Travesuras perversas (un mal día para Rosa)
Recuerdo éste pequeño episodio de mi cachonda vida y no me siento muy orgullosa al evocarlo: A través de una pobre niña, dando rienda suelta a cierto sadismo "light" que quizás todos llevamos dentro, satisfago mi morbo, sometiéndola a juegos muy pesados.
La verdad no me resulta muy agradable recordarlo, por la pobre chamita, pero bueno, a lo mejor era su día, sin embargo, a veces me mojo un poquito rememorándolo. Era de tarde, casi las tres y ya había salido del Liceo, iba para la casa, acompañada de Teresita, a fin de ayudarla con sus tareas, tal como me había comprometido con ella. Han pasado ya varios meses desde mi experiencia traumática con Teresa (si quieren saber que pasó deben leer "Les presento a Teresita") y poco a poco he podido establecer una relación con ella, mas o menos de amistad, pero sin intimar mucho todavía, hasta esa tarde. Al llegar a mi barrio veo otra niña vecina, que andaba correteando por ahí: Era Rosita Gómez, una peladita de doce años.
- "Hola Susana, ¿Qué hay?"- me dice alegre.
-"Todo bien Rosa"- le contesto, con cierta cara de fastidio. Rosa, la verdad no me caía muy bien, además de ser una niña de primaria, con las cuales ya no me junto, me había resultado molesta en varias ocasiones por sus actitudes de niña inmadura, me había acusado varias veces con su mamá, Rosa Miranda, una bicha chismosa, "cuaima" y medio puta, que de paso le tenía unas "ganas" a mi tío, yo también le tenía unas ganas: ganas de matarla a la vieja zorra esa, por su culpa mas de una zurra recibí de chiquita.
"¿A dónde van? ¿Y ella quien es?"- pregunta la niña impertinente.
"Eh, ella es Teresa, una amiga, vamos a la casa a hacer una tareas del Liceo".
"¡Ah! ¿Puedo ir con ustedes? Es que estoy como ladillada".
-"¿Y tú no deberías estar en la Escuela ahorita, Rosa?"-le pregunto, la muy pícara hace un gesto de risa tonta y dando brinquitos alrededor mío responde con alegría: "Adivina: ¡Me jubilé de la Escuela!".
"¿Con que esas tenemos?", pensé para mis adentros, sabía que Rosa Miranda era una madre muy estricta, la había visto golpear a Rosita y a sus otros hijos en el Colegio, en la calle, delante de todos, sin importarle nada, por la mas mínima travesura, no toleraba "imperfecciones" en sus críos, "ya te tengo, carajita", pensé, era mi oportunidad de vengarme de la escuincla ésta, y de paso, tal vez hacerle amargar la tarde a la perra de su madre.
"¿Así que te jubilaste de clase, picarona?", dije, "me pregunto que opinará Rosa de eso, ¿Que tal si le preguntamos?". El rostro de la niña cambió violentamente, volviéndose muy serio y angustioso, "Tere, vente, te voy a presentar a la mamá mas arrecha del barrio, ya vas a ver como trata a sus hijos, en vez de correa tiene un cable para darle pelas, ¿alguna vez viste un culo del color de una berenjena?, vas a ver como se lo ponen a Rosita, va a ser divertido, ¡vente, vente!".
"¡Noooo!", grita Rosa, angustiada, halándome del brazo con todas sus fuerzas, yo le hacía oposición yendo en dirección contraria, en dirección a la casa de su madre, "¡no le digas nada Susanita, me va a matar, no le digas nada, no vayas, no vayas, me va a moler a palos!".
"¿Y a mí que me importa?", le contesto, "¿tú eres familia mía?, que te jodan, que eso es lo que quiero ver, pendeja", logro zafarme del débil bracito de Rosa y voy decidida con el chisme a su madre, cae la pobre niña de rodillas en la calle, llorando a moco suelto, suplicándome que no fuera a su casa, me volteo y la veo al tiempo que le dirijo una mirada cómplice a Teresa, quien sonríe con sorna: "Mira a la carajita, Susana", me dice, "mira como llora, como muchachita chiquitica, en vez de pantaleta seguro usa pañales todavía".
"Bueno, ¿Qué hacemos Teresa? ¿Le echamos paja con su mamá o la perdonamos?", le pregunto a mi amiga, "vamos a perdonarla chama, la llevamos a la casa y veremos qué hacemos con ella."
Teresa, quizás sin proponérselo, me había dado una idea que me vino a la mente en chispazos de segundos y que cambiaría el curso de esa tarde calurosa: Al perdonar a Rosa me daría tiempo en casa de inventar un castigo, una "travesura" quizás mejor que el simple hecho de irle con el chisme a la madre de Rosita. "Esta bien Rosa, no te voy a echar paja, pero te vienes conmigo a casa y harás lo que yo te diga, sino creo que tengo el teléfono de tu casa por ahí anotado".
"No, no, está bien, bueno, voy con ustedes, de todas maneras iba a ir, ¿no?", me responde la niña, así partimos a casa para una tarde que prometía ser entretenida.
Al llegar a casa dejo a las chicas en la sala y reviso por todas partes, sólo están mi amado Choclo, mi perro, que me recibe con cariño, y, al revisar la habitación de mi tío, lo consigo profundamente dormido, roncando y desnudo, para mí eso es natural, ya lo he visto desnudo o en paños menores antes, es una costumbre en casa, para mas comodidad y debido al calor intenso que caracteriza a mi pueblo, claro que él no sabe-digo yo- que yo lo he visto desnudo mientras duerme, de hecho, todos en casa hacemos eso, dormir desnudos. Regreso a la sala, sirviendo de anfitriona, sirvo unos frescos, unas mandarinas, Choclo olisquea a las niñas, Teresa se sorprende un poco, se siente un poco cohibida por su tamañote y me pregunta: "¿Es él? ¿Él es el perro?", yo respondo con cierta sonrisa cómplice: "Si, es él", Teresa, que conoce mi secreto, no puede dejar de soltar un "Güao" calladito, Rosita se mantiene ignorante de todo, mientras acaricia la cabeza del perro.
Transcurre la tarde, mas refrescos, algunos dulces, repaso algunas cosas con Teresa, mientras Rosa corretea y hace ruidos por la casa, al poco rato, viéndola hasta medio feliz, me aburro, veo la botella de un refresco y se me prende el bombillo: La Susana sádica estaba empezando a salir.
"Bueno chamas, me fastidié, vamos a jugar algo, ya sé vamos a jugar a la botellita".
Nos vamos a un lugar despejado de la sala, Choclo duerme en el patio, nos ponemos en el piso, alrededor de la botella, "bueno, la cosa es así, ya ustedes saben como es, le doy vuelta a la botella y a la que apunte tiene que hacer lo que yo le diga, pero tiene que hacer lo que yo quiera, no quiero cómicas, sobre todo tú Rosa, mira que estamos pendiente", les advierto, ambas asienten en silencio, comienza el juego.
Le doy vueltas a la botella y, ¿saben que pasó? Lo que yo quería: ¡Quedó apuntando a Rosita!
Rosa queda expectante, como si supiera mis intenciones malvadas, le digo: "Bueno Rosa, tienes que hacer lo que yo te diga, y lo que quiero que hagas es que te quites la pantaleta".
"¡No, no, no!"- dice rosa, negando con la cabeza y levantándose del piso.
"¡Como que no, no joda! ¡te dije que tenías que hacer lo que yo te diga! ¡quítaleta!".
Como niña regañada, obedece y se quita su pantaletica amarilla, sacándose su blusa blanca de la falda azul (hay que decir que las niñas de primaria usan camisa blanca y falda azul oscuro, mientras las de secundaria usamos camisa azul claro y falda azul oscuro), "¡Dame acá!", le digo arrebatándole la prenda de sus manitas, la niña chilla y pelea por su prenda interior, pero yo soy un poquito mas alta y mas fuerte que ella, así que la tengo a raya, "Cálmate Rosita, mira, ahorita es tu turno y si sale Susana, tendrá que hacer lo que tú le pidas", interviene Teresa, así que la niña se calma y se dispone a darle a la botella, al girarla ocurre tal como había dicho Tere: la botella apunta hacia mí.
"¡Ajá!, ahora me toca a mí", dice Rosa regocijada, "y lo que te voy a pedir es que ¡te quites la pantaleta tú ahora!", yo usaba la de ella como sombrero en mi cabeza, sonrío cuando oigo semejante petición, "¡Ah! Eso no se va a poder, Rosa" le digo, "¿Cómo que no? Tú tienes que hacer lo yo te diga, yo hice lo que tú me dijiste", reclama, "si Rosa, pero es que hay un pequeño detalle: ¡No tengo pantaleta!", al decir esto levanto mi falda azul del uniforme para mostrarle mi cuchara al aire, protesta la niña, pero ni modo, ya su turno había terminado, tocándole ahora a Teresa, al girar la botella, ésta apunta hacia Rosa, Teresa hace su petición: "Quiero quiero quiero que le toques las tetas a Susana". Teresa vaciló, medio temerosa, quizás esperando una reacción mía adversa, realmente me sorprendí un poco de la demanda tan audaz, pero no me turbé, esperé a ver qué hacía Rosa, quien, ni corta ni perezosa se abalanzó sobre mí, pellizcando mis pequeños senos, otra reacción igualmente audaz, de desquite lógicamente.
"¡Ay! ¡Maldita! ¡Me pellizcaste duro!"- reprocho.
"Yo nada mas hago lo que me mandó Teresa", me responde la niña, con cara satisfecha.
"¿Con que esas tenemos? Ya vas a ver, mariquita", pienso, era hora de aplicar mano dura y perversa. "Es mi turno ahora", indico, giro la botella y pasa lo que busco: Apunta a Rosa.
"¿Saben qué muchachas? Ya me aburrí de éste juego, Rosa, voy a llamar a tu mamá para que te venga a buscar, yo después te presto una pomada para los golpes", la reacción no se hizo esperar, una expresión de miedo se dibuja en el pequeño rostro de la niña, de piel muy blanca por cierto, ojos cafés, bastante flaquita, pelo negro recogido en dos moñitos, de cuerpo propio de su edad, aún mas infantil que el de Teresa, la cual ya tenía al menos unos senos rudimentarios para lucir, al contrario de Rosa, completamente plana.
"Pero pero no, ¿porqué Susana? No la llames manita, anda, vamos a seguir jugando, yo me porto bien, no la llames ¿si?"
"Es que no haces caso niña, no vas a querer hacer las cosas que te mando, es mejor que la llame y que te pegue de una vez, así sales de eso, para la semana que viene ya los morados no se notarán mucho". El Rostro de Rosa era todo un poema, ya empezaba a hacer pucheros.
"Nooo, Susana, no la llames, por favor, yo haré lo que me pidas", sus ojos húmedos me decían que ya la tenía en mis manos.
"Bueno, okay, vamos a ver cual será tu castigo, mmmm, déjame ver "
En ése preciso instante, un silencio se hace en la casa y logro oír los sonoros ronquidos de mi tío desde su habitación, el "chispazo" se apodera de mi mente, y mi corazón late mas fuerte.
"Vente, Rosa ya decidí tu pena, ven conmigo", Teresa nos sigue tras nosotras, abrimos la puerta de la habitación entreabierta y entramos a ella, tuve que taparle la boca a la tonta de Rosa que se quedó de una pieza al ver a aquel hombre desnudo, otro tanto hizo Tere, pude ver como concentraba su mirada en el pene dormido de mi tío, acostado de piernas abiertas en su cama King size, que casi ocupaba toda la habitación, para las niñas era un espectáculo de Shock, era obvio que jamás habían visto un hombre desnudo o una verga viva, al menos no en persona. Acerqué mi rostro al oído derecho de Rosa, susurrando: "Esto es lo que quiero que hagas, lo que debes hacer, la botella apuntó hacia ti: Vé y tócale la paloma a mi tío".
Tuve que volver a taparle la boca a la carajita para que no gritara, el rostro de Teresa también era una oda al asombro, le recordé al oído que tenía el número telefónico de su mamá en alguna parte, su rostro de angustia no la abandonaba, su piel blanca había adquirido un rojo intenso en su faz, al fin, se armó de valor y con un empujoncito mío (bueno, en realidad fue un empujón bastante fuerte, casi se cae) se dispuso a cumplir con la encomienda. Con paso lento y dudoso se acerca a la camota, por ésta cama, compuesta por un Box spring bastante alto le resultaba difícil a Rosa llegarle a mi tío, pues estaba un poco retirado de la orilla, me dirige una mirada de súplica la cual respondo con una seña: Coloco mi mano derecha a mi oído, con el meñique y el pulgar estirados, haciendo como que estoy hablando por teléfono, esto la hace recapacitar y trata, con una muesca de asco, acercarse al pene de mi tío, pero no llega, así que no le queda otra opción que intentar montarse en la cama, monta su rodilla izquierda y se impulsa, se apoya en su mano izquierda y se alza un poco la faldita para poder abrir mas las piernas y no perder el equilibrio, por fin su mano se acerca al miembro viril y yo aprieto los hombros de Teresa, que observa sin perderse detalle, nuestros latidos van a millón; Un tímido toque a la verga y retira su mano, como si tuviera corriente, le susurro enérgicamente: "¡Tócalo coño!", con cara de amargura, ojos húmedos y dientes apretados, por fin la niña cumple su meta, toca con timidez la hombría de mi tío, flácida, pero bien formada, de tez clara, como el resto de su cuerpo lampiño, mi tío no es un atleta, pero a sus treinta y siete años se ve muy bien, con un cuerpo bien definido, si bien tiene una ligera pancita, por cierto que ése día logré notar que sus testículos, de color un poco mas oscuro que el resto de su piel, tampoco tenían pelos ¿será que se los rasura? Como sea, sigue Rosa tocando con cierto asco, sin embargo, no lo hace mal, incluso hasta con ternura, acaricia el miembro a todo lo largo con sus deditos rosados y entonces ocurre lo que yo esperaba: ¡La Verga de mi tío comienza a erectarse!
Rosa no se lo esperaba, retira su mano de inmediato al ver como se para poco a poco el Güevo, pero yo le exijo a que lo vuelva tocar, "¡Tócalo o llamo, pendeja!", le susurro con claridad, su rostro pasa de la angustia al verdadero pánico cuando le hago la seña, cerrando en el aire los dedos de mi mano derecha y sacudiendo de arriba abajo la mano, signo inequívoco de que comenzara a hacerle la paja a mi tío, cierra los ojos y, llorando en silencio, toma la polla, la cual procede a masturbar con suavidad, moviendo su mano de arriba abajo, allí, gracias a Rosa, pude ver en su totalidad lo que no había visto antes: La hermosa visión de el pene erecto de mi querido tío, palpitante, en la plenitud de su fuerza, listo para satisfacer a cualquier mujer exigente, eran como 22 centímetros de carne jugosa y gruesa, definitivamente mi tío es un hombre bien dotado, el gozo en mí era evidente, ya mi cuca, siempre caliente, empezaba a destilar sus aguas de deseo, es curioso, escribiendo esto me viene a la mente mi experiencia con mi hermana Ariadna (relatada en "Explorando a mi hermana"), tan parecida a ésta vivencia, sólo que aquí hay alguien mas participando. Recuerdo incluso que me pareció que Rosa como que aceleraba el ritmo de la masturbada, ¿será que pensaba que si mi tío se corría se acabaría todo mas rápido? ¿Será que ya lo disfrutaba? ¿O serían cosas mías? En eso estaba pensando cuando ocurre algo impensado: Mi tío, quizás debido al placer "onírico-sexual" que se le estaba dando, se mueve con brusquedad, Teresa y yo ahogamos un grito mientras Rosa hace un esfuerzo para no caerse, sentándose en la cama de cuclillas, acercando su cuerpo al de mi tío aún mas, con tan mala suerte que ¡se sienta en la mano derecha de mi tío! (recuerden que en ese momento ella no tenía pantaletas), queda su mano pues, atrapada en la entrepierna de su masturbadora. Como lamento no haber tenido una cámara en ése momento, no puedo describir con palabras la cara de Rosa en ése instante, la escena era de antología: su mano agarrando y masturbando, ya de forma automática, a mi tío- que comenzaba a mover sus caderas- mientras él le mete mano a su vez en su cuquita; Temerosa de despertarlo no se atrevía a dejar de hacer nada o moverse mas, entonces se oye un "MmmMMjjjjh" de mi tío, quien, con su mano derecha empuja mas aún contra su cuerpo el rostro y cuerpo de Rosa, enterrando aún mas sus dedos en aquella cuca de niña, el pánico y la emoción eran colectivos, no sé de donde se me ocurrió, pero arrojé la pequeña pantaleta de Rosa, que todavía tenía en la cabeza de sombrero, a la cama de mi tío, cayendo muy cerca de su cabeza, una locura total, Teresa y yo salimos corriendo de la habitación, dejando a Rosa por su cuenta. No salíamos del miedo, ante lo que podía pasar, ante lo que podría salir de aquella habitación, quizás pasó un minuto, que se nos hizo una eternidad, cuándo salió Rosa, silenciosa, empapada en llanto, con su faldita arremangada, dejando ver su chochito lampiño, toda sudada, dientes apretados, se me abalanza contra mí.
"¡Maldita! ¡ piazo e´puta! ¡Coño é tu madre! ¿Por qué me hiciste eso? ¡Desgraciada! ¿Por qué, por qué?"- me daba fuertes golpes en el pecho que yo trataba de atajar, riéndome.
"¿Pero qué pasó? "-interviene Teresa- "¿te orinaste también? ¿Y eso?". Efectivamente, un pequeño hilillo se veía desprenderse de su concha, le palpo la puchita y no, no sabe a orine.
"Coño no, Tere, creo que ésta puta hasta acabó", siguen mas golpecitos, mas risas, mas llanto y mas insultos y gritos.
"¡Que está pasando aquí!".
Nos quedamos de una pieza: Mi tío se despertó con el ruido, estaba en la entrada de su cuarto, se había puesto un short amarillo, estando descalzo y sin camisa, menos mal que a Rosa se le había bajado su falda por sí sola.
"No, nada tío, solo estábamos estábamos jugando".
"Ah bueno, trajiste a unas amigas, eso es bueno, siempre en cuando no traigas amiguitos a casa está bien.
Si tío, como digas, ella es Teresa, y ella es Rosita, de aquí del barrio.
Un placer Teresa, a Rosita ya la conozco, ¿tu mamá no es Rosa Miranda?-pregunta mi tío, sonriendo con interés y amabilidad, algo me decía en su rostro que aprobaba la presencia de Rosa en la casa, quizás para poder acercarse a su mamá, la putona esa de Rosa Miranda, nombrarla él me recordó que todavía tenía "ganas" de seguir "castigando" a Rosa.
"Si si señor"-contestó Rosita, agachando la cabeza, no parecía quererle ver el rostro a mi tío, el hombre a quien ella le estaba haciendo una buena paja hace apenas unos minutos. "Por cierto Susana, creo que esto es tuyo, ¿no?", dice mi tío, dándome la pantaleta amarilla delante de Rosa, quien observa con ojos desorbitados.
"¿Cómo llegó a mi cuarto?"- pregunta mi tío.
"La verdad no sé, seguro Ariadna se confundió cuando lavó la ropa y creyó que era uno de los tuyos" (Ariadna es mi una de mis hermanas, la del medio).
"¡Coño! ¡Ni que fuera marico! ¡Eso no se parece a un interior mas nunca!"
Nos reímos de la ocurrencia de mi tío, "y de paso, hasta me parece como muy pequeña para ti", me dice, "no tío, sí me sirve, ya verás", enseguida, delante de ellos, me pongo la pantaletica de Rosa, pero de manera que mi tío no viera mi totona, luego me quito la falda y les muestro la prenda puesta, la verdad, me quedaba algo apretada. Para los que piensen que ésta es una actitud audaz, debo reiterarles que desde siempre nos hemos acostumbrado a vernos en paños menores en casa, en interiores, sostenes y pantaletas, mis hermanas, mi tío y yo. "¿ves? Como dije, te queda pequeña", me dice, "Si tío, así se están usando, apretaditas", dije, sonriendo con picardía ante Teresa y Rosa que no salía de su estupor. Mi tío vá a la cocina, tiempo que aprovecha Rosa para exigirme su prenda íntima, yo lucho con ella, me zafo, Teresa ríe, yo evado a Rosa, entonces le digo: "Cálmate, okay, deja que me la quite y te la doy", se calma, me quito la prenda, la huelo, (mi camisa azul tapa mis partes), hago como que se la voy a dar, entonces se la tiro por encima de ella a Teresa, quien hace otro tanto y me la tira a mí, nos burlamos de lo lindo de la pobre carajita, Teresa se calma, hace como que se la vá a dar, la niña me da la espalda, tiempo que aprovecho para una travesura mayor y ¡Zuas! Le halo la faldita azul hacia abajo y se cae, quedando con el culito y totonita al aire, su camisita blanca no servía para taparla, mas risas, y un "¡Buaaaaaaaa, mi falda!" de la pobre chamaca, que empieza a lloriquear, escuchamos venir a mi tío, nos sentamos en la sala, Rosa no sabe que hacer, se pone detrás de una de las butacas, justo en el momento en que se viene mi tío y se sienta en ésa misma butaca, quedando Rosa exactamente detrás de él, su rostro, ya sudoroso, denunciaba una variedad de expresiones que para qué les cuento. Mi tío charla un poco, se pone a buscarle conversación a Rosa, que sólo atina a balbucear detrás del mueble, mi tío reclama:
- "Rosa pero ponte delante de mí, no te veo la cara, me vá a dar tortícolis si sigo hablándote así".
-"Si Rosa, anda, ven y siéntate en el sofá", le digo con malicia, la cara de puchero de la escuincla es de antología. En ése momento tocan a la puerta, mi tío se levanta y atiende, parece uno de esos inoportunos Testigos de Jehová, que salvan a Rosa del susto, pero sólo por un momentito, yo no me iba a quedar tranquila, todavía quería seguir fastidiando a la chava ésta. Continúa mi tío atendiendo al tipo en la puerta de la calle, dándonos la espalda, una seña a mi cómplice y agarramos a la niña por los brazos, le tapo la boca, la niña patalea, se revuelca y se defiende, entre Teresa y yo la tomamos y la dirigimos entre brincos y patadas de ella hacia la puerta, detrás de mi tío, ojos desorbitados, expresión de pánico, rostro carmesí, gotas de sudor, lagrimas a flote, patalea y alza sus delgadas piernas y se proyecta también su blanquísimo pubis adolescente, mi tío a pocos metros, el riesgo era máximo, mi sadismo no parecía saciarse, me estaba ensañando con la pobre niña sin pensar en las consecuencias para mí misma, ¿en qué estaba pensando? ¿Qué bicho se me había metido? Ésa no era yo, de repente, una mordida en la mano me hace volver en sí, Rosa se me escapa y se esconde detrás del sofá, justo en el momento en que mi tío termina de atender al vendedor de revistas religiosas y se voltea hacia nosotros: "Susana voy a salir un momento, voy aquí mismo, me pongo la camisa y me voy, mosca con lo que haces, te dejo con tus amigas". Sale mi tío unos minutos después y yo volteo hacia el sofá, oigo a Rosa sollozando, la veo agachada en posición fetal, estoy a su espalda, que la tiene arqueada, rostro oculto entre sus manos y el piso, aprovecho y le proyecto su blusita hacia delante y ¡zuás! Logro sacársela, dejándola ahora completamente desnuda.
"¡Buaaaaaaa! ¡noooooo! ¡Mi camisa! ¡Dame mi camisa!", mas chilladera de la mocosa, seguimos jugando, ahora la tenemos desnuda correteando por toda la sala, persiguiéndonos, se desespera y se rinde, tirándose desnuda en un mueble, para llorar arrollada a moco suelto, nos reímos y nos cansamos también, me tiro un momento en el sofá, con la falda de Rosa en la mano, explayada. Veo la Televisión y digo: "Teresa, ¿has visto alguna vez una película porno?", Teresa mueve la cabeza en señal de "no" y me paro yendo al cuarto de mi tío, allí él guarda algunas películas en V.H.S. que él cree que mis hermanas y yo no sabemos que las tiene escondidas, me llevo la blusa y la falda de Rosa, que había caído en un rincón de la sala y las dejo en el cuarto de mi tío, al rato regreso con una cinta, "El nuevo enganche de Sexo" un viejo trabajo fílmico de los ochenta, con Gynger Lynn, una de mis favoritas y de mi tío, claro-lo pongo en el aparato y me quito mi blusa azul y la franela, quedando con mis teticas al aire, que son pequeñas pero eran las mas grandes que habían en la sala esa tarde. Comienza lo bueno, doble penetración de la catira puta-actriz y me caliento a lo arrecha, comienzo a masturbarme y a botar mis jugos, empapando la pantaleta de Rosa, que me había vuelto a poner, Teresa alterna su visión entre la película y mi dedos juguetones en mi puchita, tragando grueso, veo que con timidez comienza a tocarse por encima de su falda, entonces le digo "Desnúdate" y la chica sin mostrar dudas obedece, quedando en segundos su cuerpo ante nosotros, como su mamá la trajo al mundo, cuerpo pequeño, moreno claro, mas claro que el de Rosa, delgada pero no tan flaca, a diferencia de Rosa, senos aún mas pequeños que los míos pero con sendos pezones oscuros y carnosos, desproporcionados y erectos. Rosa se queda callada viendo todo, aún seguía encogida en el mueble, en posición fetal, pero mas tranquila, su pequeña vulva sobresalía entre sus piernas recogidas. Allí estábamos las tres, tres chamacas desnudas, viendo una porno, sólo con nuestros zapatitos negros del colegio, y yo, dándome dedo en mi cuca. Al rato alzo un poco la cabeza y veo a Choclo atento desde el patio, su fino olfato le decía que cerca había "hembras en celo", se me alumbra el bombillo de puta, otra vez.
"Ven Teresa, creo que esto era lo que me habías pedido", le digo, y me la llevo al patio, con Choclo, mi fiel perro me espera y me muestra la panza, su pene se asoma de su funda, lo tomo, había cumplido la promesa que le había hecho a mi hermana de no acercarme a mi perro con intenciones sexuales (leer "Atrapada, abotonada y castigada"), pero ¡rayos! ¡Como extrañaba aquello! Voy manipulando con suavidad la funda y la barriga de mi perro, responde con lentitud pero con firmeza: Su verga se vá despertando, Teresa tiene el rostro sudado, expectante, boca abierta y ansiosa, me mira como preguntándome que hacer, los 22 centímetros de carne canina están a plenitud, se vá formando su bola carnosa también, el potente nudo, ¡coño! ¡Como me hacía falta esa bola en mi cuca!
"Ya está listo Tere, ahora chúpalo", le digo a Teresa, "¿chu chuparlo?, ¿tú tú has hecho eso?", me pregunta dudosa, "Ssssi, si, si, claro, anda dale", le mentía por supuesto, los que me conocen pensarán que yo lo he hecho todo en Zoofilia, pero no, la verdad, si bien, he bebido la leche de Choclo, nunca le había hecho una felación directa a su miembro, sé, por Internet, videos y fotos, que se pueden hacer muchas cosas con los animales, pero a la fecha, yo solo he follado, me he dejado coger por mi perro al estilo "doggie", alcanzando fuertes corridas (él y yo) pero mas nada, hasta el momento, aquello entonces sería un experimento y una primera vez para ambos, perro y Teresa. Mas confiada en mi respuesta, mi nueva amiga-perra se dispone a ponerse como becerra, a mamar verga, con pausa vá bajando al miembro canino, duda por unos segundos, pero al dirigirme la mirada yo asiento con mi cabeza y , sosteniéndole yo la polla por la base, rápidamente la engulle hasta la mitad, arrugando la cara, "con cuidado chama", le digo, "mama con suavidad, no le pegues los dientes, ya él está mojadito por naturaleza, sé que su sabor es un poco fuerte pero ya te acostumbrarás, te vá a terminar gustando", evidentemente hablaba por mi experiencia, extrañaba el sabor de la abundante esperma de Choclo. Teresa se aplica de veras, succiona con suavidad pero con firmeza, tratando de engullir lo más que puede aquella polla canina, yo uso mi mano libre, sentada al piso, para seguir haciéndome la paja, Teresa hace otro tanto, Choclo sigue tranquilo, gozando del tratamiento de la nueva perra, Teresa lame, sigue mis consejos, yo, que he mamado güevos humanos y he visto videos de zoofilia tengo una idea de cómo se hace, chupa con delicadeza pero con energía, probando el líquido prelubricante, yo acelero mis dedos y pronto alcanzo mi acabada, empapando la pantaleta de Rosa, un rato después, Choclo sorprende a Teresa con una corrida que casi la hace vomitar, derramando su semen en su propia panza, me quito la pantaleta y trato te secarlo con delicadeza con ella y luego le seco los líquidos a Teresa de su cara, pecho y su cuca, bastante húmeda por cierto, con la misma pantaletica que a estas alturas está perdida de suciedad y olores, lo soltamos y se endereza y se vá, nos vemos un momento y sonreímos complacidas, me volteo y veo a Rosa incorporada en el mueble, por lo visto no se perdió ni un detalle del show que le montamos, entonces me doy cuenta de algo insólito: ¡La puerta de la calle había quedado abierta!
Me paro rápido y le digo a Teresa: "Teresa, anda a la puerta y quédate un minuto parada ahí, a ver quien viene", Teresa tarda un par de segundos y se dirige, desnuda y bañada en semen perruno, a la puerta abierta, Efectivamente, la loca ésta se para en la puerta, en traje de Eva, viendo la gente pasar, yo le había dicho en son de broma, pero me obedeció como si yo hablara en serio, ahora que lo pienso, Teresa había asumido una actitud de plena obediencia a mí durante toda esa tarde, sin protestar ni opinar siquiera, aún en cosas lógicamente malas, ¿qué quiere decir esto? Y naturalmente aquello, además de que me gustaba, podía serme de utilidad.
"¡Vente para acá loca! ¿Quieres parar el tráfico? ¡Me vas a meter en peo!", le digo, al tiempo que me dirijo rápidamente a cerrar la puerta, "Es que yo pensé que era una penalidad del juego de la botella", me dice la tonta de Teresa, al pasar por donde estaba sentada Rosa le tiro su pantaleta sucia en la cara.
"¡Buaaaaaa! ¡Está mojadaaaaaa!", mas llanto de la niña, "¡Quiero mi uniformeeeee!".
"¡Coño muchacha gafa! ¡Ya basta! ¡Anda a buscarlo al cuarto de mi tío!"
Se dirige hacia la habitación, pero no sabe donde buscar, mientras está en el cuarto, Choclo se me acerca, meneando la cola y con su cosa aún viva, otra vez el bombillo de puta sádica se me prende, voy a la cocina. Todavía está Rosa buscando su ropa por todas partes del cuarto de mi tío, cuando entramos Teresa y yo, con Choclo a nuestro lado. Rosa nos observa, tiene rostro de sospecha.
-"¿Y.. y mi uniforme?"
-"Ya te lo damos, nada mas quiero presentarte a mi perro, se llama Choclo y creo que él quiere conocerte a fondo también". Rosa se queda como pensativa, al ver a Choclo con su pene erecto y su tamañote, no sé, quizás intuyó algo, comienza a gimotear como niña, bueno, como lo que es.
"No, no, no me hagan maldades, no sean malas".
"Teresa, ¡agárramela!"
"¡Nooooo!"
Teresa la empuja, tumbándola en la cama de mi tío, le sostiene los bracitos en la cama mientras yo intento abrirle las piernas, ésta vez los gritos son mucho mas fuertes y lucha con mas energía pero es inútil, logro abrirle las piernas apoyando mi cuerpo en su muslo derecho, manteniendo a raya su pierna izquierda, allí observo con detalle su blanca vulva, veo que, contrario a lo que yo había dicho, sí tenía una pelusilla incipiente, mas escasa que la que está en mi concha, pero ya le está saliendo, veo sus labios cerraditos y su botoncito brilloso y coqueto, pubis abultadito, comienzo a palparlo.
"¡No Susana, no me hagas eso, no toques ahí, deja la totona (sic), no me violes!".
"¿No querías venir para acá, marica? ¿Y quien te enseñó esa palabra, violar?"
"¡Susana nooo!"
"¡Cállate!"-le digo, al tiempo que intento introducirle un dedo en la rajita cerrada, la cual se rehúsa, se niega, está muy trancada, se mueve demasiado, Teresa se sienta a horcajadas sobre Rosa, dándome la espalda, de modo que ahora sólo veo las nalgas de mi amiga, pero así logramos dominarla un poco mas, por fin, al escupirle la crica y mojar mi dedo en saliva, logro penetrarla.
"Uhgg, no, noooooooo, aaaaayyyyyy!", un grito pavoroso retumba en el cuarto, noto con curiosidad como aquella raja tan estrecha, se abre y se cierra, como las branquias de un pez, aprisionando y soltando mi dedo alternativamente, sigo explorando la vagina infantil, al compás del llanto de la mocosa, yo había traído un sirope de caramelo de la cocina, sabía que a Choclo le gustaba éste dulce, tenía la botella, así que le metí el pequeño pico entre los labios, llenando el inocente útero de la sustancia acaramelada, así como toda su parte externa, lo mas caliente de la tanda estaba por ocurrir.
"¡Choclo, papito! ¡Ven con mami! ¡Anda, cómete ésta cuquita chiquita! ¡Chupa cuca fresca! si no puedes cogerte la mía, yo te buscaré otras entonces, ¡A mamar almeja Choclo!".
Se abalanza mi perro, obediente siempre, para lamer la pequeña vulva endulzada, el primer lametón hace disparar un chillido de asco a Rosa, quien continúa llorando, Teresa se voltea rápidamente, volviéndose a sentar sobre Rosa, sosteniéndole las manos, no quería perderse espectáculo tan cachondo, "eso perrito puto, lame bien, lame toda esa cuca que conseguí para ti, chúpala bien, la putica quiere que se la comas sabroso, no te pares", le digo, mientras sigo echando sirope en la cuchara, no para el llanto de Rosa, mientras Choclo lame con fuerza, tratando de sacar todo el dulce de la estrecha rajita, que se negaba a dárselo, se acaba el caramelo, mientras Rosa chilla: "¡Me duele, me arde, me pica, me arde mucho, buaaaaa, mi mamaaaa!", la muy tonta, ahora sí quería ver a su mamá.
Termina la sesión de cunnilingus, no hay más sirope, Choclo se lo come todo y se retira y entonces vemos algo que nos asusta: La pequeña totona de Rosa se había inflamado, su clítoris y sus labios menores habían desaparecido, frente a una piel hinchada y de color rojo vivo.
"¡Coño chama, mira como se le puso!"- dice Teresa sorprendida, levantándose del pecho de Rosa.
"Si vale, ¿será una alergia o algo?"- pregunto.
"¡Buaaaaaaaa! Mira mi cuca, me arde, ¡por tu culpa, por tu culpa!", dice la niña, llorando, todavía acostada en la cama, "se lo voy a decir a tu tío, que me hiciste maldades, para que te pegue, que me jorungaste por ahí, ociosa, tú y Teresa, y a mamá también, ¡buaaaaaa, coño de tu madre, sucia!".
"¡Toc, Toc!"
"¡Tocan a la puerta!", digo asustada, "rápido, vámonos de aquí, puede ser mi tío que olvidó la llave, Toma Rosa, tu piazo de uniforme, vístete ya", indico, tirándole su ropa arrugada que había escondido en la parte de arriba del escaparate de mi tío. Rápidamente nos vestimos con el uniforme y me dispongo a abrir la puerta, haciendo una pequeña pausa para poder respirar mejor, al abrir la puerta me llevo una sorpresa: Era Rosa Miranda, la mamá de Rosita, la cual me mira sin saludar, sin decir nada, pocos segundos después aparece Rosita tras de mí, luego de vestirse en el cuarto, sencillamente queda en estado de Shock, no atina a decir nada.
"¡Se puede saber que carajos haces tú aquí, muchacha! ¿Yo te tengo en casa ajena acaso? ¡Vente pá acá!", un fuerte jalón de pelos, por uno de los moñitos de Rosita por parte de su violenta madre la pone de una vez en la calle, haciéndola caer de bruces, al desplomarse al suelo, su falda subida delata su falta de ropa interior, y su vulva todavía inflamada y brillosa de tanto trabajo que le dimos. "y de paso, andas sin pantaleta", un frío intenso recorrió mi espinazo cuando aquellos ojos inyectados de furia silenciosa se posan en la pobre niña, tirada en el piso de la calle, "vámonos a la casa, allá vas a ver, desgraciada", lleva la malvada mujer a su hija por lo cabellos, sin darle tiempo de explicar nada, por fortuna para mí, Teresa y yo nos encojemos de hombros y, cerrando la puerta, nos desnudamos otra vez para terminar de ver con calma la vieja película porno de mi tío.
Me cuentan que los gritos de Rosita eran espeluznantes, se oían a una cuadra, así como los fuertes golpes que le propinaban con algún objeto desconocido, que nadie supo adivinar qué era, sólo Rosita y su madre lo sabían. Una semana después la ví en la ventana de su casa, con semblante triste, castigada, veía a los niños jugar en la calle mientras ella no podía salir, todavía tenía un ojo un poco cerrado, aunque la herida de la boca ya se le había sanado. Ese día me le acerco y al verme retrocede un poco, con algo de temor, saco de mi bolso un presente y le digo: "Toma Rosa, para que te recuerdes de la tarde mas divertida de tu vida", le entrego su pantaleta amarilla, todavía sucia y maloliente, algo tiesa por los flujos secos de mi amado Choclo, además de los míos. Definitivamente aquel fue un mal día para Rosa.
Hace mucho tiempo, mi Tía Susana, ya fallecida, por quien me pusieron mi nombre, me aconsejó: "Mira Susanita, pórtate bien con la gente, no seas mala con nadie, mira que lo que aquí se hace, aquí se paga, y si haces algo malo se te devuelve multiplicado por dos", sabio consejo, sé que lo que hice estuvo mal, quizás con Teresa tenía alguna justificación pero con Rosa indiscutiblemente se me había pasado la mano, sería el tiempo -y transcurriría muy poco tiempo- el que me enseñaría que mi tía tenía razón y que el destino me reservaba mi merecido castigo por mis maldades, pero eso, amigos y amigas eso es otra historia.