Trasladar la pasión

Una pequeña historia para gozar

Introducción

Ya habían contactado y les había gustado mucho, cada vez ambos se pasaban más tiempo viendo las pantallas de sus teléfonos móviles, querían, anhelaban un mensaje de la otra persona.

Tenían que dar el paso, un paso necesario para afrontar esta duda que les rodeaba. ¿Por qué dilatarlo? Se preguntaban ambos, cada uno enfrascado en las tareas rutinarias del trabajo. Un trabajo que ahora mismo no les llenaba porque sus mentes estaban puestas en intentar calmar el fuego de la pasión que les devoraba por dentro y que tendrían que saciar muy pronto.

Los primeros contactos por mail y por sms, al contrario de cambiar la sensación de él, habían aumentado de manera notable su deseo por ella, constantemente se notaba excitado, su miembro le recordaba que la deseaba por encima de todas las cosas, había entrado alguna vez a lo largo de la mañana en el perfil del Facebook de ella para ver las fotos. Y en cuanto cerraba los ojos la imaginaba desnuda delante de él esperando satisfacerla.

No podía hablar por ella, pero querría que le sucediese lo mismo, esperaba que el anterior texto escrito pensado en ella, le hubiese gustado, tanto que incluso hubiese tenido la necesidad de tocarse pensando en él.

El no lo había hecho, aunque lo había deseado. Su convivencia matrimonial no le permitía ciertas licencias, aún debía respeto a la persona con la que compartía vivienda.

Pero a lo largo de la noche, había sido notable su desvelo por ella, imaginaba amándola constantemente, eso no era una realidad pero si un deseo notable. Esperaba que cuando tuviera la oportunidad no quedar mal en ese sentido.

Ahora tenían que fijar una cita, él estaba impaciente, pero tenía problemas por el trabajo. Había fijado una serie de viajes previos y no podía cambiarlo de manera tan inmediata, aunque lo deseaba.

Esperaba que ella comprendiera lo súbito de la situación, tendrían que ser receptivos con la vida de cada uno de ellos, sus gustos, sus aficiones y sus compromisos.

Ahora él le había planteado una fecha para verse y deseaba que se lo confirmara. Tendría que preparase para el gran momento.

Habían hablado en una conversación franca y sincera, dejando clara la situación de cada una de ellos y apostando por una amistad intima entre los dos, sin que nadie opinara y sin que nadie pudiera entrometerse en lo que ellos querían hacer.

Ella había pasado una noche complicada, al principio deseaba entregarse a esta nueva oportunidad que se le planteaba, pero con buen criterio quería saber bien como hacerlo.

Le quería decir que su cuento le había encantado, que le había estremecido por dentro, que le había excitado tanto que querría tenerle dentro de ella, de manera inmediata, dejándola llena de gozo, tal y como le había escrito.

Juntos

Habían quedado aquella misma tarde porque ya no podían aguantar más. El encuentro había sido franco y directo, ambos se habían recibido con un beso en los labios, largo, prolongado y tierno.

A continuación habían decidido ir al primer hotel que habían visto, porque no querían perder nada de tiempo, querían estar cerca el uno del otro, no compartir con nadie aquel momento.

En cuanto llegaron a la habitación ambos comenzaron a besarse de manera apasionado, recorriendo el cuerpo con las manos, explorando la fuente de placer que era el cuerpo de su pareja.

Ambos empezaron a desvestirse rápidamente, prácticamente no dejaban un segundo de besare y a la vez caía la ropa al suelo, pantalones, jerséis, camisas, etc., hasta que la ropa interior fue el último obstáculos entre sus sexos.

Ahora podían disfrutar uno del otro, las manos de él acariciaban los pechos de ella, sin dejar de besarse, mientras las manos suaves de ella buscaban el miembro erecto de él para darle placer, masajeando, y rozando con los dedos la punta de su juguete.

Se tumbaron en la cama y comenzaron un juego sexual frenético, a ambos les encantaba haber encontrado su “alter ego”, nada de compromisos raros y si un vínculo de deseo.

Él comenzó a besar su cuerpo mientras ella habría sus piernas para recibir el miembro que tanto deseaba, pero él no estaba dispuesto a acabar pronto, quería satisfacerla plenamente y le había preparado algún juego sexual más que interesante.

Para ello, le pidió que se incorporara y que se sentara en la cama, a continuación le fijo alrededor de la cabeza un fular negro y le tapo la visión. Quería que no viera, pero que si sintiera mucho. Esperaba que esto le gustara mucho.

Así él se puso de rodillas delante de ella y comenzó a besarla sus piernas en dirección al sexo, ella esperaba deseosa sus acometidas y sin saber que sería lo siguiente en sentir.

Él estuvo un largo rato lamiendo su clítoris y oyendo sus gemidos, eso le excitaba de manera notable, aunque no creía que pudiese excitarse más ya que su miembro le recordaba constantemente cuanto la deseaba.

Luego se incorporó y se puso de pie delante de ella, aunque no le veía ella sentía lo que él deseaba, así que tanteando con sus manos logro tomar su miembro e introducírselo en la boca para sentirle más cerca, todo lo cerca que ella podría en aquellos momentos de pasión.

Quería ser penetrada y quería mandar ella aunque no viese nada, tal y como él le había dicho, estar a ciegas le hacía sentir más profundamente toda su apetencia sexual. Así que se incorporó y se puso de espaldas a él, ofreciéndole su sexo y queriendo ser penetrada por atrás, quería que todo el miembro de él le rozara sus labios vaginales, que le penetrada fuertemente hasta tocarle el famoso punto g que otros amantes no le había logrado localizar.

Así y entendiendo que tenía que hacer caso a los deseos de ella, él se incorporó, flexiono sus rodillas y la penetro por detrás al ritmo que ella quería.

-         Más deprisa, no pares. Exclamó ella

Sus embestidas fueron continuas, él observaba como la melena rubia de ella se movía cada vez que entraba en su cuerpo. Y este vaivén le encantaba…

Notaba que el sexo húmedo de ella le envolvía su órgano y esto le volvía loco.

Pero hoy mandaba ella, así que quiso cambiar de postura.

-         Ahora te pondrás debajo y seré yo quien decida cuando se acaba esto. Advirtió ella con voz sensual.

El obedeció y para su sorpresa ella se sentó encima pero dándole la espalda, quería que a la vez que tenía el miembro dentro, él le tocara sus pechos, los estrujara, pellizcara sus pezones o tocara su sexo por delante…

Ella le cabalgaba rápidamente hasta que  ambos alcanzaron el orgasmo y ella se dejo caer de espaldas en el pecho de él.. Así le ofrecía su cuerpo para que siguiera tocándola y dándole placer.

-         Dime si te ha gustado

-         Dime si te has tocado pensado en  mí

-         Dime si estas dispuesta a hacerlo tal y como te lo escribo.

-         Dime si quieres hacerlo ya.

-         Dime cuando

Llevo todo el día pensando en ti, y tras nuestra conversación y nuestros mensajes siento ser tan sincero pero hay una parte de mi cuerpo que no me responde, no puedo levantarme de la mesa… Tienes una gran parte de culpa de esto.