Travestido de colegiala por mi prima
Cuando iba al cole, una noche mi prima me ordena vestirme con su uniforme de colegiala, a su vez ella se viste con el mío.
Travestido de colegiala por mi prima.
PRIMER RELATO
Hola este relato es de lo mas cachondo, me sucedió cuando ambos, mi prima y yo, éramos unos chicos, o sea que éramos unos adolescentes cachondos. Bueno la cosa es que durante toda la tarde mis padres, que tenían un negocio, andaban fuera y quedábamos solos mi prima y yo. Ella era delgada, medía como 1.60 y tenía las nalgas paraditas, los senos chiquitos pero bien formados y la cara dulce, todo un cromo de nena, por esas fechas yo cursaba la secundaria, y como mi prima ya estaba en prepa, durante esas inolvidables tardes nos dedicábamos a mirar la televisión, películas y todo lo que se nos ocurriera.
Nuestros primeros cachondeos comenzaron cuando una tarde estaba jugando en una cuerda que usaban mis padres para tender la ropa, estaba columpiándome sin ningún pensamiento en la cabeza cuando sentí que las manos de mi prima comenzaban a impulsar la cuerda, juguetonamente me dijo
¿Quieres que te columpie?
Bueno, le respondí pensando que era mejor ser columpiado que estar tratando de balancearme todo el rato.
Como los dos íbamos a la misma escuela, solo que en secciones diferentes, nuestros uniformes eran iguales, ella llevaba una falda tableada gris oscuro que le llegaba arriba de la rodilla, calcetas azul marino, blusa blanca y suéter azul marino con franjas rojas, yo llevaba pantalón gris oscuro, camisa y el mismo suéter. A esa hora del día aún estábamos con los uniformes puestos porque ambos teníamos dos juegos, así que cuando uno se ensuciaba, el otro estaba en la secadora de ropa. Pero bueno, sigo con el relato, ella seguía impulsando la cuerda, y casi sin que me diera cuenta quedó exactamente detrás de mí, o sea que cuando mi cuerpo llegaba hasta donde estaba ella, su pubis tocaba ligeramente mis nalgas, expuestas de más por la tensión de mi improvisado columpio. En eso seguíamos cuando ella detuvo la cuerda y lógicamente su pubis quedo pegado a mis pompas, me dijo que quería impulsarme con mas fuerza pero lejos de hacerlo, sentía cómo su panochita esponjada se restregaba entre mis nalgas, como queriendo separarlas con lo que en ese momento no sabía era su clítoris.
Déjame arreglar la cuerda, que se está rompiendo, me dijo mientras se bajaba para según ella, arreglar la cuerda donde estaba sentado.
Al momento en el que ella quedó junto a la altura de mis nalgas, sentí como un temblorcillo entre las pompas, y solo cuando su mano accidentalmente tocó de lleno mis dos cachetes, supe que era uno de sus dedos que me estaba metiendo entre las nalgas. La tela de mi pantalón se metía en mi culo, metida por su dedo que jugueteaba con los pliegues de mi ano.
¿Te gusta?
Si, hazlo mas, le contesté porque ella me gustaba y porque aquello era nuevo a pesar de que tenía dos novias en la escuela y a las que había cachondeado pero nunca como ella me estaba tocando.
Estábamos en eso cuando se escuchó la puerta de la casa, eran mis padres que llegaban, rápidamente ella dejó de tocarme y yo tuve que jalar la tela de dentro de mi pantalón para sacarla de donde la había metido, afortunadamente mis padres no notaron nada cuando nos miraron jugando en el jardín interior de la casa.
El siguiente encuentro tuvo lugar cuando, mirando las cosas que ella compraba en la calle, y que estaban encima de su cómoda, me llamó la atención un adorno de cristal, de esos que son en forma de esfera y tienen un paisaje nevado dentro, lo estaba mirando detalladamente cuando ella entró de golpe. Solté la esfera que se cayó en uno de los bordes del mueble y se partió en varios pedazos, quedando esparcido por el suelo. Ella soltó un grito de enojo, pero de inmediato noté su sonrisa cachonda en su cara.
Si no quieres que le diga a tus padres, vas a tener que hacer lo que yo te diga ¿Qué dices? ¿Prefieres que les diga?
No.
Ya lo sabía, bueno, yo te digo que vas a hacer por mi, de la esfera no te preocupes, yo la levanto.
Pasé el día pensando en lo que mi prima me obligaría a hacer, y juro que nunca se me ocurrió lo que esa misma noche pasaría. Las dos recámaras, la de ella y la mía, estaban juntas, separándonos únicamente la pared, por lo que siempre podía escuchar cuando ella estaba en la habitación de junto, pero esa noche no escuchaba nada, así que pensé que quizá se le había olvidado, y me dormí. Casi era de madrugada cuando escuché que abrían mi puerta, y en la oscuridad pude distinguir su silueta, ella se llevó un dedo a la boca en señal de que no hiciera ruido y me dijo en susurros que la siguiera.
Cuando llegué a su recámara, noté que estaba bien iluminada, y que había puesto tela oscura en las ventanas y debajo de la puerta de modo que desde afuera no se veía que estuviera encendida ninguna lámpara. En su cama estaba su uniforme del colegio en donde íbamos, y mi uniforme, los dos puestos completos encima del edredón donde dormía
Ponte mi uniforme, será lindo cómo nos vemos vestidos al revés.
Iba a ponerme mi uniforme, o sea el pantalón, cuando ella me dijo en un tono más enérgico que no, que lo que tenía que hacer era ponerme su falda, y sus calcetas, y que ella se pondría mi pantalón, que por la diferencia de físicos correspondía a nuestros cuerpos. Cuando levanté la faldita para ver si no estaba demasiado chica, noté debajo unos calzones de media tanga de likra rositas, y le dije que eso no, que me ponía la falda como un juego, pero que ponerme sus calzones no, que mejor le dijera a mis papas que había roto su esfera.
Te los pones, me dijo sin dejar opción, y como la vi muy decidida, pensé que lo mejor era seguir el juego.
Cuando me bajé la pijama, mis calzones de trusa quedaron al descubierto y me dio un poco de pena, a lo que ella sólo sonrió pícaramente, y dijo que se volteaba mientras me bajaba los calzones y me ponía los suyos. Sus calzones de likra eran bastante sueves, y se adaptaron bastante bien a mi cuerpo, que en ese entonces parecía de nena, con las caderas anchas y las pompas paraditas, pues aún los rasgos de hombre no aparecían del todo. Después de los calzones me puse la faldita, y me asombró ver que si me cerraba el cierre, dejándome una sensación de libertad y a la vez de estar vulnerable al viento y a las manos, que quedaban a sólo un paso de mis nalgas solo cubiertas por los calzones. Después me puse la blusa que me quedó justa y el suéter, al último las calcetas y cuando esperaba no ponerme sus zapatos, me dijo con el mismo tono de autoridad.
¿Sabes? Tengo unos zapatos que me quedaron grandes y que no he cambiado, así que póntelos también.
No me quedó mas remedio que ponerme los zapatos, que eran de nena también y cuando me giré vi que ella se había puesto al mismo tiempo que yo mi uniforme y que solo por sus senos se adivinaba que era mujer, además de por sus facciones de nena. Como había un espejo enfrente, al mirarme pensé que si quisiera hacerme pasar por nena, no habría tenido ningún problema pues mi cuerpo era de nena y con el uniforme se veía a una compañera de mi prima más que a un hombre.
Ella se me acercó inmediatamente, pude sentir el roce del zipper en la parte trasera de la faldita, justo entre dos tablas de la prenda, yo estaba a cien, no podía creer que una de mis fantasías se estuviera realizando, el cachondeo seguía y su pubis se pegaba entre mis nalgas, sus dedos recorrían mis nalguitas y se perdían entre los pliegues de la falda. Uno de sus dedos se metió en mi ano con todo y tela del calzón y la falda, eso me hizo reaccionar y después de que ella se percató de mi reacción, solo hizo como que metía mas el dedo y comenzó a subir mi faldita, lentamente, se detenía en mis nalgas y tallaba sus manos entre la tela y mi colita.
Lentamente me tiró sobre la cama de modo que mis nalgas aún cubiertas por la falda, se proyectaban hacia ella, solo miré sus ojos y esa malicia que solo ella podía expresar antes de que se bajara los pantalones y quedara desnuda. Lo que mas me extrañó después de que vi por primera vez a una mujer desnuda, fue la protuberancia que tenía entre los labios, parecía como un pequeño pene, solo que del tamaño de un dedo meñique, rosita y con algo de piel cubriéndolo solo parcialmente. Ella me sonrió y puso su clítoris entre mis nalgas, después de levantarme la falda y bajarme los calzones. Sentí como si uno de sus dedos se metiera en mi anito y comenzara el vaivén del mete-saca, ella solo gemía y me tocaba la espalda, después de un rato, sentí algo húmedo que salía de entre sus labios vaginales y se correaba entre mis nalgas
¿Te gustó verdad? Desde ahora vas a ser mi novia, y yo tu novio, y cada vez que quiera mojarte esas preciosas nalgas que tienes, te voy a dejar un recado en tu habitación ¿ehhh?
Yo solo decía que si, y después de que me diera un beso en los labios, me dijo que estaba cansada y que tenía que dormir, que dejara su uniforme en la cama y que me llevara el mío. Así comenzó una serie de encuentros que terminaron cuando nuestra juventud se esfumó.
FIN DEL PRIMER RELATO
P.D. Si quieren mas relatos, escriban que les pareció este y con gusto pongo la continuación, acepto que me pongan en qué coincide con sus fantasías y con sus experiencias