Traspasando límites (Parte1)

Un chico de 26 años verá su vida cambiada y traspasará sus límites sexuales con quien menos se lo esperaba. Sexo, morbo, dominación, incesto, y mucho más.

No es un relato real pero muestra los más viciosos deseos de sus autores. Soy aficionado a los relatos y, después de mucho tiempo leyéndolos de diversas páginas y de crearlos con otras personas que comparten el gusto por estos textos, he decidido transformar en relato lo que fueron un seguido de conversaciones morbosas con un extraño. No seais muy duros con mi redacción, es mi primer relato, espero que lo disfruteis.

Javi es un joven cuyos límites sexuales están por descubrir. Colegio, instituto, universidad… así se podría resumir hasta el momento la vida de este chico de 26 años. En definitiva un joven que no ha experimentado mucho y que su vida sexual se reduce a algún escarceo en alguna fiesta y, por supuesto, muchos ratos en solitario dando rienda suelta a su imaginación: imaginando lo que él pensaba que eran tonterías de su cabeza y en realidad mostraban lo más íntimo de sus deseos sexuales.

Físicamente Javi es un chico de complexión delgada  por la práctica de algún deporte con sus amigos en los pocos reatos libres que sus estudios le permiten, pero sin mucho que destacar. Moreno, cara aniñada, un chico bastante normal.

Sergio se podría decir que es el mejor amigo de Javi. Han compartido toda su vida: colegio, grupo de amigos, instituto, deportes, incluso la misma carrera. Su amistad es muy normal, tan normal como lo puede ser con dos personas tan distintas. Mientras Javi es de una familia humilde de un barrio obrero, Sergio tiene una familia de “nuevos ricos” en otro barrio más “acomodado”. A Javi siempre se le han dado bien los estudios, Sergio siempre ha tenido problemas con ellos, pero siempre ha tenido a su amigo para ayudarle. Sexualmente, Sergio es tan mojigato como Javi, con novia des de hace unos años pero con toda la apariencia de que va a terminar de cura tarde o temprano.

Los dos pasan los días juntos, ya sea para que Javi ayude a su amigo a estudiar, jugando a la consola o practicando algún deporte con su grupo de amigos común. Hoy se van a encontrar en casa de Sergio para estudiar.


Toco al timbre y mi amigo no tarda mucho en abrirme. Paso sin que me diga nada, estoy acostumbrado a ir por esa casa como si fuera mía.

  • Vamos a mi cuarto que hoy el vago no tiene nada que hacer. – Lo dice como gritando, para que su hermano, que está tumbado en el sofá lo oiga.

A mí no me es extraño para  nada este rollo entre los hermanos, su relación nunca ha sido buena. La diferencia de edad y sus dos personalidades tan distantes hacen que Sergio y Dani no tengan mucho en común. Viven en la misma casa pero no tienen más relación que algún grito de uno al otro.

-          Has desayunado Javi? - Es la voz de su padre saliendo de la cocina comiéndose una manzana y en chándal, seguro que se va a correr, lo suele hacer varias veces al día.

-          No, aún no.

-          Pues va, antes de estudiar comed algo para coger fuerzas. Yo me voy a correr, vuelvo en un rato. Javi, si te quieres quedar a comer ya sabes – Guiñandome un ojo. – Dani, cuando empiecen a estudiar baja la tele o vete a verla a tu cuarto.

-          No me jodas, estaba yo aquí primero. Estos dos que se vayan a otro sitio a empollar.

-          Te he dicho que bajes la tele y no me des más por culo que quiero irme ya a correr.

Tomás siempre había sido como un segundo padre para mi. He crecido en esta casa, viendo como su padre salía a correr, su madre nunca estaba en casa, y nosotros hacíamos lo que queríamos, salvo por su hermano que siempre está vagueando en algún lugar de la casa. En estos momentos, en el sofá, tumbado, medio desnudo y viendo cualquier tontería por la tele.

Nosotros nos disponemos a desayunar pero de repente suena el móvil de Sergio. Ya empezamos pienso yo, será su novia… Miro a Dani y el piensa lo mismo que yo, la diferencia es que yo pongo cara de aburrimiento, de asco porque me va a dejar tirado otra vez; él ser ríe de mi al ver que una vez más el tonto de su hermano se va a ir con su novia dejándome a mi.

La novia de Sergio es un putón verbenero. Que sale con él por los regalos que le hace y que mi amigo es el más cornudo de la ciudad, es un secreto a voces de todos los que los conocemos. Pero, qué le vamos a hacer, parece que la quiere.

Sergio termina de hablar y se le ve nervioso:

-          ¿Qué pasa? ¿Era María?

-          Si tío, quiere que vaya, que tiene que hablar conmigo – dice Sergio levantándose y corriendo hacia la puerta. – luego seguimos estudiando, no tardo.

-          Joder, ¿y que hago yo mientras? ¿Tú no tenías que estudiar mucho hoy?

-          Desayuna lo que quieras, como si fuera tu casa, y mira la tele un poco con el vago. Luego nos ponemos a ello.

¿Quién es más tonto? ¿El cornudo que va a lamerle el culo a su novia cada vez que le dice algo o yo que voy a ayudarle a estudiar y me deja colgado?

Estoy en la casa de mi amigo, sentado en la mesa y comiendo unos cereales con leche. A pocos metros el sofá con Dani tumbado, en calzoncillos y viendo la tele. Me fijo en la tele y el muy cabrón se ha puesto una porno.

-          Que haces tio? Te vas a pajear aquí conmigo? Ajjaja

-          Te molesta? - con su chuleria habitual.

-          Pues es raro…

-          Pues estoy en mi puta casa o sea que cállate.

Me callo sorprendido. Mi sorpresa no es por su manera de hablarme, es algo normal en esta casa, sino porque me doy cuenta que niñato ya no es tan pequeño. Lo he visto empezar a andar y ahora se ha puesto una porno delante de mí.

Otra sorpresa me llega de repente, mi polla ha reaccionado. Algo de la situación me da mucho morbo. Nunca me había fijado en Dani, justamente por eso, porque lo he visto crecer y no puedo tratarle como un hombre, pero ahora mismo está haciendo algo que todos los hombres hemos hecho alguna vez. No puedo evitar mirar. La peli no tiene ningún interés, al menos no para mí, pero lo que tiene Dani entre las piernas sí. Se está sobando un paquete enorme y sin ningún pudor.

Dani es un chulito de barrio, un niñato al que solo le preocupan las fiestas con los amigos y follar cuanto más mejor. Con su corta edad consigue follarse a la chica que se propone, y ahora entiendo porque, tiene un rabo enorme.

Lo miro disimuladamente, mi sexualidad no es un secreto, pero fijarme en el hermano de mi mejor amigo sería tan raro para mí como para él, o eso pensaba yo. Mi polla ya está a reventar debajo del pantalón. ¿Por qué me está poniendo cachondo el niñato este? La verdad es que tiene un pollón… Dani tiene un cigarro en una mano y con la otra mano sobándose, pasándola suavemente por encima, casi caricias.

Pasan varios minutos y yo ya no sé dónde mirar. Si me ve empalmado al menos que se piense que me está gustando la peli. Mi calentura tiene mi cerebro nublado, estoy mirando la película cuando de repente Dani se levanta y yo me giro para ver donde va. Me lo encuentro detrás de la silla donde estoy sentado riéndose, se ha dado cuenta de que yo tengo la polla al límite, palpitando debajo de mis pantalones. Yo sentado y el de pie al girarme mi cara queda a la altura de su entrepierna. Rápidamente cambio la mirada hacia su cara pero ya es tarde, la imagen de ese paquete me queda gravada en la cabeza.

Su paquete luce perfectamente colocado hacia un lado, sin hacer presión en los gallumbos por lo que intuyo que aún no está empalmada del todo. Aun así es enorme, calculo que unos 18 o 19 cm ya, muy gorda, está morcillona. Ahora sí que la mía va a explotar…

-          De que te ríes? – Avergonzado, seguro que me sonrojé por la situación.

-          Jajaj que te has puesto cachondo.

-          Si, no lo he podido evitar. ¿Tu también vas contentento, no?

-          Si tio, pero me estoy meando y no me puedo concentrar.

Tal como acaba la frase se gira y se va, supongo que al baño. Tengo que tranquilizarme, pienso, como venga Sergio y nos encuentre a los dos empalmados y viendo porno se va a pensar lo que no es y la vamos a liar.

La relación entre Sergio y yo solo tiene un límite, lo sexual. En su familia ser gay no es natural, puedes tener relaciones con hombres pero simplemente por placer, el amor entre dos hombres (o dos mujeres) no existe. Sergio ha sido educado así y no entiende lo que soy yo. Al principio, cuando se lo conté, me hacía bromas sobre follar con tías y con tíos, hasta llegar a ser algo homofobo en algún caso. Un día me enfadé y le dije que a mí me gustaban solo los tíos, y des de entonces la sexualidad es un tema tabú en nuestras conversaciones, lo evitamos para no discutir.

Pero sentí curiosidad, quería saber cómo era en todo su explendor, me dirigí al baño. Sabía que estaría con la puerta abierta y con suerte vería algo más de ese monumento que exhibe con tanta naturalidad. Me acerqué al baño y muy despacio me asomé a por la puerta. No me dio tiempo a reaccionar, aún no tenía ni media cara asomada cuando me aparece Dani de detrás de la pared, por dentro, y me coge de la camiseta fuerte tirando hacia dentro.

-          ¿Qué coño haces aquí? ¿Que querías ver?

-          Yo…eh…nada…solo quería…

-          Querías verme el rabo maricón. ¿O te crees que no he visto como me mirabas el paquete todo el rato?

-          No, que dices? Yo no…

-          Cállate ya, querías ver rabo, pues vas a tener rabo. Siéntate aquí. – Me ordena con mucha autoridad señalándome el borde de la bañera que estaba justo al lado del váter.

Hago lo que me dice. Nunca había visto así a Dani. Siempre lo había visto como un niño, el hermanito de mi amigo, pero sus palabras no me daban opción. Sus palabras decididas no se podían ignorar. Podía mandarlo a la mierda, eso sí, pero en este momento ya no mandaba yo, si no mi calentura, así que le obedecí sentándome.

-          No solo vas a ver rabo, también lo vas a tocar. Vas a sujetármela mientras meo.- me dice sonriendo de oreja a oreja.

-          Que dices Dani? Como voy a hacer eso? – Hago un movimiento como para levantarme pero él es más rápido y me coge fuerte del cuello acercando a pocos centímetros su cara a la mía.

-          Vas a sujetármela – con rabia, pero de repente cambia la cara y me suelta – o si lo prefieres le cuento a mi hermano que te gusta mirarme el rabo – sonríe, pone una cara de cabrón que nunca le había visto. No me queda más remedio que resignarme, y quiero hacerlo, lo único que me para es quien es él.

-          Está bien… - digo bajando la cabeza al suelo.

-          Así me gusta – dándome unos golpecitos suaves en la cara – pues es muy fácil, me la sujetas y apuntas para que nada salga fuera – lo dice tirando de su calzoncillo hacia abajo dejando ver su tan ansiada polla. Estaba morcillona, como antes, un gran tamaño pero aún puede crecer más – ya ves que estoy algo contento, tendrás que apuntar bien.

Levanto mi mano derecha y la acerco tímidamente hacia él. Yo estoy sentado, mis piernas tocan el váter, y mi cara queda a la altura de su polla. Él está ya preparado pero sin cogerla, su meada se va a salir fuera ya que morcillona apunta un poco hacia arriba.

-          La coges ya o prefieres que mee encima de ti? – No quita la sonrisa de su cara, está disfrutando del momento, tiene a un chico de 10 años más que el a punto de sujetarle el rabo para que mee.

A estas alturas ya no tengo nada que perder, pienso. Se la cojo tímidamente con dos dedos a un lado y otro, tirando hacia abajo para apuntar hacia dentro. Y empieza el chorro. Me quedo embobado mirando fijamente su polla, observo detalladamente todo lo que veo: la longitud, el grosor, su belleza, el gran chorro que emana de él. Me parece preciosa la imagen y me quedo con la boca abierta. Duraría un minuto y algo pero a mí se me hace cortísimo, me parecieron segundos, cuando veo que ha acabado y que no se mueve levanto la cabeza y le veo sonreír, más incluso que antes.

-          Así me gusta más – Sin darme cuenta durante el meado he pasado de cogerla con los dos dedos a enrollarla con mi mano entera. – Ahora agítala un poco para que salga todo.

Yo hago lo que me dice, la agito bruscamente para que acabe de soltar todo lo que le queda.

-          ¿Qué opinas de mi polla? – Esta muy seguro, siempre sonriente

-          No sé, está bien… - No le miro a la cara, estoy avergonzado

-          ¿Solo está bien? ¿Quieres que le diga a Sergio que piensas que mi polla “está bien”? jajaja

-          No, no, por favor, me gusta mucho, es muy bonita y me ha encantado ver como meabas.

-          Pues si te ha gustado porque la tratas así, agitándola con tanta fuerza? –levantando un poco la voz. – Mira, te voy a enseñar cómo hacerlo.

Pone su mano encima de la mía y empieza a subir la piel hasta tener medio capullo tapado, luego la vuelve a bajar hasta que mi puño toca su entrepierna. Efectivamente, me estaba guiando una paja. En algún momento que no recuerdo el dejo de guiarme y yo seguía solo pajeandole. Lo que descubriría es que aparte de ser grande, su polla soltaba continuamente pre cum, y ya había conseguido, con unos cuantos segundos, que le saliera la primera gota.

-          Aquí viene tu premio por hacerlo tan bien. – Con un dedo de la mano recoge la gota y me la acerca a la boca. – Vamos ábrela que esto es para ti, te gustará.

Yo le miro a los ojos y, temeroso, despacito abro la boca, el introduce su dedo  y yo lo chupo con ganas. Verme chupando su dedo con su pre cum le complace ya que aumenta su sonrisa en la cara.

-          Lo has hecho muy bien – Dice poniéndose los calzoncillos y dirigiéndose a la puerta. – Y mola mucho mear así, puede que lo hagamos más veces, ¿te parece maricón?

-          Si, vale…

-          Jajajaj encima de maricón eres un puto, puede que se me ocurra algo más que hacer contigo… - con estas palabras sale del baño y se pone a ver la tele otra vez, pero no porno, parece que jugar conmigo le ha bajado la calentura, raramente esto me entristece.

Yo me quedo sentado en el borde de la bañera con una mezcla de miedo por lo que ha dicho y cachondo perdido que me pajearia allí mismo, pero mejor en casa. Voy a salir cuando veo a un lado el cubo de la ropa sucia y coronándolo unos gallumbos. Me quedo mirándolos y oigo la puerta de la calle, instintivamente los cojo y me los pongo en el bolsillo. Salgo del baño y veo a Dani otra vez vagueando en el sofá y entrando al salón a su padre sudado que llega de correr. Yo me dirijo hacia donde esta él con la intención de salir de casa.

-          ¿Ya te vas? ¿Qué tal el estudio?

-          Sergio ha tenido que salir a ver a su novia, así que estudiar bien poco.

-          Joder con mi hijo, está atontado con la guarra esta. ¿No te quedas a comer?

-          No, voy a comer a casa con mis padres. Pero gracias.

-          De nada chaval, vuelve pronto!

Salgo casi corriendo, sin girarme a mirar a Dani. Ver a su padre me había devuelto a la realidad y no me podía creer lo que había hecho. Estaba avergonzado y muy caliente a la vez. Esto no puede ser, no puede volver a pasar nada parecido. Esto decía mi cabeza. Mi cuerpo, en cambio, deseaba que Sergio quisiese volver a quedar el día siguiente y así poder estudiar, otra vez…