y creo que no me saldrá ni la voz. Quizás hasta me este mirando desde alguna ventana, si quizás lo haga, y este preparándose para tal encuentro, temo no estar a la altura y estoy muy inquieta, mi piel transpira y mis manos están sudorosas, entro en el holl del hotel, me dirijo a recepción y pregunto por el, me dan el número de habitación y amablemente me indican hacía donde están los ascensores, me dirijo hacía ellos, entro en uno y me miro en el espejo que al fondo de este refleja mi imagen, unos segundos o una eternidad no se cuanto tardo en subir pero en ese tiempo miraba mi imagen fijamente y me preguntaba que hacía allí.

La campana del ascensor, sonó avisándome que había llegado a la planta la puerta se abre, salgo lentamente y me sitúo, miro el número de habitación y me voy ubicando. Estoy ante la puerta de su habitación, la inseguridad me descontrola, pero no voy a echarme atrás, lo he deseado tanto que ahora ni quiero, ni puedo, ni debo.

Mi mano temblorosa, toca la puerta toc- toc, que suena al unísono con mi corazón, con mis latidos que se agolpan en mi garganta y me ahoga en un intenso galopar. Siento pasos acercarse, imagino su figura aproximarse hacía la puerta, deteniéndose un momento a sabiendas que soy yo y que estoy ansiosa por entrar, momentos infinitamente vividos en mi mente, segundos que me hacen estar mucho mas nerviosa y se me hacen eternos.

Por fin abre la puerta, es el, esta ahí mirándome a los ojos, yo estoy paralizada no me salen las palabras no se que hacer ni como comportarme, baja la mirada y me da un repaso de arriba abajo, yo agacho mi cabeza y solo veo la moqueta del piso, y vuelvo a levantarla y a mirar su rostro, su dulce rostro, y me quedo inmersa en su mirada, me tiende la mano y sonríe, se la tomo y me hace entrar, cerrando la puerta tras el.

Posa su mano sobre mi cintura, ¡Dios no puedo evitarlo! me deshago con solo su roce, haciendo un esfuerzo, saco voz de donde no la tengo, y le pregunto ¿como has hecho el viaje? Mientras, atravesamos la estancia hasta llegar al dormitorio. De pronto me gira, me rodea con sus brazos, y quedo presa en el, se acerca lentamente, rozando mansamente sus labios a los míos, me derrito, mi vientre se convulsiona, y mi pecho me ahoga; yo me entrego a su boca cerrando mis ojos, ya estoy perdida, y el lo sabe. Nota mi nerviosismo y mi entrega, y trata de tranquilizarme.

Tranquila, tranquila me dice, no pasa nada, no harás nada que no quieras, solo disfrutemos el estar juntos. Eso me tranquiliza, y hace que este más habladora, el tiene la habilidad de hacer que me tranquilice con el tono de su voz, con sus palabras, va taladrándome los sentidos y llenándome de sosiego, respiro hondo, nos sentamos en el borde de la cama y por fin pude ser yo misma, me abrazo a el y de mis ojos salen lagrimas de felicidad, creí que esto nunca llegaría, que nunca seria posible y aquí estamos, uno frente al otro, como dos adolescentes sin saber que decir solo sintiéndonos, sobran las palabras y lo sabemos.

Nuestros ojos se miran, se hablan sin palabras, nuestras manos se tocan una y otra vez ¡esto parece irreal! Lo habíamos deseado tanto que estos momentos, son tan intensos que nos basta con eso, con tocarnos y sentimos, saber que somos reales que existimos que estamos y somos uno en nuestro sentir.

No se cuanto tiempo nos llevamos así, quizás fueron segundos, o quizás minutos, no se, pero fue tan intenso que con solo un abrazo desapareció el tiempo. La imaginación, dió paso a la realidad, la ternura no dejo de existir, pero el deseo y la pasión pudieron con ella. Nos dejamos caer en la cama, dejando paso a tocamientos, a reconocernos en nuestros cuerpos, ya que nuestras almas, de sobran se conocían, por lo tanto sabían lo que a continuación vendría, me deje hacer, me envolvió la pasión y el deseo contenido, llevándome a mi mayor deseo ¡ser suya!.

Deje libre a mis manos, a mi boca, a mi cuerpo, para dar todo lo que durante un año habían estado deseando, tocar, besar, envolverme en su cuerpo, y darme desde el corazón, con el alma en la boca y mi piel aterciopelada mezclada con la suya.

Entre caricias y besos, desabotono mi blusa, bajó mi falda, y sus manos, volaban por mis costados, sobre mis pechos, mi cuello, mi vientre, toda yo, era un latir acompasado al suyo, mi boca, beso sus pechos, bajó por su vientre, ensalivando y lamiendo todo su cuerpo, me gustó su sabor, mi lengua, se enredo entre los vellos de su cuerpo, mis manos estrujaron, palparon y masajearon todos sus rincones, mi boca los saboreo, no deje ningún recoveco sin descubrir, todo era nuevo y a la vez tan vivido, que no me resultaba extraño.

El, por su parte gemía, y estaba pendiente en todo momento de mi sentir, me observaba, me gozaba desde su mirada, y su mente me sentía. Sentía en verdad mis formas, mi intensidad, la fortaleza de mi espíritu, y la forma en que me daba, sin limitaciones, sin barreras, en la confianza y en el amor que desde mí ser, salía a buscar el suyo, a encontrarnos, y llenarnos del amor que sentíamos.

Habían pasado cinco horas, que nos habían parecido cinco minutos, en ese tiempo, nos amamos de la forma más tradicional, aunque no hubo penetración, yo había alcanzado cuatro maravillosos orgasmos. El no llego pero no me sentí frustrada por ello, ya sabia su forma de amar, ya sabia que el gozaba, solo con verme retorcer de placer, y por lo tanto, se que quedo satisfecho, al fin y al cabo, solo era un entrenamiento un reconocimiento de nuestros cuerpos.

Nos quedaba una hora, y teníamos que aprovecharla, nos quedamos extenuados sobre la cama, la agitación me hacía respirar hondo y fuerte, nos relajamos, sin dejar de sentir sus manos en mi piel, y su boca en mi cuerpo llenándome de mimos y de caricias.

Me levante al rato, y fui al baño a asearme, me vestí y me reuní con el, que se hallaba sobre la cama, mirando al techo, con una leve sonrisa en su boca. Hablamos de todo los hechos ocurridos, y lo solo que se sentía cuando yo no estaba, yo quería quedarme con el, pero ambos sabíamos que era imposible, y que seria bien larga la noche, y bien larga la mañana, hasta poder reunirme de nuevo con el.

Salí de la habitación, dejándome medio corazón allí, las lagrimas, caían por mi rostro de camino a mi casa, y de vez en cuando, también afloraba una sonrisa ,recordando todo el sentir que había conocido a su lado, la felicidad, la ternura compartida con el, era lo primero para mi desde ese momento, pero tendría que pasar algún tiempo más, antes que nuestra subida a la cima, nos reuniera para siempre, hoy habíamos dado el primer paso, aunque ambos sabemos, que solo ha sido un paseo por los sentidos, aún había mas por sentir, con más intensidad y más lujuria, quedamos para el día siguiente, en el mismo sitio y a la misma hora.

Evelyn45