Travieso

Una joven recoge un perro abandonado y bien adiestrado en ciertas lides.

Iba Remedios por una carretera comarcal en su Seat Ibiza cuando vio echado a un perro al lado de la carretera. Frenó unos metros más adelante, se bajó del coche y dando golpecitos con una mano en una pierna y poniendo cara cariñosa, le dijo:

-Ven, bonito, ven.

El perro que era un sabueso de dos años de edad le daba al rabo y bajaba la cabeza, pero no se movía. Remedios fue a su lado.

-¿Te abandonaron? Gente de la mierda. ¿Vienes conmigo?

Al echarle la mano para acariciarlo el perro se levantó y se alejó de ella.

-Aquí te vas a morir de hambre y de sed. Ven conmigo.

El perro aún se alejó más. Remedios pensó que no iba a ir con ella, y le dijo:

-Que tengas suerte.

Volvió al coche y al abrir la puerta, el perro, que la había seguido, se metió dentro del auto y se fue para el asiento trasero. Remedios lo miró, sonrió, y le dijo:

-Me alegro de que cambiaras de opinión.

Remedios iba de la ciudad al pueblo donde naciera porque había heredado una casa y tierras de un abuelo suyo. La idea era buscar comprador y regresar a la ciudad, donde trabajaba de recepcionista en un despacho de abogados.

Tres días más tarde ya Remedios y Travieso, que así le pusiera de nombre al perro, se llevaban de maravilla.

Remedios era una joven veinteañera, guapa, de un metro sesenta de estatura, ni gorda ni flaca, morena, de ojos negros, de cabello largo y ondulado y con una delantera y un trasero normalitos... Llevaba un tiempo a base de dedo, exactamente había tres meses que dejara a su novio por motivos de cuernos.

Aquella noche, después de haberse duchado, en bata de casa y descalza, bañó a Travieso. Lo estaba enjabonando en la bañera y al pasarle la mano por la polla el perro se empalmó. Vio su polla colorada, gorda, larga y acabada en punta.ç

-¡Vaya polla tienes, Travieso!

Le cogió la polla y se la apretó con la mano, el perro con la lengua fuera y jadeando movió el culo a mil por hora y poco después se corría cómo lo que era, un perro. Remedios viendo salir los chorros de semen de la polla, le dijo:

-Se me está empapando el coño.

Al acabar el perro estaba con la lengua fuera y le daba al rabo. Remedios estaba muy excitada.

-¿Quieres que te haba otra paja?

El perro la miraba con la lengua fuera.

-Esa lengua en mi coño haría que me corriera cómo una perra.

Comenzó a hacerle una paja para ver cómo reaccionaba. El perro giró la cabeza y le lamió la boca, Remedios apartó la cara y lo siguió pajeando. Al rato Travieso se volvió a correr.

-¡Me encanta ver cómo te corres!

Remedios acabó de bañar a Travieso y después se fueron para la sala, se sentó en un sillón y se puso a mirar la televisión, una televisión en color de las antiguas, Travieso se echó a sus pies. En la tele daban una película de Jason Statham. Remedios mirando para el causante de alguna de sus pajas abrió la bata de casa y dejó sus tetas al descubierto, unas tetas grandes, con areolas oscuras y pezones gorditos, metió una mano dentro de las bragas y se encontró con un pantano de jugos. Abrió las piernas, cerró los ojos y comenzó a darse dedo. Travieso le lamió un pie. Remedios abrió los ojos.

-¿Qué haces, Travieso?

El perro la miró, le dio al rabo y le lamió el otro pie.

-Sigue, Travieso, sigue.

Le mostró las plantas y el perro las lamió varias veces.

-Sigue que no tardo nada en correrme.

Remedios metió dos dedos en coño y pensando que era Jason quien le lamía los pies se masturbó hasta que le vino.

-¡Me corro, travieso!

Al acabar de correrse sacó los dedos del coño, los chupó y después se magreó las tetas. Sintió como Travieso con su enorme lengua lamía sus tobillos y luego cómo iba lamiendo el interior de sus piernas hasta llegar al coño. Le cogió la cabeza y se la acercó al coño. Al sentir la primera lamida de coño, le acarició la cabeza, cerró los ojos de nuevo, y le dijo:

-Lame, cariño, lame.

El perro siguió lamiendo y Remedios, tiempo después, acabó jadeando cómo una perra y corriéndose cómo una cerda, le dijo:

-¡Soy tu perra!

Travieso no dejó de lamer hasta que el coño dejó de abrirse y cerrarse... Remedios supo por qué lo habían abandonado, y fijo que no fuera su dueña, pero también se preguntó que más sabría hacer. No tardaría en saberlo.

Cuando Remedios se echó a lo largo del sillón tresillo para seguir gozando, Travieso puso las patas en el respaldo del sillón, le puso la polla en la boca y se quedó mirando para ella y dándole al rabo.

-¿Quieres que te la mame?

-¡Guau!

Aquello era un sí tan grande cómo una catedral. Remedios le cogió la polla, lo pajeó y se la chupó. No tardó en quitarse las bragas, meter dos dedos en el coño y pajearse ella también. El perro era de corrida fácil, en nada se corrió en su boca dejando a Remedios con unas tremendas ganas de polla. La del perro le valía en aquel momento. Se levantó, quitó la bata, se puso a cuatro patas sobre la alfombra que había delante del sillón y le dio al culo hacia los lados para provocarlo.

-¿Te gusta tu perrita?

Travieso le puso las patas en la espalda y se la clavó de una estocada hasta la bola, pero no en el coño, se la clavó en el culo. A Remedios le gustó... Travieso le folló el culo a toda mecha hasta que se corrió dentro de él. Al sacarle la polla del culo, Remedios quiso levantarse para hacerse otra paja, pero Travieso se la volvió a clavar de otra estocada, esta vez en el coño.

-¡Diossss!

La folló a toda hostia. Remedios exclamó:

-¡Vas a hacer que me corra otra vez!

Al ratito Travieso se corrió dentro de su coño y al hacerlo dejó de darle al culo. Quedó con la lengua fuera y quieto cómo una estatua. Remedios con la polla dentro de su coño comenzó a follar al perro echando el culo hacia atrás y hacia delante. Poco después Travieso la volvió a follar a toda hostia y mientras lo hacía Remedios se volvió a correr.

-¡Me matassss!

Esta vez se corrió cómo una fuente. El perro, después de correrse otra vez dentro de su coño lamió de la alfombra los jugos de la corrida de su nueva ama. Remedios volvió a sentarse en el sillón. Travieso puso la cabeza sobre sus piernas, Remedios, mirando cómo repartía estopa Jason Statham, las abrió y el perro le volvió a lamer el coño. Acarició su cabeza, cerró los ojos y le dijo:

-Lame, Travieso, lame.

Quique.