Tras la ducha

Fabio había estado todo el día jugando al baloncesto con sus amigos en una de las canchas particulares de la urbanización, por lo que no tardó mucho en llegar a su casa aquél día totalmente cansado.

Fabio había estado todo el día jugando al baloncesto con sus amigos en una de las canchas particulares de la urbanización, por lo que no tardó mucho en llegar a su casa aquél día totalmente cansado.

Al entrar al portal se cruzó con su hermana Alicia, que por aquel entonces contaba con diecisiete años, cuatro menos que su hermano, en la entrada totalmente ataviada de chándal:

  • Hola hermanito, voy a comprar una raqueta nueva en la tienda, Miriam se ha quedado en la casa mientras, papá y mamá vendrán esta noche.

Sin darle tiempo a responder nada desapareció por la esquina en dirección a la tienda de deportes.

Miriam era una amiga de clase de Alicia, desde el primer momento en el que apareció por la casa a Fabio le habían llamado la atención su melena castaña y sus formas redondeadas, pero nunca había ido el interés más allá. Hasta ese día.

Al subir a la casa se encontró con la impresionante figura de la chica, aunque por lo general siempre había llevado un uniforme del instituto en esta ocasión portaba un atuendo de tenista, con una minifalda y una camiseta blancas a juego con unas largas calcetas rosas que destacaban más si cabe la figura de la chica.

Fabio dirigió un rápido saludo a la joven antes de dirigirse al cuarto de baño a ducharse, y a relajar algunos músculos. Durante la ducha terminó por olvidarse de la amiga de su hermana sustituyéndola en sus pensamientos por algunos fallos que habían tenido durante el partido. Con gran parsimonia se secó mientras el espejo reflejaba su imagen, su pelo rubio, heredado también por su hermana, destacaba sobre sus ojos marrones. Se lió una toalla a la cintura y se disponía a salir cuando la puerta se abrió.

  • Oh, vaya, perdona... no sabía que estabas tú.

Miriam bajó la vista hacia el bulto que destacaba en la toalla y rápidamente salió del cuarto de baño dejando a Fabio aún con cara de sorpresa.

Recuperando nuevamente la compostura terminó de secarse y se colocó la ropa interior y el albornoz sin darle mayor importancia al asunto.

Sólo poco segundos más tarde, al salir del cuarto de baño y entrar su dormitorio, la sorpresa regresó a la faz del chico.

Tendida sobre la cama se encontraba la tenista, su camiseta estaba levemente levantada dejando al aire el vientre de la joven, pero lo que atrajo rápidamente la atención del joven fue su minifalda, desde su posición tenía una panorámica inmejorable de sus braguitas blancas.

  • ¿Disfrutas de lo que ves?

Fabio levantó con presteza su mirada hacia los ojos marrones de la joven.

  • Disculpa.

  • No tienes por qué disculparte.

El chico dio la espalda a la joven tendida para salir de la habitación en dirección al salón pero nuevamente la suave voz de su visitante le hizo abortar la misión.

  • ¿Ese es tu máximo tamaño?

Volvió a observar a la joven, esta vez su cara estaba sonriente y había cruzado hábilmente las piernas. Finalmente comprendió a lo que se refería la joven y con gesto ausente se acarició el albornoz a la altura de sus genitales.

  • Estaba totalmente flácida.

  • No te creo.

Esta vez fue Fabio el que sonrió divertido.

  • Eso se puede demostrar cuando tú quieras.

  • ¿Por qué no ahora?

  • Me parece bien.

Con un rápido giro de manos Fabio cerró el pestillo de la puerta de la habitación y aún dándole la espalda a la joven se despojó del albornoz que cayó con pesadez en el suelo y mientras se acercaba a la joven fue bajándose sus blancos calzoncillos hasta dejarlos por debajo de las rodillas.

Un pene semiflácido quedó al alcance de la mano de la joven tenista que se incorporó hasta tenerlo a centímetros de la cara.

  • Vas a tener que hacer algo para que pueda comprobarlo en condiciones.

  • ¿No te atreves a hacerlo tú solita?

  • No me encuentro suficientemente motivada.

La mano de Fabio traspasó la pequeña camiseta y llegó hasta los pechos.

Mientras el chico empezaba a masajear sus turgentes pechos, Miriam usaba la punta de su lengua para acariciar la cabeza del pene provocando que esta tomara cada vez más dureza.

Miriam se despojó de su camiseta facilitando el masaje y enseñando un pequeño sujetador blanco. Sus pezones no tardaron en ponerse duros y destacar sobre la delgada tela lo que pareció excitar más a Fabio cuya polla estaba ya totalmente dura a causa de los leves lametones de la chica. Tomándola entre sus pequeñas manos empezó a pajeársela provocando sonoros gemidos por parte del chico.

La chica paró en seco la masturbación y levantando la cabeza en dirección al chico tomó la palabra.

  • ¿La usas para algo más que para meneártela en la ducha?

Con gran fuerza fue empujada sobre la cama y antes de que pudiera reaccionar su minifalda se encontraba ya cercana al suelo dejando a la vista su ropa íntima.

  • Te la voy a meter hasta el fondo.

Apartando levemente la tela blanca de sus braguitas dejó al aire casi toda la rajita de la joven y casi de un solo golpe introdujo su pene en las entrañas de la joven.

Sujetando firmemente las piernas empezó a bombear acompañado de los gemidos de la joven que se dejaba hacer.

Con una última embestida descargó su chorro en el interior de Miriam que siguió balanceándose rítmicamente en su búsqueda hasta que notó que el pene de Fabio estaba totalmente flácido.

Tras unos segundos Fabio le dio la espalda y empezó a colocarse nuevamente la ropa interior.

Desde la cama la voz entrecortada de Miriam sonó meliflua a los oídos del chico.

  • Creo que no se me han quedado muy bien las medidas exactas.

Fabio respondió sin volver a mirarla, dejando la habitación.

  • Siempre podemos volver a realizar la prueba.