Tras tanto tiempo

Compañeros de trabajo durante mucho tiempo, reprimiendo el deseo, la lujuria, terminan siendo compañeros de cama en una relación que rompe las barreras y los convencionalismos.

Hoy va a ser un gran día. El trabajo me ha llevado a visitar una de nuestras filiales y ahí me encontrado contigo. Tu expresión de alegría me confirma que nuestros sentimientos son comunes. Estoy seguro que los dos vamos a disfrutar intensamente de esta coincidencia.

La verdad es que me llamaste la atención desde la primera vez que te vi. Un cambio en mi trabajo nos convirtió en compañeros de oficina. Tus preciosas manos, tu sonrisa, tu cuerpo sugerente. Así, en lo sucesivo, mi tarea diaria se iba a ver estimulada por tu grata presencia. Inmediatamente me di cuenta de que yo también te caía bien. Notaba que te gustaba. Por desgracia mi situación de casado no me permitía iniciar un acercamiento más atrevido. Liarme con una compañera de trabajo no estaba en mis planes. Además, ya sabes lo que dice el refrán: donde tengas la olla.

Muy pronto te convertiste en el objeto de mis fantasías sexuales. Un día tras otro soñaba contigo. En mi imaginación disfrutaba de cada centímetro de tu cuerpo. Como tu mesa de trabajo estaba situada enfrente de la mía cada vez que levantaba la vista me deleitaba observándote. Tu imagen, grabada en lo más profundo de mi mente, se renovaba en cada jornada con un nuevo matiz. Conocía de memoria cada gesto tuyo, cada vestido que te ponías, cada expresión que animaba tu rostro. En mi interior fluían contradictorias la satisfacción de disfrutar de tu presencia y la frustración de no poder accederte.

Esta frustración se acrecentaba cuando percibía lo a gusto que estabas conmigo. Nunca faltaba la sonrisa de tu cara. Te dirigías a mí de forma cariñosa y el brillo de tus ojos pregonaba que en absoluto te resultaba indiferente. Por desgracia la prudencia de ambos nos impedía el llegar más allá.

Un día me dijiste que te casabas. A partir de ese momento envidié al hombre que cada noche yacía contigo disfrutando de lo que yo tanto anhelaba. Me acuerdo de lo guapa que te pusiste durante tu embarazo. Tu sex appeal se acrecentó aún más si cabe. Con frecuencia me veía obligado a ir al servicio para aliviar la morbosa excitación que me provocabas. Porque ahora sé que me provocabas. Tus penetrantes miradas se clavaban en mis ojos mientras que discretamente abrías las piernas mostrándome tus prendas íntimas por debajo de la mesa. Tus bragas blancas bajo tus pantis transparentes marcaban tu sexo y mis ojos se salían de sus órbitas. Me pongo a cien cada vez que lo recuerdo. Cómo hubiera deseado ser el padre de esa preciosa niña que tienes.

Hoy estás radiante. Cada vez que te das la vuelta clavo mis ojos en tu trasero, que con certeza esta noche será mío. Tras años de espera ha llegado el gran día. Por fin hemos coincidido en un viaje de trabajo que nos obliga a pasar una noche fuera de casa. Cuando terminemos nuestra jornada laboral nos encontraremos en el hotel y seremos protagonistas de la mayor orgía de nuestras vidas.

La verdad es que las mujeres sois las que tenéis la llave de las relaciones. Recuerdo cada instante de aquel breve viaje en coche que hicimos juntos hace unos seis meses. Nuestra conversación fue subiendo de temperatura a una velocidad vertiginosa y en minutos nos encontramos aparcados en un lugar discreto enlazados en un apasionado beso. En todo momento llevaste la iniciativa. Con la falda remangada te sentaste de frente sobre mí, liberaste mi polla del pantalón y apartándote las bragas te dejaste caer sobre ella insertándotela. Otro beso bestial e iniciaste la cabalgada.

Es una suerte que tomes la píldora. Me encantó correrme en tu interior.

Me llamó la atención que llegaras al orgasmo antes que yo, que me tengo por rápido. Eres pasión pura. El polvazo nos supo a poco. Apenas si tuve la ocasión de acariciarte el pecho por encima de tu blusa. Fue intenso y breve como un rayo. Por desgracia íbamos con hora y no pudimos prolongar el momento. No obstante, aprovechamos intensamente el resto del trayecto. Nos lo contamos todo, sin ahorrar detalle. Hablamos de lo que nos deseábamos desde el día en que nos conocimos, de los paseos a los servicios para descargar, cada uno por su cuenta, la excitación que nos provocábamos. Llevábamos años masturbándonos y teniéndonos el uno al otro como principal fuente de inspiración. Cuando hacíamos el amor con nuestras respectivas parejas nos imaginábamos que era con el otro con el que follábamos.

Mientras charlábamos tu mano permaneció sumergida en mi bragueta acariciando mi pene. Me obligaste a realizar verdaderos esfuerzos para no perder la concentración en la conducción. Antes de llegar a nuestro destino aumentaste la intensidad de tus caricias regalándome con otro instante de placer intenso.

De eso ya han pasado seis meses. Nuestras obligaciones familiares nos han impedido otro encuentro loco. Eso sí, desde entonces las cosas ya no son las mismas. Las miradas que nos intercambiamos están cargadas de lujuria. Cuando me provocas abriendo las piernas bajo la mesa lo haces con el descaro de una puta. A veces tus bragas están ausentes y me muestras tu coño peludo en todo su esplendor. Por desgracia la presencia de otras personas en la sala no nos permite llegar a más.

Pero hoy nos vamos a desquitar. La noche será toda para nosotros. De vez en cuando me acerco a ti y discretamente te susurro:

Sonia, te deseo Yo también a ti, no te puedes imaginar cuánto Esta noche va a ser bestial Sin límites, Carlos Por supuesto, a tope y sin límites

Y por fin, la hora mágica. Dejamos nuestra faena y nos vamos hacia el hotel. Caminamos juntos, en silencio. La excitación no nos permite articular palabra. Al llegar al hotel recogemos las llaves de nuestras habitaciones, aunque está claro que sólo se usará una.

Subimos en el ascensor mirándonos fijamente a los ojos. La presencia de un tercero nos impide que nos lancemos el uno sobre el otro. Mi corazón late como si fuera a salírseme del pecho. Llegamos a la puerta de tu cuarto y abres. Entramos, cierro, te das la vuelta y nos fundimos en un beso. Tu lengua entra en mi boca como si se tratara de un dardo. La mordisqueo, la saboreo, disfruto de su textura. Después es mi lengua la que te visita, explorando cada rincón y buscando tu garganta profunda.

Mis manos primero en tu cintura, luego en tu culo te soban y te aprietan contra mí. Restriegas tu vientre contra mi polla para percibir su dilatado tamaño.

Fóllame Carlos Espera, quiero ponerte muy muy caliente Pero si ya me arde el coño

Hoy me toca a mí llevar la iniciativa. Quiero demostrarte que no me falta imaginación. Te conduzco a la cama y te tumbas atravesada. Me arrodillo enfrente y te descalzo. Esos pies preciosos que tanto he deseado y que he admirado cuando en verano calzas sandalias ahora son míos. Te quito los calcetines y te los acaricio, te los beso, te los mordisqueo y te los lamo. No me importa que aún no hayas pasado por la ducha. Hoy probaré cada uno de los sabores que emanan de tu cuerpo. Te deseo tanto.

Sujetando tus pies con mis manos abro tus piernas. Meto mi cabeza en tu ingle y aspiro la fragancia que sale de tu sexo. Tus feromonas me ponen a mil y comienzo a morderte el coño por encima del pantalón. Tú, mientras tanto, gimes.

La excitación nos lleva a un estado de borrachera sexual que jamás habíamos experimentado. Un agradable aturdimiento nos invade. Como un drogadicto insatisfecho busco aumentar el nivel del colocón añadiendo todo el morbo posible a la situación. Me aparto ligeramente.

Sonia, quítate la blusa, quiero verte las tetas

Botón a botón te vas desabrochando la camisa. Un sujetador blanco inmaculado adorna tu pecho. Tu camisa vuela y le sigue el sujetador. Te quedas sentada, semidesnuda, exhibiéndote ante mí. Estás preciosa. Tus tetas son pequeñas, picudas y ligeramente orientadas hacia los laterales, tus pezones grandes y oscuros. Sin dejar de mirarte a los ojos pongo una mano sobre cada pecho y te los sobo. Tus pezones reaccionan erizándose, como si fueran la guinda de un postre delicioso. Me inclino sobre ti tumbándote. Me tumbo encima y con mi lengua recorro tus tetas engullendo esas deliciosas guindas. Las muerdo con suavidad para sentir su textura firme y sensible.

Ya has perdido completamente el control de ti misma. Con las piernas rodeas mi cintura. Echas los brazos por encima de tu cabeza dejándote hacer. Me fijo en tus axilas depiladas. Cual anuncio de desodorante te las beso. Me embriago con el suave aroma de hembra que me llega. Te las recorro con la lengua. Su sabor, parecido al del coño me sobreexcita. Me encanta lamerte.

Noto como estoy llegando a un punto en el que me resulta muy difícil aguantar sin explotar. Decido tomar acción. Me incorporo y esta vez soy yo el que te ofrezco un streptease quitándome la camisa, los zapatos, los calcetines, los pantalones y finalmente el slip. Mi rabo se queda apuntando al techo. Me tumbo a tu lado.

Cómemela

Me la sujetas delicadamente con tu mano y la engulles. Con los labios liberas el glande saboreándolo como si se tratara de un caramelo. No puedo evitar gemir. El placer es increíble. Se que es injusto que no alcancemos el orgasmo simultáneamente pero la verdad es que deseo profundamente correrme en tu boca. He fantaseado muchas veces con que te tragas mi semen y ahora tengo la ocasión de experimentarlo.

Quiero correrme en tu boca Hazlo

Siento como tu lengua acaricia la punta del glande. Tu mano me la coge con firmeza aumentando la intensidad del movimiento. Una descarga eléctrica recorre mi cuerpo y comienzo a lanzar chorros de semen contra tu garganta. Te mantienes al pie del cañón tragando todo mi elixir hasta que terminan mis espasmos. Sin sacarla de tu boca me miras fijamente a los ojos. En los míos encuentras una mirada de inmensa gratitud.

Reposas tu cabeza en mi vientre desnudo. No sacas mi pene de tu boca. Con extrema delicadeza me lo sigues acariciando con tu lengua.

Mi excitación se ha venido abajo. Es la respuesta natural del organismo. Me dedico a contemplarte. Veo ante mi una hembra semidesnuda, preciosa y tan excitada que se follaría a un batallón de la legión, que sigue mamándomela con dulzura y con lujuria. Me encanta.

Mi pene flácido responde y con prontitud recobra la firmeza que tanto deseas. Ahora te toca a ti. Te incorporas, te abres de piernas y me increpas:

Fóllame cabrón, híncamela

De nuevo me sitúo entre tus piernas. Te desabrocho los pantalones y te los bajo simultáneamente con las bragas. El olor de tu coño inflamado y chorreante llena la habitación. Tu vagina enrojecida por el deseo y rodeada de un negro vello destaca sobre tu piel blanca. No te hago esperar más. Me lanzo contra tu ingle y te penetro con mi lengua. Te abro a tope con mis manos lamiéndote desde el ano hasta el clítoris. Tus gemidos ya no cesan.

Métemela Carlos, por favor

Te volteo, te pongo a cuatro patas y te la meto. Entro en tu vagina lubricada con total facilidad. Te follo a gran velocidad golpeando con la punta tu útero. Tus tetas vibran a cada embestida como badajos de campana. Simultáneamente, con mi mano derecha te acaricio el clítoris. Mi dedo pulgar, previamente mojado con mi saliva se hunde en tu culo.

Tus gemidos se han convertido en un alarido continuo, ronco y profundo. Percibo como tu vagina empieza a contraerse atrapando mi pene. Tu cuerpo empieza a vibrar descontrolado. Te estás corriendo. Acompaso el ritmo de la penetración a tus contracciones. Y yo también me corro. Mi segunda emisión de semen se descarga directamente en el interior de tu vientre.

Cuando terminas nos tumbamos con cuidado para que no se salga. Te beso el cuello con cariño mientras que sigo dentro de ti. Estoy tan a gusto ahí. Tú, ya relajada, me acaricias.

Tras un ratito de reposo te diriges a mí:

¿Nos damos un baño? Huelo a demonios Hueles de gloria, Sonia, hueles a hembra Huelo a hembra guarra, además, estoy chorreando. Anda, vamos a la bañera

Me salgo de ti y nos incorporamos, a mí también me vendrá bien un baño. Mientras vas llenando la bañera saco un benjamín de cava del minibar. Vamos a disfrutar de un baño muy sugerente. Cuando entro en el baño te encuentro inclinada sobre la bañera añadiendo sales perfumadas al agua. Vaya lujazo.

Vamos, métete tu primero, me dices

Dejo el benjamín en el suelo al lado de la bañera. Entro y me siento en el fondo. El agua llega casi hasta el borde y está cubierta por una abundante espuma. Ahora entras tú. Te sientas de espaldas a mi, entre mis piernas. Vuelves la cabeza y me ofreces tu boca. La tomo con ansia. Mordisqueo tus labios y te meto la lengua. Esa boca que durante tanto tiempo he deseado es ahora toda mía.

Mientras morreamos te voy lavando con mis manos. Los brazos, las axilas, las tetas, la barriga. Llego a tu pubis y abres las piernas. Deslizo mi mano sobre tu coño. Lo noto inflamado, caliente y deliciosamente viscoso. Te lo lavo con delicadeza. Avanzo el dedo y te lo meto en el culito. Lo meto y lo saco varias veces, con el fin de dejarte bien limpita.

Ahora frótame la espalda, Carlos

Te incorporas ligeramente y te das la vuelta. Entiendo tus intenciones inmediatamente. Me corro un poco hacia el centro de la bañera. De frente hacia mí, me rodeas con las piernas y te dejas caer sobre mi polla clavándotela hasta el fondo. Te quedas insertada y quieta y me dices:

¿Cuándo nos vamos a tomar ese cava? Sólo veo una copa No necesitamos más

Abro el benjamín y lleno la copa. Te doy a beber y te digo:

Dame de beber de tu boca

Tomas un trago y me acercas los labios. Abro los míos y recibo en mi boca el cava helado que sale de la tuya. El contraste entre el frío del delicioso líquido y el calor de tu lengua es fantástico. Mientras bebemos contraes rítmicamente los músculos de tu pubis y tu trasero aprisionando mi polla, regalándola con un fantástico masaje. Con mis manos froto tu espalda, tu culo, tus muslos, tus delicados pies. Me faltan manos para acariciarte toda entera.

Sonia, estoy muy caliente, me temo que me voy a correr pronto Espera un poco, a mí aún me falta Tócate el clítoris. Quiero ver como te masturbas mientras follamos

Con una mano separas ligeramente los labios de tu vagina y con la otra te empiezas a tocar el clítoris. Mientras tanto, no dejas de subir y bajar sobre mi rabo. Llevas la cabeza hacia atrás y cierras los ojos. Te concentras en lo que estás sintiendo entre las piernas. Yo no dejo de mirarte fijamente. Me encanta ver la expresión del placer que te estás proporcionando con tus dedos y con mi polla.

El ritmo del movimiento de tu mano aumenta vertiginosamente mientras que comienzas a emitir un profundo gemido. Tu cuerpo empieza a temblar y experimentar cortas sacudidas. Te estás corriendo y yo me estoy corriendo contigo. Por tercera vez en esta noche me derramo dentro de ti. Cuando terminas los espasmos te abrazas sobre mí y me besas.

Me encanta follar contigo, Carlos Y a mí contigo. Quiero preñarte, Sonia La próxima vez. A mí también me apetece que lo hagas

Nos incorporamos y nos secamos. Nos vamos a la cama y nos metemos dentro, desnudos. Nos abrazamos disfrutando de la tersura de las sábanas y de la suavidad de nuestra piel. Aún tenemos una larga noche por delante.

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