Tras la fiesta del colegio
Las consecuencias de haberme emborrachado en esa fiesta.
Ya les conté de la pérdida de mi virginidad, en una fiesta cuando tenía 13 años. El lunes siguiente, cuando llegué al colegio, se hizo muy evidente que todo lo que me habían hecho en esa fiesta ya era conocido por muchos. Los chicos del último año, entre quienes estaba el que me había cogido, me miraban insistentemente, haciéndose comentarios y sonriendo. Algunos chicos y chicas de otros grados hacían lo mismo.
Ya en clases, había un compañero al que yo le gustaba, y me dirigió una mirada muy triste y con algo de rabia. No volvió a dirigirme la palabra.
A media mañana, durante un recreo, uno de los chicos del último grado se me acercó y me invitó a salir esa tarde, yo pensé en decirle que no, pero me empezó a decir que él no tenía novia y que yo le parecía una chica muy linda, y supongo que con mi ingenuidad propia de los 13 años creí que hablaba en serio y que tenía buenas intenciones conmigo, así que acepté. Aparentemente la noticia se regó rápido, porque cuando estaba luego nuevamente en clases, un compañero me hizo llegar una nota doblada. Cuando la abrí encontré un dibujo muy burdo de unas piernas abiertas y una verga escupiendo goterones de leche sobre la concha, yo creí que se refería a lo que había pasado durante el fin de semana, pero a los pocos minutos recibí un dibujo muy parecido que decía "esta es loreto por la tarde".
En fin, el chico que me había invitado me llamó unos minutos antes de las 5 y me pidió que nos juntáramos en la esquina de mi casa, para no atrasarnos mucho según él, pero me pareció que no quería mostrarse por mi casa. Nos juntamos y empezamos a caminar en la dirección que él indicaba. Cuando pasábamos frente a un edificio de departamentos, me dijo que había olvidado su chaqueta y que la iba a subir a buscar, le dije que lo esperaba allí pero insistió en que lo acompañara.
Subimos y entramos a un departamento donde no había nadie más. Le pedí que buscara su chaqueta y nos fuéramos pero me pidió que me sentara 5 minutos y me ofreció algo para beber. Me empecé a sentir algo nerviosa e incómoda, pero en eso se me sentó al lado y me empezó a declarar su supuesta atracción por mí, me hacía caricias en el cabello y me tomaba las manos.
Realmente se comportaba como todo un romántico, y empecé a creer que eras sus verdaderas intenciones, así que no lo rechacé cuando me empezó a besar, y cuando siguió avanzando con sus manos y empujándome con su cuerpo para que me tendiera en el sofá, todavía no me quedaba del todo claro que lo único que quería era cogerme, era uno de los chicos que había estado en esa fiesta, y amigo del que me desvirgó, era bastante evidente, pero con mucha ingenuidad pensé que yo le gustaba, así que me habría sentido muy tonta si lo hubiera detenido.
Y así fue, se me subió encima y ya con mucho ímpetu comenzó a restregarme la verga por encima de mis piernas, que yo mantenía bien cerradas. Comenzó a apretarme las tetas y darme besos torpes en los labios, que más parecían mordiscos. Pasó su mano por debajo de mi cuerpo y empezó a manosearme el trasero con firmeza.
Cuando trató de desabrocharme el pantalón, ya empecé a resistirme, y él insistía sin mirarme a los ojos en que me dejara estar, que hacía eso porque yo le gustaba mucho, y que no me iba a hacer nada que yo no quisiera. Forcejeando un poco me bajó los pantalones un poco, casi hasta las rodillas, y como yo ya me agitaba demasiado, renunció a seguir bajándolos y sencillamente me levantó las piernas y se desabrochó sus pantalones. A esas alturas yo ya le pedía que parara, que iba demasiado rápido, y el tipo jadeando me decía que estaba bien, que ahora éramos novios y eso era perfectamente normal.
Ya era evidente que me quería perforar, y ante mi negativa apareció la famosa frase que casi todas las mujeres hemos escuchado alguna vez "tranquila, solo te voy a meter la punta" y bueno, ya la suerte estaba echada, con mucha torpeza buscaba mi concha con la punta de su verga (que por lo demás nunca ví) y corrió mis calzones con ella, que dirigía con su mano derecha. Mi concha casi no estaba lubricada, así que tuvo que insistir varias veces con mucha fuerza hasta que sentí como la famosa punta que me había ofrecido entraba de un golpe seco en mi concha. El tipo jadeó muy fuerte, yo le decía que ya estaba, que no fuera más adentro, y como era obvio, sencillamente comenzó a embestirme con fuerza y en cuestión de segundos ya me había enterrado su verga hasta los huevos y se movía frenéticamente taladrándome.
No duró mucho, en cuestión de un minuto se tensó y acabó en lo más profundo de mi concha, que en esa postura (con mis piernas en sus hombros) era mucha. Yo lloraba en silencio desde hacía un rato, mezclando el agudo dolor en mi concha con la certeza de que nuevamente me habían usado para descargar leche. Y efectivamente, el man se levantó, se abrochó los pantalones y sin mirarme a los ojos me dijo secamente "vámonos". Me acompañó en silencio y a paso rápido hasta la esquina de mi casa, donde nos habíamos juntado, y se fue luego diciendo "chao, nos vemos" y nada más Desapareció corriendo, yo me metí a casa y sencillamente me resigné. Ya era la puta del colegio, y me lo hicieron saber hasta el último día, de muchas formas.