Traspasada varias veces (10)

Cuanto más aumentaba mi barriga más crecían mis tarifas en la web que Tess administraba. La mayor parte de mis clientes pasaron a ser gente refinada, con dinero y fetichistas.

Antes de leer este capítulo es preciso leer los anteriores. Ello es obvio para cualquier serie y, en mi caso, más porque no acostumbro a recapitular. Sin embargo hay gente estúpida, como yo, que entra en un episodio solamente para ojear si conviene leer los anteriores fundándose en el estilo de la redacción o el interés del actual. Creo que es un error aunque yo lo cometa reiteradamente.

También quiero decir que nadie que apruebe la conducta de mis personajes, sea de este relato u otro, sean dominantes o sumisos, está en su sano juicio. Recibo gran cantidad de mensajes –que no respondo casi nunca- que revelan la convicción de que los relatos son ciertos en su totalidad. Supongo que son menores de edad o gente inmadura. A todos ellos les manifiesto que la única parte veraz de mis relatos es, desgraciadamente, la oscura, triste, vergonzante y sarcástica. El resto es aderezo para que algun@s disfruten de una masturbación y, en algún caso, un potencial violador pierda capacidad para serlo.

. . . . . . . .

Pasado un mes sin aparecer nuestro hombre, Tess me vino con un trabajito que me dijo sería muy bien remunerado aunque algo largo aunque no laborioso de prestar. Me llevó consigo a un hotel y subimos a una habitación donde había una pareja de unos 30 a 35 años de edad.

Tess se sentó con ellos y me ordenó sin preámbulos que me desnudase.

  • Esta es. No me dirán que no tiene cuerpo de paridora. Hasta todo el mundo dice que tiene cara de ama de casa en lugar de fulana ¿Le gusta Señor Romeu?

  • Eh … ah … sssi … sí claro ¿Y a ti cariño?

  • ¡Vaya pregunta estúpida! Yo no me la voy a follar. Tú decides. A mi lo que me interesa es lo otro.

  • Bueno pues por mi … de acuerdo, Doña Teresa. Cuando quiera empezamos.

  • Bueno, pues le voy a retirar los anticonceptivos y yo creo que el mes que viene, dependiendo de la temperatura basal podemos concretar el calendario.

-Tengo alguna pregunta que hacer. Intervino la mujer.

  • Dígame, doña Inés. Está todo pensado.

  • ¿Cómo estaré segura de que el bebé es de mi marido?

Aquello me escamó y dije: -Tess, tendríamos que hablar.

  • ¡CÁLLATE!

El recuerdo reciente de la salsa de chile habanero me selló los labios.

  • Mire sus labios vaginales, Doña Inés, ahí pondremos un candado enganchando los anillos cuya llave solamente estará en posesión de su esposo. Cuando vayan a cohabitar solamente tendrá que quitarle el candado. Después se lo coloca, lo cierra y tiene la seguridad de que esa entrada no ha sido utilizada hasta la siguiente vez, así hasta que quede preñada. Después ya ….

  • Ese es otro asunto ¿va a trabajar después del preñado?

  • Bueno … después y durante.

  • ¿DURANTEEE?

  • Comprenderá Doña Inés que soy viuda y mis ingresos dependen de esta meretriz y de otra más. Por desgracia recientemente he de lamentar la pérdida de la más productiva y no estoy en condiciones de prescindir de los aportes económicos de las dos que me quedan.

  • Y cómo coño va a trabajar con el ídem cerrado.

  • Señora, como decirle … quedan dos agujeros disponibles.

  • Ah, ya … claro … yo no pensaba … ¿Y si coge alguna enfermedad trabajando?

  • Eso sí que no. Mis putas son muy higiénicas y me precio de haberles inculcado ese valor como algo esencial en la profesión. En particular, esta es la más limpia. Me gasta una cantidad de agua en casa que no sé si sale rentable.

  • Ya, pero el feto puede sufrir por ese trabajo.

  • No se preocupe. Usted no me adelanta nada de dinero. Si el feto se malogra pues qué le vamos a hacer. Podría sucederle a usted caso de poder engendrar hijos. Una mala caída. Un disgusto … sabe dios qué. Siempre está el azar.

  • ¿Pero va a ejercer con barriga y todo?

  • Claro, es una parte del negocio. Cuando se le note la barriga pienso arrendarla a una productora porno. Las actrices preñadas son muy bien pagadas. Hay mucha demanda y poca oferta.

Siguieron concretando más aspectos hasta que la tal Doña Inés le entregó a Tess su DNI y la tarjeta de asistencia sanitaria de una entidad médica privada. Supongo que la madre de mi hombre iba a falsificarlos y el día de mi parto yo me llamaría Inés sin duda alguna.

Salimos del hotel con mi futuro escrito para unos diez u once meses: Madre de alquiler.

Si me rebelaba, Tess no sería capaz de poderme castigar. Pero no sabía si el Charli andaba cerca o lejos, y en cualquier caso, sus amigos siempre estaban cerca y de cuando en cuando debía prestarles servicios gratuitos. Por otro lado, aprovechar para ir a la policía y contar mi tribulación podía ser peor ¿Por qué no impedí la trata de la menor Josianne Dolors cuando escuché a Don Arnau camelarla?

Y después qué haría. Solo sabía ser una buena puta. Pero concertar los servicios por mi misma me parecía imposible. Solo podría salir a pescar a la calle. Y eso era peligroso e incómodo. Total, mi trabajo me gustaba y soportar alguna rabieta de Tess o de mi Charli tampoco era para tanto.

Cuando llegó la hora de mi proceso de preñado, el buen Señor Romeu comenzó a follarme muy tiernamente los días que mi temperatura designaba. Era realmente un buen hombre digno de tener un hijo. Seguro que lo educaría bien. Me follaba estilo misionero hasta que se me corría dentro y después me ponía una almohada bajo los riñones y me hacía tomarme de los tobillos con las piernas y el coño hacia arriba durante unos diez minutos para asegurarse que el semen llegase a su objetivo. Siempre que me colocaba el candado en el coño pedía perdón.

Mientras esperábamos los diez minutos había alguna tímida conversación:

  • Supongo que es para usted un poco molesto que por mi culpa solo pueda trabajar con el ano o la boca.

  • Ah, no, no se preocupe, la mitad de mi clientela prefiere de siempre esos agujeros.

  • Ah … no lo hubiera imaginado.

Otro día.

  • Yo no sé, pero me daría asco meter el miembro en el recto, lleno de caca.

  • Para eso están los enemas. Un par de ellos y tienes el culo limpio por lo menos media hora.

  • Duelen mucho las tripas.

  • No llego a dejar que me duelan mucho. Por eso me pongo dos. A veces tres si el segundo no lo expulso limpio.

  • Aahh … no lo había pensado.

  • ¿No le da a usted asco chupar un pene?

  • Ah, no, ninguno. Una vez se acostumbra una. Debería usted dejar que le hiciese una mamada antes de emprender la tarea de preñarme.

  • Bueno, quizá un día. Me gustaría. Mi mujer nunca ha querido.

La vez siguiente que me folló empezamos alegrándole con una mamada. A partir de entonces siempre fue así. Al buen hombre le encantaba. Pero siempre acababa cumpliendo con su tarea de inundar de semen mi útero.

El tipo era efectivo. Quedé preñada en menos de mes y medio y ya no le volví a ver hasta mi parto.

Entretanto seguí trabajando como si nada pero con algo más de precaución y selección de clientela hasta que mi barriga comenzó a abultarse, por cierto de forma desmesurada, y mis ya enormes tetas se propusieron dejarme la columna vertebral destrozada.

Cuanto más aumentaba mi barriga más crecían mis tarifas en la web que Tess administraba. La mayor parte de mis clientes pasaron a ser gente refinada, con dinero y fetichistas. Algunos se conformaban con sobar mi barrigón y mis enormes tetas de unas aréolas que también se extendieron enormemente, se inflamaron y se colorearon casi de negro.

La mayoría eran hombres maduros que se conformaban, tras sobarme, con una mamada o una paja. La bola de mi lengua y mis bonitas manos eran, según decían, un complemento perfecto a mis aréolas y mi barriga. Muchos querían fotografiarme con mis manos sobre la barriga.

Si debía ser follada o sodomizada, las instrucciones de Tess eran la de colocarme siempre encima y que me sobasen la tripa, las nalgas que también habían engordado sobremanera, o las tetazas.

Disminuyeron mis trabajos pero Tess estaba contenta. Así que debía cobrar una barbaridad. Pronto hubo servicios algo escatológicos en los que Tess estaba siempre presente, si el cliente quería algo más duro que mearme en la barriga, las tetas o la cara, ella se prestaba como sustituta. Esa fase duró poco. Pronto me llevó a la productora porno y me hicieron firmar algunos papeles descargándoles, según me dijeron, de responsabilidades si sucedía un aborto. Tess se llevó parte de los papeles que firmé. Copias, dijo.

La productora me alojó en club de alterne donde habían instalado escenarios para las películas. Eran unos escenarios algo cutres aunque también se filmaba en unos bonitos jardines de la trasera del edificio. No solamente filmaba esa productora, también lo hacían todas. Y todas mantenían a sus actrices en el burdel para aprovechar los tiempos muertos con la actividad de prostitución. No todas ejercían en la casa como yo. Las había que trabajaban a domicilio y hotel

Ahí las cosas se me hicieron más difíciles y cansadas. Al enorme peso de mi barriga, de mis tetas y de mis nalgas se añadía un trabajo casi continuo. No es que fuera excesivamente follada, pero había que estar mucho tiempo en los platós. Menos mal que una amable regidora me buscó una cómoda butaca para descansar mientras llegaba mi turno de entrada en escena o en las mil interrupciones.

Cuando vi que tenía que hacer escenas de dobles y triples penetraciones, otras con enanos o ancianos y muchas de meadas y de cacas e, incluso de SM me asusté, pero la regidora me tranquilizó diciendo que los actores eran especialistas en actuar con preñadas y maduras y eran muy delicados.

Y así era. Manejaban mi cuerpo con la mayor delicadeza aunque en la pantalla figuraban después salvajadas. Incluso tuve una penetración doble por el coño mientras un enano me sodomizaba que me agradó tanto que tuve un muy profundo orgasmo en pleno plató que gustó mucho al director.

La regidora me aclaró que mi coño estaba muy distendido por las hormonas y que no tenía problemas para admitir pollas de gran calibre o dos conjuntamente. Como yo no había sido madre nunca y era una ignorante en todo –pero limpia y bien hablada- no sabía esa particularidad de las preñadas.

Las visitas al ginecólogo me preocupaban hasta que apareció Tess para llevarme a ellas y resultó que era el ginecólogo habitual de las putas.

La productora quería sacar más provecho de mi y, por las noches, me obligaba a representar un número porno en vivo en el escenario del club. Protesté porque el local estaba lleno de humo y podía perjudicar a mi bebé, así que prohibieron fumar desde media hora antes de mi aparición en escena y durante el número, que siempre fue con un tipo delicado y amable que me follaba como los ángeles y como si estuviésemos solitos en la cama en lugar de tener alrededor a una cincuentena de salidos gritando cosas soeces.

Después de la escena yo tenía permiso para volver a mi habitación –por lo del humo, ya que entonces se volvía a permitir fumar- en lugar de captar clientes como hacían el resto de las fulanas que también actuaban en números en vivo o hacían streep tease. Pero si algún cliente pagaba la gran suma requerida tenía que atenderle en mi habitación. Normalmente eran gentes fetichistas como las que ya había tratado y no había ningún problema.

Pocos días antes de salir de cuentas me recogió Tess en un coche para llevarme a casa a esperar el parto.

  • ¿Y este coche Tess?

  • Ya ves, lo hemos comprado.

  • ¿Hemos?

  • Si, de los dineros mío, tuyo y de La Negra. Trabajaremos mejor y más rápido con el coche cuando vuelvas a casa definitivamente. Eso de ir en metro y autobús se acabó.

  • Ya. ¿Qué hay de nuestro Charli? Lo echo de menos.

  • Está en el extranjero hasta que se aclare la desaparición de La Rubita.

Justo el día en que salía de cuentas parí en la maternidad a un precioso niño que se llamó Jordi Romeu, hijo de Inés, según la documentación presentada. Un día más tarde Doña Inés se lo llevaba sin esperar a que terminase de amamantarlo.

  • ¿Cuanto pagaron Tess?

  • Docemil euros.

Sabiendo lo que era la vieja, ya serían veintemil.

  • Bueno, a lo que nos afecta ahora. Hay que mantenerte la leche para las películas porno y para los clientes fetichistas de lactantes. Así que si no te maman y o te vacían estrujando esos enormes cántaros, debes aplicarte este sacaleches para mantenerte en lactancia el mayor tiempo posible. Te explicaré como funciona.

  • ¿Y por qué tengo que hacer eso?

  • Ay, ignorante. Porque si no se usa la leche, el cuerpo la retira. Así que ya sabes, cuanta más leche sueltes más te durará y más pasta sacaremos de la productora porno y de la clientela particular.

  • ¿Y voy a seguir en el club?

  • Claro idiota. Además de seguir con las películas podrás trabajar en el salón y sacar más pasta. Ya no hay problema con el humo del tabaco.

  • Ah, claro.

Pasé la cuarentena en casa y desde el día siguiente Tess traía clientes en su mayoría ya conocidos que pagaban para mamar mi leche y para follarme la boca. A las dos semanas ya permitió que además utilizasen mi ano y cumplida la cuarentena ya iba a regresar al club cuando los planes de Tess se trastocaron.

Un día estábamos las tres en casa ya que era lunes, día de poca demanda de putas y de descanso en el burdel de La Negra, cuando llamaron a la puerta. Yo estaba más cerca de ella, pero dejé que abriera Tess ya que me encontraba vestida y podía ser El Charli quien, como recordaréis, me impuso la regla de estar siempre en bolas en casa.

Escuché algunas voces acaloradas y me desnudé por si las moscas. Entraron en el salón tras de Tess un enorme negrazo y una negra tan maciza y opulenta como nuestra Negra solo que de piel algo más clara, no embetunada.

  • Me importa un rábano que esté o no esté su hijo, yo me llevo a mi mujer y quiero la pasta que se me debe por su trabajo –Decía el negro a Tess.

  • Bueno, vale, vale. Puede llevarse a su mujer, pero yo no sé donde está el dinero ni puedo disponer de él. Solo mi Charli lo sabe. Cuando regrese de su viaje ya le pagará.

  • ¿Cuándo regresa?

  • Pues no sé ... puede ser hoy o puede ser en un mes. Es que le busca la poli.

  • ¡Uy! Eso puede ir para largo y yo necesito pasta. Para regresar he tenido que pagar al patrón de una patera y no tengo nada.

  • Le puedo dar unos trescientos euros para apañarse de momento y mañana, con la recaudación de Adelle, la otra puta, a lo mejor le doy quinientos más.

¿Yo ganaba quinientos euros al día? Cuando volviese Charli tenía que hablar de una vez por todas sobre mi dinero.

  • ¿Sabe lo que le digo vieja? Que me voy a alojar aquí con mis dos esposas y yo administraré el trabajo de todas ustedes hasta que vuelva El Charli o me resarza de la deuda con los ingresos de ustedes.

  • Pero no puede ser ....

La bofetada de la enorme mano del negro le volvió a Tess la cabeza del revés.

-Enséñame la casa puta vieja.

El negro tomó posesión de la (mi) habitación del Charli y su madre con sus dos esposas: Nuestra (su) Negra y la nueva negra. Yo cambié de compañera de jergón en el pequeño cuarto de plancha. Ahora dormiría con Tess.

A la mañana siguiente en negro nos interrogó exhaustivamente sobre nuestro trabajo y nos tomó bajo su mando.

Una vez más había sido traspasada de facto.

Mi nuevo chulo ordenó que lo llamásemos Hariri. No parecía muy dispuesto a trabajar así que dispuso que La Negra siguiese trabajando en el burdel de siempre pero esta vez acompañada de la nueva negra y de Tess. Por mi parte yo sería renegociada con la productora, así que se presentó conmigo en el club para hablar con el gerente.

Allí nos enteramos que la productora pagaba a Tess el cincuenta por ciento de los ingresos por mi trabajo y ella se llevaba el otro cincuenta por ciento. Todo de acuerdo con unas determinadas tarifas por día, ya que mi producción real dependía del éxito de los vídeos y películas que rodaba o de los ingresos del club por el espectáculo.

La negociación fue ardua porque, según el gerente de la productora, Tess había comprometido mis servicios gratis por un mes a cambio de un anticipo para la compra del coche. Es decir que mi primer mes de trabajo tras la cuarentena por mi parto sería de gratis y poniendo la leche de mis tetas. Vaya morro.

Hariri tanteó lo que podría sacar por mi si me arrendaba nuevamente a la productora y dijo que se lo pensaría. Regresamos a casa y el iba muy cabreado y murmurando cosas sobre la vieja puta.

Mientras esperábamos al resto de putas decidió ejercer sus derechos como chulo y me utilizó por los tres agujeros, además de dejarme las tetas totalmente vacías. Le gusto mi leche y no paró de mamarlas hasta agotar la producción.

Como no había impuesto reglas, por primera vez en meses pude andar por casa debidamente vestida, al menos con una bata calentita y me libré de las permanentes y odiosas ligas de las medias.

Cuando, a las cuatro de la mañana, regresó del burdel el resto de su cuadra de fulanas, tras recoger la recaudación del día, agarró a Tess del cuello y le dijo:

  • Me he enterado de muchas cosas con la productora. Mañana vamos a ir al banco donde tienes ingresado el dinero ganado por Adelle y mi primera esposa y me lo vas a dar.

  • No puedo. La cuenta solo está a nombre de mi hijo. Yo solo ingreso. De hecho tuve que pedirles el préstamo para el coche porque no dispongo de nada. Si llega mi hijo y comprueba que la cuenta no ha crecido al ritmo habitual me tunde a palos. Puede que loa haga por haber cedido a Adelle un mes gratis para pagar el préstamo.

Yo estaba segura de que decía la verdad, pero Hariri no lo estaba en absoluto, así que puede contemplar con gran satisfacción como las nalgas de Tess sufrían bajo el cinturón del enorme negro.

Esa noche, bueno, madrugada, ya se sabe el horario de las rameras, mientras le aplicaba crema en las nalgas me di la satisfacción de comentarle:

  • Durante una temporada vas a escuchar las opiniones de los clientes sobre como hay que tratar a una puta indisciplinada.

  • Calla, guarra. En menudo lío estamos.

  • Lo estarás tú. A mi me da igual ser puta del Charli que de Hariri. Ahora por lo menos puedo estar vestida en casa y no tengo que administrarme tantos enemas.

Por la mañana Hariri pudo comprobar por Internet, con las claves de Tess que, efectivamente, las diez cuentas que había solo tenían de titular al Charli. Aún así no se quedó tranquilo porque suponía que existiría otra cuenta que la vieja no había revelado. Yo sí me quedé algo más tranquila suponiendo, ilusa de mi, que una de las cuentas era la que contenía mi parte de los ingresos por mis servicios.

Por la tarde, tras enviar a Tess y a las negras al burdel, regresó conmigo a negociar con la productora. Delante de mi y sin el menor empacho fui objeto de trato cual si fuese ganado en una feria. El caso es que fui VENDIDA, si, esa palabra emplearon: "VENDIDA" por trescientos mil euros en metálico y de inmediato.

CONTINUARÁ