Tras la barbacoa
Cuando la fiesta decae no está necesariamente acabada.
Estábamos bastante perjudicados al caer la tarde.
Isa dormía una buena cantidad de alcohol en el sofá mientras Elia, Salva y yo seguíamos compartiendo porros alrededor de la mesa de café, sentados en el suelo.
-No me queda energía, creo que me voy a echar. –Dije mareado después de apurar la cerveza.
Habíamos empezado a las diez de la mañana y sólo quedábamos los cuatro en casa de Elia.
Los cuatro éramos amigos desde el colegio, por lo que aquella casa no nos era nada desconocida.
Habíamos hecho una barbacoa para celebrar el vigésimo sexto cumpleaños de Isa, aprovechando que la casa de los padres de Elia estaba vacía ese fin de semana, y que era la mejor preparada para ese tipo de celebraciones.
Aún teníamos que limpiar y dejarlo todo en orden para el día siguiente, pero nos habíamos pasado con la bebida y acompañantes. Salva se levantó.
-Tengo que mear.
-Déjala allí. –Añadió Elia bromeando.
-La traeré por si acaso. -Respondió Salva bajándose la cremallera. Después se fue pasillo adentro hacia el baño.
Elisa apuraba el porro mientras ojeaba una revista de moda. Pasó una hoja y me tendió el porro. Negué con la cabeza.
-Vamos nene, no te va a matar.
-Llevo demasiado en el cuerpo, debería echarme.
-Ahora empieza lo bueno, apúralo anda.
Cogí el porro y le di una calada. Mi cabeza era una mezcla de distintas impresiones por el cocktail de estupefacientes, mi mente iba y venía sin detenerse en ninguna parte más de cinco segundos. La pesadez que sentía era desproporcionada.
Salva entró en el salón y se quedó en pie junto a Elia con la cremallera bajada.
-¿Os traigo alguna bebida de la cocina? -Preguntó.
-Si no me equivoco queda una botella de champán en el frigorífico.
Salva volvió a salir.
-Nos animaremos con el champán. -Repuso Elia.
-No creo que pueda. -Contesté mientras apoyaba mi cabeza en el asiento del sofá donde dormía Isa.
-Verás como sí.
Salva entró de nuevo y entregó la botella a Elia.
-Ábrela, no me la des así. -Inquirió.
Salva agitó un poco la botella y retiró el tapón, derramando gran parte del champán sobre su camiseta, pantalón, suelo, y salpicando un poco a Elia, que reaccionó dando un pequeño salto sin cambiar de postura.
-Joder tío, esto lo vas a limpiar tú. -Exclamó Elia sin ánimo.
Salva se agachó a su lado, le cogió la cara y le lamió la mejilla.
-Mmm…! ¡Qué rico! -Exclamó ante la sonrisa de Elia-¿Sigo?
-Me has puesto perdida. -Dijo Elia mirándose la camiseta de tirantes que llevaba puesta. Una mancha ocupaba todo su pecho y parte del abdomen.
-Eso tiene solución. -Añadió Salva y metió la cabeza entre sus tetas lamiendo lo que podía. Ella reía juguetona la ocurrencia.
Salva bajó el escote hasta trabarlo bajo las tetas de Elia, que tenían el tamaño suficiente para anclar y neutralizar el elástico de la camiseta. Siguió lamiendo y ella se echó un poco hacia atrás para facilitarle el acceso. Sus pezones se habían puesto duros al tacto con el champán y Salva los lamía sin prisa.
-¿Aún os quedan fuerzas? -Pregunté desde mi tirada ubicación.
-Para esto siempre. -Dijo Elia- Ven tú también.
-Espera. -Sugerí. No podía moverme, no me apetecía nada levantar la cabeza, pesaba demasiado- Quizá ejerza de voyeur hoy. -Añadí.
-Sólo quizá. -Añadió Elia. Miró a Salva- ¿Dónde te has manchado tú?
Salva se hizo hacia atrás y se puso en pie. La parte baja de su camiseta y la zona de la cremallera de su pantalón eran un charco. Hizo un gesto abriendo las manos y asintiendo. Elia se arrodilló, le levantó la camiseta y lamió su abdomen mientras desabrochaba el pantalón. Bajó el pantalón y lamió sus calzoncillos empapados.
Después bajó el bóxer y la polla de Salva quedó desafiante en el aire apuntando hacia Elia, que inmediatamente se la metió en la boca y empezó a lamerla como ella solía hacerlo. Siempre le habíamos dicho lo buena que era en ese menester, nunca conocí a nadie que opinara lo contrario de ella. Supongo que las cosas que gustan hacen aflorar nuestras virtudes. Siguió mamando un buen rato, empapándola y agitándola con énfasis.
Salva le cogió la cabeza y empezó a moverla, follándose su boca. Era increíble ver hasta donde era capaz de meterse una polla en la boca Elia. Cuando la sacó hilillos de saliva unían la polla de Salva con la boca de Elia, que había cambiado su expresión al modo encendido. Salva se agachó y la besó con fuerza, luego la tumbó en el suelo y le quitó el pantalón corto que llevaba. Comenzó a comerle el coño.
Yo estaba mirando el espectáculo, pero seguía sin poder moverme ni para eso. Oía los gemidos de Elia y veía sus rodillas salir sobre la mesa del café, que me tapaba el resto. Noté que la sangre empezaba a llenar mis conductos genitales, lentamente. Levanté un poco el culo y empujé ligeramente los pantalones hacia abajo para evitar que se me clavaran en los huevos.
Salva puso a Elia apoyada sobre la mesa de café y empezó a lamerle el culo agarrado a sus cachetes. Me encantaba la cara de Elia cuando sentía placer, la dotaba de una belleza salvaje y natural que pocas poseen. Bajé mi mano a mi bulto y comencé a acariciarme sobre el pantalón. Elia me miró y levantó un poco su cuerpo para mostrarme sus tetas.
Le sonreí y me respondió apretando la mandíbula y mostrándome los dientes. Era maravillosa.
-¡Sácala! Quiero verla. -Me dijo.
Desabroché mi pantalón y lo bajé junto con el bóxer hasta las rodillas. Mi erección aún no era plena, pero se apreciaba un buen miembro. Ella pasó su lengua por los labios mirándome, sabía cómo provocarme. Empecé a masturbarme lentamente para que me viera, sé que le gustaba, no era la primera vez que se lo hacía. Sin hablar movió los labios pidiéndome que fuera a su boca, pero le respondí negando con la cabeza. Pude leer como sus labios articulaban la palabra "cabrón".
Salva se incorporó y azotó el culo de Elia con la polla tres o cuatro veces. Después la introdujo en su vagina y pude ver la cara de Elia al recibirla, su boca abierta y sus ojos clavados en mí. Empezaron a moverse adentro y afuera, ella gemía apoyando ya sus tetas en la mesa y agarrándose a ella, que se movía con las embestidas de Salva. Escuchaba los golpes de la pelvis de Salva rebotar en el culo de Elia, debía estar muy mojada, el sonido era claro, como chapotear en el agua. Él empujaba con fuerza y ella recibía encantada.
-¿Qué está pasando? -Oí detrás de mi cabeza. Isa se había despertado, aunque no se había movido un ápice.
-Nada, están follando. -Le respondí.
-Pfff... No sé cómo tienen fuerzas.
-Eso les he dicho yo, pero al final mírame, con la polla dura y pajeándome.
Isa levantó la cabeza y me vio cascándomela despacio. Volvió a colocar la cabeza tras la mía riéndose. Noté la mano de Isa en mi cabeza, empezando a hacerme un masaje craneal, me sentí bien al sentirla ahí.
-Ahora con los gemidos no puedo dormir, pero tampoco tengo ganas de moverme. -Dijo.
-No lo hagas si no te apetece. -Le respondí, y siguió acariciándome la cabeza.
Salva sentó a Elia en el borde de la mesa con las piernas abiertas y le embestía desde delante.
-¡Joder! ¡Cómo se oye! -Dijo Isa.
-Sí, está muy cachonda por lo visto.
Levantó la mirada y los vio. Se incorporó y quedó sentada en el sofá con la espalda apoyada. Su pierna derecha estaba a mi lado y la agarré acariciando su pantorrilla. Ella seguía con su mano en mi cabeza y yo me estaba calentando cada vez más.
Debí apretar muy fuerte su pantorrilla porque exclamó un "¡Ay!" y apretó su mano en mi cráneo. Después quitó la mano de mi cabeza y vi de soslayo como se subía la falda. Giré la cabeza para verla y me hizo una caricia en la barbilla, separó sus piernas, también las bragas y me mostró su bonito coño. Empezó a tocarlo.
Elia se acababa de correr y Salva seguía empujando. Isa me miró.
-Únete a ellos, quiero veros a los tres.
Yo ya había despertado de mi estado anterior y estaba capacitado para incorporarme. Me saqué los pantalones y me acerqué al dúo por la derecha de Elia para que Isa pudiera ver. Me quedé en pie al lado, mi polla quedaba a la altura de la cara de Elia que no tardó en metérsela en la boca y propinarme unos lametones gloriosos. Miré a Isa que me sonrió con cara de satisfacción, se quitó la falda y las bragas y, abriendo las piernas más, se acomodó en el borde del sofá y siguió masturbándose.
Salva anunció que se iba a correr y se colocó delante de Elia meneándosela para correrse sobre ella. Me aparté para que culminara a gusto y su semen salió disparado hacia las tetas de Elia, que se las apretaba para recibir el premio. Ella chupó los restos de semen de la polla de Salva y éste se tiró de espaldas al sofá que le quedaba detrás. Elia me miró.
-¿Me la vas a meter?
-¿Te quedan ganas? -Pregunté retóricamente, ella siempre estaba dispuesta.
-Sabes que sí.
Me agaché frente a ella.
-Poneos aquí. -Intervino Isa dando unas palmaditas a su lado.
Me senté ahí y la besé. Elia se sentó sobre mí metiéndosela entera. Besó a Isa un buen rato mientras cabalgaba sobre mí, que la ayudaba agarrándola del culo. Luego puso una mano a cada lado de mi cabeza y empezó a moverse en círculos. Isa se giró hacia nosotros dejándome ver como se masturbaba. Me metió los dedos en la boca y después regresó a su coño.
-¿Te gusta? -Me preguntó.
Resoplé y asentí con la cabeza. Abrió su coño con una mano e introdujo tres dedos con la que tenía libre. Empezó a darse rápido. Sobre mí Elia gemía cada vez más fuerte.
-¡Me voy a correr! -Exclamó poseída. Sus movimientos eran cada vez más rápidos, parecía una batidora sentada sobre mí. En su cara veía la cercanía del orgasmo cuando ralentizó el movimiento y empezó a correrse moviéndose despacio, con espasmos. Era una auténtica máquina de follar.
-Yo también voy a llegar pronto. -Dijo Isa mientras Elia se regocijaba en circulitos lentos sobre mí- Quiero que te corras sobre mi coño. -Añadió.
Elia se quitó de encima y yo me giré para apurarme y correrme sobre el coño de Isa. Elia se arrodilló a nuestro lado y contemplaba la escena. Yo me la cascaba vigorosamente e Isa aceleraba su ritmo. Pronto avisó que se iba y yo estaba a punto cuando ella empezó a hacerlo.
-¡Correte! -Exclamó corriéndose.
Yo sentía venir el aluvión y ella abrió su coño para que mi semen se estrellara contra él. Empecé a eyacular y el primer chorro se estrelló justo ahí, ella emitió un gemido y yo seguía corriéndome.
Acabé y me tumbé sobre ella agotado. Me acarició la cabeza por detrás y Elia me metió la mano entre los cachetes del culo masajeándome.