Tras maduras casadas en la playa nudista
Maduras y necesitadas. Un peligro.
Tres maduras casadas en la playa nudista
Ellas son Marta, Lucia y Teresa, por orden de edad, aunque la diferencia no es mucha. La primera ha pasado de los 55 y las otras dos están en la primera mitad de la década. Maduras, pero muy bien cuidadas. Pertenecen a una clase social que pude calificarse de alta; sus maridos son empresarios de éxito y a ellas no les falta de nada. Cumplieron con su principal función de darles hijos a ellos y lo demás ha sido vivir a toda comodidad, sin que les falte de nada. Ciertamente el feminismo propio de la época actual podría ver reprobable ese papel de la mujer, pero ellas tan felices.
Bien cuidadas, como decimos. Mujeres que se preocupan mucho de su físico, tienen mucho tiempo para ello. Todo tipo de tratamientos: faciales, corporales, masajes, gimnasio, dieta adecuada, etc. Las tres se han hecho un lifting para quitar las arruguitas propias de la edad y rejuvenecer el rostro. Marta, que es la que tiene las tetas más grandes, se las ha operado, pues las tenía algo caídas. Luce ahora dos preciosos senos, pues aparte de grandes los tiene en punta, en forma de pera, con pezones sobresalientes. En la playa llaman muchísimo la atención y los hombres la miran con descaro.
- Nadie procura mirarnos las tetas a nosotras, que desgracia… -dicen con sorna las otras dos, que las tienen más pequeñas-.
- Sí, sí, pero vosotras tenéis el coño más bonito que el mío..
Y es que aunque Marta está feliz con sus pechos, está algo acomplejada con su sexo. Es el del tipo de labios menores grandes, que sobresalen de los mayores. En reposo se arrugan formando lo que en algunos sitios llaman con humor el moco de pavo, por similitud con la llamada carúncula o carnosidad que tiene ese ave en el cuello. Este tipo de coño tiene sus adeptos y sus detractores, pero no deja de ser original y atractivo como cualquier otro, pero sabemos que hay mucho hombre escrupuloso y que entienden poco de mujeres. Pero a Marta no le gusta, sobre todo cuando se excita y los labios menores crecen y se abren como alas.
- Parece que tengo un murciélago entre las piernas -dice ella-.
A mí personalmente este tipo de genitales femeninos me atrae, tiene algo de especial y hace también especial a la mujer que los lleva. Por eso creo que hay que tener en cuenta el refranero español, tan sabio, cuando dice que “ no hay mujer fea, por donde mea”.
Pero Marta, algo agobiada, consultó con su amigo el cirujano que le operó las tetas, para ver si era conveniente hacerse una vaginoplastia y reducir el tamaño de esos labios tan grandes. Pero el médico fue sincero con ella.
- Mira, Marta, tú tienes mucha sensibilidad en esa zona y los labios menores te dan mucho placer, si te los elimino en gran parte puedes perder esa sensibilidad.
- Claro, tú sabes que si un hombre sabe comerme el coño con arte me corro en cinco minutos.
Y claro que lo sabe bien el doctor, pues es un tipo joven y guaperas que tiene bien seducidas a las pacientes y a más de una se folla, como ha sucedido con Marta.
Los respectivos matrimonios son los típicos metidos en la rutina, sin pasión. Ellas son mujeres ardientes y también infieles a sus maridos, por eso se entienden bien y claro, cada una tiene mucho que callar de las otras, pues todas están en la misma circunstancia.
- La verdad, chicas –comentaba un día Lucía en una de sus reuniones habituales-, que hemos salido bastante putas ¿verdad?.
- Pues sí, cierto. Pero no pienses que nuestros maridos nos guardan la ausencia, ellos follan también lo que pueden, no son tontos.
Han tenido sus amantes ya algo tarde, ya llegando a los cincuenta años, cuando los hijos ya comenzaban a volar. Y no les pesa, cada una de ellas ha pasado por la cama de varios hombres y han conocido de todo y aprendido mucho.
Como decimos que no hay problemas económicos, desde hace unos años han tomado la costumbre de alquilar una casa para pasar el verano en la playa. Los hijos están ya unos independizados y otros hacen su vida, no tienen ya edad de estar con sus mamás y prefieren quedarse en Madrid con sus novios o dar una escapada al extranjero. Así que a finales de junio se van las tres mujeres solas y los maridos van y vienen los fines de semana, luego en agosto ya están con ellas todo el mes. A finales de septiembre regresan las tres esposas, totalmente tostadas por el sol, tres manjares para degustar sin prisas.
Es una casa amplia, donde todos se acomodan bien. A pie de playa, solo hay que recorrer unos doscientos metros para acceder al mar y con dos opciones: una playa familiar a un lado y al otro, una pizquita más apartada, una playa nudista. Las esposas los primeros años se quedaban en la familiar, pero luego les picó la curiosidad.
- ¿Qué os parece –siempre Marta llevaba la iniciativa en estos casos- que nos vayamos a la playa nudista? Aunque seamos maduras no estamos mal y además se ven cuerpos mucho peores que los nuestros. ¿Os atrevéis?
Y para allá se fueron, con algo de pudor el primer día, pero enseguida se acostumbraron y se tumbaban al sol con total naturalidad. Lucía y Tere se solían colocar boca arriba, las piernas algo abiertas para que el sol les bronceara también los sexos, exquisitamente depilados y con mucha cremita para evitar quemarse. Marta, con ese complejo de coño raro, solía ser algo más recatada y se abría de piernas cuando no había nadie cerca.
Ellas todos los días cogen sus bártulos: la sombrilla, la hamaca ligera de playa, una neverita con las cervezas, un aperitito, etc. Pasan unas tres horas y luego vuelven a comer a casa. Algunas tardes repiten.
Hoy han cogido buen sitio, bastante cerca de la orilla. Colocan juntas las tres sombrillas y se relajan mirando al mar, o, mejor, a los chicos que por allí pasan desnudos. No pueden evitar que se les humedezca algo el coño.
- Estoy pensando una cosa –esta vez es Lucía la que habla-. Hasta ahora hemos follado con tíos de nuestra edad. No estaría mal probar con uno de estos jóvenes, debe de ser muy distinto.
- Ya lo habíamos pensando, no te creas. Además, seguro que nuestros maridos en Madrid buscan chicas jóvenes para llevarlas a la cama.
- Y también os digo otra cosa, que las maduras estamos de moda entre los jóvenes. Deberíamos aprovechar el verano.
Así quedó la cosa, con unos comentarios, pero en el fondo andaban las tres salidas como burras, deseando echar un buen polvo con un guayabo de veinte años.
- Me ha dicho mi amiga Manuela (es una amiga de Tere, que folla como loca con jóvenes), que es impresionante como te follan, se corren y a la media hora se han recuperado y vuelta a empezar, sin necesidad de pastillas.
Con estas conversaciones, de forma instintiva, las mujeres allí tumbadas al sol, abren ligeramente las piernas para que el calor les estimule un poco más el sexo, que solo se les está abriendo.
Hoy han tenido suerte. En el espacio de arena que está muy despejado hay tres jóvenes entretenidos en uno de los típicos juegos de playa, con raquetas y pelota. Los chicos corren, saltan, gritan como niños. Tendrán unos veinticinco años. Y con esas carreras y el calor, sus miembros lucen poderosos, cuelgan con alegría, algo morcillones, moviéndose de un lado a otro, agitados, como si se fueran a desprender.
- Carajo, chicas, fijaros en las pollas de esos tres, que movimientos, me encanta.
- Tener una polla así dentro debe ser el mejor regalo de todo el verano. ¿No somos algo viciosas? Son como nuestros hijos.
- No seas tan remilgada y no dejes de mirar que seguro que estás ya cachonda, jodía puta. A ellos también les gusta mirar como se nos mueven las tetas.
Ellos se dan cuenta pronto de que las maduras no le pierden ojo y aumentan el juego y los saltos. Las miran también entre risas. Ha comenzado el delicioso juego de la seducción mutua, todos se desean. Hoy día cualquier joven quiere follarse a una madura así, experta, con libertad, a pelo, pues ya no se quedan embarazadas.
Los jóvenes comienzan a dar algunos raquetazos aparentemente sin control, pero con la idea de que la pelota vaya a parar junto a las mujeres. Ellas la recogen y se la lanzan de nuevo entre risas.
- El más alto tiene la polla algo más gorda, ese para mí, eh, no me lo quitéis.
- Serás putona, así, sin consultar ya te lo has adjudicado. Pues para mí el que es algo más bajito, es guapo.
- Pues yo me conformaré con el rubio. La verdad es que los tres están para violarlos.
Ya se ha establecido el pacto de reparto Ahora solo queda ejecutarlo. Una de las veces la pelota queda entre las sombrillas, a los pies de las maduras. Pero ninguna la recoge para devolverla.
- ¿Nos devolvéis la pelota, por favor? –lo dice el que le gusta a Marta-.
- No, no –ella ya está muy segura de sí misma-, ven tú a recogerla.
Risas de las tres mujeres. El chico, decidido, se acerca y coge la pelota, pero no se marcha, se queda allí de rodillas sobre la arena. Ellas están saboreando una cerveza fresquita.
- Que bien os lo montáis, con vuestra cerveza y todo.
- ¿Os apetece una?
- Pues claro, eso no se desprecia.
- Llama a tus amigos.
Se acercan los otros dos y se acomodan junto a las mujeres, que con el estilo que dan los años, se arreglan para que los chicos elegidos se queden al lado de cada una. Charlan un largo rato de cosas intrascendentes, lo típico, de donde sois, estáis solas, etc. Unos y otras se recorren bien con la mirada, los chicos observan con descaro las tetas de las mujeres y si ellas tienen un descuido y se abren, también sus sexos. Los tres de forma instintiva están entrando en media erección, lo que divierte mucho a las mujeres, que sin darse cuenta también se humedecen
Es ya cerca de la hora del mediodía. Ellas siguen tomando la iniciativa, ya decididas a follarse a los chicos sin perder mucho tiempo.
- Nos vendría bien otra cerveza, pero con algún aperitivo -comenta Lucía-.
- Pues vale –dice uno de los chicos- vamos a un chiringuito.
- No, no, hace ya calor, mejor en nuestra casa, si no os parece mal.
Los jóvenes se miran un momento algo desconcertados, ha sido demasiado fácil. ¿Pero quien rechaza una oferta así?
- Por supuesto, recogemos nuestras cosas y vamos con vosotras.
Todos recogen sus artilugios de playa, y antes de abandonarla se dan una buena ducha en las instalaciones allí existentes para quitarse el sudor y la arena. Para salir de la playa nudista y recorrer el poco espacio hasta la casa, los chicos se ponen el bañador y ellas un pareo anudado bajo los brazos, sin nada más. Ellos les ayudan a llevar las hamacas y sombrillas.
Al entrar en la casa el deseo que viene acumulado de la playa se desata. Estaba previsto tomar otra cerveza y comer algo, pero sueltan todos los trastes en la misma entrada y las parejas comienzan a meterse mano sin control. Lucía y Tere marchan pasillo adelante de la planta baja, a sus respectivos dormitorios. Marta le hace una seña a su chico de que su dormitorio está en la planta alta.
El tramo de escaleras son veinte peldaños, pero ellos tardan otros tantos minutos en subirla. Cada escalón es una hazaña de sexo. Van subiendo muy despacio, comiéndose a besos, buscando la piel del otro. Un peldaño están sentados, otro de rodillas, tocándose, jadeando, sin hablar. El chico ha arrancado ya de un tirón el pareo de ella. Por la mitad de la escalera Marta queda sentada un momento para tomar aire, mientras el chico con una rodilla en el escalón aprovecha para masajearle las tetas con mucho entusiasmo y chuparle el cuello y las orejas, ella está desatada y gime ya escandalosamente. En esa postura el pollón del chico, ya totalmente vertical, le queda cerca de la cara y ella, sin poderse contener, lo agarra y se lo lleva a la boca. Es buena mamadora, pero el chico la aparta enseguida, pues no quiere correrse tan pronto.
Han conseguido llegar al final de la escalera, Marta queda sentada en el último escalón y el chico la hace caer hacia atrás, de forma que queda echada sobre el suelo del descansillo, con los pies dos escalones más abajo. Ella todavía tiene el pudor que le produce su coño. El chico, puesto frente a ella, la abre delicadamente las piernas, examina, acaricia con ternura la raja húmeda.
- ¡ Caray, Marta, que coño más bonito tienes¡ He visto algunos así en internet, pero nunca en directo, tenía ganas de toparme con uno.
- Gracias, gracias…Celebro que te gusta, es todo tuyo, cariño.
Marta respira ya aliviada, el chico es todo un hombre. Prueba superada, sus miedos ya no tienen sentido, así que se entrega y su excitación, ya relajada, aumenta hasta el límite. Y lo que estaba esperando sucede, el chico de rodillas en el escalón inferior se agacha, separando las rodillas de ella, y lleva su boca con entusiasmo al coño de la madura. Lame, succiona el clítoris, chupa los grandes labios y tira de ellos metiéndolos totalmente en la boca. Sin prisas, con arte, deleitándose en tan rico y sabroso sexo femenino. Al tiempo que lo hace mete las manos debajo y manosea las hermosas nalgas de la mujer. Mientras que le hace el oral, tiene la palma de la mano apoyada en su monte de venus y con el pulgar masajea su clítoris en círculos. Luego retira la mano de ese lugar y mete dos dedos por su vagina, trabajando su punto G. Ella ya no gime, prácticamente ya grita de placer. Ninguno de sus amantes, a pesar de ser maduros y se supone que con experiencia, le había dado tanto placer.
La sesión de sexo oral es concienzuda, meticulosa, es un experto comedor de coño a pesar de su juventud. Y a Marta le viene el squirt, que hace ya algún tiempo que no sentía. Solamente algún amante muy experto se lo producía, y ahora sucede. Un potente chorro de fluido sale de su vagina, llenando la cara y la boca del joven, que como buen amante no se aparta y aguanta la ducha.
- ¡ Joder, Marta -dice ya al terminar la expulsión de líquido-, casi me ahogas, jodía guarra..¡
- ¿Te molesta? Si es así, disculpa.
- Para nadaaaa, me encanta esto…
Con el chorro de líquido Marta ha sentido su primer orgasmo, agarrando fuerte con sus dos manos la cabeza del chico, presionándola contra su sexo. Ha sido un orgasmo potente y largo, una delicia. El joven, observando su corrida, descansa también y se tumba en el suelo a su lado. Se relajan unos minutos, pero no muchos, Marta es multiorgásmica y sus hormonas están revolucionadas.
Pasados esos minutos, el chico se incorpora y agarra a Marta por debajo de sus brazos y tira de ella para apartarla de la escalera, la deja totalmente tumbada en el suelo. Vuelve a despatarrarla y ahora se coloca sobre ella. La madura observa el tremendo falo, duro con madera, que va a entrar en ella.
- Cariño.. ¿todo eso me vas a meter?
No lo dice con ningún tipo de miedo, claro, sino con coquetería, con orgullo de despertar esa pasión en el chico. Y se despatarra al máximo, esperando ansiosa. El joven se acomoda entre los fuertes muslos de la mujer, apoyado en el suelo con sus brazos estirados y acerca sus caderas a la entrepierna femenina. No hace falta agarrarse el miembro para dirigirlo a la entrada, solamente baja el cuerpo en la forma adecuada y la cabeza de su polla conecta sin problemas. Empuja y entra fácil, todo está dilatado y resbaladizo. Hasta el fondo, mientras ella lanza un sonido gutural, primitivo, al sentirse así penetrada.
- Aaaaaggggggghhhhhhhhhhhhhhhhh…. Eso…. síiiiiiii….
El joven se deja caer ahora sobre ella, para sentir toda la piel en contacto, se apoya sobre los bonitos pechos, sintiendo su suavidad. No recuerda haber sentido tanta felicidad, incluso con mujeres jóvenes. La madura es la amante perfecta, y también la madre amorosa, que a nada dice que no. Ella se agarra a él con fuerza, le abraza por el cuello, le pide sus besos, él mete su lengua hasta su garganta y ella aguanta medio asfixiada.
Transcurridos unos momentos el chico comienza a bombear el coño de la madura, en un dulce movimiento de atrás a adelante, también a intervalos le da fuertes pollazos, que arrancan nuevos gemidos de ella. El joven siente, como si fuese una especie de abrazo, los labios menores rodeando su polla, suavísimos, tibios, húmedos.
Desde la planta de abajo se oyen perfectamente los fuertes gemidos de las otras dos mujeres.
- ¡ Jodías putas ¡ - comenta Marta-, como disfrutan también, me ponen muy excitada.
- Y a mí también, me voy a correr, cariño, no puedo más.
- Vale, cielo, yo también lo sentiré contigo. Échamelo todo, todo, lléname, por favor.
El joven presiona ahora fuertemente con sus caderas sobre el pubis de la madura. Menos mal que las nalgas carnosas de ella actúan como cojín y el duro suelo ni lo siente, ni se acuerda de donde está. El chico contrae el rostro, se tensa y al momento fuertes chorros de esperma inundan el interior de la mujer. Ella lo siente perfectamente y sincroniza con él el segundo orgasmo, que la deja medio desmayada. Ahora el grito de placer es tan fuerte, que una de las amigas desde su dormitorio (tienen también las puertas abiertas, sin pudor), no puede evitar contestarle desde abajo:
- ¡Martaaaa, jodía zorraaaa…¡ ¡ Que bien te lo estás pasando…¡`
- Cómo que tú lo pasas mal, putona, jajajajajaaa…-responde ella-.
El joven descabalga y se tumba en el suelo, de medio lado junto a ella. Es un relax que no impide que el deseo se mantenga, pues ahora amasa la tetas de la mujer, con ganas, apretando las bonitas mamas.
- Son unas tetas preciosas, Marta, de veras..
- Te gusta todo de mí, jajajajaja. Yo también estoy muy contenta, de veras.
Ella, agradecida, agarra su miembro y lo acaricia, apretando suavemente, atrás, adelante, con movimiento masturbatorio. A pesar de la eyaculación, la polla no está derrotada ni mucho menos, mantiene media erección e incluso así podría penetrarla de nuevo.
Pasa un largo rato, no hay prisa. Y el miembro masculino va aumentando su dureza.
- Es tremendo, que bien te recuperas. Anda, vamos ahora al dormitorio, estaremos mejor en la cama. Espérame, voy primero al baño, pues me está escurriendo todo tu semen.
Marta se hace en el baño un lavado concienzudo de su coño martirizado por tanto pollazo, el agua calentita, el gel perfumado y como nueva. El chico desnudo en la cama le pregunta:
- ¿Tienes aceite hidratante para masaje? Traélo, por favor.
Es deseo del joven darle a la madura un buen masaje para relajarla totalmente tras el polvo anterior y prepararla para el siguiente envite. Ella se tumba boca abajo, tranquila, muy a gusto. El chico examina ahora con detalle a la mujer en esa postura, pues antes la ha visto solo boca arriba. Realmente el aspecto de la señora es espectacular. Piel tersa, inmaculada, sin manchas ni granitos de ningún tipo, perfectamente bronceada en su totalidad, sin las zonas blancas propias del bikini. Un tipazo, ni gruesa ni delgada, sin pizca de celulitis. Un auténtico bombón.
Comienza a hacerle primero lo que él denomina un pijama de saliva: lame despacio todo el cuerpo de la mujer, comenzando por los pies, luego muslos arriba, toda la hendidura entre sus nalgas, coño y culito, todo recién aseado, perfumado. A la mujer nunca le han hecho ese llamado beso negro y está extasiada. La lengua del joven recorre ahora toda la espalda, siguiendo la columna vertebral, luego el cuello; ella tuerce la cabeza hacia un lado buscando la boca el chico, fundiéndose en un beso algo forzado por la postura. Mientras le besa la suave piel de la espalda su mano está entre sus muslos acariciando toda la zona, estirando de nuevo sus labios íntimos.
- Pero que placer me das, cacho cabrón… eres único. Sigue, sigue así….
La mujer se va de nuevo excitando y comienza a mojar la sábana. El chico extiende de forma generosa el aceite por todo el cuerpo. La piel queda suave, brillante, impresionante aspecto el de la mujer.
- Te voy a hacer unas fotos con el móvil, quiero llevarme el recuerdo tuyo para siempre, ¿Puedo?.
- Puedes, sí, siempre que no se me vea la cara.
El joven toma muchas fotos, ella se mueve, coqueta y se cambia de postura, de medio lado, las piernas cerradas o totalmente abiertas, como una actriz. Por un lado saca una de las espectaculares tetas y se deja fotografiar. Si la postura se presta a enseñar el rostro, se tapa la cabeza con la almohada.
Tras la sesión fotográfica vuelve a tumbarse boca a bajo y el joven se echa sobre ella. Le frota la polla bien erecta entre las nalgas, recorriendo su culo y su coño. Le ha puesto una buena cantidad de lubricante en la zona y está dispuesto a su próxima hazaña.
- La voy a encular, a ver que tal se me da.
La va pasando la punta del miembro, bien engrasada. Al pasar por el agujero trasero presiona un poco, con delicadeza, sabe bien que tiene que ser tierno para evitar que la mujer se aparte. Ella comienza a darse cuenta, el hecho de que la sodomicen no entraba en sus cálculos.
Eh, eh… no me la vayas a meter por atrás, eh… no estoy preparada para eso… cuidado, ten cuidado. Que no, que no, te digo… Que me estás forzando esa entrada, no quiero… ¡Que me la vas a meter por el culo, joder¡
El joven es astuto y no contesta, no se da por aludido. Tiene la seguridad de que va a terminar sometiendo a la madura. Ella sigue con su monólogo:
- Que no me gusta, no aprietes, que vicio, joder. Si sigues así al final vas a meterla. Despacio…. cuida… cuidado…. ¡ Me estás abriendo el culo, siento como me entra¡ Que soy virgen por ahí, me lo vas a romper, carajo. Aaayyyyy, aaaayyyy… ¡ Que ya ha entrado un poco ¡ ¿Cuánto la mas metido, dime?.
- La cabecita y un poco más, tranquila. Relájate, no aprietes, ahora se te irá abriendo el conducto y después ya no sentirás molestia. ¿Te duele mucho?
- Un poco, sí, claro, es mi primera vez. Aunque menos de lo que pensaba.
- Aguanta cielo, tú lo conseguirás, eres muy putita, y lo sabes, te falta esto para ser la amante perfecta.
- ¡ Eres un cabronazo, haces de mí lo que quieres ¡
El follador se retira ahora un poco y pone abundante lubricante en el culo de la madura, que al tenerlo ya abierto entra por el conducto sin problemas, al tiempo que el también se engrasa la polla. Es el momento final. Se vuelve a tumbar sobre ella y le sujeta las manos por encima de su cabeza para someterla, con maestría encuentra de nuevo el orificio y presiona, ya sin detenerse, hasta encajarle toda su longitud. La mujer siente los testículos del joven en su piel.
- ¡ Aaayyyyyyyyyyyyyy, que lo siento muy dentro ¡ ¿La has metido ya toda?
- Falta una pizquita solo.
Lo que falta es solo abrir las nalgas, para aprovechar algún centrímetro más. Así lo hace el follador y con un fuerte empujón la penetra sin piedad. Ella ya no protesta, se deja hacer resignada. Permanecen así sin el más mínimo movimiento durante un rato y después el joven comienza a bombearle el culo.
- Despacio, despaciooooo, cariño, eso es, despacito, así.
- ¿Sientes ya placer?
- Una mezcla de dolor y placer, pero me encanta, nunca pensé que hoy iba a ser enculada, que experiencia, que rico…
El chico está otra vez al límite, pues la sensación del enculamiento lo tiene muy excitado.
- Creo que me voy a correr, Marta.
- Espera un poco, yo también quiero, pero espérame un poco, aguanta. Tienes que tocarme el coño para que pueda conseguirlo.
La coloca un poco de lado, sin dejar de penetrarla y le levanta una pierna. Le masajea el clítoris y los grandes labios que se han desplegado totalmente otra vez. Ella comienza de nuevo los gemidos, que anuncian que está en el climax, y él le da ahora fuertes pollazos, machacándole el culo y al momento se derrama de nuevo en el interior de la mujer.
- Ohhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhggggggggggggsssssss, así, así cabrón, lo estoy sintiendo, lo estoy sintiendo, un tercer orgasmo, no me lo puedo creer.
Los de abajo, que ya han terminado la faena y están en la cocina tomando un refrigerio, oyen de nuevo los quejidos de Marta. El orgasmo ha sido algo más suave, pero riquísimo, algo nuevo, distinto.
- Marta, cacho zorraaaa …. ¿Cuándo termináis?.
Es hora de terminar, sí. Han sido dos horas intensas, el acto sexual más largo que nunca tuvo la mujer. Tras una ducha se visten y bajan. Tienen hambre, son las 17 horas y no han comido, solo han follado. Con apetito comen los dos lo que han servido las amigas.
- ¡ Joder, que fuerte, que fuerte, vaya tarde..¡
Todos ríen divertidos y satisfechos.
- ¿Cuántas veces te has corrido, Martita?
- Tres seguro, aunque he tenido bastantes microorgasmos, cada vez que he vertido. Otro día me contaréis vuestras experiencias también.
- Claro, claro. Faltaría más, aunque no sean tan intensas, jajajajaa
- Vaya veranito, para recordar - esta vez es Tere la que apostilla-.
- Estamos a principios de julio, nos quedan bastantes días que aprovechar antes de que vengan nuestros maridos. ¿Vosotros chicos, queréis colaborar para que estemos satisfechas?
Responden los tres al unísono:
- Siiiiiiiiiiiiiiiiii, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Un verano para recordar, sin duda.