Trato especial con mi hermano (Parte 1)
Mi hermano pequeño saca malas notas y yo me ofrezco a motivarlo. (Editado)
Aviso de inicio que estos relatos son míos. Lo digo por si a alguien le sorprende que utilice la primera persona. Me gusta más escribir así, jeje...
Me llamo Jessica, aun que mis amigos me suelen llamar Jessy. Tengo veintitrés años, pelo rubio, ojos verdes, piel morena, pero nada exagerado, labios finos, mido casi un metro setenta y peso alrededor de sesenta y cinco kilos. Tengo una complexión media, ya que practico mucho deporte, tanto por mi salud, como por afición. Por lo que tengo unos pechos firmes, de tamaño mediano, vientre plano, una figura llena de curvas, unas piernas delgadas pero fuertes y un trasero pequeño, algo durito y en su sitio.
Como ya dije, practico deporte por afición, la natación y el vóley playa, para ser más exactos. En la natación soy buena, pero desde hace dos años estoy dedicándole más tiempo al vóley playa. Tengo medallas de ambos deportes, pero tampoco soy la mejor. Estoy estudiando una carrera en la universidad. Además, soy de las llamadas empollonas en clase, ya que mis notas son altas, y todos dicen que mas hincar los codos, hinco las rodillas, por lo de ser rubia y con buenas notas.
Soy la mayor de tres hermanos. Mi hermana mediana es Noelia, aunque le solemos llamar Noe, tiene veinte. Sigue mis pasos como estudiante y deportista, siendo desde hace un año mi pareja en el vóley playa. Tenemos mucha confianza y nos llevamos muy bien. Ella mantiene unos ojos verdes como los míos, pero es de pelo castaño. Es un poco más baja que yo, aunque su cuerpo no tiene nada que envidiar al mío. Sobre todo sus pechos, los cuales son algo más grandes que los míos.
El menor de los tres es Fabio, aunque le llamamos Fabio. Tiene dieciocho años y se parece más a Noe, que a mí. Tienen el mismo pelo, pero los ojos marrones. Es un chico guapo y con buen cuerpo, pero bastante introvertido. Juega al futbol, sin destacar demasiado y sus notas no son muy buenas. Es un chico alegre y buena persona. Tenemos buena relación y muchas veces tengo que hacer de confidente suyo, cosa que no me importa.
Vivimos en un chalé de dos pisos a las afueras de la ciudad, gracias a nuestros padres que tienen buenos trabajos. En la parte trasera tenemos un jardín y una piscina, que suelo aprovechar para nadar y tomar el sol.
Un día de bastante calor, Noe se trajo a un amiguito suyo a casa, aprovechando que nuestros padres trabajaban fuera trabajando. Aquella mañana, en el entrenamiento, Noe y yo habíamos discutido, por lo que yo estaba confinada en mi cuarto y ella para molestar se había traído a un chico. El mozo era bastante guapo, pero no sobresalía mucho. Al parecer era de su clase y habían venido con la escusa de estudiar, pero ahora estaban tumbados en unas hamacas tomando el sol en el jardín.
Yo podía verlos desde mi habitación y notaba como muchas veces, al chico, se le desviaba la mirada a los pechos de Noe, la cual hacia como si no se diese cuenta. Noe vestía con un bikini rosa que le quedaba muy bien, mientras que el joven, vestía un bañador azul dejando ver un cuerpo delgado pero sin que se le marcaran los músculos. Quería fastidiar a mi hermana, y vi mi oportunidad cuando Noe se metió en casa. Me puse un bikini verde, y baje al jardín.
Pensando que sería Noe, el joven se levantó de la tumbo para mirar, y se quedo de piedra al verme. Como ya dije antes, Noe, no tiene nada que envidiarme, pero levantaba más pasiones que ella, no sería menos un jovencito de su clase, y más con el morbo de ser la hermana mayor de su amiga. Decido a llevármelo de calle, moví exageradamente mis caderas para provocarlo a un mas. Me acerqué a la piscina tras saludarlo con una mano, quedando de espaldas a él, enseñándole mi trasero. Tras sacarlo un poco salté de golpe a la piscina donde comencé a nadar sintiendo su mirada pegada a mi cuerpo mojado.
-Mira a quien tenemos aquí…- Comentó Noe, al salir al jardín, sin darse cuenta de que su amigo, estaba mirándome, momento que aprovecho él para hacerse el despistado y mirarla a ella.
-Ni me he dado cuenta.- Mintió el joven sonrojado, recordando mi cuerpo.
-Podías a verme avisado que habías traído compañía, Noe.- Le “regañe” de bromas. Me acerque al borde de la piscina y mire al joven. -Jessy, encantada.- Le sonreí.
-T… Tom… Igualmente.- Que mono, se había puesto nervioso con mi saludo. Lo necesario para que Noe se sintiera atacada por mí, lo que hizo que se acercara hasta él y le pusiera los pechos casi en la cara para que le mirase a ella.
-Déjala, es tonta.- Dijo al aire tratando de quitarme importancia.
Tras nadar un poco más, salí de la piscina y volví a notar la mirada de Tom pegarse a mí.
-Adiós, Tom. Adiós, enana.- Me despedí y me marché como llegué. Ambos se despidieron de mi, aunque Tom, con más ganas que Noe.
Dos horas después Tom se había marchado y mi madre había llegado de su trabajo. Poco a poco, Noe y yo volvíamos a estar bien y bromeábamos con todo tipo de cosas. Hasta que una monumental bronca cayó sobre Fabio, que acaba de llegar del colegio con varios suspensos. Queriendo tranquilizar la cosa, yo subí a hablar con Fabio mientras Noe trataba de distraer a nuestra madre para que dejara de estar enfada.
Iba vestida con un short blanco de verano y una camiseta de tirantes amarilla y unas chancletas. Además llevaba un sujetador y unas braguitas blancas. Aquella era mi ropa, sobre todo en verano, por el excesivo calor. Aunque siendo febrero, estaba haciendo un calor parecido.
-¿Puedo pasar, Fabio?- Pregunté delante de la puerta de su cuarto.
-Espera.- Me contestó. Poco después abrió la puerta y me dejó pasar. -¿Tu también me vas a echar la bronca?- Me interrogó con rotundidad mientras se tumbaba en la cama.
-No, solo quiero saber qué te pasa. ¿Por qué no estudias?- Le pregunté sentándome en la cama a su lado.
-Si estudio, pero no se me da bien.- Trato de justificarse.
-¿Hay algo que te distrae? ¿Alguna chica?
Fabio se puso rojo como un tomate y hundió la cabeza en la almohada.
-No hay nadie.- Sentencio, sin mucha convicción pero yo decidí respetarle.
-Está bien, pero no te quedes ahí metido.- Le dije poco después.
Fabio se levanto lentamente hasta quedar sentado a mi lado. Por pura reacción mire su entre pierna y me sorprendí cuando descubrí un bulto en el mismo, que Fabio no pudo esconder. Tras las miradas lascivas de Tom, he de admitir que me quedé con ganas de un buen pene, y mi hermanito parecía tenerlo. Tras unos segundos en los que mi cabeza pensó y pensó, llegue a una conclusión que a mí me beneficiaría y que a él le ayudaría con sus estudios.
-Tengo una idea, ¿Quieres escucharla?-Le pregunté desviando mi mirada a sus ojos.
-Vale.- Contestó el sin llegar a mirarme del todo. Al parecer se había dado cuenta de que le había visto el bulto que asomaba en sus pantalones.
-Desnúdate y túmbate en la cama.- Mi petición cayó como un balde de agua fría sobre él. Se puso aun mas rojo y agacho aun más la cabeza, pero sin saber el mismo cómo ni porque, se desnudo ante mi tapándose siempre su más que evidente erección y después se tumbo en la cama.
-¿Y ahora qué?- Me preguntó con cierta timidez.
-Déjame... Verte...- Quedó claro lo que quería que hiciera y tras tragar saliva, desplazó lentamente sus manos hasta posarlas sobre la cama.
-Uau...- Me quedé completamente sorprendido al ver su enorme pene. Aun teniendo dieciséis años, la tenía más grande que muchos de los de mi edad. No es que haya visto muchas, pero sí que había tenido mis juergas.
Parecía que Fabio lo estaba pasando mal, así que me decidí a darle un rato de placer. Lentamente estiré mi mano y agarre su pene. Estaba duro y caliente, y Fabio no pudo evitar soltar un gemido cuando sintió mi mano en su miembro. Con mucho cuidado empecé a mover mi mano, sacando su prepucio y volviéndolo a esconder. Poco después Fabio respiraba agitadamente ante el vaivén de mi mano. Su pene comenzó a segregar líquido preseminal y un fuerte olor a macho empezó a entrar en mis fosas nasales, embriagándome y excitándome algo más de lo que ya estaba. Se veía completamente apetecible aquel miembro, y sin dudarlo un segundo saqué mi lengua y comencé a lamer todo el troncó.
-Ahhh...- Gimió Fabio al sentir mi húmeda lengua recorrer todo su pene.
Finalmente sin poder aguantarme, me introduje la punta en mi boca, para segundos después comenzar a hacerle una de mis mamadas. Debo de admitir que soy buena en esto. Mi pequeño hermanito fue víctima de mi técnica bucal, y antes de que lo él hubiese querido empezó a sentir los cosquilleos del orgasmo.
-Jessy... Me voy... A correr.- Me aviso entre gemidos y respiraciones fuertes.
-¿Quieres correrte en mi boca? ¿Quieres que tu hermanita se trague toda tu leche?- Le pregunté sensualmente sin dejar de masturbarle.
-Si... Lo quiero...- Contestó el ya imaginándoselo.
Dispuesta a darle lo que quería volví a introducirme aquel hermoso miembro en mi boca y tras un sprint final, note como iba a eyacular, pero en ese instante saque el pene de mi boca y terminó eyaculando sobre sí mismo y sobre mi mano. Aun después de haber eyaculado, seguí masturbándole lentamente para mantener cierto punto de excitación. Finalmente me detuve y lo deje recuperarse de su reciente orgasmo. Me limpié la mano con un pañuelo mientras le tendía otro a él para que se lavara. Una vez termino, se incorporo en la cama, ya con el pene en su estado normal.
-¿Porque me has dicho si quería correrme en tu boca, si luego no lo has hecho?- Quiso saber.
-Este será nuestro trato. Si apruebas todo, a final de curso, durante una semana entera beberé de ti todas las noches, ¿De acuerdo?
Aquella idea pareció gustarle, tanto a él, como a su pequeño amigo que dio unos botes tratando de estar listo, pero el cansancio era demasiado.
-¿Me lo prometes?
-¿Alguna vez te he mentido, hermanito?
Aquella respuesta pareció satisfacer sus dudas y se volvió a tumbar en la cama para recuperarse. Yo por mi parte me fui de su cuarto, convencida de que aquel año aprobaría todas las asignaturas.
Bajé a la cocina, donde estaban Noe y mi madre hablando. Al parecer está ya estaba más tranquila, y aun mas cuando le dije que Fabio me había prometido esforzarse al máximo para aprobarlo todo.
-Que maravillosas hijas tengo.- Sonrió nuestra madre, dándonos un beso en la frente a cada una.
-Me voy a duchar antes de cenar.- Les avisé y me marché al cuarto de baño del piso de arriba. Una vez dentro me desnude rápidamente y abrí la mampara de de la misma, sin darme cuenta de que había alguien allí. Fabio se sobresaltó al verme abrir la mampara de la ducha y rápidamente fue a tapar su entrepierna. Al parecer le acaba de arruinar su momento, mientras se masturbaba.
-¿Qué haces aquí?- Quiso saber dándose la vuelta, no antes de haber mirado bien mi desnudo cuerpo.
-He entrado sin mirar.- Me justifique. -Mira, en compensación te ayudo con lo tuyo y te vas, ¿Vale?- Le invité, ya que realmente deseaba volver a tener ese enorme pene en mis manos y en mi boca. Mi vagina parecía un horno, y pronto mis primeros fluidos comenzarían a deslizarse por mis piernas.
-Está bien.- Contesto el después de pensárselo un segundo, o más bien, hacia como si lo pensara.
Según se giró me agaché y tras dar dos pequeños lametones a su ardiente, duro y húmedo miembro, me lo introduje de golpe en la boca. El agua de la ducha caía por todo su cuerpo alcanzándome y mojándome también. Ya no era mi entrepierna lo único húmedo de mi cuerpo.
-Joder, hermanita... Qué buena eres.- Me felicito colocando su mano en mi cabeza.
-Pues esto es solo el principio.- Le avisé sacando su pene de mi boca y colocándola entre mis pechos. -Quizás no son muy grandes, pero las se utilizar bien.- Le avisé mientras comenzaba a moverme, haciéndole una buena cubana. De vez en cuando subía la cabeza, para mirarlo a los ojos de forma sensual y excitarlo aun más.
-Me... Me encantan tus tetas... Jessy...- Me dijo casi sin poder mantener la voz por la excitación. Se podía notar como estaba cerca de su orgasmo, pero como no me dijo nada mantuve el ritmo, hasta que sentí en mi cuello el primer chorro de semen. Me separé casi de golpe y el resto de chorros golpeo sobre mis pechos.
-¿Pero qué haces?- Le dije levantándome de golpe. Fabio agachó la cabeza arrepentido. -Por haber hecho esto, voy a cambiar el trato.- En su cara pude ver la pena más absoluta. -En vez de ser siete días, serán solo tres.- Sintió cierto alivio al comprobar que seguiría haciendo aquello que él quería.
-Lo siento.- Trato de disculparse.
-Ahora vete.- Le dije todavía enfada.
Fabio, salió de la ducha y tras secarse un poco con la toalla salió del cuarto de baño. Cuando me quedé sola en la ducha, suspiré y tras recobrarme un poco, recordé el enorme miembro de Fabio. La vagina se me encharcó, mientras acariciaba mis pechos restregándome su semen en ellos. Al final acabé masturbándome, bajo la fresca agua, hasta sentir dos orgasmos recorrerme el cuerpo, imaginándome el gran pene de Fabio atravesándome.
Durante la cena, Fabio estuvo más cayado de lo normal, tanto por mi madre como por mí. Pero nadie le dio importancia, simplemente pensamos que estaría triste por las notas, pero que ya se le pasaría. Aunque yo sabía lo que realmente le pasaba, y no quise cruzar palabra con él.