Traviesa

Se inicia mi estadía forzada en la capital con una experiencia muy erotica en el mall...

TRAVIESA - Capitulo 1: En el mall

Recién llego a la capital e inmediatamente siento el ambiente de fiesta, calidez y sensualidad. El verano está en pleno y por el calor no provoca vestirse. Se nota en la gran cantidad de short, minifaldas, vestidos de hilo y guardacamisas. Mujeres asoleándose en las plazas solo con su ropa interior, hombres en boxers platicando en los bancos descansando del abrumante calor.

A mi, me toca primero atender mis negocios pero para mediados de la tarde ya estaré libre y podré disfrutar del ambiente. Me siento traviesa y entre el celibato forzado así como este ambiente tan cachondo mi piel se sensibiliza, endureciéndose mis pezones como respuesta a mis pensamientos. Llego al pequeño hotel cercano a la ciudad universitaria donde se repite la escena de los muchachos muy ligeros de ropa cuya juventud los hace lucir irreverentes y encantadores. Las muchachas en camisetas lycras y algunas en traje de baño, ellos con jeanes cortados en shorts muy arriba y mostrando sus hermosos tórax sudados y musculosos resultado de horas de trabajo en un gimnasio. Termino de ubicarme en la pequeña habitación, me tomo una ducha y me visto con la formalidad que requería la reunión a la cual había venido. Me como un emparedado y tomo el taxi que me lleva al centro financiero.

Las horas se hacen interminables en la larga reunión. Al finalizar sin resultados llamo a mi jefe y me exige que me quede hasta que tenga la respuesta definitiva muy a pesar de ser viernes y tener que quedarme sola todo el fin de semana en esta ciudad donde no conozco a nadie. Bueno, excepto a Pablo quién acabo de conocer y es el abogado del cliente y muy bien parecido, aunque muy formal y respetuoso. Durante la reunión cruzamos varias veces las miradas y una que otra sonrisa pero muy lejos de considerarlo un flirteo. Bueno, no hay remedio y regreso al pequeño hotel pero antes me detengo en un pequeño mall donde había una tiendita que me llamó mucho la atención donde solo vendían ropa de verano. Entre confiada y mi sorpresa es que quién lo atiende es un muchacho de ropa oscura, franela muy ajustada delineando sus músculos, rasgos muy varoniles y su pelo tomado en cola detrás de su cabeza. Con voz muy calmada se ofrece a ayudarme. Al momento titubeo pero el calor de mi piel con la ropa tan formal me picaba y estaba loca por cambiarme a algo más cómodo. Le explico lo que quiero y solo me indica que me introduzca en el cambiador mientras el hace la selección. Me gustó esa sensación de dominio y le hice caso.

Ignacio, como se llama él, me dice que debo de usar la ropa interior adecuada para estos días de tanto calor y que estén acorde a la ropa. En esos momentos estoy en sostén y pantaletas esperando y de repente se abre la puerta del vestuario quedando Ignacio frente a mí con un pequeño conjunto de tanga y sostén media copa semitransparente el cual me lo entrega con una mirada desviada que no refleja ni siquiera que me haya visto. Las agarro mecánicamente y el sonrojo se queda congelado y no llega a la cara por la actitud el muchacho, quién se da media vuelta pero sin cerrar la puerta. Pensé, seguro que es gay y por eso ni me prestó atención.

Me desnudo sin cerrar la puerta decepcionada de que toda esta picardía y travesura que siento se pierda ante este gay. Me pongo el tanguita que sin ser hilo dental se mete entre las nalgas resaltando la redondez de ellas. El sostén apenas cubre mis pezones los cuales se desdibujan sobre la delgada tela. Mientras me inclinaba para quitarme las medias tobilleras sentí una mirada que me acariciaba prácticamente la raja del culo y me encuentro a Ignacio parado en la puerta con una actitud un poco más reposada, mirándome con un brillito en los ojos algo peculiar. Descaradamente me manda a dar la vuelta con voz serena pero de mando y yo muy sonrojada le hago caso, giro en mis talones lentamente y veo mi imagen en el espejo que devuelve una nalgas desnudas enmarcadas en la Y de la tanga y unos pezones erectos como con ganas de romper la tela del sostén. Ignacio me dice que está perfecto pero que debo de visitar a la estética para que me depilen bien y pueda lucir mejor el tanga.

Me miro en el espejo y en efecto mi mota de pelos parece explotar por los lados del tanga muy a pesar de mis intentos de mantenerlos debajo de la tela y ahora si me sonrojo hasta las raíces de los cabellos por el comentario. Ignacio me da la vuelta y se arrodilla frente a mi para ayudarme a poner una linda faldita blanca tipo campana algo corta pero muy fresca y encantadora. Siento como las aletas de su nariz parecen abrirse para recibir el aroma de las ferhormonas que ha estado segregando mi cuquita desde muy temprano. Sus ojos parecen taladrar mi vulva peluda y sus manos se deslizan por mis piernas mientras yo dejo que me suba la falda. Para abrochármela atrás nuevamente sus manos se pasean por la piel de mi trasero hasta que finalmente con fingida dificultad y manteniéndome muy pegada contra él la abrocha. El roce de la tela de la falda en mis nalgas es encantador y muy sensual me controlo porque sino iba a manchar las tanguitas con mi humedad.

Ahora me sube los brazos y nuevamente siento su calor y como absorbe de mi perfume con descaro. Nuevamente siento como sus manos se deslizan a lo largo de mis brazos y laterales de mis tetas y dejo escapar un suspiro de aceptación. Me pone una camisa de hilo blanco algo suelta que abre algo descarado en el frente sin revelar mucho pero con el trasluz se transparenta dejando ver completamente la forma de mis senos.

Completa de vestirme con unas sandalias de tacón alto amarradas a los tobillos resaltando lo largo de mis piernas y la forma de mis pantorrillas. De nuevo me hace girar pero esta vez con un pase de torero y la pequeña falda se levanta dejándole ver completamente mi tanguita metida entre mis nalgas. Se separa un paso y sonríe con satisfacción y quizás algo de lujuria y picardía. Observo que el bulto entre sus piernas le ha crecido a proporciones muy interesantes. Le comento que esta perfecto y procedo a pagarle rápidamente. Decido irme caminando al Hotel que solo queda a unas cuadras, pero cuando me retiraba Ignacio con una cortesía cargada de doble intención me dice que esta seguro que regresaré y la próxima vez me tendrá preparado algo muy especial. Se sonríe abiertamente mientras se agarra el entrepiernas de manera discreta. Vuelve el rojo a mi cara y salgo un poco apresurada, siento el calor en mi piel y como el aire caliente que sale de la calzada sube por mis piernas y termina revoloteando alrededor de mi falda la cual a duras penas puedo mantener en su sitio.

TRAVIESA - Capitulo 2. Kike

Apurada porque se hacía tarde encontré casi al lado del hotel una estética que parecía ofrecer lo que buscaba y entre sin vacilaciones. Inmediatamente me tropecé con uno de estos personajes andrógenos de sexo desconocido pero de anatomía masculina. Le explique que deseaba depilarme la línea del bikini y me respondió con una voz varios timbres más altos de lo normal:

- Ay mi amor, ya estamos cerrando y todo el personal se retiró – mientras sus manos se movían como alas de mariposa y se me quedo mirando con ojos entornados. – al menos que haga una excepción porque de veras que te ves muy bien con ese conjuntito blanco y si vienes a eso es porque debes de estar necesitada.

Su voz y ademanes dejaban mucho que desear y pensé que no había ningún peligro depilándome con este casi él, aún así no deje de sonrojarme algo con su comentario pensando que la gente en esta ciudad tenía algo contra los vellos de las mujeres. Le respondí:

- Ok chica, pero ten mucho cuidado que tengo tiempo que no me depilo y eso me pone muy nerviosa – y pase a un pequeño salón que me indicaba.

- Me puedes llamar Kike y por favor quítate la falda y la blusa, mientras cierro la puerta ya que nos quedamos solas – y sale meneándose más que una gelatina. Me quedo con mi tanga puesta y el sostén y en eso regresa Kike y pega un gritito muy amanerado diciendo a la vez:

- ayyy, mija tu crees que soy jardinero, esto es un matorral. Ya te voy a resolver con un bonito depilado brasileño que después no vas a dejar de hacértelo, pero te necesito chinita como bebe de cuna, anda quítate esas pantaleticas tan bellas…. uuuummm que envidia – hago caso nuevamente y las guardo en la cartera acostándome muy modosa en la camilla mientras Kike prepara la cera y otras cosas.

Kike abre mis piernas y temo que mis labios estén húmedos por todas las sensaciones experimentadas con Ignacio y luego en la calle donde sentía las miradas penetrantes de los hombres y escuchaba los piropos obscenos que me decían. Incluso un borracho hasta se atrevió a darme una nalgada cuando por tonta pase a su lado muy cerca. Kike suelta un silbido travieso y comienza a tararear una canción mientras comienza su trabajo primero con las tijeras y luego con la cera y cada vez pareciese que depilara más adentro. Me quedo relajada para controlar el dolor y el ardor que queda después de arrancar la cera. La concentración hace que perciba con más sensibilidad el trabajo que me están haciendo y cuando me abre completamente y me depila totalmente la raja del culito protesté y solo gané que con su voz chillona Kike me regañe y me dijera que no protestara. Así cuando separó mis labios para depilármelos totalmente no protesté y solo deje que las sensaciones continuaran. Mientras tanto mi clítoris lo percibía más grande e hinchado y temía que Kike se fuera a ofender, pero la verdad es que por primera vez me exponía a una situación como esta y lo peor era que me gustaba.

Mientras la cabeza de Kike estaba sumergida entre mis piernas sacando las raíces encajadas, una de sus manotas estaba colocada de manera que rozaba el clítoris discretamente y me daba pena decirle que la quitara… o era ¿el goce del roce que me lo impedía? El conversaba de trivialidades y yo solo sentía como mi intimidad estaba expuesta frente a los ojos de este extraño de ojos maquillados que al terminar me ofrece el masaje para evitar la irritación por cortesía por haber sido tan valiente y haber aceptado el depilado brasileño. Me cierra las piernas y me enseña con mucho orgullo el trabajo realizado y me sorprendo exclamando:

- Jesús!, Kike coño ¿que has hecho?... aunque te confieso que me gusta – mientras me detallo lo bonito que lucen mis labios protuberantes.

- Ay mija!. Te cuento que esos no salen así, lo que pasa que estás en un stress que no te dejas fluir – mientras me empuja de vuelta a la camilla y separa mis piernas – ven que te voy a dar el masaje para que no te irrites. Este aceitico es fabuloso, solo secreto de Kike – quién me guiña uno de sus muy maquillados ojos.

Kike toma del mostrador un aparato que se lo acopla en la mano y es como un dedo pero de extremo más ancho. Le coloca unas gotitas de aceite y le enciende. Casi no hace ruido pero en el instante que comienza a pasármelo por mi cuquita el placer es inmediato. ¡Coño que cosa más rica!. Las vibraciones hacen eco en los otros labios y es como si tuvieses millares de pequeños dedos todos haciendo las mismas travesuras. Mi orgasmo comienza a elevarse rápidamente pero observo como el bulto entre las piernas de Kike le ha crecido una barbaridad y no me resisto y se lo agarro. Me encuentro enorme verga que a duras penas contienen el pantalones y le bajo el cierre y se la saco. Guao, tremendo cañón tiene este carajo y todo desperdiciado en sus mariconerías. No me aguanto y me lo meto en la boca y comienzo a mamárselo con mucho placer. Kike le sorprende el movimiento pero parece gustarle a pesar de todo y se acomoda para que pueda metérmela con gusto en la boca.

Mientras tanto su masaje continúa recorriéndome el culito y la cuquita por dentro. Siento como uno de sus dedos aceitados me lo mete en el huequito del culo y aflojo el esfínter para que pueda entrar y salir sin problemas. Ahora el dedo vibratorio me lo introduce en la vagina buscando el punto G y creo que esta muy cerca de conseguirlo. El orgasmo arranca desde adentro y siento como un cosquilleo inunda mi entrepiernas. Aprieto con más fuerza la verga de Kike y succiono duro como queriendo exprimirle la eyaculación. De repente comienza a temblar y siento el sabor salobre de su semen el cual comienza a chorrear junto a mi orgasmo que sumado a las vibraciones y sus dedos invadiéndome por todas partes, termino en una explosión de sensaciones indescriptibles. Kike me empuja duro su verga y me trago completamente su semen y sus dedos me los saca con delicadeza consciente de lo sensible que tengo toda el área depilada y mi clítoris inflamado.

Kike se acuesta a mi lado en la camilla y me dice aún con su voz chillona:

- Mija!... no sabes el tiempo que tenía que no me pasaba algo como esto. Coño te mereces un beso – y me clava un beso de lengua de lo más masculino que he podido sentir, y el cruce de imágenes afeminadas con las sensaciones de un cuerpo varonil confunden más mis reacciones. No sé si correr o quedarme, peor opto por una salida más elegante. Disfruto el largo beso francés que me brinda Kike pero me bajo de la camilla y le digo:

- Chica, debes de resolver tu vida… eso de vivir como una aguja no creo que te lleve a nada. Ensartar y vivir ensartado. No creo que sea vida.

- Tienes razón – me responde y soltando una carcajada sigue – pero lo estoy gozando como no tienes idea.

Se baja de la camilla y se arregla su ropa. Luego me despide con un ligero piquito en los labios y me desea dulces sueños. Volvió a ser de nuevo la chica y no me cobra en agradecimiento por el momento. Yo estoy tan cansada que aún sin ponerme las pantaleticas me voy caminado al hotel. El orgasmo fue tan placentero e intenso que no tengo fuerzas para nada. Llego al Hotel y subo las escaleras para mi habitación dándole un espectacular picón de mis nalgas descubiertas al recepcionista que del tiro se fue a pajear al baño.

TRAVIESA - Capitulo 3: Ignacio

Dormí hasta entrada la mañana, mis sueños fueron una mezcla de erotismo, sensualidad y pasión. El aceite de Kike era una maravilla. La piel en mi cuquita estaba lisa y fresca como una lechuga en la mañana. No había rastro de maltrato solo una sensación diferente que empecé a notar al momento de limpiarme después de orinar. El papel típico de hoteles pequeños era áspero y duro y mi cuquita puede dar fiel testimonio de que así es. Luego al bañarme podía sentir los mínimos cambios de temperatura del agua y una suavidad muy agradable al enjabonarme que hasta prolongue metiéndome brevemente un dedito entre los labios resbalosos. Todo un mundo nuevo de sensaciones en un área particularmente sensible. Todo esto me hizo iniciar el día con una picardía como queriendo repetir las mil sensaciones del día anterior.

Decidí vestirme como Ignacio lo había seleccionado, incluso las pantaleticas blancas las cuales estaban limpias realmente ya que las tuve solo puestas desde la tienda al hotel hasta la estética de Kike. Tomé el desayuno o más bien almuerzo en el pequeño restaurante del hotel. Nada especial, lo mejor fue la soledad y tranquilidad para poner mis ideas en orden. Recordaba mi experiencia de ayer y me sentía algo perturbada por haber permitido que sucedieran. Me culpaba como consecuencia de ser una total desconocida en una gran ciudad y que podía ser otra y nadie lo criticaba. Además, los momentos habían sido realmente muy agradables y sensuales por lo que no tenía nada de que arrepentirme. Con todos estos recuerdos sentía de nuevo la humedad entre mis piernas. Había una sensación nueva que era la de la pantaleta adherida a la piel recién depilada que hacía que se convirtiera en una segunda capa de manera que percibía directamente la superficie donde me sentaba. Temía dejar una marca con mis nalgas en el mueble de linóleo, pero lamentablemente iba a ser así. El mesero desde que llegue estuvo muy pendiente de mi y quizás hasta me agarro un picón en una de esas que descruce las pierna para evitar la mancha en el mueble. Que carajo, me importa y además no me conocen.

Terminé de comer y me dirigí al campus de la universidad a respirar un poco el aire juvenil y travieso de la juventud y no era porque fuese una vieja solo que esa etapa estaba superada. Caminaba sin rumbo atrayendo una que otra mirada por mi blanca indumentaria así como algunos comentarios de los jóvenes de hoy que ya no acostumbran a piropear a las mujeres. De repente oigo que me llaman y para mi sorpresa me encuentro a Ignacio acompañado de nadie más que de Pablo. Me acerco a ellos y los saludo con mucho cariño y soltura acorde al ambiente que respiro en la universidad, jovial y desinhibido. Resulta que Pablo es profesor y le da clases a Ignacio. Guao, que coincidencia. El contraste de la juventud de Ignacio con la formalidad de Pablo era interesante. Ignacio le explica a Pablo que me conoció en la tienda y mientras le explicaba me miraban de pies a cabeza. Pablo asiente y siento un brillo peculiar ven sus pupilas, su respiración pareciese acelerarse y sus manos comienzan a moverse nerviosamente. El travieso de Ignacio le explica con lujos de detalles como estoy vestida y me toma de la mano nuevamente y me hace dar el paso de torero. A pesar de mis esfuerzos nuevamente la faldita se eleva y Pablo tiene el enorme placer de verme completamente. Ahora lo siento más turbado y se despide deseándonos un buen día. Me acerco a él y le doy un beso en la mejilla de despedida mientras que su mano se apoya un poco más abajo de la cintura. Creo que fue accidental pero la sensación de su mano fuerte en mi cuerpo quedo languideciendo un rato a flor de piel.

Resulta ser que Ignacio es un loco de atar, me toma de la mano y me invita a conocer los distintos sitios de la universidad, hasta un pequeño zoológico que tienen en la escuela de veterinaria. Más tarde nos sentamos a tomar unas cervezas y comer algo e Ignacio me cuenta un poco de su vida y de lo travieso que le ha resultado trabajar en la tienda. Sus historias al principio eran traviesas y se van tornando cada vez más eróticas. El efecto de las cervezas comienzo a sentirlo y más cuando no bebo y solo le sigo el ritmo a él para que no piense que soy una mojigata. Al final me invita a bailar un rato en una fiesta RAVE la cual yo no tenía idea en que consistía. Al solo entrar al recinto me di cuenta que todo era desenfrenado y loco. Nos apretujábamos unos a otros sin importar contra quién. No sé si eran ideas mías pero sentía a veces que me agarraban las nalgas por debajo de la falda y hasta alguien se atrevió a agarrarme por el frente. Las cervezas, el bullicio y el manoseo me estaban poniendo caliente y agarré a Ignacio de las manos y me pegue a él para bailar dentro del bululo de personas. Me giro y comienzo a frotarle mis nalgas contra su bulto que toma vida consecuencia de mis menesteres. Me agarra por las caderas y se frota con placer, siento como su verga crece y toma vida. Finalmente no se aguanta y me toma de la mano y me lleva para un sitio que el dice faltaba que conociera.

Salimos a un pequeño pasillo y caminando apresurados como amantes furtivos nos metimos en un camerino de un pequeño teatro. Sin más preámbulo, Ignacio comienza a besarme locamente. Su lengua busca la mía con pasión mientras le correspondo con mucha pasión. Sus manos me aprietan las nalgas mientras sus dedos se me meten por el huequito del culo. Sé que le gusta y me dejo, le quito la camisa y comienzo a lamerle los pezones de su hermoso pecho lampiño. Me deleito con el salobre de su sudor y le abro los pantalones. Me agacho y me meto su verga en mi boca, deleitándome con su olor muy masculino y la aspereza de sus pelos. Le chupo las bolas una en una y parece gustarle la sensación,. Admiro la magnitud de su instrumento y su ego parece aumentar. El muchacho tiene control y se deja acariciar con lascivia. Al poco rato, me hace levantar y me quita la ropa poco a poco y me dice al oído que quiere cogerme por el culo. Me doy la media vuelta y me inclino.

Hábilmente comienza dándome una chupada que deja muy atrás la definición de un beso negro. Su lengua va de mi culito hasta la cuquita constantemente, mientras sus dedos se introducen en mi vagina buscando el punto G. Comienza metiéndome un dedo con mucha saliva y luego que aflojo el esfínter me introduce dos. Un orgasmo se me escapa y las contracciones contribuyen a aflojar más y va el tercer dedito dentro del culito. Mis gemidos son incontrolables y me agarro las tetas para aumentar las sensaciones de placer nuevamente siento como las corrientes pre orgásmicas se desplazan por mi sexo y de repente ese dolor caliente en mi culo. La verga de Ignacio se abre paso despacio pero inexorable. Me relajo y respiro y lo dejo seguir... el dolor frustra la evolución del orgasmo pero la mezcla de ardor, calor y el saber que estoy siendo sodomizada con placer comienzan de nuevo a dar resultado pero Ignacio no resiste y siento como sus huevos parecen explotar en una fuente inagotable de semen. El líquido caliente se derrama por mis piernas mientras el continua con sus movimientos de penetración. Parece que se le fue el vapor a mi locomotora y el cansancio se apodera rápidamente de él. Dejo que descanse en mi espalda mientras su miembro pierde tamaño rápidamente hasta que se sale por lo pequeño y deja escapar otro chorro de semen pero esta vez de mi huequito que queda boqueando como pez fuera del agua. Ignacio se desaparece de repente solo para regresar con un tampon y una toalla húmeda. Le pregunté:

- ¿Tu siempre estás preparado para esto? – tomando lo ofrecido y aseándome con cuidado. Él me responde:

- Lo que pasa es que conozco el camerino de las mujeres y se donde guardan algunas cosas para las emergencias – y se sonríe muy lindo y traviesamente.

  • Gracias porque realmente lo necesito – Me visto sin ponerme las pantaleticas por temor a mancharlas con mis fluidos y salimos tomados de la mano y me acompaña hasta muy cerca del hotel donde se despide con un hasta mañana y me recuerda que la tienda esta abierta los domingos y que me reserva un rato muy agradable. Me da un lindo beso y corre a tomar el bus.

Para mis adentros me pregunto que donde está la caballerosidad de hoy en día cuando te acompañaban hasta la puerta de tu casa y te despedían con un beso en los labios. Ni modo, de manera que me toca caminar esta última cuadra yo sola. Llego al hotel y le doy las buenas noches al recepcionista quién inmediatamente se pone en atención para de nuevo deleitarse con mis nalgas al subir las escaleras. Quizás con cierta alevosía en esta oportunidad subo muy despacio e inclinada de manera que pueda ver el pequeño hilo blanco que guinda entre mis nalgas. Mi sonrisa ilumina el pasillo por la travesura al oír al hombre correr para el baño. Llego a la habitación y tomo un largo baño en la tina. Dejo que mis extrañas descarguen todo lo mío y lo extraño también y me acuesto desnudita con un ardor en el culito y un escozor en mi cuquita. Me doy cuenta que he estado con dos hombres distintos, he tenido orgasmos fabulosos y todavía no había tenido el placer de sentir una verga dentro de mi vagina. Tengo que resolver esto pronto. Pensando en que ponerme mañana de ropa me llega el sueño y me rindo

TRAVIESA - Capitulo 4. Ignacio y Pablo

Nuevamente duermo hasta muy tarde y como cosa curiosa me despierto con el mismo pensamiento con que me quede dormida. ¿Qué ropa me pongo hoy? Me doy un baño divino plagado nuevamente de nuevas sensaciones en mi depilada cuquita y recién sodomizado culito el cual aún lo tenía sensible por el trato de anoche. Desnudita busco en mi pequeña maleta que ponerme y solo consigo la ropa oficial de trabajo. Coño, creo que tengo que ir nuevamente a la boutique de Ignacio, pienso para mi y me visto solamente con el pantalón y chaqueta que me luce demasiado formal, abrigada y seria para el día domingo, pero no me pongo ropa interior y el roce de mis pezones contra la gruesa tela de la chaqueta así como el contacto de la ruda tela en mi cuquita solo sirven para experimentar nuevas sensaciones. Tomo el almuerzo en el mismo hotel y en esta oportunidad el mesero no me presta la más mínima atención. Solo lo retengo un rato cuando a propósito al inclinarse a dejarme la comida en la mesa dejo que vea por delante de mi chaqueta que no llevo nada más puesto y pueda apreciar la forma de mis bellos senos. Me fastidio y subo nuevamente a la habitación a llamar por teléfono a Ignacio.

Bajo nuevamente al pequeño lobby a esperar a Ignacio quién ofreció buscarme para llevarme a la boutique y me consigo a mi querido amigo recepcionista. En una de esa de jugarreta me acerco al mostrador de la recepción a saludarlo y conversar con él. El pobre hombre se sonroja a más no poder y me inclino descaradamente de manera que la chaqueta se abra ligeramente. Percibo la incomodidad del hombrecillo y me hago la desentendida sigo cotorreando tonterías del clima y la ciudad y me coloco de varias formas de manera que pueda deleitarse con la forma de mis muy orgullosas tetas que tengo. El bulto entre sus piernas es muy notorio y da ganas de reír la incomodidad de que está sufriendo. Suena una corneta y es Ignacio. Salgo y dejo solo al hombrecito que adivinen que va a hacer

Salgo y me consigo flamante carro japonés de bello color gris y en su volante a un muy ligero Ignacio con su pelo recogido en cola y una sonrisa esplendorosa como si nada hubiese pasado entre nosotros. Aún el escozor en mi culito me recuerda su cogida que apenas unas pocas horas atrás me había dado. Me monto en el carro recibiendo una mirada de total rechazo por haberme vestido oficialmente. Rápidamente Ignacio se estaciona frente al local que se encontraba realmente cerca y abre la puerta de la boutique usando un fajo de llaves unas entretejidas con otras. Desconecta la alarma y me dice simplemente que me siente que ya esta conmigo. Él pareciese tardar mucho más de lo necesario y mientras tanto miraba la ropa que tenía en exhibición.

Al fin aparece con una hermosa sonrisa y se acerca demasiado cariñoso. Lo rechazo y le digo que la locura de ayer no debe de repetirse. Siento como Ignacio se molesta y me toma de las manos girándolas y afrentándomelas contra mi espalda. Me encuentro frente a frente con él, y siento su cuerpo apretado al mío. Me dice con una voz muy severa que no debo de comportarme de esa manera al menos que quiera ser castigada como una colegiala que se fuga de la escuela para verse con su novio en el parque para que le manosee el entrepiernas y gozarlo. La expresión me pareció muy prosaica pero la sola imagen toco una tecla muy interna mía que dio inicio a los acontecimientos que siguieron. Ignacio me mando a desnudar en un pequeño taburete ubicado fuera del pequeño vestuario y me encaramé sin protestar. Él mismo me ayudó a quitarme la ropa y quede totalmente desnuda frente a él. Giraba a mí alrededor y solo percibía sus ojos mirándome y como su mirada hurgaba en mis pliegues buscando el placer del voyeur ante su presa indefensa. El sentimiento de sentirme mirada de esa manera comenzaba a trazar ideas curiosas en mi mente. Separé ligeramente las piernas para que tuviera mejor visión y me halagó sentir un respiro o gemido de gusto proveniente de Ignacio. Me ordena que me quede quieta y desaparece brevemente solo para regresar con un bonito hilo dental blanco que pide que me lo ponga para deleite de nosotros. Al momento no entendí lo de nosotros y le hice caso. Nuevamente la pantaletica se metía entre mis nalgas separándolas exponiéndolas para el placer de él. Me baja del taburete y toma un pañuelo y cubre mis ojos. Me susurra al oído que no me preocupe y me comporte bien sino quiero ser castigada. Su voz sonó muy seria y decidí hacerle caso mientras sus manos comenzaban a acariciarme los senos con picardía y mucha suavidad. Siento sus dedos tomar mis pezones y pellizcarlos ligeramente hasta que aumentan de tamaño y sobresalen buscando una caricia más sensual. Me besa en el cuello y sube hasta el lóbulo de la oreja mordisqueándolos cariñosamente.

Sus labios no tardan en llegar a mis senos y siento como comienzan a chupármelos mientras que la lengua se mueve en círculos aumentando el placer de la caricia. Percibo dos respiraciones pero me concentro en la caricia que es acompañada por una mano que busca mi entrepierna para masajearme por encima de la pantaletica mis labios vaginales. De repente siento otras manos separando mis nalgas y una lengua que se mete entre la tela y mi piel queriendo penetrarme el culito con ardor. Me sobresalto y solo siento las fuertes manos de Ignacio que no me dejan mover y su susurro al oído de que solo lo goce. Sus palabras van acompañadas de más caricias multiplicadas y me entrego al placer. Ignacio me besa mientras me acaricia los senos, el otro intruso me acaricia las nalgas, me chupa el culito y mete su mano por delante buscando mi clítoris que ya, a esta altura, lo tengo inflamado y muy sensible. El aroma de la colonia del intruso pareciera dejar una marca en mi piel. Su olor era característico como a madera y era estimulante y varonil.

Me acuestan boca arriba en la alfombra y siento como mientras Ignacio me tiene sujeta los brazos hacia arriba, el intruso se mete entre mis piernas y aún con las tanguitas puestas comienza a mamarme la cuquita. Mis orgasmos comienzan a agolparse uno detrás de otro sabiendo que el deseo de tener una verga dentro de mi pronto se haría realidad. El intruso es hábil con su lengua y sus dedos los cuales juegan con la abertura de mi culito maltratado pero consciente de su estado solo me acarician sin forzar ninguna entrada. Mientras Ignacio no descuida mis senos y continúa chupándomelos y mordiéndomelos a veces con rudeza a veces con mucha suavidad. Me levantan y me obligan a arrodillarme de manera que el intruso pueda penetrarme a placer.

Retira mi tanguita a un lado y coloca su verga en la puerta de mi cuquita dudando un poco en proseguir. Ignacio coloca mi cabeza entre sus piernas para que no haga resistencia y siento como el intruso comienza a penetrarme despacio pero firmemente. Coño, deseaba un huevo dentro de mi pero no en esta posición tan embarazosa. El intruso goza y siento como su respiración se acelera. Un orgasmo corre rápidamente desde mi clítoris hasta mis nalgas y explota haciendo que me diluya en un mar de suspiros. El intruso aprovecha para maraquearme con fuerza sujetando el hilo y usándolo como agarre. Siento la tela que se mete entre mis labios y el roce acelera todo el orgasmo. Quiero más

El intruso parece cansarse de la posición y se separa sentándose en el piso. Ignacio me levanta y me obliga a sentarme en esa verga intrusa que aún necesita mucha atención. La tela de la pantaletica irrita mi culito maltratado pero solo sirve para excitarme más. Sentada de espalda al intruso me penetra nuevamente y me sujeta por la cintura para poder subirme y bajarme a su placer pero yo lo acompaño con mucho gusto. Ignacio aprovecha para besarme a cansancio y manosearme las tetas y el clítoris. Se me escapa otro orgasmo esta vez muy rápido y pareciese que se iniciara en mis tetas y luego bajara hasta mi cuquita toda explayada y abierta para el disfrute de estos dos hombres. Me sentía como una puta bajo el control de ellos, pero realmente era yo quién gozaba y disfrutaba este placer. Ignacio no sabía que hacer y finalmente me da su verga para que se la mamé. Cambio de posición y me coloco en cuatro para poder atender a ambos. El intruso me arranca el hilo dental y me penetra por detrás con desespero y siento como no puede aguantar y su leche comienza a derramarse dentro de mi mientras Ignacio aún necesita más jaleo. Opto por succionarlo duro mientras busco agarrarle las nalgas y meterle un dedo en el culo. La sensación le gusta y siento como se desvanece. Meneo suavemente mi dedito dentro del esfínter y sus gruñidos son animales. La cabeza de su verga late y siento el salobre del primer semen en mis labios. Finalmente se desborda y parte del semen se me escapa bañándome el pecho mientras Ignacio colapsa entre mis piernas de placer.

Trato de quitarme el pañuelo y solo sirve para que estas manos fuertes se apoderen de mis muñecas y no me dejen mover. El intruso sale debajo de mi dejándome acostada en el piso mientras por lo que creo escuchar se viste rápidamente y se retira de la escena del crimen. Acurruco las piernas hacia mi pecho sintiendo como el semen se me escapa de mi cuquita y rueda por mis nalgas y pierna hasta manchar la alfombra. Espero con tranquilidad maravillándome de las sensaciones vividas en estas pocas horas desde que llegué a esta gran ciudad. Joder, pienso, si sigo así voy a terminar ninfómana. Aún así, me faltaba algo y sabía que era

Ignacio regresa y finalmente me quita el pañuelo de la cara. A modo de disculpa solo me comenta que el intruso es el dueño de la tienda y por eso el tenía que obedecer para preservar su trabajo. Me dieron ganas de abofetearlo pero su cara angelical reflejaban algo de celos por haberme tenido que compartir y era ese precisamente el sentimiento que deseaba sentir y sobretodo reproducir en un hombre. Lo abracé con mucho cariño y le dije que realmente lo había gozado y que desde el muy principio él había permitido ese goce sexual tan esplendoroso y abundante de mis últimas horas. Lo bese en los labios como cuando las novias besan a los novios. Con mucho amor y cariño. Él me devolvió el beso con el mismo cariño y amor. Permanecimos abrazados por un rato largo hasta que entendimos que era hora que yo finalmente pudiera vestirme y salir a conocer la ciudad.

En esta oportunidad la selección de Ignacio fue un poco más discreta de pantalones a la cadera, blusa corta y botines de alto tacón. Lucía espectacular y sabía que era casi como su muñeca de la cual él se sentía muy orgulloso. La ropa interior seguía en el estilo del hilo dental o tanga y sostenes de media copa para resaltar mis senos. También me dio algunos paquetes adicionales como regalo del dueño de la tienda. Me sorprendió pero no era el momento de hacer preguntas necias. Salimos juntos a pasear y conocer la ciudad. Recorrimos lugares turísticos y terminamos recorriendo centros comerciales tomados de la mano, comiendo cotufas y pasándola de maravillas en el parque de diversión y todo a pesar de que como parejas yo le llevaba a él suficiente edad para ser su tía. No me importó y al regresar al hotel me sentía feliz, satisfecha y bastante cansada. Levaba mis manos ocupadas con los paquetes de la boutique y para desilusión del recepcionista, no hubo picón que ver

Solo pensar que mañana era día de trabajo y tenía que asistir a la reunión de negocios me cortaba mi grato momento sentido. Al llegar a la habitación, me encontré con sendas notas de mensajes de mi jefe que reclamaba mi atención inmediatamente. Instantáneamente, mi yo ejecutivo tomó posesión y mis responsabilidades laborales prevalecieron ante cualquier entretenimiento personal. Llegó la noche con su concierto de estrellas liderizado por una hermosa luna llena y el sonido intermitente del ruido mundanal de la calle. Llegó el sueño y la necesidad del descanso

TRAVIESA - Capitulo 5. Pablo

Me desperté muy temprano por la ansiedad de la reunión del trabajo y decidí para aliviarla, abrir los paquetes que me habían regalado. Encontré un conjunto de dormir y pantaletica negra muy bonitas y sensuales y de inmediato me las probé. No se veían nada mal y realmente eran muy sensuales, ideales para esa bonita noche de amor que siempre le reservas al hombre que quieres tener entre tus brazos. La tanga era transparente y se podían ver mis labios depilados… todavía algo rojos por el trajín de estos días pero con la cremita de Kike se aliviaba rápidamente y amanecía lista para otras experiencias. Había más ropa interior en los paquetes y una bella falda de cuero con su respectiva blusa de combinación. Me pareció buena idea usarla para la reunión de la mañana y olvidarme de mis viejos trajes de gabardina totalmente fuera de moda. Poco a poco se fue desarrollando esa necesidad de sentirse algo más que deseada pero inmediatamente la borre de mi mente.

Me aliste, solo tomé café y salí para mi reunión. Al llegar me encuentro esencialmente el mismo equipo de trabajo quienes tienen palabras de elogio al verme vestida con mi nueva ropa. Algunos se atrevieron a flirtear abiertamente conmigo y me encantaba la atención. Me dirigí a llamar por teléfono a mi jefe y mientras conversaba sentí una mirada la cual aunque suene tonto me era conocida. Al girar me encontré con el propio Pablo quién silenciosamente había estado observándome desde la puerta de la pequeña oficina. Aunque sabía que no había oído nada importante y que su motivo de estar ahí eran mis piernas, hice un gesto de contrariedad para que entendiera que necesitaba la privacidad. Se retira y cierra la puerta esta vez.

Finalmente se inicia la reunión en la cual me encontraba sola contra el mundo. Pasaron las horas y mis argumentos cada vez eran más convincentes y duros de rebatir. En oportunidades tomaba una posición conciliadora tratando de convencer a sus jefes de que yo tenía la razón. En vista de que tenía la mirada de todos en mi, no podía agradecérselo con gesto y tomé nota para agradecérselo posteriormente. Llegó el mediodía y salimos juntos a almorzar a un pequeño restaurante cerca de las oficinas y nos sentamos a comer platicando tal viejo conocido. No toque una sola gota de alcohol a pesar de las insistencias del Presidente de la compañía de que tomara una copa de vino. Para mis adentros me dije que pensaba ese viejo de que iba a caer en esa artimaña. Pablo estuvo a mi lado muy pegado por lo estrecho del lugar y su colonia me impregnaba la aletas de mi nariz, trayendo recuerdos de apenas el día de ayer. Coño, tiene que ser casualidad pero es la colonia que usaba el intruso el día anterior en la tienda de Ignacio. Regresamos y continuamos con las discusiones las cuales parecían nunca acabar. Seguimos trenzado en argumentaciones y continuamente no podían rebatir mis argumentos. Finalmente ya bien entrada la noche el Presidente se excusa con sus ejecutivos y sostiene una reunión aparte. Solo unos minutos más tarde entra el solo y se acerca a mí como un viejo amigo.

Extiende su mano y con una amplia sonrisa me dice que jamás había tenido el bonito placer de negociar con alguien tan hábil y bien preparado. Cerramos el trato con un apretón de mano y me informó que Pablo había sido delegado para la elaboración de los documentos necesarios, además de responsabilizarlo por mi seguridad porque según el presidente, una mujer tan bella no puede andar sola por las calles de la ciudad. Dicho y hecho entro Pablo acompañado de otro de los ejecutivos y me felicitaron. En esta oportunidad mis ojos si se encontraron con los de él los cuales brillaban de una manera distinta. Nos despedimos del resto de los ejecutivos y en compañía de Pablo nos dirigimos al estacionamiento.

Mientras bajamos por el ascensor él y yo le di las gracias por la ayuda que me había prestado durante las reuniones y solo se limito a decirme que de alguna manera debía retornarme los momentos gratos. Lo tomé como un piropo y lo deje pasar. Salimos al estacionamiento y mi inmensa sorpresa es ver el mismo hermoso carro japonés gris y con voz entrecortada le pregunto si es de él. Solo responde con una inmensa sonrisa y me dice que también el negocio es de él. Casi me desmayo, de manera que el intruso que prácticamente me violo pero con mucho placer era él. No sabía como reaccionar aunque mí cuquita ya comenzaba a flaquear y dejar escapar sus fluidos. Tartamudeaba y opte por callarme. Él no parecía preocupado y me comentó que íbamos a comer en una pequeña tasca que conocía y donde la comida era muy agradable y el ambiente tranquilo y muy íntimo. Me senté en el carro sin decir palabra hasta que llegamos al restaurante. La música suave en el reproductor y un manejar pausado y muy seguro permitieron que me relajara y recuperara el habla y mi capacidad de análisis. Llegamos al sitio y en efecto era muy discreto y chic. Nos sentamos como viejos amigos uno al lado de otro y comenzamos a tomar vino mientras devorábamos unas entradas. La conversación derivo del trabajo a lo personal y luego a lo íntimo

En estos momentos el vino, el ambiente y el saber que el intruso era Pablo se mezclaron para producir una sensación de paz, amor y sensualidad. Deje que Pablo me abrazara cariñosamente y me manifestara sus temores y necesidades. Comprendí que en lo personal, necesitaba mucha atención y amor. Ese último sentimiento era reciproco y me gustaba. Aprovechando la penumbra del lugar Pablo me roba algunos besos en los labios que se los devuelvo con cariño. Todavía estábamos muy lejos de la pasión pero nos acercábamos rápidamente. Luego de consumir dos botellas de vino y suficiente comida decidimos salir y caminar un poco pero cambiamos de idea por lo entrada la noche. Él me mira como perrito vagabundo y le acepto su invitación a su apartamento. Me pide que retire mis cosas del hotelito de manera que no tenga problemas con el regreso al día siguiente. Estaba dispuesta a todo y así lo hice.

Llegamos a su apartamento y casi sin darme chance de soltar la cartera me agarra por la cintura y comienza a besarme con deseo y pasión. Dejo que se deleite con mis labios y le meto la lengua profundo en su boca. Me la succiona como un sediento mientras la suya trata de hacer lo mismo. Mantenemos el beso francés un arto y nuestras manos mientras tanto han comenzado a desabrochar botones, cierres y similares que encuentren en su camino. Al poco rato quedo solo con unas bonitas tangas blancas y el desnudo frente a mi. El impulso fue inmediato me arrodille y tome su verga que ya estaba erecta y esperando atención comencé a mamársela suavemente acariciándole el glande con mis labios y la punta de la lengua. Luego le succionaba solamente que el glande mientras mi lengua jugaba con el borde inferior donde termina el frenillo. La intensidad aumentaba y termine engulléndomelo todo hasta el fondo. Su sabor salobre acompañado de su olor típico de hombre aumentó mi lubricación. Los gemidos de Pablo aumentaban y parecía querer explotar. De re repente me sujeta la cabeza y me la retira haciendo que me levante y me acueste en una mesa de centro de cuadros al lado de un sofá azul.

Aún con el tanga puesto comienza a comerme mi cuquita con suavidad y conocimiento. Apartando la tela de mis labios se deleita primero con mi aroma y busca el efecto de las ferohormonas en su cerebro. No creo que necesite mucho de eso pero sus ojos se deleitan con la humedad que brota de mi túnel vaginal. Me dice que huelo a mujer en celo y que nunca antes había tenido ante sus ojos una imagen tan tierna y a la vez sensual. Sin más palabras introduce su lengua entre los pliegues de mi cuquita. Su lengua comienza muy despacio a hurgar entre mis labios y alrededor del clítoris. Succiona mis jugos que hace rato están fluyendo y siento como mi primer orgasmo comienza a formarse en esa zona entre el culito y la cuquita. Pablo aprieta fuerte su boca contra mi vulva y lame mi coño como si fuera un helado. El calor y aspereza de la lengua disparan mi orgasmo que se me escapa con gemidos de placer mientras le sujeto su cara contra mi sexo. Las contracciones de mi culito así como las de mi vagina reclaman otro tipo de atención y nuevamente Pablo empleando su creatividad decide penetrarme y me acuesta boca arriba pero toma mi pierna derecha y me la levanta de manera y me lo mete y comienza a moverse. Siempre he sido algo estrecha de vagina, pero la excitación era tanta que la verga de Pablo entró suavemente pero estirando las paredes de mi vagina produciendo un oleaje de sensaciones divinas en la medida que su cabeza llegaba a lo más hondo de mi vagina.

Sus movimientos eran lentos buscando la mejor posición y el tempo correcto para que mi orgasmo volviera a formarse. Me sorprende la capacidad de aguante de él a pesar de continuar con un maraqueo continuo. Solo se le escapan expresiones llamándome su putica o eres una zorra divina que te gusta que te lo metan. Esas expresiones más que ofenderme me excitan y le respondo que soy su putica y que me coja como más le guste. Mis tetas a pesar de estar olvidadas por él me las agarro y me aprieto los pezones hasta que se ponen erectos esperando una caricia más tarde. Baja mi pierna y regresa al viejo misionero pero para aprovechar y besarme y chuparme las tetas que lo están necesitando a gritos. En el frenesí del momento agarro sus fuertes nalgas y lo ayudo con el movimiento. Mis dedos traviesamente juegan con su rajita del culo y parece agradarle afloja su esfínter y deja que mi dedo medio busque entrar ligeramente y solo sirve para que sus empellones sean más fuerte. Mis jugos fluyen abundantes y ruedan por mis nalgas y él continúa con sus besos y caricias.

No hay manera de saciar a este hombre es lo que pienso y le digo para cambiar posiciones. Me voltea de lado y en forma de cuchara vuelve a introducirme su hermosa verga pero por detrás. Sus manos las tengo sobre mis tetas y mis libres para estimularme directamente el clítoris aunque realmente no me hace falta. Mi orgasmo vuelve a dar inicio y comienza a formarse en la punta de mi vagina donde por efecto de la forma en que me lo esta metiendo parece que entra en contacto con mi punto G produciéndome sensaciones indescriptibles. Cójeme, cójeme Pablo!, le grito y mis gemidos llenan el salón. Giro mi cara para besarlo, o más bien mamarle su lengua. Sus manos aprietan mis pezones y acarician con cierta rudeza las tetas, ahora si siento como su verga comienza a latir y apuro mis propias sensaciones porque quiero acabar con él simultáneamente. El torrente de expresiones sexuales que salen de su boca solo es interrumpido cada vez que lo beso o me chupa los senos. De repente me aprieta hasta hacerme daño y con un gruñido animal deja escapar su leche caliente que llena mi vagina, pero mi orgasmo no llegó por efecto de la reacción final de Pablo.

Siento como afloja la tensión del cuerpo y se queda apretado a mi hasta que su verga pierde tamaño y deja escapar la mezcla de su leche con mis fluidos vaginales que corren libremente por mi muslo manchando la bonita alfombra de la sala. Cuando regreso del baño me encuentro a Pablo acostado boca arriba y me abraza con mucho cariño y ternura. Me pide disculpas por la reacción pero es que le provoco tanto placer que pierde el control de sus reacciones. Le digo que no se preocupe pero que necesito un poco más de su verga dentro de mi y quitándome la pantaletica me volteo y me monto encima de él. Me coloco en posición 69 y comienzo a jugar con su verga la cual comienza a tomar cuerpo rápidamente, él parece un poco remolón en mamarme la cuquita que a pesar del buen baño todavía deja salir algo de sus propios jugos seminales. Su sexo huele a hombre con esa mezcla de líquidos seminales y vaginales, ese olor me excita y comienzo a lamerle los huevos poco a poco asfixiándome con su aroma. Le agarro su verga y me acaricio la cara con ella, continúo con mis juegos agarrándole los huevos con una mano mientras le chupo la cabeza con la otra como si fuese una fresa con crema.

Pongo mis labios en puchero y le absorbo el huequito en la punta mientras mi otra mano pasa de sus testículos a su rajita del culo. Su excitación va en aumento hasta que no se aguanta y comienza a comerme la cuquita, separándome los labios con la mano y traviesamente tocándome el clítoris con la punta. Tiene mi huequito del culo al frente el cual aprieto y aflojo por efecto de su lengua que toca puntos que envían impulsos eléctricos en todo mi sexo. Aprovechando mi saliva y parte de sus jugos seminales le doy una majada a su verga para arriba y para abajo mientras le succiono todo el glande en mi boca y mi lengua gira como loca en la piel de su prepucio que le saco un gemido de placer. Me detengo porque desde que lo vi he tenido el sueño y deseo de hacérselo yo. Me paro y le digo que se quede quieto que lo voy a montar y le voy a dar la cogida que nunca antes había gozado.

Me agacho lentamente encima de su verga y comienzo a metérmela poco a poco, la excitación, la cogida anterior y su leche son la combinación perfecta para que mi cuquita deje pasar su huevo sin irritar pero llenando los espacios y separando las paredes vaginales con su cabeza hinchada. Inicio el juego y sin dejar que me toque al principio solo entra en contacto su verga entrando lentamente en mi caliente cuquita. Me inclino hacia su hermoso y velludo pecho y dejando que se meta un poco más, comienzo a mamarle los pezones que se le ponen duro. Su piel esta salada por el sudor y sus gemidos aumentan. Sus jadeos parecen indicar que va a acabar y sus manos me aprietan las nalgas con furia. Comienzo a subir y bajar desaforadamente y sus dedos buscan el huequito del culo.

Mi boca esta encima de la de él y mi lengua se la meto entre sus dientes para que me la chupe. Somos sudor, saliva, fluidos sexuales y pareciésemos que flotáramos en un mar de placer. Mi orgasmo viene en camino separo mi cara para tomar aire y dejar escapar un gritico de placer y concentrarme en su verga que continua entrando y saliendo. Mis ejercicios de aerobic me permiten mantener el ritmo y a pesar de que mis rodillas protestan sigo subiendo mis nalgas con un ritmo mayor. Siento desvanecerme con las convulsiones vaginales y su dedo insertado en mi culo, le agarro los cabellos y me aprieto a él sintiendo como su cuerpo se tensa y su leche caliente se derrama dentro de mi, mantengo a duras penas mis movimientos para ordeñar hasta la ultima gota de semen de su verga. Quedo exhausta y complacida encima de él.

Había conseguido el polvo correcto. Todos estos días cargados de sexo solo sirvieron para preparar este momento. Me acurruco a su lado y dejo disolverme en su calor. Nuestras respiraciones poco a poco se acompasan y al final nos quedamos durmiendo tales amantes que hemos sido en esta noche de verano

Final.

Como era de esperar de dos cuerpos que descansan a placer, nos quedamos dormidos y se hizo tarde para presentarnos al trabajo. No hubo chance para echar el polvito mañanero o del mudo, y salimos corriendo a la oficina donde nos esperaban hace un buen rato. Contrario a lo que las caras de algunos ejecutivos pensaron, joder, no hubo tiempo de nada. Luego de cumplir con las formalidades del contrato y sin darme cuenta, me encontraba camino al aeropuerto en una limosina de la empresa mientras mi amado Pablo tenía que quedarse para reportar a su junta todo lo concerniente a la negociación.

Un vacío en el estomago me acompañaba y unas lagrimas llenaron mis ojos… solo el ardor en mi culito y la satisfacción en mi cuquita llenaban el vacío del cariño y del amor. Al final una sonrisa de placer se desdibujo en mis labios y un suspiro de satisfacción llenó los espacios del carro. El chofer muy bien parecido por cierto, me mira a través del espejo retrovisor con una sonrisa maliciosa la cual se la devuelvo con la misma picardía. Bueno, esa es otra historia realmente